NERUDA, EL EDITOR
por Carlos Roberto Gómez Beras
Todos sabemos de los atributos y logros de Pablo Neruda, el Poeta. Pocos, por lo menos en este lado del mundo americano, de Pablo Neruda, el Editor. Y no hablo de la feliz gestión de la revista Caballo verde para la poesía (1953), sino de la idea de hacer un proyecto editorial llamado Ediciones Isla Negra. A continuación, algunos de los protagonistas de esta “empresa fallida” nos contarán sus versiones del incidente.
La génesis del proyecto Ediciones Isla Negra es el resultado del encuentro en 1961 entre Neruda y Germán Marín, editor y escritor chileno; sobre esto nos cuenta Marcelo Somarriva: “Pablo Neruda y Germán Marín planearon alguna vez armar una colección de libros que se llamaría ‘Ediciones Isla Negra’. La idea del proyecto era editar libros acerca de pequeños temas o ‘asteriscos’ de la historia nacional. Entre las obras que pensaban incluir había una de Jorge Teillier que se titularía Los poetas perdidos. Marín recuerda que los tres sostuvieron conversaciones preliminares y que entonces Teillier ya trabajaba en sus investigaciones sobre los poetas. El proyecto Ediciones Isla Negra, cuyos libros iban a ser diseñados por Mauricio Amster, no alcanzó a concretarse. La colección incluía títulos como Rapa Nui de Pierre Loti, otros acerca de Cambiazo, ‘el último pirata del Estrecho’, José Miguel Carrera y otros más del mismo tipo –en el mejor espíritu de Tomás Lago–. La colección ‘Biblioteca Transversal’ de Germán Marín en parte ha continuado el espíritu de ese proyecto inicial y el libro Prosas recoge las investigaciones de Teillier sobre los poetas perdidos.”
El escritor chileno Luis Alberto Medina, habla sobre la condiciones materiales del proyecto: “¿Neruda, intenta algún negocio editorial en cierto momento? Bueno se llamó Ediciones Isla Negra, donde yo sería su primer administrador, se trataría de sacar textos raros, por ejemplo las cartas de José Miguel Carrera. Me invitó solemnemente y me nombró director de las ediciones Isla Negra, pero estas ediciones, no tenían un centavo, sólo el título, entonces me decía conversa con fulano en ZIG-ZAG y ellos se van a entusiasmar y colocarán capitales. En realidad yo era pésimo para eso, entonces cuando preguntaba, le decía: ‘Estamos en conversaciones, Pablo’; ‘Cuando haya algún resultado ven y habla conmigo’, me respondía, por suerte tuvo un largo viaje y cuando regresó ya había olvidado lo de las ediciones Isla Negra.”
Mario Toral, el artista chileno también fue convocado a este sueño: “Recordando tiempos pasados y, en ocasión en que yo retornaba a Chile después de largos años en el extranjero, pude comenzar mi vida profesional como artista en este país, en el cual nadie me conocía, trabajando con Pablo Neruda en una edición de Machu Picchu, editada por el arquitecto y connoiseur Carlos A. Cruz, bajo el sello de Ediciones La Gárgola, obra impresa en esta Editorial. También me tocó acompañar a Pablo Neruda en la edición de un libro muy bello tanto en su forma como contenido, El húsar desdichado, que ponía a la luz nuevas visiones de José Miguel Carrera, a través de escritos de Prilidiano Pueyrredón. Este libro era el comienzo de un plan editorial ambicioso de Neruda y Germán Marín, bajo el sello de Ediciones Isla Negra. Desgraciadamente, el escritor Marín y el poeta Neruda no contaron con que editar también es una operación que hay que financiar y manejar cifras y la iniciativa comenzó y terminó con ese solo libro. A manera de anécdota, les cuento lo siguiente: Germán Marín llegó a Isla Negra trayendo un mensaje de Eduardo Castro, gerente de la Editorial Universitaria, con algunas facturas a cancelar y como el libro aún no estaba en circulación no había dinero, Germán le proponía pues a Neruda ir a Santiago y tratar de amansar a Eduardo Castro. Pablo después de pensar, gravemente dijo: ‘No, invitémoslo aquí a la Isla Negra. Hay que sacar al zorro de su madriguera’.”
Sobre el libro, el hijo unigénito de Ediciones Isla Negra, nos recrea Manuel Peña Muñoz: “El escritor Germán Marín, en tanto, observa en silencio. Es un hombre pausado que tiene en su imaginación muchos proyectos edito-riales. Ha creado ya las Ediciones Isla Negra en la cual Pablo Neruda es el consejero. El poeta le muestra ahora a Mario (Toral) ese hermoso libro que ha escrito para ese sello editorial. Se titula José Miguel Carrera, el húsar desdichado. Neruda conecta bien con este héroe patriota y humanista que privilegió el arte de la imprenta. Como él, Neruda ama la palabra impresa y comprende su poder. Aquel libro de Ediciones Isla Negra era un libro pequeño, casi artesanal, con hojas de papel de volantín. En su alma de niño, al poeta le agrada el trabajo de los artesanos del libro. Ama las encuadernaciones, las hojas cosidas, las letras iniciales, los lomos y los cantos dorados. Muchas tardes, sus pensamientos vuelan a las imprentas de la provincia donde sueña con editar sus libros en ediciones reducidas para amigos.”
Ahora, contaré mi versión... a finales del 2004, navegando por la Red, me topé con este título, editado por ¡Ediciones Isla Negra de Pablo Neruda! La sorpresa, la emoción, y luego la curiosidad, me llevaron hasta el portal de EL Cid, librería chilena de títulos antiguos. Allí, después de varios emilios fallidos, telefónicamente me confirmaron la historia ya conocida y la existencia de los dos últimos ejemplares del libro. “Le enviaré el que está en mejor condición”, me dijo gentil la dueña, tal vez para entusiasmar una compra de monto considerable. Largas semanas después, de manos de una amiga chilena, lo recibí (todavía prefiero los correos secretos a FEDEX): no era pequeño, más bien de tamaño y letra generoso; sí era artesanal y lleno de detalles que sólo el que como yo estaba en la dulce espera, podía apreciar: de una edición enumerada de 500, el mío era el 156.
Ahora, con el libro en la mano, pienso que dentro de la “empresa fallida”, habitaba un sueño extraordinario de solidaridad y generosidad. Después de todo, por qué otro motivo, un escritor como Neruda –ya vislumbrando su entrada a la inmortalidad– se interesó por la palabra ajena, por facilitar el paso de los demás por difícil camino que lleva de lo inédito a publicación. Este particular fracaso editorial me lleva a pensar que, a veces, callar por un segundo, por años o por toda una vida, para que los otros hablen, deja una huella muy cercana a la que deja el amor en el alma. Algunos de ustedes sabrán a qué me refiero, otros, tal vez lo recuerden.