blog de la escritora puertorriqueña Ana María Fuster Lavin --gestión cultural, cuentos, poesía, ensayos, fragmentos de textos y vivencias desde las sombras de una ciudad silente-- “Tengo miedo de mi voz y busco mi sombra en vano. ¿Será mía aquella sombra sin cuerpo que va pasando?...” Xavier Villaurrutia
miércoles, septiembre 25, 2013
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Ver imagen grande | (In)somnioPor: Ana María Fuster / ISBN: 978-9945-455-87-8 | |
Precio: $18.00 | ||
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Con este libro de prosas poéticas e historias de insomnios, Ana María Fuster Lavín se consagra como una escritora del gótico caribeño que ya habíamos degustado, en sus narraciones anteriores. Así los seres de la noche, los vampiros, los ángeles, y los espantapájaros, pululan por las calles en una ciudad llamada San Juan apalabrados por la escritura insomne de Fuster Lavín. Mucho cuidado al toparse con ellos en estas páginas deslumbrantes.” –Daniel Torres, Ohio University “Culpa y redención. Somos espectadores de visiones de un alma sin puertas, sin habitación, suicidio de la razón: libertad. Sexo urbanita, locura callejera y muerte obligada, que provoca. Es a través de estaciones y colores, el tiempo acechando la prisa y la claridad de la locura, que Ana María Fuster nos acerca a los recovecos de los pliegues, sopla los aromas hacia lo eterno y sacude la conciencia aburrida hasta la conversión.” –Laura Muñoz Hermida, Madrid EL DIARIO DE ANA O DESPERTAR DEL INSOMNIO (Fragmento) Entre las sombras el humo y la danza entre las sombras lo negro y yo. –Alejandra Pizarnik Dicen que me suicidé. Nunca pensé que podía morir de mí misma. En realidad desperté de un largo insomnio. Me liberé de la sangre ajena y sus memorias, del infierno y la locura que me habitaban. Fueron cinco años confinada en mi mundo interior y en el de mis compañeros. Pese a lo que la mayoría piense, la terapia de grupo me angustiaba. Detestaba salir con ellos. Era como pasear sin destino junto a sus sombras. –Mi mamá encontró las pastillas para mantenerme despierta. Me las echó por el inodoro y me sermoneó un mes. Tuve que recurrir a pellizcarme o darme pequeños cortes con una cuchilla. El día que vio las cicatrices en mis muslos y brazos decidió internarme aquí. Le dije que era para sentir algo, para no dormir. El doctor dijo que, entre otras condiciones, sufro de narcolepsia. --Soledad, así estamos todos. Lo resuelven todo con sus términos científicos. Mi padre me golpeó un día que me vio llorando y le confesé que amaba al papá de mi mejor amigo. Me dio tan y tan fuerte, me gritaba pato y enfermo. Esa noche me corté las venas. Ana María Fuster Lavín nació en San Juan, Puerto Rico, en 1967. Es narradora, poeta, corresponsal de prensa cultural, además de columnista en distintos ciberperiódicos. Sus textos han sido publicados en prensa, revistas y antologías nacionales e internacionales. Así como traducidos al inglés, portugués e italiano. Entre sus libros publicados se destacan: Verdades caprichosas (2002, cuentos, premiado por el Instituto de Literatura Puertorriqueña); Réquiem (2005, novela cuentada, premiada por el PEN Club de PR); El libro de las sombras (2006, poemario, premiado por el Instituto de Literatura Puertorriqueña); Leyendas de misterio (2006, cuentos infantiles); Bocetos de una ciudad silente (2007, cuentos); El cuerpo del delito (2009, poemario); El Eróscopo: daños colaterales de la poesía (2010, poemario), y Tras la sombra de la Luna (2011, poesía). Trabaja en un nuevo poemario y dos novelas. Su blog es bocetosdeselene.blogspot.com |
Reseña de (In)somnio (Ana María Fuster Lavín ) por Lilliana Ramos Collado http://bodegonconteclado.wordpress.com/2013/09/01/2561/
Corazón de tinieblas: Ana María Fuster Lavin
01Domingosep 2013
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(In)somnio, ana maría fuster lavin, anne radcliffe, gótico femenino, isla negra, literatura gótica, Mary Shelley, novela puertorriqueña contemporánea, papeles de pandora, relato de terror
(In)somnio, ana maría fuster lavin, anne radcliffe, gótico femenino, isla negra, literatura gótica, Mary Shelley, novela puertorriqueña contemporánea, papeles de pandora, relato de terror
por Lilliana Ramos Collado
La tentación de la “novela gótica” es ésta: poner al protagonista a relatar su propia historia, y así, proponer su conciencia como lugar de la duda, la desolación y el terror. Lo gótico propone una pregunta clave: lo que se cuenta, ¿pertenece al mundo real, o está en la mente del narrador? El narrador, ¿está cuerdo o está loco? En nuestra cultura misógina, la mujer suele protagonizar la novela de terror. En lo gótico hay más locas que locos.
Para Anne Williams, en Art of Darkness, hay dos tipos de novela gótica: la masculina —casa patriarcal, expresión verbal, cuestionamiento de la cultura y las alianzas de clase y género—, y la femenina —la madre, la habitación cerrada, la escritura, lo inconsciente, la naturaleza y la sexualidad. Al hablar, el hombre gótico implica que hay otro que le escucha. Al escribir, la mujer gótica implica soledad: escribe para nadie. La escritora de mil caras de (In)somnio busca poner en papel —para nadie— sus experiencias alucinantes en un mundo cruel.
Desde Anne Radcliffe, pasando por Mary Shelley y las hermanas Brönte, hasta llegar a Anne Rice, y más cerca de nosotros, Violeta López Suria (Obsesión de Heliotropo) , Rosario Ferré (Papeles de Pandora) y Yolanda Arroyo Pizarro (Ojos de luna), la escritora explora la lucha de la mujer contra la cultura patriarcal. Esta es la estirpe de Fuster Lavín: las mujeres que dan voz a la loca encerrada en el desván al colocarla en el centro de nuestros desvelos.
Fuster Lavín despliega sus poderes: un lenguaje hermoso, un tesoro de alusiones literarias y cinematográficas, y una cuidadosa anatomía de la oprimida psiquis femenina. Las mujeres que narran (In)somnio son otras tantas caras de la escritora, y sugiero que esta novela fragmentaria es una ficticia “autobiografía literaria”. La escritora, encerrada en la estrecha habitación de un manicomio que es el mundo mismo, trata de explicarnos, entre otras cosas, el origen de su escritura.
Recurriendo a la ficción psiquiátrica de la “disociación” —la psiquis se desdobla en varios personajes—, nos topamos con una mujer dividida en dos. Soledad/Ana son dos caras de la crueldad: la mojigata comedora de hombres / la escritora. De ellas dos va surgiendo un elenco de variantes de mujer que nos ayudan a comprender cómo, debido a una violencia ancestral —la de un abuelo, abusivo, probablemente un violador—, viene un deseo irreprimible de vengar el daño mediante la violencia contra el mundo o de comprenderlo mediante la escritura.
Soledad se alimenta de sangre, y Ana se “suicida” arrojándose por una ventana. Soledad se margina en la noche, en lo siniestro, en el gozo de una sexualidad asesina. Como Melibea (La Celestina), Thelma y Louise (del filme homónimo) e incluso Zhang Ziyi (la joven guerrera en el filme Crouching Tiger, Hidden Dragon), Ana se lanza al anonimato de una muerte que declara su falta de lugar en el mundo. Pero, en su caso, no a la muerte literal, sino a la soledad de la escritura. La novela es circular: la escritora comienza su relato en una casa de locos, y al final nos enteramos de que fue un hombre quien la encerró allí.
Algunas de las mujeres de (In)somnio son asesinas, otras son víctimas, hay escritoras, mentalistas, cineastas. Unas a otras se quitan los hombres, las casas, los bienes. Las minuciosas descripciones de una sexualidad desatada son alucinantes, dolorosas. La violencia mayor es entre ellas, todas atrapadas en una trama asfixiante, sin poder vengarse satisfactoriamente de haber sido encerradas en el margen del crimen, la intemperancia y la escritura.
(In)somnio es una narración impecable sobre las heridas que causa la represión, una joya del lenguaje, una novela que dejará a l@s lect@res en un estado alterado de conciencia al catar el terror implícito en la violencia de género que aquí se explora con gran destreza y audacia.
[Publicada originalmente en el Suplemento ¡Ea! de El Nuevo Día el 5 de mayo de 2013]
http://bodegonconteclado.wordpress.com/2013/09/01/2561/
(In)somnio es una narración impecable sobre las heridas que causa la represión, una joya del lenguaje, una novela que dejará a l@s lect@res en un estado alterado de conciencia al catar el terror implícito en la violencia de género que aquí se explora con gran destreza y audacia.El relato de terror siempre es el mismo: un sujeto que duda de su memoria, de su propia persona y del mundo; un pasado siniestro que regresa; una pérdida irremediable; el oscuro encierro solitario; la tinta nunca suficientemente derramada.
La tentación de la “novela gótica” es ésta: poner al protagonista a relatar su propia historia, y así, proponer su conciencia como lugar de la duda, la desolación y el terror. Lo gótico propone una pregunta clave: lo que se cuenta, ¿pertenece al mundo real, o está en la mente del narrador? El narrador, ¿está cuerdo o está loco? En nuestra cultura misógina, la mujer suele protagonizar la novela de terror. En lo gótico hay más locas que locos.
Para Anne Williams, en Art of Darkness, hay dos tipos de novela gótica: la masculina —casa patriarcal, expresión verbal, cuestionamiento de la cultura y las alianzas de clase y género—, y la femenina —la madre, la habitación cerrada, la escritura, lo inconsciente, la naturaleza y la sexualidad. Al hablar, el hombre gótico implica que hay otro que le escucha. Al escribir, la mujer gótica implica soledad: escribe para nadie. La escritora de mil caras de (In)somnio busca poner en papel —para nadie— sus experiencias alucinantes en un mundo cruel.
Desde Anne Radcliffe, pasando por Mary Shelley y las hermanas Brönte, hasta llegar a Anne Rice, y más cerca de nosotros, Violeta López Suria (Obsesión de Heliotropo) , Rosario Ferré (Papeles de Pandora) y Yolanda Arroyo Pizarro (Ojos de luna), la escritora explora la lucha de la mujer contra la cultura patriarcal. Esta es la estirpe de Fuster Lavín: las mujeres que dan voz a la loca encerrada en el desván al colocarla en el centro de nuestros desvelos.
Fuster Lavín despliega sus poderes: un lenguaje hermoso, un tesoro de alusiones literarias y cinematográficas, y una cuidadosa anatomía de la oprimida psiquis femenina. Las mujeres que narran (In)somnio son otras tantas caras de la escritora, y sugiero que esta novela fragmentaria es una ficticia “autobiografía literaria”. La escritora, encerrada en la estrecha habitación de un manicomio que es el mundo mismo, trata de explicarnos, entre otras cosas, el origen de su escritura.
Recurriendo a la ficción psiquiátrica de la “disociación” —la psiquis se desdobla en varios personajes—, nos topamos con una mujer dividida en dos. Soledad/Ana son dos caras de la crueldad: la mojigata comedora de hombres / la escritora. De ellas dos va surgiendo un elenco de variantes de mujer que nos ayudan a comprender cómo, debido a una violencia ancestral —la de un abuelo, abusivo, probablemente un violador—, viene un deseo irreprimible de vengar el daño mediante la violencia contra el mundo o de comprenderlo mediante la escritura.
Soledad se alimenta de sangre, y Ana se “suicida” arrojándose por una ventana. Soledad se margina en la noche, en lo siniestro, en el gozo de una sexualidad asesina. Como Melibea (La Celestina), Thelma y Louise (del filme homónimo) e incluso Zhang Ziyi (la joven guerrera en el filme Crouching Tiger, Hidden Dragon), Ana se lanza al anonimato de una muerte que declara su falta de lugar en el mundo. Pero, en su caso, no a la muerte literal, sino a la soledad de la escritura. La novela es circular: la escritora comienza su relato en una casa de locos, y al final nos enteramos de que fue un hombre quien la encerró allí.
Algunas de las mujeres de (In)somnio son asesinas, otras son víctimas, hay escritoras, mentalistas, cineastas. Unas a otras se quitan los hombres, las casas, los bienes. Las minuciosas descripciones de una sexualidad desatada son alucinantes, dolorosas. La violencia mayor es entre ellas, todas atrapadas en una trama asfixiante, sin poder vengarse satisfactoriamente de haber sido encerradas en el margen del crimen, la intemperancia y la escritura.
(In)somnio es una narración impecable sobre las heridas que causa la represión, una joya del lenguaje, una novela que dejará a l@s lect@res en un estado alterado de conciencia al catar el terror implícito en la violencia de género que aquí se explora con gran destreza y audacia.
[Publicada originalmente en el Suplemento ¡Ea! de El Nuevo Día el 5 de mayo de 2013]
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