“Guajana” y la pasión sin pausas
Mañana y el viernes se materializa en la UPR de Humacao un tributo a la huella literaria de la célebre revista consagrada a la poesía desde mediados de la década de los 60.
Por Luis Rafael Sánchez / Especial El Nuevo Día
La Universidad de Puerto Rico en Humacao celebra este jueves y viernes una actividad que merece calificarse de extraordinaria: “La leyenda. El legado”. Se trata de un homenaje a la aventura literaria llevada a cabo por la revista Guajana y su sobrevivencia como espacio donde la poesía florece desde mediados de los años sesenta. La actividad, que diligencian el entusiasmo y la generosidad del profesor Marcos Reyes Dávila y el Departamento de Español en pleno, promete deslindar los alcances de una obra rica de mil y una maneras, adelantada por un heterogéneo grupo de poetas a pesar de los equívocos.
De la riqueza de la obra, que incluye edificaciones líricas insólitas y ritmos aún por desglosarse, aparte de una vastedad de registros expresivos, dan cuenta los números de Guajana. Por cuyas páginas desfilan, como ocurre con sus antecesoras Asomante y la Revista de las Antillas, sus coetáneas Sin Nombre, Zona de Carga y Descarga, Ventana y Penélope y el Nuevo Mundo y sus sucesoras Ceiba, Luciérnaga y Exégesis, capítulos decisivos e impostergables de la literatura puertorriqueña contemporánea.
El título de la actividad alude, por un lado, a la leyenda dorada que aureola a dicha revista, alojamiento pasajero en ocasiones y hogar permanente otras de algunos poetas conocidos y reconocidos de nuestra literatura. Incluso de algunos poetas mayores. A riesgo de incurrir en el olvido me honro en celebrarlos con nombre y apellido. Son raíces fecundas de la siembra Andrés Castro Ríos y Vicente Rodríguez Nietzche, Antonio Cabán Vale y Marina Arbola, Edgardo López Ferrer y Edwin Reyes, José Manuel Torres Santiago y Marcos Rodríguez Fresse, Wenceslao Serra Deliz y Juan Sáez Burgos. Son ramas floridas de la siembra Angelamaría Dávila, Juan Mestas y Carlos Noriega.
En el homenaje a Guajana que convoca la Universidad de Puerto Rico en Humacao mucho hay de contemplación de la fiesta sin término que para tan excepcional medio difusor suponen la excavación y descubrimiento de uno mismo.
Por otro lado, exalta el legado que acumula dicha aventura literaria, pronta a cumplir el medio siglo. Una aventura que se extiende a los recitales continuos en Puerto Rico y el extranjero y la creación de un andamiaje editorial dinámico y en activo permanente. Tanto así que la serie Cuadernos de Guajana acaba de publicar De Monstruos y laberintos, nuevo poemario de Juan Mestas.
El pilar básico del grupo lo constituye la revista que halla la inspiración y la bandera en la flor de la caña. Desde el primer número, Guajana acoge unos poetas hermanados por la procedencia de clase, la rebeldía moral y la sensibilidad artística. En el ejercicio de la rebeldía moral reivindican la necesidad histórica de la independencia política de Puerto Rico y la oposición a la guerra norteamericana contra Vietnam, la solidaridad con la revolución cubana y la resistencia a la obligatoriedad del servicio militar. En el ejercicio de la sensibilidad artística desoyen los convencionalismos prestigiados, arremeten contra los tópicos mohosos y frecuentan los espejos patriarcales que les prestan Pablo Neruda y Francisco Matos Paoli, César Vallejo y Juan Antonio Corretjer.
Sin embargo, muy pronto unos y otros se individualizan al calor del genio y el talento diferentes, la puesta en marcha de las respectivas poéticas y los tropiezos con los fantasmas asoladores de la propia vida, tropiezos que llevan a alguno a pasar una temporada en el infierno. Muy pronto cada cual asume la escritura como arte, como artesanía, como destino, si bien con todo tipo de pliegues y disparidades y a partir de los intransferibles bagajes de idea y emoción que cada quien arrastra.
Dicha escritura poética no responde a uniformidades temáticas o preconcepciones misionales del arte, como argumenta el crítico que naufraga en las superficies de la obra. Si de uniformidades temáticas o preconcepciones misionales del arte fuera, ¿cómo se explicaría que algunos grandes poemas puertorriqueños arraigados en la muerte lleven la firma de Andrés Castro Ríos? ¿Y cómo explicar que poemas estremecedores de nuestro cancionero amoroso los firmen Antonio Cabán Vale, Vicente Rodríguez Nietzche y Edgardo López Ferrer? ¿Y cómo aceptar que poemas evocadores de la carnalidad sin apaciguamientos los firme Angelamaría Dávila? En fin, ¿cómo explicar que Marina Arzola replantee la sensualidad religiosa mediante el laberinto verbal de su conmovedor Padre Nuestro y que Juan Sáez Burgos gane la partida cuando apuesta al humor destilándose en la ironía mordedora?
Queda claro que dicha escritura poética, al margen de los posibles contenidos y apeaderos de la sensibilidad moral señalada, sí responde a una concepción de la palabra como el acontecimiento humano supremo. Acontecimiento que es fuego inapagable. Acontecimiento que es el exilio en el instante. De ahí que Marcos Rodríguez Fresse reflexione: “Después nos queda un leve asunto de pecado, una pequeña sombra impertinente, como un jazmín crucificado”. De ahí que José Manuel Torres Santiago estalle: “Isla del alma, atormentada doncella”. De ahí que Andrés Castro Ríos ordene: “Llévate el sol con que mira el fuego de tu querer”.
Una afirmación de Derek Walcott es la llave para cerrar estas opiniones, tan a gusto trabajadas: “La poesía es excavación y descubrimiento de uno mismo”. En el homenaje a Guajana que convoca la Universidad de Puerto Rico en Humacao mucho hay de contemplación de la fiesta sin término que para tan excepcional medio difusor suponen aquella excavación y aquel descubrimiento. Igualmente, mucho de razonamiento de la pasión sin pausa que ha sido la directriz de tan gran revista
blog de la escritora puertorriqueña Ana María Fuster Lavin --gestión cultural, cuentos, poesía, ensayos, fragmentos de textos y vivencias desde las sombras de una ciudad silente-- “Tengo miedo de mi voz y busco mi sombra en vano. ¿Será mía aquella sombra sin cuerpo que va pasando?...” Xavier Villaurrutia
viernes, septiembre 28, 2007
miércoles, septiembre 26, 2007
Hoy me reafirmo... El libro de los gritos I
Bendigo el espermatozoide de mi papá por haber nacido nena
y los "ovarios" de mi mamá por hacerme mujer….
martes, septiembre 25, 2007
Aún en Ponce
El Ateneo de Ponce,
el Museo de Arte de Ponce
y la Editorial Isla Negra
invitan a presentación del más reciente libro,
Aún,
del conocido poeta y editor
Carlos Roberto Gómez Beras,el viernes 28 de septiembre de 2007,
a las 7:30 pm.
en la Sala del Museo de Arte.
La presentación estará a cargo de Carlos Vázquez.
Aún es la compilación de los cuatro poemarios escritos entre 1989 y 1992.
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lunes, septiembre 24, 2007
Entrevista a Daniel Torres y primicias de sus Conversaciones con Aurelia
Tras el saber travestido
sábado, 22 de septiembre de 2007
Héctor Aponte Alequín / Para Primera Hora
“Tú eres... ¿straight, bugarrón, bisexual, gay o... te vistes?”.
Es común que ése sea el orden de los elementos en la pregunta clave para que dos hombres puedan iniciar una relación sentimental o corporal. La variedad de identidades en el mundo homosexual masculino de Puerto Rico es innegable, pero también está jerarquizada. Unas son mejor vistas que otras, que dictan maneras de ser y estar para que sus portadores consigan la aceptación de sus pares.
“Esta era está caracterizada por la hipermasculinidad del gay, especialmente ésa del hombre musculoso, que va al gimnasio, que viste bien, que cada vez se confunde más con el metrosexual straight (heterosexual). Ese gay travestido, que tan importante fue para conseguir los derechos que hoy disfruta esta comunidad, ha quedado rezagado”, establece el escritor puertorriqueño Daniel Torres, quien aborda este tema en su más reciente novela “Conversaciones con Aurelia”, bajo el sello de Isla Negra.
Esta secuela de “Morirás si da una primavera” se ocupa de presentar las voces de las llamadas dragas, los travestis que ofrecen espectáculos artísticos, mediante diálogos con “Aurelia”. Las experiencias que se viven en este mundo de “luz de neón” y “glamour marginal” completan, de este modo, las del “prostituto de San Juan” de la primera parte.
“Ésta es la segunda parte del show: todo el sentimiento que está en los camerinos, esa especie de divertimento, fetichismo, identificación que hay entre las canciones de las grandes divas, como Isabel Pantoja, Lucy Fabery, Paloma San Basilio... y los travestis, los transexuales”, describe.
Esta combinación de elementos aparece intricada en un juego lingüístico entre el español del Caribe, el de Andalucía y el de Yucatán (México caribeño). También se cuelan cuestiones políticas como la identidad puertorriqueña, acota el también autor de libros de poesía como “Siete poemas de cariño” e “Invasión de ternura”.
El profesor de Estudios Hispánicos en la Universidad de Ohio cuenta que, en sus viajes a Puerto Rico, ha observado que los travestis han ganado visibilidad y, hasta cierto punto, aceptación, según se refleja en los medios televisivos. El caso de Dreuxilla Divine ejemplifica este planteamiento.
“Pero eres visible y aceptado siempre y cuando hagas reír. Es como una risa nerviosa que siempre tiene en mente ese: ‘No te pases’”, postula.
Curiosamente, observa, este tipo de gay es el que más interactúa con el que se ubica en el otro polo: el más “macho”. Se produce, así, una relación “de negociaciones” que, tensa, dará pie a la tercera parte de esta trilogía, “Lucy, tú qué sabes”.
En esta otra novela “estará todo el juego de la masculinidad, de los hombres que son y no son, y que buscan y entran y salen de estos mundos... Los strippers, esos juegos masculinos, el machismo, la confusión, y la figura del bugarrón, tan (propia) del Caribe”, establece. (En Puerto Rico, un “bugarrón” es un hombre que dice que no es homosexual, pero disfruta de relaciones sexuales con otros hombres).
Daniel Torres habla de estos planes tranquilo, pues ya ha amaestrado el arte de evadir la censura, casi siempre emergente tan pronto presenta sus títulos, entre los que se encuentran “Cabronerías: Historias de tres cuerpos” y “Mariconerías: escritos desde el margen”, una especie de autobiografía que publicó recientemente.
http://www.primerahora.com/XStatic/primerahora/template/nota.aspx?n=112357
“Conversaciones con Aurelia” estará a la venta en octubre. Consiga detalles en www.islanegra.com.
viernes, septiembre 21, 2007
5 minutos para ser infiel
Emilio del Carril en su primera casa erótica
Marioantonio Rosa
Marioantonio Rosa
Especial para En Rojo
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Primera vez. Una primera vez de mucha piel y también muchas letras. El narrador anuncia su viaje rumbo a nuevos pórticos que siempre evocan un descubrimiento y, desde luego, el deseo de levantar en la fragua de la creatividad, el sintagma permanente. El tema de su primer libro es el hombre en los ardores de la cama y el hombre como gran peligro de miedo contra sí mismo. La erótica sirve de escenario para conjurar esa encarcelada mentalidad masculina frente al mundo inmenso de la mujer como criatura de ensueño, de deseo, y de libertad. Emilio del Carril nos dice que la mujer es más enteramente libre que el hombre. Descubre que más que una húmeda frontera que atrapa el fuego de los sentidos, puede ser abrasadora con sus homólogas al momento de charlar abiertamente y sin celo, la sexualidad, de modo unitario y profundo. Primera vez, por su libro, 5 Minutos para ser infiel y otras divagaciones testiculares, de la nueva editorial Pasadizo que entra en nuestro panorama literario como alternativa a los nuevos escritores que buscan el punto de partida.
Tres emprendedores egresados de la Universidad del Sagrado Corazón bajo el novedoso programa de maestría en Creatividad Literaria dirigido por el Dr. Luis López Nieves, catedrático y Escritor Residente de la misma universidad, deciden proponerse el difícil oficio de crear una editorial con el propósito de romper con la tradición de las editoriales ya establecidas, en cuanto a la burocracia, la censura solapada a cualquier texto de excelencia que contenga nombres largos en celebridad o nombres largos de instituciones. Hacer la diferencia es una meta para Eduardo Vera, Awilda Cáez y el mismo Emilio del Carril, pero de este luminoso proyecto escribiremos en otro reportaje.
Regresamos a la primera casa erótica de Emilio. ¿Cómo llega la literatura? Nos habla con suavidad y con el poder de un recuerdo que jamás parecerá irse de su alma. Quince años antes del primer relato Emilio entra una etapa difícil, un divorcio, una ruptura de lo que se sueña es para siempre, pero la vida como bien pregona Rubén Blades siempre da sorpresas. El pequeño Emilio, su primogénito, comienza a sufrir la visita del insomnio. La ternura hace su trabajo al pedirle a su padre que le lea un cuento. Una primera vez, luego vinieron muchas lecturas de cuentos, los libros y sus hojas se iban acabando. Una tarde, mientras su hijo se divertía en el parque corriendo entre la fantasía y la naturaleza, Emilio Del Carril, libreta en mano, comienza a deslizarse en una escritura dulcemente automática. El sintagma había nacido. En el 1996 entra a los talleres de Luis López Nieves, conoce nuevos rostros, perfila ideas, azuza sus entradas a la imaginación. Empiezan los diálogos con Mayra Santos Febres, Marta Aponte Alsina, Ángela López Borrero, Mairym Cruz Bernall, Yolanda Pizarro Arroyo, Ana María Fuster, Carlos Esteban Cana y Don Arturo Echavarría quienes sirven de estímulo y, desde luego, en fina alfarería se va moldeando un escritor comprometido y amante de su oficio.
Emilio recibe la pregunta que abre el costado al tema de su primer libro. ¿Cómo piensan los hombres cuando hablan sobre la sexualidad?, ¿size does the matter? ¿Qué pasa cuando dos cuerpos enfrentados en deseo, o en el apetito blanco de fundirse en una unidad reclaman la ensoñación, el tacto, la lengua en fuga y la disfunción eréctil tiene la última palabra? ¿Acaso, puede la sexualidad masculina buscar una revelación de sus más profundas fantasías, sin temor a nada, sin silencio, sin pensar en la sorna o la crítica? ¿Cómo recibir el aguijón de la infidelidad callado, mustio, cuando dentro del corazón ruge un incendio asesino? ¿Qué le gusta a los hombres y cómo dejar llevar la idea frente a una mujer contemporánea creyente en un sexo maravilloso y sin límites de tiempo, diálogo o contemplación?
Emilio del Carril escribe 5 Minutos para ser infiel y otras divagaciones testiculares usando como premisa la confrontación del hombre frente a sí mismo. También nos plantea las diferencias marcadísimas que la sociedad en su discurso atribuye al hombre y a la mujer. Mujer soltera, es igual a compasión, hombre largamente soltero, es igual a sospecha. De igual modo, el adolescente que entra a los baños de un gimnasio luego de una rutina de ejercicio y siente temor cuando escruta con su mirada y contra él mismo los tamaños en el orden de la sudoración fálica. El hombre debe ser, la mujer debe ser, siempre ha sido una amarga instrucción de comportamiento frente a todo. Entonces entra la orquídea besando quizá la parte más débil donde se han perdido reinos, se han traicionado amigos, se ha llegado a la paz o a la locura, el mito o las ruinas y donde se han surcado los más delirantes egos, o el complejo más devorante: El pene.
La orquídea con apellido medieval presentando como emblema el eterno fantasma que ciñe al hombre y su sexualidad, es un acertado símbolo que Emilio del Carril usa en la portada de su libro y en uno de sus relatos Con olor a orquídeas medievales. Esa flor de color pensativo y esencia solitaria, que promueve una belleza conmovida y que siempre nos es lejana brinda a estos textos una realidad oculta, difícil de traer a primer plano, aunque ese primer plano en efecto, en el libro va de la mano con hombres cuyas vidas pasean contrariadas entre el miedo, la duda, el deseo reprimido, el pálpito bizarro, y la obsesión. En este libro con luminoso peso en la novedad de trabajar la erótica, más allá del tema incitador brindando también el relieve sicológico en cuanto al tabú, la aceptación del hombre a sus dilemas mentales y corporales, en contraste con la mujer que con franqueza y libertad habla de sus inhibiciones, sus frustraciones y miedos, sus complacencias y pecados, sus silencios y sombras. Cada cuento nos empuja a la psiquis masculina junto a sus divergencias, tentaciones, y caídas.
Emilio del Carril nos dice que el hombre no es ni Aquiles, ni Hércules, tampoco Silvester Stallone, o un Steven Seagal con identidad de asceta que riega en la pantalla un recital de artes marciales precisas y fulminantes, o qué mejor que un James Bond invulnerable al obstáculo y siempre repleto de un buen rostro femenino, una botella de cava incalculable y unos hermosos senos dispuestos a un interminable rodaje nocturno. El hombre debe sentir, mirarse en su interior, hablarse en su interior, redescubrirse.
Como escritor Emilio del Carril se considera amante de su oficio, intenso, y disciplinado. Es posible que el oficio siempre estuvo con él y aquella mañana, amanecida mañana de siempre quedarse en el recuerdo, mientras corría con su amiga desnudos bordeando la arena del rabioso mar arecibeño, miró la distancia y dijo, voy a ser escritor, se produjo la profecía que hoy nos trae a una nueva voz en nuestro gran momento literario.
Excusa por supuesto, para un segundo libro, ¿por qué no?
Celebran Nueva Editorial Pasadizo y publicación de Emilio del Carril
Editorial Pasadizo y la nueva cruzada en las Letras Puertorriqueñas
Marioantonio Rosa
Marioantonio Rosa
http://www.claridadpuertorico.com/articulos/leer/editorial_pasadizo_y_la_nueva_cruzada_en_las_letras_puertorrique_as
Nota de apertura: En Puerto Rico se escribe y se escribe con la celeridad de un diluvio. El país palpita entre nubarrones, preguntas cansadas de escucharse, incertidumbre, un estatus que no quiere resolverse en las manos de nadie, una legislatura en desastre, una calle arrodillada ante la violencia, las instituciones huelen a mentira, no tenemos rumbo, y si pensamos en el futuro ya es de noche, irremediablemente de noche.
Nota de apertura: En Puerto Rico se escribe y se escribe con la celeridad de un diluvio. El país palpita entre nubarrones, preguntas cansadas de escucharse, incertidumbre, un estatus que no quiere resolverse en las manos de nadie, una legislatura en desastre, una calle arrodillada ante la violencia, las instituciones huelen a mentira, no tenemos rumbo, y si pensamos en el futuro ya es de noche, irremediablemente de noche.
¿Somos patéticos? Claro que no. Aquí se puede aplicar el rigor crítico de Michel de Montaigne; la pertinaz denuncia de la realidad como una fachada con buen adorno de apariencias y, por ende, de engaños, que evoca el tópico del mundo como teatro. Y si bien es así, en Puerto Rico no se hace excepción al molde construido. Entonces, la literatura arrostra los nombres culpables, las salidas a la paz, la diferencia de la creación. El poeta, el dramaturgo, el narrador, el novelista y el ensayista hacen la cláusula, preparan la premisa del cambio.
Por eso siempre será celebración el surgimiento de una nueva editorial que recoja nuevas voces y brinde un nuevo cauce, o mejor aún, un pasadizo diferente a las editoriales ya establecidas. El País y la literatura ganan con la llegada de las nuevas voces, las nuevas propuestas, la vendimia que reclama el color de su ruta.
Editorial Pasadizo, bajo la tríada de Eduardo Vera, Awilda Cáez y Emilio del Carril surge con el propósito de brindar nuevas alternativas a los escritores que amparando calidad y mensaje en sus textos, quieren publicar con libertad y balance, repito, libertad y balance. Muchas son las razones en que estos egresados del programa de Maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón, han apostado al proyecto. Primero brindemos la principal; romper con la burocracia de las editoriales ya con tradición y con el ojo de la censura muy solapado y que como fiera silenciosa devora al escritor que “toca” el tabernáculo de las vacas sagradas y su responsorial de miedo, o cualquier personaje adherido a una institución poderosa, partido político, o galería de mentiras. Buscan también crear una nueva conciencia en nuestra literatura del pasado, ¿pasado? Sí, esa literatura que nos ha hecho llegar a la literatura que vivimos. Emilio del Carril nos dice que se está haciendo mucha literatura desechable en nuestra patria. Una tirada de 500 ejemplares de un libro de relatos, o poemario, o ensayo histórico, sale a la vitrina de las librerías, se agota y nunca vuelve a retomarse, a pesar de la crítica, y la demanda. El libro creado en excelencia se pierde entre nuevas propuestas, las modas, y el mensaje escrito, se fatiga ante la pregunta, ¿quién es el próximo?.
Por tanto, el rescate de esos libros enormemente significativos es una de las metas de Editorial Pasadizo. Comenzarán con las obras completas de Manuel Corchado Juarbe cuya última edición que conocemos es la que publicó la Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña en el año 1975. Desde luego, este excelente autor de obras como Historias de Ultratumba y Páginas Sangrientas, entre otros títulos bajo poesía y ensayo será sin duda junto a otros autores una gran aportación a nuestra literatura actual. Nuestra literatura es frondosa y de dimensiones insospechadas. Muchos grandes valores de las letras duermen bajo el hambre de ser nuevamente publicados, eso busca Editorial Pasadizo, traerlos a dialogar con la vanguardia del siglo XXI, desde la voz dorada del siglo XIX.
Hasta ahora se han publicado dos interesantes títulos: Literatura y narrativa puertorriqueña, la escritura entre siglos del poeta y ensayista Mario Cancel, que nos brinda un profundo panorama de nuestra literatura contemporánea y el libro de relatos de Emilio del Carril 5 Minutos para ser infiel y otras divagaciones testiculares cuya novedosa propuesta nos brinda el mundo mental del hombre en la modernidad y sus aciertos y miedos en la vida sexual.
Muchas iniciativas se están gestando en las manos de estos tres dinámicos autores, y aunque nos han pedido mantenerlas en el anonimato, ya las conocemos, y nos parece que el compromiso, la dedicación y, sobre todo, la ruptura tan necesaria en este Borikén en crisis harán de ésta, una editorial luminosamente diferente.La llave que como logo usa esta nueva editorial abre un nuevo periplo, liberador, y con estilo que se ofrece a los autores que deseen publicar.
La puerta está abierta.
jueves, septiembre 20, 2007
Para una amiga --Leticia Ruiz-- y su nuevo poemario, Te vi luna
Oda para Leticia
Para el universo de tu luna
Es tu luna cántico renacido en pisadas de mar
donde erotizas los exorcismos del dolor en pétalos de rosas amarillas
donde la noche de los silencios es espejo de poema
y en tus manos un verso se hace mujer.
Parecía que te ibas, pero aún no es tiempo venerada diosa,
sigues regresando una y otra vez de frente a la vida,
tu voz, no es endecha ni bolero trasnochado,
tampoco nocturno de sangre bajo el eclipse del verdugo;
eres paloma verdadera, madre, amante, poeta, abrazo, sinfonía;
un coro afina tus palabras de amor, y, por qué no, de melancolía.
Amor amor de luna lunera lunática,
no tememos equivocarnos,
tampoco descubrirnos ni desnudarnos ante la creación
rasparnos la rodilla, hacer el amor y reírnos de otro ayer;
y es que cantamos juntas bajo la lluvia de piel y cuerpos,
nos seducimos de esperanza bajo tu imagen y espejo,
justo a las tres, siempre a las tres, por siempre a las tres;
son las manos, las mismas manos, Leticia:
trinidad de palabra, ternura y pasión.
tus olas rendidas, tus cicatrices, tu balcón de los perdones
y es que cada uno ilumina un poema menguante, creciente, lleno,
mi amiga que la luna es tu nombre y el sol la poesía.
Ana María Fuster
martes, septiembre 18, 2007
Desde el mundo de la erótica, parte 11- Marioantonio Rosa
Carta sellada para una desnudez
Porqué me arrastro a tus pies
porqué me doy tanto a ti
Y porqué no pido nunca, nada a cambio para mi.
Porque me quedo callado
Cuando me sueles herir, con todos esos reproches Que no soporto de ti…
Roberto Carlos
Desahogo
Marioantonio Rosa
La carta estaba en su modo óptimo: silenciosa. Descansaba cerrada, y sin sello junto a una revista para catadores de cigarros, un llavero que se usaba sólo dos noches en semana, un estado de cuenta telefónica, una caja de baterías de nueve voltios, un cenicero, y una invitación del Museo Metropolitano en cuyo contenido podía contemplarse un bello díptico de un japonés apellidado Yoshida relacionado con el eclipse de Saturno, medio masacrado por dos tulipanes y un meteoro. Pero la carta, esa carta sí llevaba mucho tiempo en muerte tranquila, como jugando a los intocables. La aprendió a escribir junto al mar, en marea baja y cuando las olas no pueden vociferar el mar que desearían. Se hizo escribano de la vida a cojones, fue en realidad un acto de augurio y la buena intención de amar y explicarse al deseo.
Tomás no escribía nada. Sólo estaba enamorado de Sofía. Aquí empieza todo.
Enamorado con la mudez exquisita de las momias. Sólo el agua de Jamaica en la cafetería de Nicolás versado en telescopios que tomaban juntos los abrazaba, nacían a cántaros, respiraban fuertes y hablaban siempre del color del mar, hablaban del malecón luchado en el salitre y en las noches libertino. Hablaban de pájaros, del boticario, de la puta que preparaba vaporizos mágicos a las amigas, del Alcalde, en fin el pueblo les llenaba la boca de historias.
Tomás no sabía escribir nada. Su oficio de soldador para cargueros le sustentaba a él y a su abuela Ernestina que le esperaba siempre en el balcón, no más allá de las nueve en que caía en su sueño de gladiadores heridos, y no despertaba hasta el día siguiente a las seis. Siempre decía al
despertar: Anoche pude saludar a Grace Kelly. Tomás, en su silencio le importaba un carajo el saludo ya cotidiano de su abuela con la doñita de Mónaco.
Tomaba su café y unos dátiles, prendía su radio a volumen sobrio para escuchar unas recetas de cocina en la voz de Florinda Rey, una bonachona cubana que tenía la voz de cien ángeles rotos contra una bañera. Bueno, era su expresión, a Tomás no le salían palabras olorosas a luz, usaba imágenes flagrantes, pero las disfrutaba. Escuchaba a la distinguida cocinera, por el tono de voz que por las recetas. Una vez la abuela no pudo con la curiosidad y se obligó preguntarle ¿porqué escuchas a la Florindona esa? Tomás no tardó en contestar, escribe su creación cuando habla, ¿que graciosa verdad? La abuela no entendió.
Un día a las 4 de la tarde, Nicolás habló de un eclipse lunar total, que comenzaría a las 7:50 de la noche cuando Venus alcanzaría su altura más brillante en el cielo y sobre todo sería luna llena. Tomás estaba absorto con una pregunta que le había hecho Sofía, ¿alguna vez te has masturbado pensando en mí? Pregunta que cerró con unos labios humedecidos y una cinematográfica sonrisa de Lolita a lo Charles Bukowski. Tomás se ahogó un poco con el agua de Jamaica, carraspeó, los ojos se le perdieron en un sitio donde pedían no retornar. Bueno, es, es, que, pues, sí me ha pasado. Sofía le dijo, tranquilo amor, a todos los hombres le sucede y a nosotras también, y hoy tuve una charla con unas amigas, entre mujeres, el abanico de temas que se hablan siempre nos refresca, ja, ja. Al verla sonreír Tomás cayó en una erección de principiante. Guardó silencio. Sofía, lo miró, guardó silencio. Escríbeme una carta diciéndome lo mucho que me quieres y qué me harías. Tomás guardó silencio, amor esa carta es para mí, ¿la escribirás?
Tomas es todo un silencio reposado. Bajó la cabeza, y sus ojos se cerraron junto a la voz de Nicolás ¡ese eclipse será fenomenal, mi telescopio espera!
Dudaba. No sabía escribir, y mucho menos una carta. Sin embargo, comenzó a tener la noción de que llevaba largo rato mirando el rosicler fulminado que levanta pie y camino a la noche. No era practicante de mirar hacia el cielo, para él era otra cosa de las muchas más entregadas por la vida, junto al mar, las plantas, la política y otras concepciones que no le interesaban.
Esta vez sin proponérselo cambió su rumbo mientras miraba el cielo. De pronto llegó a lo que llamaban La Bahía Seca, por que era un piélago de mar liso con azul sin rostro y siempre muerto de mareas. La noche le cayó encima. Volvió a mirar. Ahora le acompañaba una brisa lenta como de lejanías milenarias. La mirada está completamente arriba, como el escape del cualquier telescopio buscando la mies de los astros. Sorprendido comenzó a ver el reflejo de las estrellas sobre ese inexpresivo azul, mar pequeñísimo y dueño de nadie. Quizá el acto furioso y dulce de mirar el cielo sobre el ese mar huérfano le comenzó a escupir a cámara lenta mensajes, o signos, o ideas sobre un deseo, o pendejadas que no eran las recetas de cocina susurradas por Florinda Rey en su programa de radio.
No dejó de mirar, ahora casi al filo del eclipse imaginó ver las estrellas buscando otro baile y cambiándose de sitio y quitándose la ropa.
¿Quitándose? La ansiedad no le tenía otra contestación. La ansiedad lo jodió de tal manera, que las estrellas se allegaron casi hasta sus mocasines, orilla pura y un encuentro: Azul.
En la urgencia de descifrar esa madeja logró alcanzar un viejísimo pedazo de almendro, y comenzó la pantomima del dibujo, signo, sueño corporal, hipnotismo, lo que fuera.
No vio el eclipse. Lo olvidó completamente ante la emboscada sideral que había vivido. Así fue por dos meses, Azul, Leche, Cuerpo, espíritu, canción, penetrarte, gritar, alumbrarte, chupar, y finalmente galaxia, e infinito.
Las guardaba en una gaveta cuya llave celaba con pasión y silencio. La abuela Ernestina le impelía a contestar la pregunta, ¿eres otro o eres mi nieto? Abuela, las cosas cambian a los 34 años. La vida le rasca la nuca a los dormidos. ¡Ay que disparate tan bonito!
En la gaveta, escritas en papel de estraza, yacían cada una de las palabras a usarse en una carta erótica sin miedos ni lamentos. Hasta le dio un embeleso de dibujante usando de técnica el aguafuerte, intentando dibujar los senos de Sofía bajo el esplendor del escote, desde luego abandonó el intento. Guiado por Nicolás cuya hija era reportera cultural se suscribió a la revista del Museo Metropolitano, al cual nunca hizo planes de visitar, pero recibía propaganda, afiches, y el programa de las exposiciones. Usando su llave dos noches en semana, la gaveta se desnudaba al deseo y escribía.
Ya la abuela se había olvidado del sueño de sus gladiadores heridos y se dormía después de la una de la mañana pensando en la salud mental de Tomás.
¿Qué le habrá dado a este pendejillo? Se preguntaba escuchando a un perro que maullaba cada vez que comenzaba a llover.
Marioantonio Rosa
Porqué me arrastro a tus pies
porqué me doy tanto a ti
Y porqué no pido nunca, nada a cambio para mi.
Porque me quedo callado
Cuando me sueles herir, con todos esos reproches Que no soporto de ti…
Roberto Carlos
Desahogo
Marioantonio Rosa
La carta estaba en su modo óptimo: silenciosa. Descansaba cerrada, y sin sello junto a una revista para catadores de cigarros, un llavero que se usaba sólo dos noches en semana, un estado de cuenta telefónica, una caja de baterías de nueve voltios, un cenicero, y una invitación del Museo Metropolitano en cuyo contenido podía contemplarse un bello díptico de un japonés apellidado Yoshida relacionado con el eclipse de Saturno, medio masacrado por dos tulipanes y un meteoro. Pero la carta, esa carta sí llevaba mucho tiempo en muerte tranquila, como jugando a los intocables. La aprendió a escribir junto al mar, en marea baja y cuando las olas no pueden vociferar el mar que desearían. Se hizo escribano de la vida a cojones, fue en realidad un acto de augurio y la buena intención de amar y explicarse al deseo.
Tomás no escribía nada. Sólo estaba enamorado de Sofía. Aquí empieza todo.
Enamorado con la mudez exquisita de las momias. Sólo el agua de Jamaica en la cafetería de Nicolás versado en telescopios que tomaban juntos los abrazaba, nacían a cántaros, respiraban fuertes y hablaban siempre del color del mar, hablaban del malecón luchado en el salitre y en las noches libertino. Hablaban de pájaros, del boticario, de la puta que preparaba vaporizos mágicos a las amigas, del Alcalde, en fin el pueblo les llenaba la boca de historias.
Tomás no sabía escribir nada. Su oficio de soldador para cargueros le sustentaba a él y a su abuela Ernestina que le esperaba siempre en el balcón, no más allá de las nueve en que caía en su sueño de gladiadores heridos, y no despertaba hasta el día siguiente a las seis. Siempre decía al
despertar: Anoche pude saludar a Grace Kelly. Tomás, en su silencio le importaba un carajo el saludo ya cotidiano de su abuela con la doñita de Mónaco.
Tomaba su café y unos dátiles, prendía su radio a volumen sobrio para escuchar unas recetas de cocina en la voz de Florinda Rey, una bonachona cubana que tenía la voz de cien ángeles rotos contra una bañera. Bueno, era su expresión, a Tomás no le salían palabras olorosas a luz, usaba imágenes flagrantes, pero las disfrutaba. Escuchaba a la distinguida cocinera, por el tono de voz que por las recetas. Una vez la abuela no pudo con la curiosidad y se obligó preguntarle ¿porqué escuchas a la Florindona esa? Tomás no tardó en contestar, escribe su creación cuando habla, ¿que graciosa verdad? La abuela no entendió.
Un día a las 4 de la tarde, Nicolás habló de un eclipse lunar total, que comenzaría a las 7:50 de la noche cuando Venus alcanzaría su altura más brillante en el cielo y sobre todo sería luna llena. Tomás estaba absorto con una pregunta que le había hecho Sofía, ¿alguna vez te has masturbado pensando en mí? Pregunta que cerró con unos labios humedecidos y una cinematográfica sonrisa de Lolita a lo Charles Bukowski. Tomás se ahogó un poco con el agua de Jamaica, carraspeó, los ojos se le perdieron en un sitio donde pedían no retornar. Bueno, es, es, que, pues, sí me ha pasado. Sofía le dijo, tranquilo amor, a todos los hombres le sucede y a nosotras también, y hoy tuve una charla con unas amigas, entre mujeres, el abanico de temas que se hablan siempre nos refresca, ja, ja. Al verla sonreír Tomás cayó en una erección de principiante. Guardó silencio. Sofía, lo miró, guardó silencio. Escríbeme una carta diciéndome lo mucho que me quieres y qué me harías. Tomás guardó silencio, amor esa carta es para mí, ¿la escribirás?
Tomas es todo un silencio reposado. Bajó la cabeza, y sus ojos se cerraron junto a la voz de Nicolás ¡ese eclipse será fenomenal, mi telescopio espera!
Dudaba. No sabía escribir, y mucho menos una carta. Sin embargo, comenzó a tener la noción de que llevaba largo rato mirando el rosicler fulminado que levanta pie y camino a la noche. No era practicante de mirar hacia el cielo, para él era otra cosa de las muchas más entregadas por la vida, junto al mar, las plantas, la política y otras concepciones que no le interesaban.
Esta vez sin proponérselo cambió su rumbo mientras miraba el cielo. De pronto llegó a lo que llamaban La Bahía Seca, por que era un piélago de mar liso con azul sin rostro y siempre muerto de mareas. La noche le cayó encima. Volvió a mirar. Ahora le acompañaba una brisa lenta como de lejanías milenarias. La mirada está completamente arriba, como el escape del cualquier telescopio buscando la mies de los astros. Sorprendido comenzó a ver el reflejo de las estrellas sobre ese inexpresivo azul, mar pequeñísimo y dueño de nadie. Quizá el acto furioso y dulce de mirar el cielo sobre el ese mar huérfano le comenzó a escupir a cámara lenta mensajes, o signos, o ideas sobre un deseo, o pendejadas que no eran las recetas de cocina susurradas por Florinda Rey en su programa de radio.
No dejó de mirar, ahora casi al filo del eclipse imaginó ver las estrellas buscando otro baile y cambiándose de sitio y quitándose la ropa.
¿Quitándose? La ansiedad no le tenía otra contestación. La ansiedad lo jodió de tal manera, que las estrellas se allegaron casi hasta sus mocasines, orilla pura y un encuentro: Azul.
En la urgencia de descifrar esa madeja logró alcanzar un viejísimo pedazo de almendro, y comenzó la pantomima del dibujo, signo, sueño corporal, hipnotismo, lo que fuera.
No vio el eclipse. Lo olvidó completamente ante la emboscada sideral que había vivido. Así fue por dos meses, Azul, Leche, Cuerpo, espíritu, canción, penetrarte, gritar, alumbrarte, chupar, y finalmente galaxia, e infinito.
Las guardaba en una gaveta cuya llave celaba con pasión y silencio. La abuela Ernestina le impelía a contestar la pregunta, ¿eres otro o eres mi nieto? Abuela, las cosas cambian a los 34 años. La vida le rasca la nuca a los dormidos. ¡Ay que disparate tan bonito!
En la gaveta, escritas en papel de estraza, yacían cada una de las palabras a usarse en una carta erótica sin miedos ni lamentos. Hasta le dio un embeleso de dibujante usando de técnica el aguafuerte, intentando dibujar los senos de Sofía bajo el esplendor del escote, desde luego abandonó el intento. Guiado por Nicolás cuya hija era reportera cultural se suscribió a la revista del Museo Metropolitano, al cual nunca hizo planes de visitar, pero recibía propaganda, afiches, y el programa de las exposiciones. Usando su llave dos noches en semana, la gaveta se desnudaba al deseo y escribía.
Ya la abuela se había olvidado del sueño de sus gladiadores heridos y se dormía después de la una de la mañana pensando en la salud mental de Tomás.
¿Qué le habrá dado a este pendejillo? Se preguntaba escuchando a un perro que maullaba cada vez que comenzaba a llover.
Marioantonio Rosa
escritor, crítico literario y actor puertorriqueño
jueves, septiembre 13, 2007
Yolanda Arroyo-Angelo Negrón y Ana María Fuster, presentan entrevista a Luis Lopez Nieves, realizada por Carlos Esteban Cana
Tres blogs celebran a Luis López Nieves
Por Carlos Esteban Cana
“El corazón de Voltaire”, circula estos momentos las librerías europeas. La más reciente entrega de Luis López Nieves ha rebasado todas las expectativas. Para celebrar tal acontecimiento en las letras puertorriqueñas publicamos fragmentos de una entrevista que le cursamos al autor de La verdadera muerte de Juan Ponce de León.
Hace unos años conversamos con López Nieves acerca de su formación como escritor y su obra. Ahora tres escritores de la nueva generación se han unido para publicar, de manera simultánea, diferentes fragmentos de la misma en sus respectivos espacios en la blogósfera: Yolanda Arroyo Pizarro en Boreales, Angelo Negrón en Confesiones y Ana María Fuster Lavín en Bocetos de una ciudad silente. La entrevista será publicada en su totalidad
próximamente en Ciudad Seva.
En la serie “En sus propias palabras” es la voz del escritor la que se instala en primer plano. Anteriormente rendimos homenaje a Ana María Fuster y a Julio César López. Próximamente circularán las ediciones dedicadas a los poetas Luis Antonio de Villena, Francisco Brines, Magaly Quiñones, y Manuel de la Puebla.
Por ahora, gracias por acompañarnos y disfruten de este adelanto,
Carlos Esteban Cana
--------------------------------------------------
III.
Hice mi bachillerato en Estudios Generales, que no me exigía una definición inmediata y es que realmente no sabía lo que quería hacer. Parece que ya había un escritor que no sabía que quería ser escritor. Es que el escritor es eso mismo, un poquito de cada cosa. Yo a veces pensaba en leyes pero fue ya tarde en mi carrera universitaria cuando dije: ‘Bueno, yo quiero ser escritor, y como quiero ser escritor me voy a estudiar un doctorado en literatura’. Terminé el bachillerato con dos concentraciones en estudios hispánicos y en comparada.
Solicité a varias universidades en Estados Unidos pero me interesó ir a Stony Brook en Nueva York, donde estaban personas con los que me interesaba trabajar como la puertorriqueña Iris Zabala, el chileno Pedro Lastras, entre otros, y porque el catálogo decía que el departamento estaba orientado hacia la investigación pero también hacia la parte creativa de la literatura. Y
aquello era como una latinoamérica en el exilio, todos los profesores eran hispanos; españoles, chilenos, colombianos, puertorriqueños, y allí estudié.
Eso fue bien importante para mí. Me ayudó a salir del provincialismo que por desgracia nos afecta mucho en Puerto Rico. Si me hubiera quedado aquí pienso que sería muy diferente; me hubiera quedado quizá con la visión limitada que mucha gente tiene. Tuve una visión latinoamericana; tenía compañeros de Argentina, de Venezuela, de México, y lo regional era secundario. Allí simplemente latinoamérica era primero.
El Boom estaba en pleno auge. Y tuve la dicha de formarme literariamente en el apogeo de los grandes monstruos: García Márquez, Cortázar, Borges, José Donoso, Carpentier, Carlos Fuentes, Vargas Llosa. Todos ellos estaban publicando sus obras, que ahora son clásicas.
Regresé de allá con una visión bien clara de mí, como un escritor latinoamericano primero y puertorriqueño segundo, y no al revés. Y eso lo aprendí durante esa etapa de mi vida.
Por Carlos Esteban Cana
“El corazón de Voltaire”, circula estos momentos las librerías europeas. La más reciente entrega de Luis López Nieves ha rebasado todas las expectativas. Para celebrar tal acontecimiento en las letras puertorriqueñas publicamos fragmentos de una entrevista que le cursamos al autor de La verdadera muerte de Juan Ponce de León.
Hace unos años conversamos con López Nieves acerca de su formación como escritor y su obra. Ahora tres escritores de la nueva generación se han unido para publicar, de manera simultánea, diferentes fragmentos de la misma en sus respectivos espacios en la blogósfera: Yolanda Arroyo Pizarro en Boreales, Angelo Negrón en Confesiones y Ana María Fuster Lavín en Bocetos de una ciudad silente. La entrevista será publicada en su totalidad
próximamente en Ciudad Seva.
En la serie “En sus propias palabras” es la voz del escritor la que se instala en primer plano. Anteriormente rendimos homenaje a Ana María Fuster y a Julio César López. Próximamente circularán las ediciones dedicadas a los poetas Luis Antonio de Villena, Francisco Brines, Magaly Quiñones, y Manuel de la Puebla.
Por ahora, gracias por acompañarnos y disfruten de este adelanto,
Carlos Esteban Cana
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III.
Hice mi bachillerato en Estudios Generales, que no me exigía una definición inmediata y es que realmente no sabía lo que quería hacer. Parece que ya había un escritor que no sabía que quería ser escritor. Es que el escritor es eso mismo, un poquito de cada cosa. Yo a veces pensaba en leyes pero fue ya tarde en mi carrera universitaria cuando dije: ‘Bueno, yo quiero ser escritor, y como quiero ser escritor me voy a estudiar un doctorado en literatura’. Terminé el bachillerato con dos concentraciones en estudios hispánicos y en comparada.
Solicité a varias universidades en Estados Unidos pero me interesó ir a Stony Brook en Nueva York, donde estaban personas con los que me interesaba trabajar como la puertorriqueña Iris Zabala, el chileno Pedro Lastras, entre otros, y porque el catálogo decía que el departamento estaba orientado hacia la investigación pero también hacia la parte creativa de la literatura. Y
aquello era como una latinoamérica en el exilio, todos los profesores eran hispanos; españoles, chilenos, colombianos, puertorriqueños, y allí estudié.
Eso fue bien importante para mí. Me ayudó a salir del provincialismo que por desgracia nos afecta mucho en Puerto Rico. Si me hubiera quedado aquí pienso que sería muy diferente; me hubiera quedado quizá con la visión limitada que mucha gente tiene. Tuve una visión latinoamericana; tenía compañeros de Argentina, de Venezuela, de México, y lo regional era secundario. Allí simplemente latinoamérica era primero.
El Boom estaba en pleno auge. Y tuve la dicha de formarme literariamente en el apogeo de los grandes monstruos: García Márquez, Cortázar, Borges, José Donoso, Carpentier, Carlos Fuentes, Vargas Llosa. Todos ellos estaban publicando sus obras, que ahora son clásicas.
Regresé de allá con una visión bien clara de mí, como un escritor latinoamericano primero y puertorriqueño segundo, y no al revés. Y eso lo aprendí durante esa etapa de mi vida.
jueves, septiembre 06, 2007
Muere Luciano Pavarotti, su voz aún conmueve....
www.youtube.com/watch?v=maHETHBi10w
www.youtube.com/watch?v=VATmgtmR5o4
Muere el tenor Lucciano Pavarotti a los 71 años
Agencias
El tenor italiano Luciano Pavarotti murió a los 71 años en Modena, su ciudad natal, informaron en la mañana del jueves medios de comunicación locales.
Enfermo de cáncer, el artista había sufrido un marcado deterioro en su estado de salud en las últimas horas y había perdido el conocimiento en varias oportunidades.
El tenor había sido operado hace cerca de un año en Nueva York de un tumor canceroso en el páncreas. Desde entonces había permanecido en Módena, acompañado por su círculo más íntimo.
Pavarotti, considerado uno de los grandes tenores de la ópera mundial, ya había sufrido en años anteriores varios problemas de salud, que en diversas oportunidades lo habían obligado a cancelar sus presentaciones.
El italiano inició su carrera el 29 de abril de 1961, cantando el papel de Rodolfo en "La Boheme" en un pequeño escenario, en Reggio Emilia, cerca de Módena. En 1964, reemplazó a un colega enfermo en la Covent Garden Opera de Londres. En 1966, debutó en la Scala, y dos años despuÙs en el "Met" de Nueva York.
Su unión con Carreras y Domingo en los "Tres Tenores", con los que actuó incluso en un Mundial de Fútbol, lo hizo popular en todo el mundo.
El funeral será el sábado en la Catedral de Módena
Los funerales por el tenor italiano Luciano Pavarotti se celebrarán el próximo sábado en la Catedral de Módena, nombrada por la Unesco "patrimonio artístico de la Humanidad", dijo hoy el alcalde de la localidad, Giorgio Pighi.
Los detalles se deben aún definir pero "sin duda la exequias serán celebradas en la Catedral", señaló Pighi a los medios locales a la salida de la villa de Santa María del Mugnano, donde murió esta madrugada el tenor, después de más de un año de lucha contra un cáncer de páncreas.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) nombró en 1997 la Catedral de Módena como patrimonio artístico de la de la Humanidad, recordó el alcalde.
Una vida dedicada a la ópera
Hijo de un panadero amante de la ópera y asiduo miembro de una coral local, Luciano comenzó en el ámbito musical dentro del coro del Teatro de la Comunna en su ciudad natal y en la Coral Gioacchino Rossini.
En 1955 empezó a dar clases de canto con Arrigo Polo y Ettore Campogalliani, y antes de dedicarse profesionalmente a la ópera se licenció en Magisterio y trabajó en la enseñanza durante doce años.
Debutó el 29 de abril de 1961 en el Teatro Reggio Emilia, con el Rodolfo de "La bohème", de Puccini, y, fuera de Italia, en Dublín, con el duque de Mantua de Rigoletto, y dos años después actuó en Amsterdam, Viena, Zurich y Londres hasta recalar en La Scala de Milán con motivo del centenario de Arturo Toscanini.
En 1965 enfocó su carrera hacia el belcantismo y formó dúo con la soprano australiana Joan Sutherland, a la que conoció en Dublín, para interpretar obras de Bellini y Donizetti en EEUU.
En 1966 se consolidó internacionalmente en el Teatro Covent Garden de Londres, donde le fue concedido el título de "rey de la octava do" y "rey del do agudo" y, seis años más tarde, se consagraba definitivamente en la Metropolitan Opera House de Nueva York con la producción de "La fille du régiment", de Donizetti.
Su luminosa, resonante e inconfundible voz en las interpretaciones del Nemorino de "L'Elissir d'Amore" (Donizetti), o de Ernani, Radamés ("Aída") y "Otello", de Verdi, o del príncipe Calaf de "Turandot", de Puccini, lo convirtieron en uno de los grandes tenores contemporáneos y el mejor pagado de la historia.
La transmisión en 1977 de la actuación "En vivo desde el Met" de Nueva York situó a Pavarotti ante la mayor audiencia en la historia de las óperas televisadas. Se ganó el cariño del gran público con los recitales multitudinarios de "Los tres tenores", junto a los españoles Plácido Domingo y José Carreras, a medida que perdía el favor de los círculos minoritarios operísticos.
Los conciertos con motivo de los Mundiales de Fútbol de 1990, en las Termas de Caracalla (Roma), de 1994 en el Dodger Stadium de Los Ángeles, y de 1998 bajo la Torre Eiffel, en París, supusieron un éxito sin precedentes n popularidad y recaudación.
En 2001 conmemoró en el Teatro Comunale de su Módena natal su 40 aniversario en la música y cantó las principales obras de su repertorio, acompañado por 16 artistas líricos.
Su último disco, "Ti adoro" (2003), fue su primera incursión en el repertorio no operístico tras 15 años sin grabar un álbum. Sus grabaciones incluyen colecciones de arias y recitales, un concierto en vivo en el Carneggie Hall, de Nueva York, y antologías de canciones napolitanas e italianas.
En 2004 actuó en España con motivo de los actos del Año Santo Compostelano, dentro del Festival Internacional de Música de Galicia, en la Plaza del Obradoiro de Santiago, y cerró el año debutando en la dirección operística de "La bohème", de Puccini, en el Teatro della Fortuna de Fano, en la costa adriática.
Pavarotti, figura clave en la popularización de la ópera, estaba en posesión de un Grammy al mejor cantante clásico (1991) y el Premio Libertad de la City de Londres y la Cruz Roja por Servicios a la Humanidad, ambos en 2005. Su nombre aparece en el Libro Guinness de los Récords por la cerrada ovación de una hora y siete minutos que le tributó la Opera de Berlín en 1988.
A lo largo de su trayectoria ha colaborado con cantantes como Sting, Bono (U2) y Brian Adams. También ha impulsado las carreras de jóvenes cantantes, ha organizado conciertos benéficos, como el "Pavarotti & Friends", ha protagonizado la película "Yes, Giorgio" (1982), de Franklin J. Schaffner, en la que interpretaba canciones como "If We Were in Love", que fue candidata al Oscar, y "I Left my Heart in San Francisco".
En 1982 publicó su autobiografía "Mi propia historia", escrita en colaboración con William Wright, y existe otra biografía no autorizada, "El rey y yo" (2004), llena de chismes y malicia contados por sus autores, el ex manager Herbert Breslin y la periodista y crítica Anne Midgette.
En 2005 anunció su inminente retirada de los escenarios para dedicarse a su familia e impartir clases de canto. Sin embargo, en 2006 hizo una gira mundial, que hubo de suspender a finales de junio, sin llegar a actuar en Reino Unido, para ser operado de un tumor canceroso de páncreas, intervención que le fue realizada por aquellas fechas en Nueva York.
Debido a esta convalecencia, el tenor se vio obligado a cancelar los conciertos que tenía programados para 2006 dentro de su "Worldwide Farewell Tour" (gira de despedida mundial) tras anunciar unos meses antes su retirada de los escenarios, y que le iba a llevar ese mes de septiembre a Austria, Finlandia, Noruega, Portugal y Suiza.
Muchos años atrás, en 1975, Pavarotti tuvo otra experiencia que hizo peligrar su vida, a su regreso de EEUU, cuando el avión que aterrizaba en Milán se partió en dos en la misma pista, aunque el artista resultó indemne.
Durante los festejos del Día de Moscú, en septiembre de 2006, el tenor español José Carreras anunció en conferencia de prensa el deseo de Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y suyo de hacer una actuación de despedida en la Plaza Roja, y que fue quedando aplazada desde entonces.
Gran aficionado al fútbol, la pintura y los caballos, Pavarotti era padre de cuatro hijas, las tres primeras -Lorenza, Cristina y Giuliana- fruto de su matrimonio de casi cuatro décadas con Adua Veroni, y la última, Alice, nacida de su relación con su segunda esposa y ex secretaria Nicoletta Mantovani, con quien se casó el 13 de diciembre de 2003.
www.youtube.com/watch?v=I8A61eY1Efg
www.youtube.com/watch?v=VATmgtmR5o4
Muere el tenor Lucciano Pavarotti a los 71 años
Agencias
El tenor italiano Luciano Pavarotti murió a los 71 años en Modena, su ciudad natal, informaron en la mañana del jueves medios de comunicación locales.
Enfermo de cáncer, el artista había sufrido un marcado deterioro en su estado de salud en las últimas horas y había perdido el conocimiento en varias oportunidades.
El tenor había sido operado hace cerca de un año en Nueva York de un tumor canceroso en el páncreas. Desde entonces había permanecido en Módena, acompañado por su círculo más íntimo.
Pavarotti, considerado uno de los grandes tenores de la ópera mundial, ya había sufrido en años anteriores varios problemas de salud, que en diversas oportunidades lo habían obligado a cancelar sus presentaciones.
El italiano inició su carrera el 29 de abril de 1961, cantando el papel de Rodolfo en "La Boheme" en un pequeño escenario, en Reggio Emilia, cerca de Módena. En 1964, reemplazó a un colega enfermo en la Covent Garden Opera de Londres. En 1966, debutó en la Scala, y dos años despuÙs en el "Met" de Nueva York.
Su unión con Carreras y Domingo en los "Tres Tenores", con los que actuó incluso en un Mundial de Fútbol, lo hizo popular en todo el mundo.
El funeral será el sábado en la Catedral de Módena
Los funerales por el tenor italiano Luciano Pavarotti se celebrarán el próximo sábado en la Catedral de Módena, nombrada por la Unesco "patrimonio artístico de la Humanidad", dijo hoy el alcalde de la localidad, Giorgio Pighi.
Los detalles se deben aún definir pero "sin duda la exequias serán celebradas en la Catedral", señaló Pighi a los medios locales a la salida de la villa de Santa María del Mugnano, donde murió esta madrugada el tenor, después de más de un año de lucha contra un cáncer de páncreas.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) nombró en 1997 la Catedral de Módena como patrimonio artístico de la de la Humanidad, recordó el alcalde.
Una vida dedicada a la ópera
Hijo de un panadero amante de la ópera y asiduo miembro de una coral local, Luciano comenzó en el ámbito musical dentro del coro del Teatro de la Comunna en su ciudad natal y en la Coral Gioacchino Rossini.
En 1955 empezó a dar clases de canto con Arrigo Polo y Ettore Campogalliani, y antes de dedicarse profesionalmente a la ópera se licenció en Magisterio y trabajó en la enseñanza durante doce años.
Debutó el 29 de abril de 1961 en el Teatro Reggio Emilia, con el Rodolfo de "La bohème", de Puccini, y, fuera de Italia, en Dublín, con el duque de Mantua de Rigoletto, y dos años después actuó en Amsterdam, Viena, Zurich y Londres hasta recalar en La Scala de Milán con motivo del centenario de Arturo Toscanini.
En 1965 enfocó su carrera hacia el belcantismo y formó dúo con la soprano australiana Joan Sutherland, a la que conoció en Dublín, para interpretar obras de Bellini y Donizetti en EEUU.
En 1966 se consolidó internacionalmente en el Teatro Covent Garden de Londres, donde le fue concedido el título de "rey de la octava do" y "rey del do agudo" y, seis años más tarde, se consagraba definitivamente en la Metropolitan Opera House de Nueva York con la producción de "La fille du régiment", de Donizetti.
Su luminosa, resonante e inconfundible voz en las interpretaciones del Nemorino de "L'Elissir d'Amore" (Donizetti), o de Ernani, Radamés ("Aída") y "Otello", de Verdi, o del príncipe Calaf de "Turandot", de Puccini, lo convirtieron en uno de los grandes tenores contemporáneos y el mejor pagado de la historia.
La transmisión en 1977 de la actuación "En vivo desde el Met" de Nueva York situó a Pavarotti ante la mayor audiencia en la historia de las óperas televisadas. Se ganó el cariño del gran público con los recitales multitudinarios de "Los tres tenores", junto a los españoles Plácido Domingo y José Carreras, a medida que perdía el favor de los círculos minoritarios operísticos.
Los conciertos con motivo de los Mundiales de Fútbol de 1990, en las Termas de Caracalla (Roma), de 1994 en el Dodger Stadium de Los Ángeles, y de 1998 bajo la Torre Eiffel, en París, supusieron un éxito sin precedentes n popularidad y recaudación.
En 2001 conmemoró en el Teatro Comunale de su Módena natal su 40 aniversario en la música y cantó las principales obras de su repertorio, acompañado por 16 artistas líricos.
Su último disco, "Ti adoro" (2003), fue su primera incursión en el repertorio no operístico tras 15 años sin grabar un álbum. Sus grabaciones incluyen colecciones de arias y recitales, un concierto en vivo en el Carneggie Hall, de Nueva York, y antologías de canciones napolitanas e italianas.
En 2004 actuó en España con motivo de los actos del Año Santo Compostelano, dentro del Festival Internacional de Música de Galicia, en la Plaza del Obradoiro de Santiago, y cerró el año debutando en la dirección operística de "La bohème", de Puccini, en el Teatro della Fortuna de Fano, en la costa adriática.
Pavarotti, figura clave en la popularización de la ópera, estaba en posesión de un Grammy al mejor cantante clásico (1991) y el Premio Libertad de la City de Londres y la Cruz Roja por Servicios a la Humanidad, ambos en 2005. Su nombre aparece en el Libro Guinness de los Récords por la cerrada ovación de una hora y siete minutos que le tributó la Opera de Berlín en 1988.
A lo largo de su trayectoria ha colaborado con cantantes como Sting, Bono (U2) y Brian Adams. También ha impulsado las carreras de jóvenes cantantes, ha organizado conciertos benéficos, como el "Pavarotti & Friends", ha protagonizado la película "Yes, Giorgio" (1982), de Franklin J. Schaffner, en la que interpretaba canciones como "If We Were in Love", que fue candidata al Oscar, y "I Left my Heart in San Francisco".
En 1982 publicó su autobiografía "Mi propia historia", escrita en colaboración con William Wright, y existe otra biografía no autorizada, "El rey y yo" (2004), llena de chismes y malicia contados por sus autores, el ex manager Herbert Breslin y la periodista y crítica Anne Midgette.
En 2005 anunció su inminente retirada de los escenarios para dedicarse a su familia e impartir clases de canto. Sin embargo, en 2006 hizo una gira mundial, que hubo de suspender a finales de junio, sin llegar a actuar en Reino Unido, para ser operado de un tumor canceroso de páncreas, intervención que le fue realizada por aquellas fechas en Nueva York.
Debido a esta convalecencia, el tenor se vio obligado a cancelar los conciertos que tenía programados para 2006 dentro de su "Worldwide Farewell Tour" (gira de despedida mundial) tras anunciar unos meses antes su retirada de los escenarios, y que le iba a llevar ese mes de septiembre a Austria, Finlandia, Noruega, Portugal y Suiza.
Muchos años atrás, en 1975, Pavarotti tuvo otra experiencia que hizo peligrar su vida, a su regreso de EEUU, cuando el avión que aterrizaba en Milán se partió en dos en la misma pista, aunque el artista resultó indemne.
Durante los festejos del Día de Moscú, en septiembre de 2006, el tenor español José Carreras anunció en conferencia de prensa el deseo de Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y suyo de hacer una actuación de despedida en la Plaza Roja, y que fue quedando aplazada desde entonces.
Gran aficionado al fútbol, la pintura y los caballos, Pavarotti era padre de cuatro hijas, las tres primeras -Lorenza, Cristina y Giuliana- fruto de su matrimonio de casi cuatro décadas con Adua Veroni, y la última, Alice, nacida de su relación con su segunda esposa y ex secretaria Nicoletta Mantovani, con quien se casó el 13 de diciembre de 2003.
www.youtube.com/watch?v=I8A61eY1Efg
martes, septiembre 04, 2007
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