martes, agosto 23, 2005

Callejón anónimo

Callejón anónimo



Me desvelo con esa sensación de la “nada silvestre”. Puedo aventurarme, sin saber por qué, a deambular come el callejón. Santurce se perversa y hace anónimo en las madrugadas. Perdí mi nombre y tomo un cigarrillo a mitad, todavía tibio, en una cuneta sin palabras, de un fuego sin llama, de pulmones grises sin humo y la caneca sin marca. Busco una historia, pero las letras duermen. Mis manos tiemblan, quizás temen regresar al papel en blanco, o a las ideas de un escritor que lismosnea versos, a mi rutina amanecida, y verdaderamente les aterra regresar a la casa y hacerle el amor a un hombre sin rostro sobre mi cama. El sexo sin verbos atrofia mis adverbios. Sin embargo, termino mi catarsis de nicotina, regreso al hogar antes de que salga el sol, que las ideas bostecen, mi amante recupere la voz, o las sombras del callejón recuperen su nombre, pues mis pasos se llenarán de letras y me disecaré ante la palabra.

Ana María Fuster

1 comentario:

Abdiel Echevarría Cabán dijo...

!Ah! que callejón de espera, donde dormita Eros que se desposa con Thánatos e inevitablemente con el advenimiento de uno se sucede el otro. Así se rasgan los amantes, los verbos, el calljón que llev a la salida de un agujero más profundo...

este comentario continuara ahora tengo sueño
Ciao y como digo yo Chawww...