blog de la escritora puertorriqueña Ana María Fuster Lavin --gestión cultural, cuentos, poesía, ensayos, fragmentos de textos y vivencias desde las sombras de una ciudad silente-- “Tengo miedo de mi voz y busco mi sombra en vano. ¿Será mía aquella sombra sin cuerpo que va pasando?...” Xavier Villaurrutia
miércoles, mayo 31, 2006
Bloggero invitado: Peregrino--Entre versos, caminos y rosas
Con melodiosa canción
me has de despertar
para así encaminar
hacia excitante visión
Etiquetada tu piel con flores
te clavas en mi mente
recordando ciegamente
los momentos de los amores
Me estremeces, sin poder evitar;
embriagándome de tu ser
y en tus brazos así caer
rendido de tanto amar
Sonríes mostrando felicidad
de la canción compartida
en cama de rosas tendida
mirando hacia la eternidad
Núm.-26
En mi camino
encuentro una rosa
una rosa negra
una muy bella y delicada
la tomo, pero sus espinas
se entierran en mi cuerpo
y mientras más trato de sacarlas
mas se arraigan a mí
Grito,
pidiendo ayuda
pero no existe nadie
que quiera ayudar
Corro,
por este laberinto
al que no encuentro salida
Te odio y te quiero
Soledad;
y eres lo único que puedo decir
que eres mío
porque naciste conmigo
pero tu hermana la muerte
me quiere enamorar
paseándome en la barca
pero te prefiero a ti
porque eres la única
que ha estado conmigo
en este camino gris
Sin regreso.
NUM-4
Peregrino
poeta puertorriqueño
que conserva gran sensibilidad
aún en ambientes paranormales....
sus escritos se encuentran en:
http://peregrino1908.blogspot.com/
domingo, mayo 28, 2006
Mi último desayuno--1992
Mi último desayuno
Monólogo breve
¡Qué oscuro es este lugar! Deprimente. Las rejas al otro lado de la ventana son tan viejas y sucias... ¡Cuántas historias guardarán esas paredes! Mujeres olvidadas; algunas perversas, crueles; pero, en especial, mujeres inocentes, humilladas, traicionadas, jodidas... Como tú, como yo. Y a quién carajo le importa nuestro pasado, y menos, nuestro destino.
¿Por qué insistes en saberlo? Sí, no vale de nada hablar de nosotras. En fin, te
contaré por qué estoy aquí. Trataré de no dar muchos rodeos. ¡Ah! ¿Ves miscicatrices? Han pasado seis meses y todavía se notan aquellos moretones, que se convirtieron en llagas. Son una huella, un doloroso tatuaje imborrable en mi cuerpo; peor, en mi estima, en mi vida.
Ese día –creo que fue el primer martes de junio– tomé la decisión. Tú comprenderás que no iba a aguantar más sus corajes, sus abusos. Cinco años de casados... No, no, nunca pensé en el divorcio; pero mi adolorido cuerpo ya no soportaba un golpe más. Tan dulce y cariñoso que era Juan Manuel cuando novios... Bueno, al menos eso creo. Ya casi no logro diferenciar entre los buenos y los malos ratos.
Aquella mañana me levanté bastante temprano, el aroma del café recién colado perfumaba nuestro pequeño estudio. Mientras él dormía feliz como un bebé, yo me preparaba para la jornada. Después de vestirme para ir a trabajar, hice el desayuno. ¡Qué maravilloso es el olor del pan tostado con mantequilla! Todavía lo saboreo en mi mente. Delicioso, ¿verdad?
Bueno, compañera, ya sabes cómo pueden ser las mañanas, hacer veinte mil cosas a la vez. Lavé la ventana de la cocina y eché el herbicida en el alero del balcón. Tú sabes que con tanta lluvia y humedad salen plantas, hierbas y hasta helechos por cualquier rendija. No, no sé dónde lo puse después. Juan Ma debió haber nacido en un desierto y no en el Caribe, pues no soportaba ni una sola hojita dentro de la casa.
Luego acomodé la mesita de la cocina con su mantelito de cuadros, el jugo, las tostadas con mantequilla, la mermelada de piña -que tanto le gustaba a mi marido, yo ni olerla- y el café. Yo lo hacía todo con tanto amor... ¿Puedes creerlo? Terminé y lo llamé. Odia el desayuno frío y llegar tarde al trabajo. Juan Ma me contestó gruñendo algo así como que no lo jodiera, que ya desayunaría cuando quisiera. Me dio una sensación de angustia y coraje. Pensé que iba a explotar.
Tiré los platos del desayuno con ira, y él se rió burlón. Así que le preparé un café muy cargado, tomé mi maletín, una maleta y me fui para nunca regresar. No recuerdo más. El Sol me deslumbró al salir y perdí mi rumbo. No sé cuántos días deambulé, hasta que llegó una patrulla; al fin pude pronunciar mi nombre y se lo dije a los agentes. Yo me alegré, porque verdaderamente me había perdido y las palabras no me salían.
Ellos me preguntaron qué hacía viviendo en la calle y les pedí ayuda. Accedí a ir al cuartel con ellos. Allí me mostraron algunas fotos del apartamento con la cocina regada; otra de Juan, boca abajo, en el piso.
Lloré, Dios mío, cuánto lloré. ¿Por qué la cocina estaba así? Siempre la tenía recogida. ¡JuanMa! grité con todas las fuerzas y enmudecí. Hasta que poco a poco fui recordando algunas cosas de mi vida. Todo se había jodido, mi vida aún más. Luego me leyeron los derechos y me esposaron. Me hablaron de cosas que yo no sabía, e insistieron en preguntar sobre el herbicida. ¿Por qué? Les juré que lo había usado en la mañana –como todos los martes–. No entendían que Juan odiaba que salieran plantitas en el alero. ¿Dónde guardé el herbicida? No, no sé, supongo que en el armario junto a la estufa.
Cuando me dijeron que Juan Manuel había muerto, no supe que sentir. Reí y lloré. Me desmayé y luego me trajeron a este exilio en Vega Alta. La cárcel. A pesar de todo, yo lo amaba, pero no le perdonaré lo que hizo de mi. Ahora, tú eres mi única compañera, tienes que creerme. No, no lo maté. Yo no me hubiera atrevido. ¡No!
Ana María Fuster Lavín
Cuento monólogo fue escrito en 1992 publicado en
Verdades Caprichosas (First Book Pub. 2002) el libro recibió mención de honor del Instituto de Literatura Puertorriqueña en el 2003. Para adquirir Verdades Caprichosas escribir a amfuster@prtc.net
Este monólogo fue republicado recientemente en la revista Identidad (Núm. V, enero-mayo 2006) de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Aguadilla, editada por la profesora y poeta Leticia Ruiz, en la junta editorial también se encuentra el poeta Abdiel Echevarría. Para adquirir la revista revistaidentidad@gmail.com
viernes, mayo 26, 2006
Uberto Stabile, poeta y editor invitado, desde Huelva, España
Posibilidades para reventar de asco mis poemas
Suelo irme con tus recuerdos a la cama
Suelo sobre el que no he de dormir
Suelo simplemente suelo
Morir de ingenio en un ataque de originaliadad
dignarme a ser posible
o cerrar el estúpido ciclo de la creación
Para escribir tanta desidia
He tenido que inventar dos veces mi vida
consuelo para morir
Y escribir del suelo que ya no piso.
Trece pruebas de amor y un vampiro
Tiene la piel sedienta, tiembla caundo me mira y es consciente de su ridículo mientras habla sin decir lo que pasa.
Intentará que yo le abandone con tal de no reconocer que su amor ha muerto.
Cuando mira el paisaje en el que yo habito, tan sólo alcanza a ver una roca desierta en mitad del océano.
Tiene tanto miedo a su inocencia que se declaría culpable de cualquier crimen que no hubiera cometido.
Lo más hermoso y humano que posee, es su propio miedo a parecer tan frágil como en realidad es.
Siempre que me llama es para decirme adiós, y cada vez que tenemos que separarnos llora como un niño desconsolado.
Vivimos lo mejor de nuestras vidas en un momento, nos hacemos eternos en un instante, y el mundo nos parece un planeta lejano, cuando abrazados somos dueños de nuestro fugaz destino.
Ese amor secreto, prohibido, imposible, en su locura, su fe ciega, es más puro e intenso que todo el amor que puedan acumular las caricias de una vida compartida.
Ninguna sombra ha brillado tanto como la sombra en la que, por amor, he sido confinada.
Tiene sus ojos las palabras justas.
Si él habla de amor lo haría sin nombrar el amor, a una mujer esa palabra no le duele pronunciarla.
Sé que no es azul el mar cuando se encierra en un vaso de cristal, que la luna no siempre es blanca, ni la luz de las estrellas eterna, y aún así prefiero creerte; sus mentiras no son menos ciertas y hacen más hermoso este infierno.
Como el viento que precede a la tormenta y agita las finas acacias, como el intenso olor de la tierra mojada, como un barco a la deriva, así es mi amor. El deseo que me conmueve.
el vampiro:
Quién pudiera contigo llorar esta pasión, empuñar una lágrima y disparar sobre Dios.
Linaje
Toco los poemas como tú me tocas
como rinde pleitesía el corazón al tiempo
como se piensa octubre
o sucede una canción.
Toco los poemas para poder tocarte
esta oración de crudo invierno
esta rebelión de amor y carne
penúltima provincia de mis palabras.
Toco los poemas como puentes
encadenados al río y lloro
vértigo del tiempo que ya no tengo
caricia y cónclave de la memeoria.
Toco para reconocer cautivo
las primeras horas del madrigal
luz en verso propio y ciénaga donde
más allá sólo
existo y muero.
Uberto Stabile
poeta y editor español
Los tres poemas pertenecen a su poemario Los días contados
**El editor y poeta Uberto Stabile estará en Puerto Rico en el mes de noviembre para presentar (Per)versiones desde el paraíso:antologías de poesía puertorriqueña entresiglos.
miércoles, mayo 24, 2006
Canciones para un duende niño-- a tus 5 años...
Canciones para un duende niño
poemas escritos a Miguel antes de nacer,
ahora publicados en el blog para celebrar sus cinco años.
foto de nuestro primer día de las madres en mayo 2002, mi duende tenía 10 meses..
Quiero decirte
Misterioso espíritu fantástico
que invadiste mi cuerpo
con el néctar espeso
del hombre que me habita.
Inquilino travieso,
que transfiguras nuestras esencias,
la tuya y la mía,
creces y redondeas
mi felina feminidad,
y acaricias mis pensamientos.
Quiero decirte que eres
un loco trapecista,
que balanceas mis temores
hacia la razón silente
de la poeta madre.
Quiero regalarte, mi niño,
mis versos más puros,
el manantial de mis fortalezas,
la montaña de mis pasiones,
el jardín de mis alegrías.
Besar tus pasos
y caminar junto a ti.
Apú, lalú
Apú,
agú,
lalú,
papá
y mamá.
Brinca mi niño,
brinca mi amor.
Llegaste a mi vida
y robas mi corazón.
Cambiaste convicciones,
mi universo y razón.
Sonríes los días,
leche y estrellas.
Cobijas mi alma
mi sueño, mi amor.
Te miro,
te siento,
te lloro,
te río.
Mi duende milagroso,
niño y amor.
Mi vientre en vida
tus arrullos sentía.
Tranquila, mamá,
pronto cantaremos:
apú,
agú,
lalú,
papá
y mamá.
Brinca mi niño,
brinca mi amor.
A un duende
Un duende milagroso manipula
a la mujer que me habita
recorre todos mis rincones
llenando de magia mediocres pesares.
Y mi verso se convirtió en madre
manando de mi vientre otra vida
ternura, juegos y estrofas de miel.
Un dos tres...
Un dos tres...
Tus lágrimas de soles
inundan mi alma
y ocultan los sueños,
plis plas, de mamá.
No llores, minini,
guaguau te canta,
papá te levanta,
mamá te amamanta.
Un dos tres...
Te ríes azul,
pintas mi sonrisa
de dulces ilusiones,
sueños que nos cantan,
rosa, rosado y miel.
Brinca, duende, travieso
escondes mis penas
y abres el cofre:
Luces, juegos, canciones
el tren, la bola y el pete
tus tesoros mi niño;
brincas, saltas, ríes,
los de mamá.
Un dos tres,
plis plas plus.
Buscando la llave
Busca que busca,
brinca que brinca,
soles mojados,
nubes de luz.
Un secreto te busca,
y salpicas con sueños
los parques azules,
iluminas canciones
y brinca otra vez.
Gira que gira,
salta que salta,
vueltas de risas
caminos de miel.
Un hada madrina
te besa la frente
con palabras del mar.
Encuentra el secreto,
busca la llave
y brinca otra vez.
Corre que corre,
nada que nada,
recoge la llave
de azúcar y amor.
Abre el cofre,
salta el secreto
un arco iris,
mamá y papá.
Ríe que ríe,
canta que canta
y brinca otra vez.
Canción para un duende veloz
Un duende pintó una sonrisa
en la cara de la niña.
Corrió con mucha prisa,
tropezó con un arco iris
y encontró su canción.
Colores, colores,
ladrón de colores.
Se roba el rojo,
esconde el azul.
La niña que llora,
el niño que busca,
el hada pregunta
qué haces tú.
Un arco iris:
verde de menta,
azul del cielo,
amarillo del sol,
naranja muy dulce
y rojo la flor.
Colores, mi hada,
encontré los colores.
Ana María Fuster Lavín
Estos poemas fueron escritos para mi hijo Miguel en el verano del 2001, él nació el 20 de julio del 2001, esta es una manera de homenajear su quinto cumpleaños...
Publicado en el 2004--Una mirada a la poesía de Ana María Fuster Lavín
Una mirada a la poesía de Ana María Fuster Lavín
Es notable en la escritora puertorriqueña la frescura, el atrevimiento y la capacidad de mostrar una sensualidad abierta, plena de erotismo
por Valentín Amaro
ANA MARÍA FUSTER LAVÍN (SAN JUAN, Puerto Rico 1967), Posee una licenciatura y estudios graduados en Estudios Hispánicos de la Facultad Humanidades de la Universidad de Puerto Rico, con una segunda especialización en Música. Se desempeña como editora de libros free-lance, editora de la revista literaria virtual Borinquen Literario y correctora legal para el Tribunal Supremo de Puerto Rico. Además ha escrito y editado literatura infantil y textos escolares para la Editorial Santillana y Tri-Lin Integrated Services, en Texas.
Ana María Fuster Lavín ha publicado sus escritos (poesía, cuentos y ensayos) en el semanario Claridad (del cual es columnista),en los periódicos El Nuevo Día, Primera Hora y El Vocero la revista Novum, de la Universidad de Guadalajara y la revista puertorriqueña Biequesí. Fue incluida en la antología hispanoamericana de narrativa Cuentogotas 3 (Uruguay, Ed. Bianchi, 2003) y su poesía ha tenido inclusión destacada en las revistas puertorriqueñas Taller Literario, Zurde, Biekesí, en las antologías internacionales Entresiglos 2 (Uruguay, Ed. Bianchi, 2003) y Círculo de Poesía (Uruguay, Ed. Bianchi, 2003) y como poeta invitada en el poemario ¡Ven Niña! del escritor venezolano Francisco Alarcón (Venezuela, Ed. Visamar, 2004).
Su primer libro de relatos, titulado Verdades Caprichosas (First Book Publishing, 2002), le ganó presencia en la actualidad literaria de su país, además de una Mención Honorífica por el Instituto de Literatura Puertorriqueña en el 2003. Ha escrito los poemarios, El Jardín de la Dama Duende (inédito), El libro de las sombras (se publicará por Ed. Isla Negra, 2006) y Anónimos y clandestinos (inédito). También cuenta con otros dos libros de cuentos Réquiem (Ed. Isla Negra, 2005) y Bocetos de una ciudad silente (se publicará por Ed. Isla Negra, 2006). Actualmente trabaja en su primera novela: Muerte de un poeta.
Y son dos poetas sentados a una mesa
dos dioses perversos conspirando
tan sólo un hombre y una mujer bebiendo sus secretos
recogiendo sus deseos, sus otredades, sus silencios
A.M.F.L
La poesía, en palabras de Octavio Paz fue la primera religión del mundo. No discuto esta aseveración. En mi caso, me gusta leerla con reverencia en estado de tranquilidad, viviéndola y sintiéndola.
Los que amamos la poesía sabemos el valor que significa dar con buenos textos poéticos. Amo la poesía que me muestra la revelación. El más allá de la pura y simple expresión.
Tengo la grata noticia de decir que hoy encontré a una poeta con un canto muy especial, pudiera decir también con un grito social muy particular. Me refiero a Ana María Fuster Lavín (San Juan de Puerto Rico, 1967).
Al entrar al terreno de la poeta es muy notable su camino en la poesía comprometida. Como Ernesto Cardenal y Roque Dalton su grito no tiene miedo. Pone en fuga a los fantasmas y estatuas de sal de este tiempo:
Siento el deseo de parirme,
nacer de mi propio sexo,
y gritar tan fuerte que ensordezca
el estruendoso sermón de baba,
predicado por nuestros gobiernos
Y en otros versos plenos de imágenes originales, como vidente que vuela y luego escribe nos sigue diciendo:
Sigue lloviendo
Y me arranco estos harapos de princesa de los silencios
peregrino desnuda por calles vacías de amores
ungiendo de sándalo vaginal el vértigo estéril de una nación podrida
que drena la sangre y cuerpo de sus hermanos por las cunetas globalizadas
y fecundo de versos a un pueblo que se levanta unido, solidario.
Ante las fauces del tedio agotador confiesa:
Mis manos están cansadas
quieren tomar vacaciones
y regresar al silencio,
pero soy poeta
y los silencios gritan
No se desdobla. No ... renuncia a su condición de mujer que ama, de poeta-vidente y nos dice:
Quiero navegar con tu relicario en mis huesos.
soy Lolita, Julia, Clara o Laura,
soy cada mujer anónima rescatando tu memoria,
para besar tus dolores,
para acariciar tus recuerdos,
para seducir tu nombre.
En otros versos algo cerrada, misteriosa, invitándonos a descifrar un enigma, unos mundos codificados, quizás, muy personales señala:
Una mujer en blanco y negro me persigue
y da un nuevo giro a mi cábala,
transformando temores en pasiones,
viniéndose en mis palabras,
convirtiéndome en poema
de un poeta maldito y su dama duende.
Es notable también en Fuster Lavín la frescura, el atrevimiento, la muestra a una sensualidad abierta, plena de erotismo. Pero vaya, un erotismo que recrea verdaderos mundos:
Respiro tus labios,
y bebo tu mirada,
deseando al hombre que te habita.
Y me masturbo en nuestra posibilidad,
para bautizar el siguiente capítulo,
más allá del entendimiento y la razón
Ricas imágenes con un propósito. Versos que refieren un más allá, un encanto y luego un volver a recrearnos en ellas:
Sigue lloviendo.
Quizás un viejo amante recuerde mi espalda
mientras bocabajo yo pintaba duendes en la tierra
La poesía es misión ineludible y todo el que la emprende y todo el que la recibe lo sabe: es un sacerdocio, una carga que se nos impone y nos habita. Cantar para el otro, para los otros que luego seguirán cantando.
La poesía: puente colgante entre historia y verdad, como diría un verso de Paz. Sabiendo lo delicado de su misión la poeta confiesa:
Y me retiro a mis silencios
hasta que pueda parir mi voz
y mi nombre.
Desde mi media isla, donde todavía me atrevo a soñar garabateo estas líneas producto de mi lectura de Ana María Fuster Lavín. Su canto me ha dado mucha alegría.
por Valentín Amaro
poeta dominicano
Septiembre 2004
http://www.clavedigital.com/Cultura/Poemas.asp?Id_Articulo=8
sábado, mayo 20, 2006
Homenaje a Pablo Neruda-2004
Ardiente paciencia
a Pablo Neruda
Cien años, querido Pablo,
y aún “el viento de la noche gira en el cielo y canta”
son tus manos amasando versos de vida
horneando la paz de la justicia y la dignidad
cuando la tierra chorreaba la sangre hermana
y tus poemas redimían tantos dolores:
dolor y desamor
dolor y envidia
dolor y muerte
dolor y carroña.
La injusticia hiede, lo sabías, es la hiena del poder;
aún así, tus dedos parían tantos sueños, tanto amor...
Nuestras palabras adelgazan, poeta,
como las huellas de un chango sobre el fango
o como tus gaviotas en las playas.
Y en la soledad de los silencios esperamos,
con esa ardiente paciencia, o el conjuro de Rimbaud:
una cópula loca de esperanza y lucha
un poema de paz e igualdad
o que pare de llover sangre sobre tantos hermanos.
No te rendiste,
las goteras de la noche
repiten tu nombre y apellido.
Te recuerdo, te presiento, te sigo...
Y vuelvo a amar,
a sentir la música de mi amado amante,
a besar los versos más íntimos esta noche,
a fundir los glaciales de la apatía social,
a recuperar la fe en esta isla nublada.
Cien años, querido Pablo,
no, tu poesía no cantó en vano
aún “el viento de la noche gira en el cielo y canta”.
Ana María Fuster Lavín
de
El libro de las sombras
(poemario, será publicado este año por
Isla Negra editores)
Poema escrito para el centenario del nacimiento
de Pablo Neruda en el 2004 y publicado
en los periódicos El Vocero y Primera Hora
Foto--vista al mar y bote desde Isla Negra, Chile.
residencia de Pablo Neruda
domingo, mayo 14, 2006
En el día de las madres
Manual para llorar a lágrima viva en el día de las madres
por Ana María Fuster Lavín
“Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.” Oliverio Girondo.
¿Con qué combina la blusa nueva? ¿Falda o pantalón? ¿Debemos pagar el 4% o el 7%? ¿Amamantar a mi hijo o darle pecho? ¿La Comay o Cultura Viva? ¿Qué comprarle a mi adorada madre este año en su día? ¿Una lavadora nueva o una tostadora?
Por un momento quiero pensar que no formo parte de una telenovela, un objeto de la oferta y demanda, un titular de periódico o un manual de buenas o malas costumbres. Quiero ser egoísta, soy madre, escritora, editora, correctora legal, y pensar en mi, hablarles de mi dolor y llanto y nadar en el mar de lágrimas, no quiero consuelos sino un Kleenex u otra lágrima solidaria. ¿Pero cómo se siente una persona a quien se le ha evaporado una ilusión?
Dijo mi amiga poeta Kattia Chico en uno de sus poemas “a veces siento que soy un pseudónimo de mi misma”, a veces he sentido que dejo de ser yo misma, y me convierto en mi reflejo o soy mi imagen al otro lado del espejo, me siento evaporada como una lágrima después de media hora, que soy esa estela salada que permanece.
¿Cuál es la duración de un reflejo? Será relativo a la intensidad de los sueños o tan sólo un mero truco circunstancial de la vida. En cualquiera de los dos casos puede ser una verdadera catástrofe para quien cae accidentalmente en esa jugada. Jugué a los errores como quien juega al parchís, o peor aún al póker, pero me retiré de la mesa cuando comprendí la posibilidad de mi otredad. Es así porque nunca llegamos a comprender hasta que punto nos necesitamos a nosotros mismos, y dónde entra el otro… ¿Ese otro tiene que ser siempre ajeno? ¿O puede ser uno mismo?
Un espejo cóncavo o uno convexo, quizás esa es otra de las alternativas que tenemos, al igual que vivir y morir. No se trata en este caso de que el lector brinque y para juzgar a quien escribe --o compone su preludio, o réquiem-- de pesimista. No hay humillación cuando la muerte no deja rastro de su obra, sin embargo el dolor puede ser tan grande que se pierde el rumbo hasta de la propia sombra.
Mi caso tiene que ver con la misma incomprensión ante las posibilidades de lo cotidiano y la necesidad de vivir, pero la imagen frente a los espejos puede ser opuesta a la voluntad, aunque imagen es una cosa y reflejo pueden ser tantas otras… máxime cuando el amor está de por medio, precisamente así fue como comprendí que estábamos finalmente vivas.
Mi reflejo era niña y crecía en mi vientre, nueve meses de espera fueron casi seis. Él me miraba, como yo a él, mi reflejo se convertía en una pequeña ilusión. Un accidente convirtió sueños en sangre, y la ventana se cerró. Descubrí que la morfina no sirve para los dolores de una madre sin espejo. Desperté en dos o tres horas, él dormía sobre mi pecho. Quizás lo oí llorar durante mi inconsciencia, acaricié su espalda y su sonrisa triste me pintó la palabra muerte, hablo de mi reflejo, hablo del dolor, hablo de mi compañero. Sus ojos vacíos miraban hacia la pared, me refiero a las tres miradas.
Comprendí que ambas estábamos muertas…
Muertas… Digo muerta mi hija que no llegó a nacer, muerta mi ilusión de madre de una pequeña que no pudo llorar nunca los dolores que vivimos día a día o enojarse de nuestros políticos o reírse de ellos mismos. Llorar cuando mi duende de cuatro años pregunta si su hermanita ya no está ahí, señalando mi barriga, ahora flaca, llorar cuando sé que mi compañero no me dice nada sólo me abraza y sonríe, pero llora en su alma.
“…Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto…” Oliverio Girondo.
No quiero que nos consuelen porque hay gente matándose, o un presidente que condena a los hijos de su nación a morir junto a los hijos de otra, o porque los hijos de nuestra Nación tampoco lo entienden… Lloramos porque la blusa no nos combina, porque queremos ser parte de los titulares de farándula o porque la cuenta de banco sigue evaporándose y la gasolina sube, y mami dale más gasolina… ¿Cuál es la duración de un reflejo? Vamos a mirarnos a ese espejo, llorar a lágrima viva, pero que luego nos quede esa estela salada, para no olvidar cuando mañana vuelva a amanecer y retomemos la rutina.
Comprenderán ahora que este día de las madres, por favor no quiero ni una tostadora, ni mucho menos una plancha, ni mucho menos hablar de política o si Betty la Fea era mejor que Lety, tan sólo quiero una sonrisa, también podemos llorar juntos, y buscar un nuevo reflejo…
Ana María Fuster Lavín
cuadro--Maternidad de Klimt
viernes, mayo 12, 2006
Semáforos y palabras desde mi rincón santurcino
Semáforos y palabras desde mi rincón santurcino…
por Ana María Fuster
Continúa la marcha, precaución, detente. Verde, amarillo y rojo, y se volvió a dañar el maldito semáforo, consecuencia inmediata e irremediable: un tapón bestial, bocinazos, un teco pidiendo, los celulares dando excusas a oídos sin rostros, suplicando que la siguiente jornada sea más tranquila, no hacer nada, o lograr un aumento de sueldo o un rapeo, lo que sea más fácil, ¿quién sabe? Al final de la jornada, la Ponce de León hasta Miramar se desierta de motores, reina el peatón, se puebla de habitantes pasajeros y residentes, este ambiente claroscuro se convierte en un mundo donde el día y la noche marcan el tiempo de los contrastes.
Anochece en el callejón y se encienden los anuncios de neón multicolores, efervescentes; todos pueden ser sombras iluminadas cuando el milagro se acerca y nos dejamos penetrar secretos, el clandestinaje puede ser una fantasía, un titular de periódico o un juego de niños. Para el poeta las noches urbanas son deseos poblados de letras lloviendo dedos mágicos, invencibles, tronantes, pero vivos. Renacen las pasiones, los versos y hasta de la mirada de un desconocido, a quien no volverás a ver, puede surgir la palabra.
La ciudad no susurra, grita; no se toma su tiempo para horita o lueguito, la inmediatez impera; tampoco coquetea es lasciva, es una amante que se transforma constantemente en distintos rituales. Siempre vive la urgencia y la velocidad, y es que en el parpadeo de un semáforo ya han nacido tantas historias… El escritor se puede sentar en una esquina cualquiera a observar ese vaivén de seres anónimos, peregrinos de avenidas y rutinas, fantasmas virtuales, y vagabundos con y sin trabajo reconocido por la sociedad. La letra urbana se fecunda desde ese sabroso mejunje de locuras donde quizás nadie conoce a nadie y, aún así, siempre detona un poema, un cuento o novela.
Mis sueños son apalabrados y no puedo prescindir de mi mundo entre el mar, el cemento, el alquitrán, árboles valientes, hombres y mujeres enrutinadas, desrutinadas, el ruido y la velocidad. Golpe a golpe, verso a verso, una caravana de voces le canta a la vida citadina; así somos hijos del día y de la noche en una bipolaridad exquisita, la necesidad de salir, deambular, ver, convivir y hasta desvivir. La acción y la movilidad nos caracteriza, el semáforo sigue dando instrucciones constantemente, sigue, precaución, detente y continúa rápido.
No puedo escribirle a un campo y una ruralía que desconozco, que me resulta lejana y ajena, siempre he vivido en la ciudad a la que le he escrito tres libros de cuentos (Verdades caprichosas, Réquiem y Bocetos de una ciudad silente) y en la que seguiré soñando o deambulando por ese rico desvelo apalabrado. Y es que en el siglo veintiuno --los calendarios del espacio y tiempo se han deshojado-- en mi rincón santurcino, no escuchamos eso de alegre vengo de mi montaña, de mi cabaña, pa celebrar? Y a mis amigos les traigo flores… No trullamos, en navidades jangueamos.. ¿Cómo se me ocurre una trulla navideña? Una trulla que retrate una noche en la parada 18 podría ser un poema urbano más que un villancico, me explico al escribir:
Una trulla de palitos, con vagabundo y lata de Medalla
escupe sobre la acera cunetera
y maldice el calor mantequero, etílico,
socioadicto al silencio consumero
consumista, extremista, reprimista
y hasta hedonista,
mientras pasa el aspirante a la eternidad,
controlador de sus verdades, de su cuenta bancaria
dicotomía espumosa del paternalismo supremo;
pudo ser desde poeta a empleado bancario
hasta profesor o quizás panfletista legal,
cuando los versos son pretexto y los actos son el texto
pero el resto, es lo mismo,
burla burlado trullado de ideas nubladas
se salta un semáforo, él tan decente…
se toma una cerveza en la esquina
y escupe en la misma cuneta.
A su vez,
japiniuyeal vomita hasta la vida
pero la caneca está afincá,
la de ambos,
mejor que la lata de Medalla del otro pana
que orina sangre sementosa
pero el otro tiene cementosos los instintos
es sólo solitario el reflejo de sus ideas
y cree morir,
pero sigue la parranda en otro semáforo,
o frente a la barra, y escupe de nuevo
como muere otro mendigo de almas
sin beberse el ron o la cerveza,
y así a nadie le importa…
Total es navidad y uno adorna el árbol
otro se viene sobre sus versos venenosos
vuelve a indigestarse de luces rojas
y se muere igual que una sobredosis tecatera
del anónimo cunetero que escupió sin más pretexto
que el texto de otra historia del silencio
con trulla y sin palitos, al menos hubo música,
pero nadie escuchó…
Verde, amarillo, rojo y sigo, aunque nos encasillen de individualistas y el escándalo nos ensordezca. No es todo fantasía en nuestras calles. Y aunque fuese así, vivo la ciudad y me preña de olores, ruidos, historias de seres anónimos u otros con personalidades fuertes e inmensas, también soñamos, creamos, nos enamoramos, amamos, y sentimos nuestras pasiones en estos espacios que hacemos nuestros, pues el amor también rompe las fronteras geográficas, y desde la ciudad el amor puede ser tan intenso en un apartamento entre tapones, llamadas telefónicas y calor, como el amor en el campo en una casita de madera entre flamboyanes, vacas y palos de mangó; y es que a pesar de la prisa urbana, como buenos caribeños, siempre nos tomamos nuestro tiempo para amar como para escribir, que son la misma cosa, crear mundos vivos, iluminados por la palabra, por las sensaciones, escribo entre las sábanas de una madrugada cualquiera y la complicidad de la computadora solidaria:
Amanecí desnuda de recuerdos y miedos
no estoy sola, mi vientre vacío ya cicatriza
despierto cuerpo a cuerpo el calor de la vida
no grito dolores, gimo deseos y esperanzas
a mi lado, al tuyo o el nuestro vivimos la película del mundo
giramos sobre el eje concéntrico de mis laberintos
nos ungimos de sudores, piel a piel, sangre de versos,
y duermes sobre el silencio de mi pecho
ese suave trago de nuestras sombras
donde somos actores, poetas o mimos
desmaquillando cualquier traición o convención
la ciudad nos pertenece cuando somos infinitos
y soñamos a la libertad del caminante
pisadas serenas, seguras sobre la locura del destino
lejanas a las tempestades del tiempo
los semáforos, oficinas y negocios desaparecen,
nuestro reloj reposa sobre besos
mis labios se queman en tus dedos
mis manos se consumen ante la palabra
despiertas, el puerto se acerca
y la función está por comenzar…
Verde, amarillo, rojo, palabras inmensas, tronantes, escribir hasta que las manos se agoten y el alma decida dormir un rato más, mientras como diría el poeta Angel Matos “la ciudad se derrama y el poeta se sorprende”. Amanece un día más en mi rincón santurcino, preparo la página en blanco y mis sueños vuelven a volar entre palabras, avenidas, calles y callejones.
Ana María Fuster Lavín
publicado en el semanario Claridad, suplemento en Rojo, edición dedicada a la Literatura Urbana, págs. 22 y 23, 11 al 17 de mayo de 2006
http://www.claridadpuertorico.com/articulo.php?id=3974
La foto pertenece a los archivos de Claridad.
jueves, mayo 11, 2006
Nocturnos y ciudades--Basilio Belliard-- Poeta invitado desde República Dominicana
Hijos de la noche
Estas noches enterradas
que navegan y maduran
bajo párpados de sombras.
Estos ojos plantados
en la madrugada,
llovidos en la memoria,
___ ¡Amanecen!
La ciudad anochece
entre silencios
__ como árboles trasplantados
en el aire.
Latir del día
que una noche vimos
entre colmenas muy despiertas
y palabras apagadas.
¡Así somos!
Los hijos de la noche.
Basilio Belliard
……………………
La Ciudad en Prosa
En el levante, al fondo de la aurora, el mar, el recto mar,
inmóvil, ilumina el camino del atardecer, y yo, desde el
balcón, en medio de la muchedumbre, fijo la luz de mis
pupilas en el barco estático. Presencia del instante.
Mirada instantánea de un instante eterno. El barco hoy
no es el que los rayos del crepúsculo ayer lo coloreaban.
En el umbral de cada semana, tras el cristal que, desde
la calle, se mira inalcanzable, veo, eufórico, pero no
menos melancólico, el eterno momento, azul, del
horizonte, con su sábana tendida.
No veo la respiración de la ciudad, pero sí la
inmovilidad de sus fantasmas__!los ciudadanos!__
escribiendo, con sus gestos, sus silencios y sus voces, la
historia. La ciudad, desde el balcón, no duerme: está
despierta; pero no siento el hastío de sus días y sus
noches.
Arquitectura. Mar. Espacio. La metrópoli ya es otra; y
su imagen del ayer es el mito del ahora, y su cuerpo
habrá de expandirse hasta catapultar las acacias, las
caobas y los eucaliptos.
Una línea como hilo que se extiende y va a dar contra la nada,
el viento o la inmensidad del día. La tarde recién inicia su periplo de muerte.
El círculo de la hora y del día se va cerrando, como la cuadratura en
la circunferencia. Hilo insular que se abisma y parte en dos infinitos, el Arriba y el Abajo.
La ciudad bosteza su hálito de luz y de sombra; su tedio.
El paisaje se va apagando; el mármol y el cemento, las
calles y las antenas, hablan, y su voz se desploma bajo
las huellas de los insomnes transeúntes.
La bóveda azul hace una elipsis, y su parábola se hunde
en el mar. El horizonte va a desaparecer, y ya espero el
negror del paisaje.
Basilio Belliard.
Nació en Moca, República Dominicana. Es poeta, ensayista, crítico literario y profesor universitario. Estudió filosofía y letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde enseña para las Escuelas de Artes y Letras y donde fue miembro del taller literario César Vallejo. Hizo estudios de Literatura Hispanoamericana en New Mexico State University. Textos suyos aparecen en las antologías Miroirs de la Caraibe: douze poetes de Saint Domingue, Poemas de último minuto: antología de la poesía dominicana contemporánea, Juego de imágenes: nueva poesía dominicana y en las revistas Caribe de Marquette University, Hispanic Culture Review de George Mason University y Cuadernos de poética.
Es autor de las obras: Diario del autófago (poesía, 1997), Vuelos de la memoria (poesía y ensayo, 1999), La espiral sonora: Antología del poema en prosa en Santo Domingo, 1900-2000 (2003), Poética de la palabra. Ensayos de teoría literaria (2005) y Sueño escrito (Premio Nacional de Poesía, 2002).
Director General del Libro y la Lectura de la Secretaría de Cultura, subdirector de la revista Xinesquerma y coordinador editorial de la revista de la Secretaría de Cultura. Ha colaborado para varias revistas y periódicos de circulación nacional.
Cuadro--Bello de luna--José Manuel Merello http://www.merello.com
miércoles, mayo 10, 2006
Cuando la casa se quema... bloggera: Awilda Castro, escritora puertorriqueña invitada
Cuando tu casa se quema y no puedes hacer nada
Awilda Castro
Hoy me preocupa mucho el país, mi país. Ese que dejé hace casi ocho meses buscando un mejor sueldo, mejores oportunidades profesionales, un lugar más tranquilo lejos del violador de Santa Rita. Todos los días entro a endi.com para saber que está pasando y leer que van a cerrar el Departamento de Educación porque no hay chavos, pues son palabras mayores. Leer que Rivera Schatz dice que lo que va es un cuatro por ciento y no negocian pues como que a uno no le da paz. Como si Rivera Schatz fuera el que mandara en el país.
No me voy a detener a hablar de la incompetencia de todos estos políticos porque agua pasada no mueve molino. ¿Ahora que vamos a hacer? No veo salida y aunque trato de respirar hondo y no pensar lo peor siento que esto se veía venir tras año de aumentar el presupuesto una y otra vez y hacer préstamos para pagar gastos de operación. Dinero que no va a volver nunca. Pienso en mi papá, que luego de dos divorcios no tiene casa y la mitad de su sueldo lo paga en pensión alimenticia. En Mami cuyo único ingreso son los cupones y cada mes escoge entre pagar el agua o la luz. Pienso en mis amigas de escuela superior que luchan para pagar la casa y conseguir un trabajo para mantener a sus hijos. Pienso en todos ellos y el nudo que se me hace en el pecho es inmenso. Es como ver que tu casa se está quemando y no puedes hacer nada para ayudarlos.
Awilda Castro
23 de abril de 2006
http://bolasdepelos.blogspot.com/
Cuatro robado de Eduard Munch, El Grito de 1893
miércoles, mayo 03, 2006
Versos desde el desierto de las sombras-- por Ana María Fuster
Desde el desierto de las sombras
Estoy en el desierto de las sombras
la muerte serena tomó un café junto a mi reflejo
la niña observa, sólo queda la dorada huella de sus pies sin cuerpo
de su boca de lágrimas navega el mar de los exilios
y creí soñar con su mirada de manos al cielo,
tan pequeñas que acurrucan mis dolores y sonreía mi aliento
quise danzar junto a su recuerdo, pero siempre huye.
Aquí, la noche es una ventana hacia el abismo.
Me asomo y me falta el aire
cuando el abandono de los silencios duele en el alma
y la venganza es un eclipse de miedos deshabitados
Sigo aquí, aunque la soledad me hace el amor cada mañana...
pero no tengo miedo, los minutos me aman en las noches.
Mi diario sobrevive de arena y versos ajenos
son los secretos de nuevas risas, caricias y espejos
aún así, quiero morir bajo el árbol de su nombre de niña perdida
pero talaron hasta la última primavera de una ciudad sin cuerpos.
Recuperé la voz en el desierto de las sombras
fue tarde, demasiado tarde,
mis palabras peregrinaron tras las huellas de sus ojos
siquiera respiró el aire de mi sombra alejada en otro eco
y es que el tiempo jugó a la ruleta con un pirata
muriendo sangres de manantiales deshidratados
así como el poeta, tampoco me quedan muertes para nacer
sólo una botella en la arena y la espera…
Ana María Fuster Lavín
cuadro de Max Ernst
Versos de sitio y fuga--Aire--poema de Marioantonio Rosa
Aire
El viento, yo solo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
Pablo Neruda
Estoy de sitio y fuga;
inventado en un tranquilo abandono de sombra.
Aquí la noche es de mar, un mar de celos escondidos
con jirones de palabras crueles, como la danza de un campo,
o esa luz en la frente que se pierde, o ese ciudadano
hecho de fiebres en el tintero de la ciudad.
No, no tengo una muerte para nacer.
Lo que he vivido queda en los picos de los pájaros
en ese aguacero de granos que palpita una orilla extraña
donde no termina de imaginarse el sol.
Entra a mi silencio,
como quien entra a una boca de lluvias con el tiempo,
y sabe que el temblor del alma canta sangre,
sabe que las raíces del beso están vacías,
sabe que el hogar se ha quedado con las ásperas visitas
de un cuchillo que juega a tener las manos pequeñas,
y luego en una tarde, limpia sus cadencias de asfixia.
Entra y nunca acaricies el nombre de las alas,
no alumbres la ceguera de un número en exilio.
Sigue tranquila donde la desnudez se olvida,
y el sitio del pie rasga muros sedientos de velos.
Adivina tu corta fantasía,
aprende a herir tus viajes en sonidos.
Puede llegar un día en que la soledad invoque a sus hogueras
con una huella tuya viva para el sueño,
y la piel destruya su único templo de cansancio.
Entra como el aire,
a la copa del destello, a la pólvora del nido.
Entra como quien llegase de una gran batalla,
con flores de sudor, fatiga de sombras, oídos muertos en espadas,
y conoce la conversación definitiva del miedo,
de sitio y fuga,
como yo, antes de tus palabras y de las muertes perdidas.
Marioantonio Rosa
poeta puertorriqueño
http://surparacaminantes.blogspot.com
cuadro de Salvador Dali
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