miércoles, julio 16, 2008

para Miguel en su cumpleaños uno de sus cuentos favoritos---



Arroz con leche

Miguel era un niño puertorriqueño que vivía en el sur del Bronx con su mamá, su abuelito Papo y su hermana Sofía. Aunque eran algo pobres, Miguel siempre estaba feliz, porque vivía en un hogar lleno de amor. Sofía sabía hacer juguetes con papeles, latas, sogas y pedazos de madera que encontraba. Abuelo Papo les contaba en las noches historias de cuando era joven y vivía en el campo de Utuado en Puerto Rico. Miguel era feliz haciendo recados y estudiando. Pero a veces se ponía triste, tenían poco dinero para pagar las cosas y llegaba la Navidad.

La mamá era enfermera y trabajaba mucho, pero siempre les dedicaba tiempo. A veces jugaban cartas y leían cuentos. También les enseñaba a cocinar mientras hacían trabalenguas. Todos los sábados, ella les preparaba su postre favorito: arroz con leche. Los dos hermanos disfrutaban ayudándola a batir el arroz en la leche y un poco de azúcar.

—Miguel, por favor, ve al colmado de don Juan y pídele un litro de leche. Dile que el lunes le pago. Recuerda, no hables con extraños. —Dijo la mamá un sábado y le entregó un papelito con el recado.

Miguel salió obediente a comprar leche para el desayuno. Se sentía muy importante y útil. Ayudar a mamá era una forma de demostrar que se estaba haciendo mayor. En la tarde ayudaría a su hermanita a prepara la tarjeta de Navidad para el abuelo y una cajita para mamá.

— Gira que gira,
salta que salta,
vueltas de risas
caminos de miel.— Cantaba el niño y saltaba por el camino. También pensaba en el arroz con leche que tanto le gustaba. Miguel llegó rápido al colmado.

—Señor, mi mamá le envía este recado. Necesitamos un litro de leche y un paquete de arroz.—Le dijo Miguel a don Juan y le entregó el papelito. Mientras miraba a las personas pasar a través de la ventana.

—Aquí tienes Miguel. Eres un buen niño. Ahora ve a tu casa sin detenerte en el camino. Saludos a tu mamá.—Le dijo don Juan.

—Sí, señor. También tengo cuidado al cruzar la calle. ——Contestó Miguel y tomó el paquete con el litro de leche y el arroz y los echó en su mochila. Luego, le dijo adiós con la mano a don Juan.

Miguel regresó por el mismo camino muy contento. El niño sabía que su mamá estaría orgullosa de él.

— Corre que corre,
nada que nada,
recoge la llave
de azúcar y amor.—— El niño continuaba cantando hasta que tropezó con una bolsa de papel. Miguel se levantó del piso, se sacudió los pantalones. Quedó impactado con la misteriosa bolsa de papel.

¿Y sí hay una bomba de un espía? Pensó, Miguel. El niño se rió. Eso lo había visto en una película en la casa de los vecinos. ¿Y sí hay un conejo como el del mago? No sé mueve, a lo mejor es un chocolate, qué rico.—decía en voz muy baja y se agachó investigar el misterio.

—¡Ay, bendito! La bolsa está llena de dinero.— Dijo Miguel al mirar el contenido de la bolsa y la cerró de nuevo. Estaba muy contento. También, asustado.

—Le diré a mami que compre una televisión. Quiere ver las películas y nunca puede. Puedo ver con Sofía los dibujos después de estudiar. A abuelo Papo le gustan los deportes y la novela. Podré comprarles regalitos de navidad. También uno para la maestra. — Pensaba Miguel con mucha ilusión. Caminaba despacio e imaginaba la televisión en la sala de la casa. Miguel abrió otra vez la bolsa y miró el dinero.

—Le puedo comprar a Sofía una muñeca nueva y para mí, unos patines.—Imaginaba Miguel con una sonrisa en su cara.

Miguel guardó la bolsa con el dinero en su mochila y aseguró en sus brazos el litro de leche. Luego corrió hasta la entrada del edificio donde vivía con su familia. Miró hacia las ventanas y su hermana lo saludó.

—Sofía tengo un secreto. Deja que te cuente.—Gritó Miguel. Estaba muy contento. Pensaba en todas las cosas que podría comprar con el dinero encontrado.

Miguel abrió la puerta del edificio y vio a una vecina muy anciana que lloraba.

—¡Doña Paca! ¿Qué le pasa?— Dijo Miguel y le tocó el brazo a la señora.

—¡Ay, pequeño! Perdí el dinero de la renta para pagar mi apartamento. Lo puse en una bolsita de papel y se me cayó en el camino. Lo perdí. Si no pago hoy me echan.—Dijo doña Paca y comenzó a llorar otra vez.

Miguel se quitó la mochila y la puso en el piso. Sintió las pisadas rápidas de Sofía, bajando la escalera.

—Miguel, cuéntame el secreto. ¿Qué sorpresa tienes?—le dijo emocionada Sofía.
Miguel le dio un abrazo a su hermanita. Se secó una lágrima que comenzaba a salir y sonrió a la anciana.

—Mire, doña Paca. Encontré esto en el camino. Yo creo que es suyo—Dijo Miguel y sacó la bolsa de su mochila.

—¡Gracias mi niño! ¡Qué Dios te bendiga!—Dijo doña Paca. Cogió la bolsa y le dio un beso en la frente a Miguel. Sonrió muy contenta y salió a la calle.

—Cuéntame ya, Miguel.

—Sofía, esta tarde te ayudo a preparar los regalos como tú sabes. Buscaremos cositas por ahí…

Miguel y Sofía subieron rápido las escaleras. Llegaron a su casa. Sofía se puso a cantar. El niño le dio la leche y el arroz a su mamá.

La mamá y Sofía comenzaron a preparar el arroz con leche, mientras hacían trabalenguas. Miguel las miraba muy contento pensando en su postre favorito y en la sonrisa de doña Paca. Estas navidades serán muy bonitas, pensó.


Ana María Fuster


3 comentarios:

ubertostabile@hotmail.com dijo...

Miguel... una vez más felicidades, te sigo, el 20 me toca a mi. Un fuerte abrazo

Ana María Fuster Lavin dijo...

Hola poeta Uberto Stabile!! Miguel recibió tus felicitaciones, y sí nos acordamos de tu cumple, el de mi duende también es el 20!!!
Es que se lo voy celebrando toda la semana...
un abrazo desde el Caribe

Alexei Tellerias dijo...

Es hermoso!!!!