miércoles, octubre 08, 2008

por eso de que se acercan dizque las elecciones, reciclamos un escrito

Crisis nacional de laxantes
Al templo sanjuanero de mármol


Manual de instrucciones para una higiene adecuada, manual para protegerse de atentados terroristas cuando te encuentras en el baño; manual del buen político… Una vez leí que Julio Cortázar tenía una enfermedad que producía que sus huesos crecieran durante toda su vida, aumentando en su adultez un centímetro al año. Aún así mi papá tampoco entendió que yo siempre quise ser poeta; por el contrario, me convertí en negociante callejera, hasta enfermar; terminé limpiando baños en un antro gubernamental. No les informé, tengo veinticinco años.


Con este trasfondo fáctico y normativo, analicemos el caso de marras en sus méritos.

Existe una crisis nacional de laxantes. Una pitonisa anónima afirmó que se le estriñe la mente al que no tiene fe ¿o era al fanático? Político, religioso, vanidoso, pintoresco, ignorante, bueno no recuerdo qué profesión, la idea es que lo escuché en un programa de radio, whatever, y llevo tres días sin ir al baño; ni para limpiarlo ni para vaciar mis residuos orgánicos. Una parálisis de ciertas funciones neurológicas e intestinales, dijeron en otra emisora, ha causado un salpafuera terrible y hasta es posible que tengan que clausurar la fábrica de papel de inodoro debido a un superávit en la producción. Eran los fanáticos de toda denominación.


Mi vecino, el que tiene la lavandería en la calle Loíza, asesinó al perro que le cagó la entrada de la casa; ya ves, ese estreñimiento puede hasta salvarte la vida. Todo será cuestión de quién defeque y dónde. Luego comenzó en la radio otro debate sobre qué nombre ponerle a la estación principal del Tren Urbano. Honor a quien honor merece. Supongo que los trenes tampoco tienen inodoros, pero el hambre ataca y en mi horóscopo decía que tendré suerte en los negocios, que tome las cosas con calma, que recibiría una visita de un antiguo amor. Y hace tres días que no cago.


Cuando niña escribí un poema, pero mi papá se rió antes de terminar su palo de ron. ¿No les dije? Profesor, no, catedrático universitario retirado… Sin embargo, siquiera no tengo ni unos malditos diez pesos pa los kotex y un paquete de pañales, etapa 3, y los negocios fueron tan mal, que se me enfermó la sangre de un virus que mi mamá no se atreve a decirle a las amigas. Qué vergüenza; que ni terminé la universidad; hay alcaldes y senadores que no han estudiado. Tampoco les contó a sus amigas ni lo de mi enfermedad, ni lo de ser madre soltera, ni tan siquiera que quise ser poeta, sí, mi vida le ha dado mayor vergüenza que cuando mangó a papá en la oficina de la rectoría con una secretaria desnudita, y sus amigas lo sabían… Que me enfermé por el maldito negocio, y ganaba sin plan de retiro ni el siete por ciento para Hacienda, pa servirle. ¿En verdad Cortázar crecería un centímetro cada año?


Y a todos se nos estriñe la mente porque a lo mejor no leyeron las instrucciones del manual ese, que encima estaba en inglés, ni el de la Legislatura; pero yo tenía la versión en español. Un día encontrarán la cura; en otra emisora dijeron que quizás pueden clonar los intestinos de los indios ticuna del Amazonas, ellos nunca han padecido de estreñimiento. Es cierto, quizás requeriría el uso de los periódicos cuando todos consigan ir al baño y liberarse de su mierda acumulada. Se limpiarán con las últimas noticias de un país africano, de un joven escritor asesinado en una barra de Santurce junto a su amante; de otra escuela de computadoras invisibles, obviamente también vandalizadas por culpa del estreñimiento.


Recuerdo en mi niñez cuando regañaron a Ernesto en la clase de inglés por haberse tirado un peo, perdón, un gas, y cuidado con las ondas expansivas. Ernesto lloraba diciendo I am sorry, y faltó al otro día a la escuela, para su desgracia le obligaron a regresar. Le recordamos el día de la graduación la entrañable anécdota. Supongo que él tampoco padeció nunca de estreñimiento. Olvidé, my name is Alejandra.


Papi nunca quiso leer mi poema. Prendí la radio y el locutor vomitaba, la señora vomitaba, y no hubo un acuerdo de Estado, quizás vomiten ante la imposibilidad de sacar sus excreciones por otro lado. Y gritan a coro y vomitan en la calle, en el gobierno, en los chinchorros religiosos, templos con dinosaurios, y hasta en el shopping; porque cuando los desperdicios orgánicos no pueden salir por un lado, salen por el otro. Aún así llevo tres días sin ir al baño, aunque siento sudoraciones y mucho dolor, quizás sea el virus, como cuando Servicios Sociales, “peldón”, el Departamento de la Familia, le quitó el hijo a la vecina porque su ex marido dijo que ella era puta. Yo me escondí con el mío --digo mi hijo, que marido, no, gracias-- en casa de un antiguo amante de mi papá: lo oyeron bien un... En la masacre del capacete de 1988, los indios ticuna muertos fueron arrojados y hechos desaparecer en el Río Amazonas.


En el manual está la clave. Quizás al prender la radio anuncien que descubrieron el laxante salvador, o que era cierto eso de Cortázar, quizás mi horóscopo esté correcto y me reencuentre con algún antiguo amor que no recuerdo. Decidí no encender la radio, tampoco aguantar un día más. Visité la casa de mis padres, mamá lloraba, papá había muerto como el mismísimo Elvis en el baño, no en la bañera como el Rey del rock, sino en el trono, curiosamente no vomitó, quizás sí entendió mi poema, o encontró su laxante particular. Mañana tengo que regresar a mi honroso trabajo, quizás los medicamentos no me den tanto dolor de estómago. El responsable de la masacre de los ticuna fue absuelto.


Está lloviendo y sonó mi celular. Apaga la radio Alejandra. El día mundial del inodoro es el 19 de noviembre. ¿Pueden creerlo? Tampoco hay inodoros en las guaguas. Nadie entendió a su inventor francés, y otro francés inventó el bidet. Curioso, ese es el día del Descubrimiento de Puerto Rico, o cualquier otro sinónimo bonito, de nuestra bella isla. Muchos morirán en el inodoro hasta que no se resuelva la crisis. Y dicen que al tercer día resucitó de entre los muertos, el otro lo hizo después de perder unas elecciones. Sospecho que todos siguen sin leer el manual. Finalmente pude vaciar mis intestinos por el lugar indicado. Mientras los fanáticos, y demás especímenes, seguirán vomitando y yo, Alejandra, limpiando perennemente sus baños.


ana maría fuster

bocetos de una ciudad silente

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