lunes, diciembre 28, 2009

Libros a la venta


Libros a la venta
Ana María Fuster
1. Verdades Caprichosas
(cuentos, First Book Pub. 2002)
premio del Instituto de Literatura puertorriqueña
$5.00


2. Réquiem
(novela cuentada, Ed. Isla Negra, 2da. ed, 2008)
premio del PEN Club del Puerto Rico
$12.00

3. El libro de las sombras
(poemario, Ed. Isla Negra, 2007)
premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña
$12.00

4. Bocetos de una ciudad silente
(cuentos urbanos, Ed. Isla Negra, 2da ed., 2008)
$15.00



Para ordenar:
Costos de envío $2.00 por cada ejemplar a Puerto Rico
y Estados Unidos, $5.00 por cada ejemplar a los demás países

* Se enviará un ejemplar gratuito de Verdades Caprichosas
con la compra de dos o más libros


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a nombre de Ana María Fuster
a la dirección

Ana María Fuster
Borinquen Literario
Ashford #1485, II-702
San Juan, Puerto Rico 00907

Favor de incluir en el sobre:
Nombre, dirección y correo electrónico del destinatario
Junto a los libros interesados y la cantidad.

Más información: fusterlavin@gmail.com
787-307-4066

Pronto los poemarios:

El cuerpo del delito

El Eróscopo: daños colaterales de la poesía

lunes, diciembre 21, 2009

Noches de insomnio 2....


Noches de insomnio 2

el temor a la vejez ¿envejece?
el temor a la muerte ¿enmuerta?"
Juan Gelman


Me ahogo, no lo siento, pero en efecto me estoy ahogando. Son esas intermitencias de la vida así como de la muerte, que me inundan de silencios. Me ensilencio de todas las mujeres que me habitan y se liberan mis nombres y apellidos en vuelo libre. Los pedazos de mi vida comienzan a llorar nostalgias que se escapan por las ventanas desnudas. Ventanas mudas. Ventanas de rostros sin bocas. Ventanas sin sueños. Ventanas, siempre ventanas en las noches de insomnio.

Fue el suicidio y el retorno a la vida. Cinco, tal vez seis años de comatoso anonimato. Como consecuencia, mi diario quedó vacío. Mi vida recomienza en el valle de los olvidos. Las mandrágoras también amanecen de mis manos para enloquecer a los malos amantes, otras veces para vengarse de los buitres del poder. Al fin de cuentas, la mezquindad es el espejo de los comunes. Yo sólo le pido a tu sombra, nuestra sombra, que hagamos el amor en una madrugada, cualquiera, pero pronto y recuperar mi nombre. Retomar mi piel de palabras.

Ahora me bebo todos los silencios para salir a flote. Las intermitencias de la vida y sus muertes están bajo control. Rematarme, remorirme, como revivirme en otro tiempo y lugar. Salir a pasear bajo la lluvia y sonreír descaradamente a un desconocido, que por supuesto se sonrojará y me preguntará lo que se le antoje preguntar. Dudar en todas las posibilidades de los encuentros y contestar que un café con dos lágrimas de azúcar y una sonrisa de leche son la justa medida. Sólo tienes que llamarme.

Llámame.

Ana María Fuster Lavín


cuadro de Lucía Maya

jueves, diciembre 10, 2009

El Cuerpo del Delito: Declaración jurada que fue encontrada entre las páginas de la bitácora muchos años después del naufragio


Cadena Perpetua


Me declaro culpable sin remordimiento
ni miedo al castigo inminente en estos casos,
confieso, en pleno juicio de mis facultades,
que aún te espero y deseo
que tu imagen llueve desde mis laberintos,
que hurgo sin recato en el delito de tu recuerdo
para retomar a mano armada los cuerpos ansiados,
el tuyo y el mío, ensementados flúvicos.





Mi condena es perpetua por reincidente,
por quererte de forma irreprimida,
por perversar una y otra vez nuestros pliegues
y relamer todos los versos guardados
con el agravante de pensarlos, retomarlos y liberarlos
para hidratarnos de todos presentes posibles.






Mi alegato de culpabilidad es irrevocable,
alego legítima defensa sin entrampamientos,
exijo el cumplimiento de mi condena,
por amarte irremediablemente con alevosía
desde tus ojos de mar, del vino entre nuestros labios,
así, ensalivados de sueños, escaleras y futuros
hacia las idas y venidas de nuestras manos
sentir el dolor erecto que ansía el néctar de dos sabores:
ese dueto de gemidos en sol mayor para una sonata de salitre.












No pido indulto u otra clemencia leniente,
no aspiro a la libertad condicional
o menos aún, reducción por buen comportamiento,
no aplaques mi dolor ni el castigo,
duéleme hasta que no duela más,
condéname inminentemente a la muerte constante,
condénate a morirnos de lenguas y miradas,
condenémonos sin remedio a revivirnos,
a morir y remorir entre tu piel y la palabra,
a renacer y volver a morir condenada a tu aliento,
condenada a nuestro orgasmo perpetuo
para morir y morirte hasta el fin de los días,
para que me mueras desde nuestro cuerpo del delito
hasta la eternidad, juntos, sin arrepentimientos.







Ana María Fuster




miércoles, diciembre 09, 2009

Las cosas como son, no más silencio.... Cucubanos por Mayra Montero

06-Diciembre-2009
Mayra Montero
Antes que llegue el lunes


Cubanos
http://www.elnuevodia.com/columna/645324/

Aquí el exilio cubano, como comunidad, debería pedirle perdón a Mari Bras, que es un patriota. Debería pedírselo al pueblo de Puerto Rico

Ahora que se desclasifican papeles del FBI -los cuales evidencian lo que todo el mundo más o menos sabía, y es que a mediados de los años setenta aquí se cocinaban asesinatos como cocinar sorullos-, valdría la pena mirar un poco atrás y reflexionar en lo que provocó que de pronto empezara a cundir el terror; que la gente lo aceptara en silencio, y que se llegara a matar a sangre fría por motivos políticos. Porque aquí se mató, no una, sino varias veces, y los planes eran seguir matando, como hemos visto en el caso de Juan Mari Bras.

¿Qué permitió que un grupo de enloquecidos cubanos, que no eran opositores serios, ni era gente sensata con perspectiva histórica o formación de nada, sino histéricos inescrupulosos, se afincaran en Puerto Rico, amenazaran de muerte a todo el que le venía en gana, y se reunieran en un céntrico restaurante para decidir a quién iban a lanzarle amenazas telefónicas, reventarle las gomas del carro, o si se ponía a tiro, reventarle la cabeza?

Hoy en día, sería impensable que, desde un periodiquillo soez, como lo hubo en aquel entonces, un semanario que se llamaba La Crónica, se amenazara abiertamente a las personas; se publicaran sus nombres, y se les advirtiera, sin disimulo, que se llevarían su merecido. ¿Por qué no intervino nunca Justicia ni la Policía? Pues porque eran parte del complot. Policías corruptos ha habido siempre, en todos los cuerpos policíacos y en todas partes del mundo. Los corruptos de hoy, que ganan dinero protegiendo a los bichotes y a los puntos de droga, eran los corruptos de entonces, que como no había tantos puntos ni bichotes, recibían dinero de aquellos trogloditas para hacerse de la vista larga, asediar y colaborar en la defenestración de periodistas, artistas, intelectuales, o gente común que favorecía la independencia.

Hoy, mirando hacia atrás sin ira, o con la ira ya resuelta y puesta en su lugar histórico, hay que admitir que, si culpable fue la Policía, los que la dirigían en aquella época, que luego supimos que eran gángsters; si culpables fueron algunos legisladores que protegieron a esos sujetos, hoy desprestigiados, relegados a la sombra, o presos; si culpable desde luego fue el FBI y el sistema de inteligencia que alimentaba esas actividades, culpables también lo fueron, en otra medida, la prensa de entonces y el exilio decente, que eran miles. Todos los que guardaron silencio.

No cabe duda de que en Puerto Rico había una mayoría de cubanos que miraban con recelo, horror y asco lo que se escribía en La Crónica, o las barbaridades que esa gente prometía, desde la mesa donde comían lechón, y les chorreaba manteca por la comisura; tipos que sólo hablaban de arrastrar, despedazar, volarle la cabeza a éste o aquél. Ni se ocultaron, ni disimularon. Gozaban de total impunidad. La que les daba la Policía, por supuesto. Pero la que les dieron los demás. Cuando llamaban a un periódico puertorriqueño como El Mundo (en el caso que me consta), para amenazar de muerte o sugerirle a un periodista que bajara al parking, pues su carro estaba quemándose, esas tretas de guerra sicológica, ¿qué hicieron los periódicos, qué publicaban de eso?Se llegó al extremo de que era posible que a la redacción de El Mundo, en un momento dado, entraran los mismos individuos que habían llamado para amenazar, con la excusa de llevar un comunicado o cualquier papel, pavoneándose ante los periodistas que habían amenazado unos días antes.

Eran, siempre fueron, individuos jactanciosos; vulgares matones que podían estar hoy de un lado y mañana de otro, pero su esencia siempre iba a ser ésa: la intolerancia, la violencia, la intimidación. Y hay un detalle crucial: si es malo ser eso en el país de uno, mucho más malo es serlo en un país ajeno, que los acoge como refugiados.La prensa calló. El exilio decente miró para otro lado, en gran parte porque también les tenían miedo. Y durante esa curva de mediados de los setenta, del 73 más o menos hasta los asesinatos del Cerro Maravilla y un poco más allá, esto fue un Chile chiquito (de Pinochet), o una Argentina chiquita (de la Junta Militar). Y esas realidades hay que rescatarlas y documentarlas.

Al igual que la Iglesia católica, después de un cierto número de años, ha pedido perdón, como institución, por sus errores y complicidades, aquí el exilio cubano, como comunidad, debería pedirle perdón a Mari Bras, que es un patriota. Debería pedírselo al pueblo de Puerto Rico. No fueron todos, ni hoy son los mismos, pero los cubanos tienen esa mancha encima. Se empieza por reconocerlo.

Un poema, precisamente del cubano Nicolás Guillén, lo resume en forma magistral: “En fin, que todo lo recuerdo, y como todo lo recuerdo, ¿qué carajo me pide usted que haga? Pero además, pregúnteles, estoy seguro de que también recuerdan ellos”.

Mayra Montero

miércoles, diciembre 02, 2009

Mala fe gubernamental--Civilización y Barbarie----Carmen Dolores Hernández

28-Noviembre-2009 CARMEN DOLORES HERNÁNDEZ
ESCRITORA


Civilización y barbarie

El contraste entre civilización y barbarie -expresado por Domingo Faustino Sarmiento en el título de su emblemático libro sobre un caudillo de las pampas argentinas- siempre ha sido dramático. Y fin ha sido siempre la línea que las separa, aún en nuestro “avanzado” siglo XXI. Una quiebra en un sistema, un brote de violencia, una decisión administrativa tomada a la ligera pueden dar marcha atrás, en cuestión de semanas, a lo que tomó décadas -y hasta siglos- en construir.

Entre los elementos que nos separan del caos social, de la necesidad de estar reinventando continuamente la rueda, están las instituciones, organizaciones que tienen vida más allá de las personas y de los grupos. La institucionalización de una iniciativa asegura su supervivencia aún cuando sus fundadores hayan desaparecido; garantiza su continuidad; canaliza los esfuerzos para lograr un fin específico y preserva un cúmulo de experiencias que se transmiten como herencia cultural de generación en generación.

Resulta peligroso, por lo tanto, jugar con las instituciones establecidas sin tener otras, probadas y reconocidas, para sustituirlas. La necesaria regeneración y puesta al día de las instituciones ha de hacerse cuidadosamente y desde un compromiso con la naturaleza misma de cada institución, procurando su mejoramiento. Reconstruir es más recomendable que destruir; reanimar es preferible a eliminar. Una sociedad civilizada necesita instituciones sólidas y a la vez flexibles, capaces de regenerarse y de responder, dentro de su estructura particular, a los cambios del momento y a los retos previsibles del futuro.

Eliminar instituciones importantes de un plumazo o estrangularlas lentamente son actos irresponsables. Este gobierno está siendo irresponsable en ese sentido. Está desarticulando y/o desestabilizando instituciones con larga e importante trayectoria, que abonan a la cohesión social y al fortalecimiento de sectores importantes del País. Y no tiene nada que valga la pena para reemplazarlas, nada que responda a las necesidades del País para llenar los vacíos que quedarán si sigue adelante con su política. En vez de afianzar la civilización, nos estamos abocando, si no a la barbarie, sí a la desorganización.

Entre las instituciones que están hoy en riesgo de ser desarticuladas en Puerto Rico, muchas son fundamentales para nuestro entorno físico, para nuestra cohesión social y para nuestra cultura. El movimiento comunitario, por ejemplo, está seriamente amenazado por los que deberían tener más en cuenta sus intereses: las administraciones centrales y locales y la Legislatura. El botón de la muestra es lo sucedido con el Fideicomiso de la Tierra del Caño Martín Peña. Igual suerte parece cernirse sobre el movimiento ambientalista y sus logros, obtenidos tras décadas de lucha, especialmente en la cuestión del Corredor Ecológico del Noreste. Instituciones educativas y culturales como la Universidad de Puerto Rico, el Instituto de Cultura Puertorriqueña y la Escuela de Artes Plásticas están sufriendo embates que amenazan, si no su existencia misma, sí su capacidad de seguir desempeñando con eficacia el rol para el que se fundaron. El Colegio de Abogados, institución centenaria, es otra baja en esta lucha solapada del Gobierno contra instituciones de larga trayectoria en el País.

Las intervenciones gubernamentales se suelen llevar a cabo sin ofrecerle al público suficiente información sobre propósitos y métodos, sin debates en foros adecuados conducidos de forma limpia, con la disposición de escuchar opiniones autorizadas y teniendo en cuenta los mejores intereses del País. La táctica favorecida es confrontar a la sociedad con el “fait accompli” o hecho consumado, más propia de una guerra de guerrillas que de la administración de un país que se merece un gobierno abierto, que busque el consenso de los múltiples sectores de la sociedad en su promoción del bienestar general. No hay lugar en ello para agendas ocultas.

No es que las instituciones no sean susceptibles a reconceptualizaciones y reformas. Pero una cosa es la crítica constructiva y la reconstrucción y otra la desarticulación, la incuria, la exclusión y -también- la mala fe.

www.endi.com
http://www.elnuevodia.com/columna/642466/