El poeta puertorriqueño por Andrés González comenta sobre Tras la sombra de la Luna:
La soledad recobrada ya no es soledad: es sabiduría. Y es que abandonando la espléndida ciudad de su propio cuerpo, la poeta Ana María Fuster Lavín se exilia de sí misma para luego adentrarse en el espacio quebrado del silencio, más allá de la luz antigua y siempre nueva de la Luna. Allí la misma Tierra le pare un ejército de sombras que la acompañan a navegar un Mar en silencio. Mas no todas las sombras que la acompañan al partir sobreviven a tan accidentada travesía por el elocuentísimo silencio de los números que nombran las noches del espanto y a través de una facundia verbal que sólo reposa muy brevemente para contar a sus muertos. No todas las sombras que parten tras la sombra de la Luna, alcanzan el puerto seguro de ese "...estoy aquí", de esa constatación del ser - a pesar de todos los pesares -con que la poeta remata - reincidiendo- sus Bitácoras del espanto.
Pocas sombras terminan haciéndole compañía: algunas colegas poetas, algunos amores caducos que penden de los acantilados como faros fundidos, un cuervo fugado de un cuento de Poe, el llanto interminable de todos los niños idos, y toda la sangre derramada tras una lucha tan ardua; sangre que se yergue enseguida como un formidable soldado de sangre, armado hasta los dientes con todas las armas de la muerte. Mas cuando se acaban los números que rigen el álgebra del espanto, cuando - ahora sí - el exilio se ha convertido en un grueso abrigo de mil inviernos, la poeta Ana María Fuster Lavín regresa con un libro de total y radical sabiduría y madurez bajo su abrigo, nimbada por el mágico halo de su iluminada soledad.—
Por Andrés González, Matemático y poeta puertorriqueño (El viaje de los elementos, San Juan, Ed. Isla Negra, 2011)
*A.M. Fuster Lavín, Tras la sombra de la Luna, San Juan, Ed. Casa de los Poetas, 2011
Disponible en CASA DE LOS POETAS http://www.wix.com/casadelospoetas/editores
en la Librería Mágica, Río Piedras, Puerto Rico