Víctima de luz
Julia de Burgos
Aquí
estoy,
desenfrenada estrella, desatada,
buscando entre los hombres mi víctima de luz.
A ti he llegado.
Hay algo de universo en tu mirada,
algo de mar sin playa desembocando cauces infinitos,
algo de amanecida nostalgia entretenida en imitar palomas...
Mirarte es verme entera de luz
rodando en un azul sin barcos y sin puertos.
Es inútil la sombra en tus pupilas...
Algún soplo inocente debe haberse dormido en tus entrañas.
Eres, entre las frondas, mi víctima de luz.
Eso se llama amor, desde mis labios.
Tienes que olvidar sendas,
y disponerte a manejar el viento.
¡A mis brazos, iniciado de luz,
víctima mía!
Pareces una espiga debajo de mi alma,
y yo, pleamar tendida bajo tu corazón.
desenfrenada estrella, desatada,
buscando entre los hombres mi víctima de luz.
A ti he llegado.
Hay algo de universo en tu mirada,
algo de mar sin playa desembocando cauces infinitos,
algo de amanecida nostalgia entretenida en imitar palomas...
Mirarte es verme entera de luz
rodando en un azul sin barcos y sin puertos.
Es inútil la sombra en tus pupilas...
Algún soplo inocente debe haberse dormido en tus entrañas.
Eres, entre las frondas, mi víctima de luz.
Eso se llama amor, desde mis labios.
Tienes que olvidar sendas,
y disponerte a manejar el viento.
¡A mis brazos, iniciado de luz,
víctima mía!
Pareces una espiga debajo de mi alma,
y yo, pleamar tendida bajo tu corazón.
Julia de Burgos
De versos y ríos
A Julia de Burgos
Hoy sigo amanecida de ti
bajo una lluvia de espinas sin pétalos
acercándome a tu alma, Julia
como rosa empolvada de años
o como viaje alado de finales
de piel de ríos y rutas
y recojo cada sol de tus manos.
Peregrina de mi misma
desnudo corazón y palabra
me arranco los ojos ciegos del tiempo
recorro lentamente el río de tu secreto,
y desnuda soy tuya tantas veces,
también mía y de todos, como tú,
me despiertas el alma y me
besas el cuerpo.
Viajo en la sombra del tiempo
en el deseo de pájaros
de tu mirada nuevamente en la mía
para que deposites en mí
esas greñas alborotadas;
y (re)corrernos el surco del poema
hasta mordernos los corazones
en cada constelación
en cada grito de alas
sin distancias sin orillas
acostada en nuestro jardín
quiero ser mía siendo tuya.
Hoy amarro cada ilusión
en la tierra colgada de tus sandalias
ay Julia, cuando anudabas emociones
como un tren hacia todas las miradas
o como corola al viento que no muere
ahora, recojo polvo de años
multiplícame de ti, Julia mía,
para ser la ruta y la voz,
hasta beber la última gota de tus versos.
Ana María Fuster Lavín
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