viernes, junio 23, 2017

Siete nocturnos de cine para vampiros


Tras la puerta de la Luna:

Siete nocturnos de cine para vampiros



No es fácil desprenderse de la melancolía de los cuerpos.

Manuel Rivas

Pero hace tanta soledad que las palabras se suicidan.

Alejandra Pizarnik




I.


Siluetas:

chelo, oboe.

En el plato de vinil con aguja de cristal:

la danza de los colmillos en celo

devora la sangre de las madrugadas.


El film, no visto, los créditos,

dos sombras rozan  una (bien)venida

sus besos cuelgan cual péndulos del eco

penetran las moléculas, faro, sirena,

cuerpo  a cuerpo, la palabra en el verso

hasta el fluir de gaviotas, silencios, el beso,


amanece.





II.


Cinemascope.

El lente anamórfico besa la piel de la piel

un bandoneón gime ante la marejada

ante el eco de la sed,

él/ella se desparrama en el abismo


Allí, una voz en off susurra los minutos de la muerte,

mientras otros labios filman encuentros

como carnadas,amarantos

aquellos que juegan al escondite con el deseo

y, en la distancia, el sexo late horizontes amanecidos.


Close up.

Se abren los sarcófagos

ante la presencia de cuerpos en llamarada.

Sus trapecios oscuros se sonríen

y el sudor es casi palpable ante el espectador

gota a gota sanguinolenta, en cámara lenta,

convocatoria.


El bandoneón es eco y océano

marejada de sangre/salitre

hambre saciada de carne

la carne convertida en fluidos

zigzagueantes, fuego, azul,

hombre y mujer/mujer y mujer/hombre con hombre

  convulsan

frente a frente el clímax

hasta el grito final de las muertes revividas.


Todo en silencio.



III.
 

Un story board:

hombre /mujer

hombre/hombre

mujer/mujer

--el enigma de la inexistencia--

tomados de la mano, las miradas fijas,

los calendarios del silencio o la muerte de los relojes.


A lo lejos, un cabalgar desenfrenado…

El reino de los cazadores y sus presas,

es laberinto profundo, paraíso eterno,

el tic tac de las caricias en tiempo de trueno

la sangre, afrodisíaco del alma,

el vértigo del hambre, de la entrepierna y la boca.


¿Cómo retratar el tiempo de los sarcófagos?


Detrás de la puerta de la Luna

los cuerpos se van desintegrando …


IV.


Flashback.

Luna, sangre, espejo, luz:

esa irremediable melancolía de la locura.


Soundtrack:

el silencio y sus gemidos.

Como exploradores del abismo

la piel se suicida verso a verso

mientras nos vestimos de muerte

y se nos coagula el hambre del hambre

como la sed de la sed.


En la noche de todos nosotros:

viajamos desde los pasados sin final

devoramos la carne de los comunes

nos reírmos de sus pequeñas grandes nadas

y despertamos de tantos inicios sin empezar.


Somos deseo y penumbra

O, tal vez, ese espejismo que se desea…



V.


Clímax.

Una detonación de péndulos y trapecios

o el confeti de tantas muertes como esperanzas.


 De repente, los cuerpos se encuentran

y las miradas un-dos-tres-un-dos-tres.


Lamia, Vetala, Selene, Eros

Cisnes blancos, negros, tritones,

invisibles  susurrantes  simultáneos

zigzaguean el horizonte bajo el surco de la piel

sus cuellos ante el delirio del viaje sin retorno

Los labios, los de ellas, succionan sueños

mientras otra, abreva de su gruta de salitre rosado.


Bajo el rocío

convulsionan.

Ante los primeros rayos del sol,

se empalma aquella mirada de labios

Tras el canto del gallo

ensordecen sus siluetas

amanece

la palabra lucha contra la muerte


se escuchan los acordes del silencio…






VI.


Post-production.

Digitalización de las almas.

Se liberan las esencias como los latidos de la palabra,

la cinta corre, se edita, corre

unos dedos acarician el celuloide

los verbos salivan ante la cornamenta de la noche

y dos o cuatro cartografías corporizan la habitación.


A lo lejos, las doce campanadas.

La puerta de la Luna se abre

mientras, la ciudad danza sus trapecios

y sus héroes devoran fluidos tibios

libres libertos nigromantes, hematófagos

unos poetas, otros no muertos,

convocando a la justicia y a los exilios del hambre.


Alzamos  el vuelo hacia la sangre del poema.



VII.


Noche de estreno.

La cartelera iluminada.


La Luna enciende sus luces,

ha comenzado la función en la tierra.

Se caducan los sarcófagos ante los corazones vivos

gritando el final de los ninguneos en el callejón

esa depredación miope de los sueños,

o la amputación de las alas.


Una voz en off:

¡ Apocalipsis   redención   orgasmo   redimido!


La Luna se eclipsa sobre un pueblo reseco de amor

de repente, el grito de todos los silencios bebió la sangre eterna.


La muerte previene, reviene, se viene

una flor germina de nuestra guarida seca

oscura zanja que fluye de palabras-delirios

y los colores del salitre en los labios  de todos

sin maquillaje, sin vestuario, sin trucos de cámara

la noche es eterna de lenguas, manos, sexos

ha terminado la función en la tierra

la cartelera se va difuminando

todos duermen

mueren


Fin.


Ana María Fuster Lavín

2011-ed.2017

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