Regresar
–memoria de la ansiedad–
no quiero ser silencio
he vivido una muerte desgarrada
que se me aferra a la garganta
en pequeñas agujas sicodélicas
que me sepultan en mi recámara
y temo salir aunque lo desee
no, no pretendí rechazar invitaciones
–bueno, tal vez, algunas, varias–
un rumor doloroso se me atraganta
léeme, estoy aquí intentando salir
viva, aunque no me escuchen
me observo frente a la palabra
para fortalecerme de frente
a esta manía de respirar
lágrimas ocultas y sombras
que estallan la soledad
en cada vena aferrada a mi tronco marchito
en cada secreto del paralizante temor
en cada esqueleto apático
en cada yo
soy aposento de ternuras
resquebrajadas por muecas
que vienen y van
como estatuas de terror,
autoenclaustrada me pierdo
prefiero salir y ceñirme a historias
descaradas groseras rabiosas
aunque mis pisadas se atrofien
deprimidas quiméricas locas
–también me dijeron loca–
mas grito susurros invisibles
que coagulan la sangre de mi ausencia
no quiero ser ausencia
muero una vida ajena
que deambula crepúsculos
recolectando mariposas y flores
también pequeños sueños
y soy esa ella también
que versa puentes azules
cementerios y callejones
otras, una esperanza sonreída
igual
quiero ser reposo y caer
desde mi último sollozo
hacia estas letras y mi corazón
abrir las alas bajo la lluvia
decirle adiós a la ansiedad
a las mordazas de mi isla
a las mentiras y atropellos
al humo de un día tras otro
y correr, encender la memoria
desordenada pero decidida
para parir páginas y encuentros
aprender a dejar ir despedidas
atravesar el porvivir de los cuerpos
olvidar que no se puede arreglar
lo que ha huido
y finalmente regresar
a la que soy
Ana María Fuster Lavín
Cicatrices de la memoria
En
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