Sinfonía de la reconstrucción de un amor
y su palabrificación en Aixa Ardín.
“Sentí el tiempo sudándose en mis axilas
y recogí las migajas de un verso
que, desatendido, yacía en el piso.”
Aixa Ardín de Solté las cosas, en Batiborrillo.
Casi como ese verso buscado y encontrado como migajas, me topé con el Epifonema de Aixa. Fue poco menos de un mes, luego de la presentación de mi libro Bocetos de una ciudad silente, aquí en la librería Mágica. Junto a un cónclave nos fugamos de lo cotidiano, hacia un garito cercano con nombre patriótico y como “medalleros” olímpicos nos ungimos con par de cervezas y una justa y necesaria bohemia. Allí Aixa Ardín como buena bruja-versante transformó la noche, fue cuando desenfundó su varita mágica: su Epifonema de un amor; páginas que ya no pude soltar por su belleza e intensidad, por su juego embriagante de palabras, versos que electrificaban mis manos y me producían fantásticos efectos secundarios. La catarsis orgásmica fue interrumpida por las manos de alguno de los compañeros que me arrebató el poemario. La noche fue plena entre estos versos de amor, más la tertulia con este grupo de conspiradores, produciéndonos exquisitas sensaciones que a la hora de la temporal despedida continuamos sintiendo mientras partíamos bajo la luna llena, cada cual con sus soledades particulares y el recuerdo de estos versos, que hoy retomamos aquí.
En fin, esta tarde tengo el honor de bautizar Epifonema de un amor, el nuevo poemario en formato de libro artesanal o libro objeto de la poeta puertorriqueña Aixa Ardín Pauneto.
¿Qué puedo decir yo que sea nuevo,
que no se haya tragado antes,
que no se haya sufrido antes,
que no haya sido bendito,
atesorado y cuestionado,
que no se haya magnificado
y transformado de amor, por amor?
Aixa Ardín, Epifonema de un amor.
Y entonces, qué puedo decir yo simple y afortunadamente imperfecta mortal ante la obra de esta poeta, sino recoger la inmensidad de estos 300 versos y evitar que queden desatendidos. No pretendo realizar un estudio académico en el que cite a la autora y la compare con Vallejo, o con las poetas Carilda Oliver, Luz Méndez de la Vega, Rosamaría Roffiel y hasta Juana Inés de la Cruz, autoras con las que en efecto podría establecer algunos elementos de contacto con esta obra, sin embargo esto sólo sería para satisfacer el ego intelectual con un listado cargado de autores, obras y estilos que ciertamente sí muestran correspondencia con los versos de Aixa, en un libro perfectamente estructurado. Evitaremos esta tarde la monografía y nos entregaremos a los fluidos, el cuerpo o cuerpos y a la música de la autora así como a su palabrificación.
La poesía a mi entender, está sometida, y hay muchos grados de sumisión, a la dificultad morbosa de la creación, a los trucos seductores para el lector. En conclusión va dirigida a vivirla, degustarla y amoldarla (como ha hecho la propia Aixa al crear este libro objeto desde su propio cuerpo, tinta, sangre y la palabra tan protagonista como el ritual de amor en el poemario . Aquí se oculta una clave del reclamo de amor con la palabra como aliado, como verdugo y torturada.
Esa palabra que nos sentencia, que nos obliga, porque la palabra es el amor, y estamos obligados a ambos. La poeta Ardín, ya nos da una clave desde la misma dedicatoria de su poemario: “A la palabra, por ser incompleta sin la acción.” La poeta, es amor, es palabra, es poesía, ese verso que hemos sido, y que somos. En realidad el poemario de Aixa es un ritual de seducción, de transformación y reconstrucción de ese amor, y de la poesía misma.
“Tornar mis suspiros
en métricas y sinalefas,
contar para ello con el ritmo de la rima
para que los versos cumplan un rigor,
una tiranía.” Aixa Ardín
Entonces la poesía ordena y yo obedezco. Y la poeta vive el ritual sadomasoquista del amor en la propia otredad, una sensual experiencia en versar, ese reclamo a la palabra de la que quienes escribimos y no tenemos escapatoria. Aunque la propia poeta nos manifieste en el libro sobre ese absurdo fatal de lo improbable...
No es un descubrimiento decir que un escritor es producto de sus lecturas, vivencias, del ejercicio constante del acto de escribir. Un poeta, además, tiene que desnudarse, desinhibirse; luchar por sus principios, sus batallas personales como sociales, y amar apasionada y rítmicamente, ser amada y amante en la palabra y en la piel.
Comenta el historiador y escritor Mario Cancel en su libro Literatura y narrativa puertorriqueña (Ed. Pasadizo, 2007) que “no se hace literatura en el silencio y el aislamiento. … La escritura es una reescritura abierta, un medio mixto de cosas que se recogen de una diversidad de lugares, o del reino de lo heterogéneo. … La alternancia caótica es la regla”. Ese medio mixto es la obra, el libro y estructura de este poemario, y el uso del vocabulario.
Porque es que hay palabra y palabras, así es como no hay suficientes para describir la dulce perversión del poeta, Aixa Ardín es una maestra del neologismo, “si no lo hay lo invento”, porque la sensación está ahí, y puede ser una exquisitamente húmeda y degustable, ese divino sabor entre los labios es el fruto flúvico de sus versos.
Me pregunto: ¿cómo no crear nuevos términos si los diccionarios están cargados de imposiciones políticas y sociales a conveniencia de los elementos del poder?, Unos por cierto poco dados al orgasmo abierto y sin gríngolas. Unos por cierto poco dados a la poesía. Unos por cierto que prefieren huir de la poesía como del compromiso auténtico con el ser humano. Esos son los inventores del vocabulario inútil o panfletero. Así como diosa poeta creadora, Aixa emplea las palabras que le sirven e inventa las que necesita, regresemos a su poemario anterior Batiborrillo, publicado en 1998, que describe esta dialéctica poetica de la autora:
Los poetas necesitamos más palabras.
No nos dan las del trabajo
ni las de domingo.
No nos sirve para nada
otorrinolaringólogo
o filantropía.
[...]
Necesitamos palabras como pertrechos,
como fusiles cargados al hombro
para matar pesadillas.
[...]
Más palabras para decir muerte
y para gritar gozo,
o contar del retrechero amor
o de la diuturna soledad.
Los poetas necesitamos más palabras
que las que dicen en el noticiero de las seis
para nombrar el hambre del alma
y la resequedad de la dejadez.
guerra
democracia
colonia
escribirlas todas con letras minúsculas
y de alguna manera mezclarlas
y dejarlas morir,
las que sobran
las que son débiles
las que están passé.
[...] más vale que tengamos algo que decir
algún relato de la melancolía
un sufrimiento desesperado
un ímpetu volcánico de lucha, indignación o vergüenza,
que las palabras no servirían de nada
si los poetas
acementamos el corazón”. Aixa Ardín.
Volvemos al epígrafe de Epifonema de un amor, la palabra es incompleta sin la acción. En definitiva, Aixa Ardín es Poeta, y está dispuesta a entregarse totalmente a causas justas, de igualdades sociales, pero también esta dispuesta a una entrega mucho más difícil, la entrega del amor, de las sensaciones, de la piel y la entrega de la poesía. Así este poemario de formato artesanal, nos reta a esa desinhibición porque sin orgasmo no hay poesía, sin libertad no hay versos, sin amor no hay palabra. ¿Cómo fundirlas todas? Aixa lo resuelve palabrificándose tantas veces como sea necesario, tal vez 300 versos, un poemario.
“Enumerar cada día,
cada espacio
cada palmo de piel,
cada fluvis libado,
cada mirada lúdica,
cada fantasía pendiente,” Aixa Ardín
Es un epifonema construido a partir de la palabrificación de ese yo y su objeto del amor; porque la palabra encierra los recuerdos, encierra esta sinfonía en distintos tempos, para conjurar, identificar y mentar esa existencia en cada detalle. Esa mitad de la otra y la propia, esa certeza.
Palabrificando es una de esas palabras que necesitan los poetas, como bien versó Aixa en el poema leído anteriormente, nos explica la autora como autoridad de la real academia de la poesía, que es palabrificar es “v. 1 convertir en alguien o su recuerdo en palabras. 2. Llenar de palabras una página o servilleta. 3. Convertir un nombre en otro, pronombrizar persistentemente con nuevos sustantivos. 4. Verbificar la imagen con sus inflexiones una y otra vez. 5. Leer el recuerdo en cada letrero de tránsito.”
Palabrificando es el método o ritual versificador con el cual la autora transmite la belleza cruel de la otredad amada, que sólo existe mientras es nombrada, recordada, versificada. La poeta reclama, fluye, exige y nombra, a su vez también juega con el lector, ahí radica otro de los aciertos de este poemario. Por que una idea lineal, plana u obvia sería aburrida, contradictoria al arte. Y nuestra querida Aixa no es ni obvia ni aburrida, más bien creativa, seductora y hasta matemáticamente (per)versa. Aún así, la fórmula de la palabrificación no es la salvación o la culminación, si no la presencia de la otra mitad.
Otro acierto en sus versos y la estética que se corresponden con ellos, es el vocabulario específico que va marcando el ritmo y la intensidad. El concepto del arte en este poema se columpia, además, con la construcción de verbos de la primera conjugación ar junto al enclítico te que construyen adrede la terminación “arte”, y así ofrecer a su amada el arte de nombrarla, encontrarla y versificarla. La mente matemática, poética y musical de Aixa se conjugan como una fórmula geométrica del arte, el cuerpo, la amada y palabra, con los deseos ricamente profanos de la poeta a su otra mitad:
“Beatificarte
desmaterializarte
en quídam divino,
en diosa perenne.
Rubricar en este afán tu santificación
para idolatrarte, para canonizate.” Aixa Ardín.
Así continúa la autora escribiendo para encontrarte y versificarte. Es necesario releer y degustar estos versos, y hasta musificarnos en ellos, eso me provocó contestarle al epifonema con su propio juego gramatical:
¿ Y cómo no amarte?
desde el arte, versificarte,
para nombrarte y conjurarte
y es que encontrarte es desearte,
mirarte, desmaterializarte y retarte;
quizás aventurarte a palabrificarte
como en mi piel martirizarte y mojarte
conjugarte, una y otra vez, todas, recrearte
para siempre pensarte y de nuevo amarte como versarte...
(Ana María Fuster de Bitácora hacia el cuerpo del delito).
Finalmente dice el diccionario epifonema. ‘Exclamación o consideración que cierra un discurso’ ) Así Aixa nos presenta el suyo en la correspondencia del amor y de los cuerpos, como en la posibilidad del verso pleno, la música, la presencia de la amada en la propia voz poética y viceversa. Aún cuando el poema se fractura y aún cuando afirme su quijotesco trabajo de construir o atraer ese amor versificado que es la amada así como la poesía y la propia poeta. Ahí es como la palabra, se completa en la acción, pues la dedicatoria/epígrafe del poemario no es fortuita. Esta trilogía amada/poeta/poesía encierra la triple lectura del poema junto a su estructura.
“Una víscera me avisa que estás cerca
que has pensado en mí
y existo.
He
cruzado
tu mente en menos de un verso.
No ha sido necesario más de uno,
un verso pleno, sí,
créelo, existe.” Aixa Ardín.
Amigos, existe, Aixa Ardín lo ha logrado en su Epifonema de un amor. Felicitamos a la poeta, y le pedimos que continúe su obra literaria que ya posee un sitial en la literatura puertorriqueña y a la que le deberá muchas más contribuciones.
En fin, los invito a leer el libro-objeto Epifonema de un amor y los reto a descubrir esas lecturas, la trilogía del poemario, a vivificarse en sus versos, fluir y fluirse en la palabra, amante y amada de cuerpo y poesía. Les pido un aplauso para Aixa.
Ana María Fuster Lavín
Escritora puertorriqueña
Presentación-Epifonema de un amor
de Aixa Ardín Pauneto
por Ana María Fuster
Librería Magica, Río Piedras
Sábado 1ro de noviembre de 2008
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