30 Enero 2011
UN DEBER PRESERVARESTUDIOS HISPÁNICOS
La decisión de poner “en pausa”, es decir, de suprimir los cursos de bachillerato del Departamento de Estudios Hispánicos de la UPR, impidiendo el ingreso de nuevos estudiantes a partir de agosto, es un golpe bajo a la Universidad y una muestra de desprecio a nuestra mejor tradición educativa.
La decisión de poner “en pausa”, es decir, de suprimir los cursos de bachillerato del Departamento de Estudios Hispánicos de la UPR, impidiendo el ingreso de nuevos estudiantes a partir de agosto, es un golpe bajo a la Universidad y una muestra de desprecio a nuestra mejor tradición educativa. Es una decisión que la administración de la Universidad de Puerto Rico tiene la responsabilidad de rectificar. Ya hemos dicho anteriormente que la fría lógica de los números y los ajustes presupuestarios, resulta muchas veces incompatible con la realidad histórica y social del País. Salta a la vista cuando se toman decisiones que no son suficientemente ponderadas y que se aplican a rajatabla, sin tomar en cuenta su repercusión y el perjuicio mayor que pueden causar.Peor aún es que tales decisiones acusen un marcado tono político, que podría interpretarse como un afán de desmantelar, desbalancear o sencillamente implosionar lo que se supone es un ámbito contestatario. De eso se trata la acción contra el Departamento de Estudios Hispánicos de la UPR, en cuya defensa han salido connotados profesores, artistas e intelectuales.
Alegar que el bachillerato de Estudios Hispánicos no recibe suficientes alumnos como para justificar la inversión que se hace en ese Departamento, en lo que concierne a la contratación de profesores y otro personal encargado de los trámites administrativos, es desconocer unos valores intrínsecos a la historia de la educación en Puerto Rico.
No vamos a repetir aquí la luminosa trayectoria de Estudios Hispánicos, cuando ya lo han hecho, en diferentes escritos, prestigiosas figuras de las letras y las artes, que han salido en defensa de ese espacio donde ellos mismos se formaron.
Poner freno a la llegada de nuevos estudiantes es desmoralizar a aquellos jóvenes que intentan continuar una tradición particular en las áreas del pensamiento, el conocimiento de nuestra lengua vernácula y la interpretación de la historia a través de las grandes gestas literarias.
No es poca cosa si se tiene en cuenta que un pueblo no puede prescindir de esa estructura, de esa base de conocimientos humanísticos, para de allí proyectarse a diferentes campos: científicos, tecnológicos o de cualquier otra índole.
Sabemos que este golpe burocrático, mal diligenciado y jamás discutido abiertamente con la comunidad universitaria, sus profesores y estudiantes, no afecta sólo a Estudios Hispánicos. Otras facultades ven peligrar programas importantes, como en el caso de la Facultad de Educación, donde, según ha trascendido, quedarán “en pausa” también varios cursos.
En lugar de dar la excusa de que la matrícula no es muy amplia y la oferta no convoca a suficientes estudiantes, en la administración central de la UPR deberían preguntarse qué pueden hacer para atraer a las nuevas generaciones a Estudios Hispánicos, y de ese modo revitalizar y mantener activo un Departamento emblemático, necesario y productivo.
Como bien ha señalado la reconocida profesora Luce López Baralt, “una cosa es reducir el tamaño de una institución, otra cosa es denigrarla”. Y no hay nada más denigrante que desdeñar lo que nos ha dado esencia, orgullo y buen nombre internacional.
Por eso hay que salvar ese Departamento de la UPR, cuyo servicio al País y cuyo prestigio internacional nunca han estado cimentados en consideraciones de matrícula, dólares y centavos.
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