“El diccionario fue mi biblia profanada, porque luego de leer sus palabras, oler sus páginas, cerraba mis ojos para pedirle como a un oráculo, le suplicaba divinas providencias para mi futuro... Cuando me enfermaba, en vez de darme una muñeca, o un cómic, mi papá me daba a leer las grandes epopeyas homéricas, los libros de picaresca, o alguna versión infantil del Quijote. No me quedó más remedio que leer y aprender a amar la literatura.” Zoé Jiménez Corretjer
Lee la entrevista en: http://www.elpostantillano.com/pagina-0/critica-literaria/3561-ana-maria-fuster-lavin.html
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