martes, mayo 05, 2015

sobre (In)somnio entrevista

Letras frescas: Vértigo del insomnio y de la sangre

Por Miranda Merced
(in)somnio
Isla Negra Editores
Primera edición 2012


¿Cómo relacionas este libro, con la vida real?
Mi pregunta a la autora, Ana María Fuster Lavin, a lo que ella respondió:
“La ficción siempre parte de la vida real, pero es esa que se refiere a la memoria. Cómo nuestra mente recuerda cada suceso y le añade matices de la imaginación hasta en la propia cotidianidad. Ese periodo intermedio entre cómo nos ven los demás y cómo nos vemos nosotros mismos, con nuestros anhelos y pesadillas, con esos pequeños fragmentos de alegría y esperanzas junto a los traumas sufridos que se mezclan para formar una perspectiva del yo. Por ahí construí mis personajes de Ana y Soledad, ambas una misma persona. Los capítulos de la novela son construidos desde la vida real, los sueños, la locura y el insomnio. En especial, la locura.”

El escritor, la escritora construye su mundo narrativo partiendo de los mejores recursos a su alcance. La investigación o búsqueda de datos es el más frecuente cuando no se domina el tema a la perfección. En ocasiones, sin embargo, la vida misma provee buena parte de los datos que forman la base de la historia. Nos dice Ana María:
“Además de música y estudios hispánicos, estudié varios cursos en psicología y mi padre fue siquiatra por cuarenta años. Me apasiona sumergirme en ese puente que une la llamada “realidad” como construcción social y cómo nuestras mentes construyen la propia realidad desde las alegrías, dolores, fantasías, terrores.
El horror viene de la propia vida. En mi novela el origen del trauma de Ana -Soledad viene del maltrato y abusos sexuales que cometía el abuelo contra su nieta Soledad… Y la posible predisposición de ella a una personalidad disociativa. La personalidad que crea inconscientemente llamada Ana, es la que ella anhela ser.”

Ana María Fuster une en este libro dos temas que me apasionan: los andamiajes de la mente, cómo una equivocada vuelta de esquina puede lanzar al abismo al individuo, y el enigma de lo extraño, lo vampírico, lo oscuro.
Y es de esta forma que la escritora se sumerge y nos sumerge con ella, en el mundo frágil y poderoso que, a pesar de que percibimos que es producto de la imaginación de un personaje atormentado, resulta seductor y a la misma vez escalofriante, al lector.
Como acercamiento al libro, solo hay que imaginarse un mundo en el cual varias mujeres habiten un mismo cuerpo. Si logra imaginárselo, piense que una de esas mujeres es vengativa, sin filtros de censura, sedienta de hacer pagar a los hombres que intiman con ella el crimen que cometiera un abuelo contra una niña.
En una atmósfera de misterio, de sangre e intriga, la historia se presenta de forma fragmentada. La utilización de este recurso es un acierto por su hábil y cuidadoso manejo. Eventos que suceden en una escena se enlazan más adelante, sin dejar cabos sueltos. La caracterización de las protagonistas se presenta gradualmente, moldeando su extrañeza paso a paso, sin permitir que decaiga el interés del lector sino al contrario, creando una fascinación en torno a ellas y, por consiguiente, el deseo de conocer aún más de cada una, la inseguridad y el temor, la sensualidad y la agresividad, de tantas ocasiones. Por el contrario, y muy a propósito, el resto de los personajes se quedan en un nivel menos que secundario, es como si no importaran, como si su existencia sirviera solo para validar los sentimientos destructivos de la(s) protagonista(s) y proveerle el mecanismo de escape, de purga, de castigo. Mueren los amantes, después de la seducción, para luego reaparecer como si nada. El acto sexual se vuelve salvaje: “Ulises ve cómo ella se convierte en jaguar. Brinca sobre su cuello y comienza a estrangularla mientras ella le desgarraba a mordiscos el pecho. La muerte de las pasiones, ambos se vienen desangrados hasta el amanecer. Mar de fluvis, semen y sangre, la esencia del deseo luminoso, la revelación. El eclipse ha culminado, hombre y mujer se transforman y se orgasmican uno en el otro. Mientras tanto los dioses se retiran. Al amanecer, ella y él recobran sus esencias humanas, con todo lo que eso implica.” (p.60).

Ana María Fuster muestra un conocimiento profundo de la desviación psíquica de sus personajes, y también domina la corriente gótica con tal destreza, que juega con las distintas manifestaciones del género con la naturalidad y propiedad necesaria: como pez en el agua. Es un verdadero logro el ubicar la acción en las calles de San Juan y mantener la atmósfera de terror, propia de castillos y ciudades oscuras europeas. La utilización de los sueños y el insomnio no luce como un recurso repetitivo y manoseado. Se presenta como una excelente herramienta para validar la confusión que acompaña la historia desde su título, hasta el final. La escritora logra alternar la realidad y el mundo irreal en la psiquis de su personaje de manera convincente. Esto ayuda a la inmersión del lector en el conflicto. El elemento de la sangre, la fascinación hacia ella hasta el vampirismo, está presente todo el tiempo, cuando no se expresa en palabras, es porque ya ha quedado grabado en la mente del lector, cosa que Fuster sabe que ocurrirá, pues para eso trabajó. Las descripciones, grotescas por lo crudas en ocasiones, sensuales hasta el erotismo en muchas otras, mantienen una tensión muy interesante en la experiencia de lectura de esta obra. Nada resulta exagerado, a pesar de la crudeza en el planteamiento.

Si el lector gusta de la lectura de intriga, del mundo distorsionado de la mente, del erotismo “gore”, no debe dejar de leer esta obra. Si no ha tenido contacto con estos temas y desea conocerlos, es una excelente forma de iniciarse en ellos; pero algo debe tener claro quien se asome a “(in)somnio”, no es literatura rosa, ni simple ni vacía. Son letras con carne, y se quedan grabadas en el recuerdo de quien pase por ellas.

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