martes, diciembre 27, 2005

Versos amanecidos


Versos amanecidos


La sangre grita vida en mi vientre
saltan esporas feromonadas en el silencio;
lo sabes,
no hay secretos en mi avenida
tampoco en tus pisadas,
ahora nos besamos versos amanecidos,
borrachos de sudores desgarramos los secretos
y el faro iluminó la noche de las palabras.

Ahora amanece en otra esquina
mientras la puta muerte reparte el pan
y nosotros ayunamos.
Amanecimos eternidades con una llamada
mil historias, veinte años
y nuestros senderos no se bifurcan
cuando corremos cuerpo a cuerpo, piel a piel,
una carrera a ciento ochenta millas por hora
se estrellan las mentiras contra el muro,
son las piezas de la traición mezquina
que mendiga en las luces de la locura,
pero la luz cosecha destinos en mi éter de dedos fecundados
y la sangre pare sueños en tu mirada de ojos infinitos.

La muerte no entrará en palacio
lo sé,
ya no hay dolor en tu pecho
como tampoco rencores en mis manos
ni maldiciones que violen nuestras luchas
nos acariciamos de labios y promesas
sin final, sin retorno
bajo tu pecho,
inmerso en mi piel
hay otro duende, y son dos,
nos acarician leche y miel
nos amamantan de lluvia
nos llueven las vueltas del calendario
para preñarnos en el oleaje eterno del arco iris
dueños del silencio, el nuestro,
y el tiempo.

Ana María Fuster Lavín

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