La letrista es partidaria de no “pasarle la mano al lector”, como lo haría un texto explícito en moralejas o reducido a sólo “contar una historia entretenida”. (Primera Hora / foto Ana María Abruña Reyes)
Busca provocar al lector en vez de complacerlo
miércoles, 28 de noviembre de 2007
Héctor Aponte Alequín / Para Primera Hora
¿Cómo puede un ficcionista ser sincero, si se pasa escribiendo embustes? En algún momento se contradirá.
En el caso de Ana María Fuster Lavín, ese planteamiento no es válido por la implicación que contiene. Donde dice “los embustes”, debe decir “sobre el lado oscuro de las personas”, motivación para su faena literaria según lo ha repetido en varias entrevistas periodísticas.
Entonces se tiene que parafrasear en afirmación: “Un ficcionista es sincero si escribe sobre el lado oscuro de las personas”. Y ella también es una persona.
¿El lado oscuro? “Lo que no se habla, lo que no te determina: los deseos, las soledades, los anhelos, las perversiones, los miedos, las crueldades: esas pasiones de las que no siempre te atreves a hablar”, detalla la autora de la recién publicada colección de relatos cortos “Bocetos de una ciudad silente” (Isla Negra).
O sea, que ella no hablará explícitamente sobre el suyo.
“Eso que tanto nos encanta urgar, que queremos atrapar tan pronto lo vemos, porque los lectores somos voyeristas, espías, buscamos sentido del detalle más mínimo”, añade a su descripción.
Pues hay que buscarlo en su libro... Pero allí está mezclado con el de las personas, se anticipa la poeta.
“Puede sonar frívolo”, expresa encogida, con la mirada baja y sonriente, cuando se le pregunta, entonces, por la selección de los epígrafes.
“Fue pensando en el escritor que no se queda en la simple anécdota. Me habían criticado que en (la novela) ‘Réquiem’ (2005) faltaba el humor. Aquí traté de trabajarlo. El humor es una forma de las personas tímidas escudarse”, ilumina Ana María la cita “Antes muerta que sencilla”, extraída de la propuesta musical de la solista española María Isabel, de 12 años de edad.
“Porque escribo para que ellos lean, me sacrifico a veces a su estupidez de los sentidos...”, dice el autor portugués Fernando Pessoa inmediatamente después en esa segunda página tras la dedicatoria a su hijo Miguel (6).
¡¿Estupidez de los sentidos?! Parece que la letrista olvidó incluir la antipatía en su explicación del “lado oscuro”. Es que estaba hablando, no escribiendo o, en esta ocasión, escogiendo y poniendo una cita.
Y esa actitud de rechazo no existe en su lado claro, por lo que matiza cariñosamente que no busca “complacer al lector, sino en provocarlo”. Sin embargo, había aceptado que su vuelco al humor respondió a una petición.
“No fue una presión. Mi única presión es la de la corrección”, expresa la correctora legal en la Compiladora del Tribunal Supremo, una especie de “cobacha” en la que ella y el resto de la “cofradía” descubren “en detalles técnicos cómo los abogados pueden ir construyendo una realidad paralela”.
“Bueno, sí, hay que vender también. Por eso varío los temas. Pero no creo en pasarle la mano al lector”, como lo haría un texto explícito en moralejas o reducido a sólo “contar una historia entretenida”, un tipo de escritura cuya popularidad ha sido achacada a la divulgación libre permitida por la Internet.
Amiga de “los novísimos” –como se les conoce a los autores que han presentado sus textos a partir del año 2000– y también de los “ochentistas y noventistas”–quienes en edad son cuarentones, como Mayra Santos-Febres y Alberto Martínez-Márquez–, Ana María dice no creer en categorías de ese tipo porque “ésas son las camisas de fuerza que pueden dañar la escritura”.
Los blogs, en ese sentido, ayudan en tanto proveen una plataforma para cotidianizar la práctica de “escribir grandes ideas en un párrafo” y a la vez obtener crítica de diversas voces constantemente.
“El mundo académico no hay que rechazarlo, pero la actualidad, con celulares, gastos, estudiantes part-times: sin tiempo para leer, nos exige una cercanía”, la que en ocasiones se convierte en largas distancias entre el profesor y el estudiante, el crítico y el artista.
Comparable al ciberespacio es la urbanidad de “Bocetos...”, reflexiona. Le hacía falta expresar, más allá del costumbrismo, que la ciudad habla su verdad, “no desde lo estático, sino desde lo movedizo: las personas”.
El lado “determinado de ellas, la función que cumplen, su trabajo”, ya es supuestamente reseñado por el periodismo, opina. Queda la sinceridad de su lado oscuro.
“Aunque el periodismo tiene de eso, pero desde esa soledad y perversiones del que lo escribe”.
7 comentarios:
Muy de acuerdo estoy con usted, Ana María. No soy partidario de "los paños tibios". Además, ¿por qué tenemos que sincerarnos? Existe una gran diferencia entre "ser sinceros" y "decir la verdad". La primera frase implica "la confesión", sacar "la verdad" por la boca. "Decirla", eso sí, puede significar "plasmar", "estampar", "exponer" la realidad. Por ello, empleando los referentes comunes que dotan al escrito de verosimilitud, se registran la posibilidad de un mundo y de circunstancias en la fabricación de falsedades encubridoras de "lo verdadero" a tal nivel que funde el universo ficticio y el concreto. Ahí siempre habrá planos de asombro, de duda, de sincretismo... múltiples estratas en espera de curiosidad activa... sobre todo, bien hecha, pues en la elaboración se advierte el sacrificio característico del buen trabajo artístico. Hacia ahí vamos, Ana María. En esa guagua se monta este servidor.
Una entrevista extraña en cuanto a su redacción o elección de cierto vocabulario por parte de la periodista, me quedó duda en cuanto el empleo de algunos términos, pero no puedo negar que el contenido es interesante. Felicidades por los bocetos y me gusto la reflexión del lado oscuro, finalmente en algún momento a todos nos arrastra.
Mujer, eres hermosa, inteligente y talentosa, aunque la entrevista aparentó mal intencionada del periodista, supiste como jugar el juego bajo tus reglas, eres muy hábil. Jaque Mate le diste, ¿te dije que eres bella? ¿cuándo presentas el libro? LO QUIERO YA!
Coincido con anónimo, ahí radica el adjetivo.
Perdón, debi de haber dicho "el periodista",en fin pero lo que a mi me estaba extraño entre otros, era la elección del término "letrista", que ya me sonaba despectivo y por salir de la duda, verifique en el dic, y es que en este caso la terminología empleada ni siquiera es de uso correcto.
letrista.
1. com. Persona que hace letras para canciones.
Güi mis llú, Nelson del Castillo.
Cordialmente,
Miguel
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