Aguinaldo post-moderno
1
En el semáforo donde intersectan la Avenida Muñoz Rivera y la calle Ciudad de San Germán, a pocos pasos del rutilante Coliseo José Miguel Agrelot, mendiga lo que fue un hombre. Mendiga sin camisa y en pantaloncete. Con dificultad maneja la silla de ruedas por entre el espacio escaso que separa un automóvil del otro. A la par ondea un vaso de cartón. Sonríe a la hora de cantar “Si me dan pasteles”. Mejor dicho, se arresmiya de continuo. Intenta combatir con tal morisqueta la apatía de los automovilistas que esperan por la luz verde. Pocos bajan el cristal de la ventanilla o se molestan en mirarlo. Pocos le dan un vellón.
Gracias a Dios que el mendigo no está solo. Cuando se esfuma la esperanza de la caridad dirige la silla de ruedas a la vera de un arbolito esmirriado. Allí lo espera un hombrón vestido de casimir blanco, que luce sortijas hasta en los dedos pulgares. Allí se despoja de un gorro navideño, evocador de los que llevan puestos los enanos ayudantes de Santa Clo. Entre los dos desarman la silla de ruedas y suben a una guagua Montero.
2
En el entrecruce de las avenidas Ponce de León y Franklin Delano Roosevelt, contra el fondo de bellas estructuras hipermodernas donde los bancos se alojan, una muchacha menor de veinte años tira besos a los automovilistas. Mortificada y parpadeante, corretea por entre los automóviles como cabra. Las greñas se las cubre un gorro navideño, evocador de los que llevan puestos los enanos ayudantes de Santa Clo. Sobre el pecho se extiende una pancarta, hecha con el cartón de una caja de cerveza famosa. En la pancarta reza una leyenda autobiográfica, escrita con crayola: Tengo sida, pero soy buena.
Tanta honestidad disgusta a los automovilistas. Que, ni por equivocación, aceptan un beso de los tirados al aire. A mí me disgusta el uso gramatical de la conjunción adversativa “pero”. Quién le dijo a la adolescente que el sida contagia a los “malos”. ¡Si al estigma de la enfermedad se le suma el estigma de la moral a dónde vamos a parar! Nadie baja el cristal de la ventanilla o se molesta en mirarla. Nadie se aviene a hacer la caridad y depositar una perra prieta en la mano que pide, la mano por siempre abierta.
3
En el entrecruce de la calle César González y avenida Franklin Delano Roosevelt, en el vecindario del flamante centro comercial Plaza Las Américas, se ubica una mujer a quien parecen sobrarle los años. Disfrazada de jíbara mediante pava y mediante güiro, la mujer se acerca a los automovilistas a cantarles un aguinaldo de un solo verso: “Jingel bel, Jingel bel, Jingel bel, Jingel bel”. La cabellera tostá por el Clairol, la falda a rayas y la blusa de flores, más las uñas de los pies barnizadas hasta incluir los juanetes, le dan una apariencia funesta.
Toca mal el güiro, canta peor y no huele a ámbar. Aún así el limosneo se le da bien: la edad, la impresión de orfandad y el hecho de ser mujer, lastiman el corazoncito de los automovilistas. Quienes bajan los cristales y le hacen señas y hasta la llaman con palabra afectuosa:- Señora, tenga. No le regalan un platal, pero sí lo suficiente como para ayudar a mantener a una hija y un hijo caídos en el vicio, como ella alega. Lo suficiente lo guarda en un gorro navideño, evocador de los que llevan puestos los enanos ayudantes de Santa Clo y que ella utiliza como alcancía.
Después que recoge al hijo y la hija “caídos en el vicio” el sobrino del alma, un hombrón vestido de inmaculado casimir blanco y que luce sortijas hasta en los dedos pulgares, la recoge a ella. Gracias a Dios que el sobrino del alma deposita los chavitos recogidos en un banco y repite, imbuido del espíritu navideño: - “Para cuando estén atrás y no avancen”. Antes separa su comisión. Antes les compra una tripleta de carne de res, pavo y cerdo. Antes paga el plazo de la Montero. Antes chequea las sortijas de moda en la Avenida de Diego de Río Piedras.
3 comentarios:
Muy buen post, te dejo mi tacita de te con mucho amor y millones de terroncitos de amistad.
Nos seguimos leyendo
Veronica
teacupclub@gmail.com
Feliz Navidad Ana Maria.
Atte Paulo
Hola Ana maria
Primero que nada, feliz navidad. que sean las mejores fiestas tanto para ti como para tus seres queridos. un abrazo a la distacia.
la verdad desde que me visitaste simepre paso por tu espacio, para deleitarme con tus escritos y para aprender un poquito de ellos tambien.....
que estes super y que sigas escribiendo....porfavor
Publicar un comentario