Perdidos en el museo
Personajes:
Diego: niño puertorriqueño de 10 años
Claudia: niña venezolana de 10 años
Juan Luis: niño dominicano de 10 años
Ronaldo: niño de 6 años, que casi no habla
doña Petra: conductora de la guagua escolar, señora mayor
puertorriqueña
Lucas: monitor del campamento, puertorriqueño de 21 años
Acto 1
Todos a
la guagua
Es viernes en la mañana del último día del
campamento de verano. Los niños van rumbo a una excursión en el Museo de Puerto
Rico. Están a bordo de una guagua escolar, escuchando música y conversando.
Diego y Claudia –quien viste un uniforme rosado de fútbol– están sentados en la
primera fila; Juan Luis y Ronaldo, en la segunda.
Detrás de ellos vemos al resto de los niños
del campamento. Estos pueden ser actores de carne o hueso, o estar dibujados en
la escenografía, según sea más conveniente.
Sentado en al asiento lateral de la guagua,
se encuentra Lucas, el monitor. A su lado, doña Petra conduce el vehículo. Se
escucha la interminable cháchara de una estación de chismes.
Juan Luis: Doña Petra, tanto chisme me va a dar una
sirimba. ¿Por qué no pone una emisora de bachatas? (Se pone a cantar como Romeo Santos.) “No sé si has cambiado de opinión
y no te vas. Si tu vuelo de las tres cancelaras…”.
Lucas: Jóvenes, tenemos
un cantante en el grupo. (Todos ríen.)
Claudia: Este chamo de
cantante, no creo. Si acaso será pelotero.
Diego: Mira, y que
bachata... Yo prefiero el reguetón o una salsa vieja, como esas de Bobby
Valentín que le gustan a Mami: “Fuego a la jicotea, para que
suelte a Dorotea...”.
Doña
Petra:
(Desde su asiento de conductora, con voz
de locutor.) Directo a los Premios Lo Nuestro, pero del ayer.
Claudia: O como Oscar
D’León, dale.
(La niña se
para en el pasillo de la guagua y comienza a bailar salsa. Los demás ríen. Doña
Petra sube la radio con su emisora de chismes).
Lucas: (Se ríe.) Nena, ni que tuvieras cincuenta
años, con esa salsa vieja… Y ahora vuelve a tu asiento o doña Petra nos va a
torturar con sus bochinches. (Doña Petra
le guiña un ojo y sintoniza una emisora de música moderna.)
Juan
Luis:
Pues yo de pelotero no tengo ni un chininín. Allá tú, que te crees futbolista.
Claudia: ¡Vale, chamo! Soy
la portera de mi equipo.
Juan
Luis:
Yo de balompié solo sé de los mundiales… Lo mío es cantar, nada de pelota.
Estoy en el coro de mi escuela; canto ópera, merengue y bachata. (Ronaldo le hace una señal de "pulgares
arriba" y sonríe.) ¿Verdad que sí, mi chichí? (El niñito asiente con la cabeza, en silencio.)
Diego: (En tono de broma.) Oh, oh, Juan Luis se
picó. ¡Canta, que nadie te calle! Y tú, nena, con uniforme, tenis y guantes
rosita. ¿Quién eres? ¡¿La portera rosada?!
Juan
Luis:
¿O la pantera rosada? (Se pone de pie y
tararea la melodía de La Pantera Rosada. Todos ríen.)
Claudia: (Le saca la lengua a Juan Luis y le da un
empujón que lo hace sentarse.) Yo los dejo, voy a echarme un camarón. (Se recuesta sobre su mochila y cierra los
ojos.)
Diego: ¿Un camarón? Pero
si merendamos hace poco…
Lucas: (Se ríe.) ¡Ay, Diego! Eso es una siesta,
en Venezuela.
Juan
Luis: ¿Como
echarse una pavita? Buena idea. (Juan
Luis también se recuesta sobre su mochila y cierra los ojos.)
Diego: Estos son más
dormilones que...
(El sonido de
un fuerte frenazo interrumpe a Diego. Todos se asustan. Claudia y Juan Luis
abren los ojos, sobresaltados.)
Doña
Petra:
(Enojada.) ¡Aquella por poco me
choca! ¿No vio la luz roja?
Lucas: (Haciéndoles una señal a los niños de que
todo está en orden.) Llegamos, niños. Bajen con cuidado.
Ronaldo: (Grita.) ¡Goooool! (Los tres niños lo miran sorprendidos.)
Diego, Claudia y
Juan Luis: (A la vez.)
¡¿Hablaste?!
Acto 2
Perdidos en el museo
(En el museo, unos se retratan y otros miran
las esculturas. Diego, Claudia, Juan Luis y Ronaldo se apartan del grupo.)
Escena 1
(Por un pasillo del museo.)
Juan Luis: (Señalando al
final del pasillo.) ¿Vieron aquella foto?
Diego: ¡Está nítida!
Juan Luis: Oh, pero parece un
gigante en la playa de Macao, en Punta Cana.
Diego: Qué va, chico, ese el faro de Cabo Rojo desde playa
Sucia.
Claudia: Los dos se equivocan. Es una foto de Río de
Janeiro, en Brasil.
Ronaldo: (Muy
emocionado.) ¡Sí!
Juan Luis: Ahora resulta que Ronaldo es un sabihondo.
(Ronaldo señala un letrero y se pone a
caminar muy rápido.)
Juan Luis: (Leyendo lo
que señaló el pequeño.) Tienes razón, Claudia. Es una exposición de fotos
de Brasil. Oye, Ronaldo, más despacio.
(Los tres niños lo siguen, ojeando las fotos.)
Claudia: ¿Dónde están los demás? Creo que nos confundimos de
pasillo.
(Ronaldo se
encoge de hombros con expresión de que no sabe y señala una puerta.)
Diego:
Eso, Ronaldo, a lo mejor allí están las escaleras. Busquemos cómo salir de
aquí.
(Abren la
puerta y entran. Se oye un gran ruido tras ellos y no la pueden abrir.)
Escena 2
(Los niños
están en un cuarto lleno de marcos de cuadro vacíos y escobas, entre otras
cosas. Intentan abrir la puerta, pero no pueden.)
Diego:
Nos quedamos trancados. Ahora sí que nos chavamos.
Claudia:
Voy a curucutear por ahí, a ver con qué podemos abrir la puerta.
Diego:
¿Que te vas a descocotar por ahí?
Juan
Luis: Qué pariguayo eres, Diego. Ella quiso decir que
va a rebuscar por ahí.
Claudia:
Vengan, ayúdenme.
(Después de
un rato de rebuscar entre los trastos, los cuatro comprueban que no hay nada
con qué abrir la puerta, y se sientan en el piso.)
Diego:
Estoy esmayao. Me comería una
alcapurria de jueyes y un plato de carne frita con mofongo, como el que hace
abuela Tita, allá en Luquillo.
Juan
Luis: Y yo, un mangú con salami y huevo. Y si tuviera
más cheles, (Moviendo los dedos como si
tuviera dinero.) me comería una bandera; o sea, arroz, habichuelas y carne.
Diego:
Aquí la bandera es una mixta. Ay, ¡qué hambre!
Ronaldo:
Mmmm... (Se frota la barriga.)
Claudia:
Pues para mí, unas hallacas rellenas o un pabellón.
Juan
Luis: ¿¡Un pabellón completo!? Eso sería como tragarse
un elefante. (Se ríe.) Quien lo diría
de una niña tan flaquita.
Claudia: (Riendo) No seas loco, Juan Luis. El
pabellón es un plato venezolano con carne mechada, plátano frito, arroz blanco
y caraotas negras. Caraotas son habichuelas para los boricuas, y frijoles para
los quisqueyanos.
Ronaldo:
Mmmm, arroz com feijão... (Lo dice tan bajo que nadie lo escucha.)
Claudia:
¿Qué dijiste?
Ronaldo:
Nada, nada...
Claudia:
Pues ya hemos compartido las comidas de nuestros países. ¿Y de postre?
Juan
Luis, Diego y Claudia: ¡Helado de coco!
Ronaldo:
¡Sí!
(Se oyen
golpes al otro lado de la puerta. Los niños se levantan y gritan felizmente.)
Lucas: (Desde el otro lado de la puerta.) Creo
que los encontré... ¿Claudia, Diego, Juan Luis, son ustedes?
Los
cuatro niños: ¡Sí!
Lucas:
¿Está el nene con ustedes?
Los
cuatro niños: ¡Sí!
(Se abre la
puerta. Lucas entra a escena.)
Lucas:
(Con una mezcla de coraje y alivio.)
Si les cuento al director del campamento y a sus padres, van a estar castigados
hasta que cumplan los 21 años....
Ronaldo:
(Con cara de culpable.) Desculpe, Lucas, a culpa é minha.
Juan Luis: Oh, ¿pero tú
hablas portugués?
Ronaldo: (Sonriendo.) Eu sou do Brasil.
Diego:
¡Qué chévere!
Claudia:
¡Qué arrecho!
Juan
Luis: ¡Qué sorpresa!
Lucas:
¿No lo sabían? Él es el hijo de Pauliño, nuestro entrenador de balompié. Vamos, que nos
espera la guagua.
(Salen.)
Acto 3
Juegos y despedidas
(Un poco más tarde, han regresado al parque
del campamento. Claudia, Diego, Juan Luis y Ronaldo hablan con Lucas. Los demás
niños juegan o conversan entre ellos.)
Lucas: Ustedes tres, digo cuatro, han sido mis
mejores amigos. Pero también los chicos más traviesos. ¡Cuántas aventuras les
contaran a sus compañeros de escuela cuando empiecen las clase!
Diego: ¡La escuela! Ya la dañaste, pana. Pero eres
el mejor. (Le choca la mano.)
Claudia: (También
choca la mano de Lucas.) Como nuestro hermano mayor. Pero no nos vamos a
despedir para siempre. (A Ronaldo.)
Le diré a Mami que me cambie a tu club de balompié. ¿Te gustaría? (Le acaricia la cabeza.)
Ronaldo: Com
meu papai. Goooool!
Diego: Te enseñaremos español, pero nada de
balompié. ¡A jugar baloncesto!, que eso es lo mío. Seremos como José Juan
Barea, echándola de güirita… (Da giros
como si jugara baloncesto.)
Ronaldo: (Tímidamente.)
Falo um pouco mal el español. Me da vergonha.
Lucas: Es que llegó de Brasil hace seis meses. Pero
está aprendiendo rapidísimo.
Juan Luis: Yo te enseñaré español cantando canciones de
Juan Luis Guerra en mi karaoke. Ese tíguere sí que canta: (Entona un pedacito de Bachata en Fukuoka, de
Juan Luis Guerra.) “Dile a
la mañana que se acerca mi sueño, que lo que se espera con paciencia se logra…”
Lucas: Y el Grammy es para…
(Todos ríen, menos Claudia.)
Claudia: Bueno, chamos, ha llegado la hora de decir
adiós. (Abre los brazos para que la
abracen.)
Diego: (Abraza
a Claudia, emocionado.) Los amo, mis panas… Los voy a extrañar.
Juan Luis: (Su
suma al abrazo, casi llorando.) Yo
no quiero despedirme.
Ronaldo: ¡Los quiero muito! (Los tres niños lo
abrazan.)
Lucas: ¡Ah, no, no! No se me pongan como magdalenas
boricuas, dominicanas y venezolanas, más un lloroncito brasileño. Si se ponen
mocosos, el año que viene no dejaré que se matriculen en este campamento. Todos
a jugar, que ya mismo llegan sus padres. Y tú, Ronaldo, ven conmigo, que tu
papa te espera en la oficina. (Toma al
pequeño de la mano y salen.)
(Diego, Claudia y Juan Luis dejan de
abrazarse y se sonríen con timidez. Permanecen un segundo sin saber qué hacer
hasta que Diego grita...)
Diego: El último, ¡piña!
(Los tres salen de escena corriendo y gritando
a viva voz.)
Fin
Ana María Fuster Lavín
puertorriqueña
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