Respuesta a una estudiante de literatura comparada cuando vio que tanto mi novela gótica y sobre maltrato de menores Mariposas negras (Ed. Isla Negra) como mi poemario Última estación, Necrópolis (Ed. Aguadulce) sobre la muerte, la vida, los viajes de estación a estación que son las etapas de vida, van dirigidos tanto para adultos como para jóvenes.
Le contesto:
"Escribir para niños y jóvenes es recuperar lo que debemos ser, lo que aspiramos a ser, pero que en un momento la contaminación de la adultez nos comienza a cegar, como si nuestro espíritu se llenara de un humo que nos borrara el aprendizaje de la felicidad. Una felicidad que es jugar con el misterio, con lo desconocido, con lo que nos imaginamos que es o debe ser; porque aprender y ser buenos amigos, porque amar y limpiarse las rodillas después de caerse para levantarse una y otra vez es suficiente. Escribir para jóvenes en particular es escribir para adultos sin pretensiones de lo que debe ser sino solamente ser.
Escribir para jóvenes es también denunciar, pero desde el verdadero yo y la sensibilidad, en carne y hueso, en ilusiones y dolores, en pasiones reales, en imaginación sin límites, en poesía, en honestidad."
Ana María Fuster Lavín
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