lunes, marzo 17, 2008

marzo 17... Mujer de ecos y una despedida

Nota, para formalistas deformados y anónimos subterráneos, este no es un poema, sino una carta al alma, a los recuerdos, a los ecos de mi querida Elena que permanecen en mi amor...

Mujer de ecos y una despedida

Para Elena
a dos años de tu partida…


Siento vértigo.
en mi copa un manantial vacío
mi cama es un diario ensementado:
ahora comprendo la locura del abismo

Ven, acércate,
mi vientre gime,
¿lo escuchas?
es la niña-sombra:
que grita, gruñe, garabatea mi útero;
nadie la ve, pero sigue ahí.

El temblor de la esperanza abrió la ventana de los sueños
desde mi vagina hacia el vacío de la muerte
y es que Elena temió ser, tan solo ser
pero sigue aquí...

¿Sabes?
La muerte libera el color de la palabra,
verde que te quiero verde,
yo también esperé el verdor de la sangre tinta
pero desde mi pubis la curva se agrandaba
y se liberó tan gris como el silencio del adiós,
mi vulva ensangrentada besó los pies de mi niña
y desde mis senos la curva se desvanecía...

¿Cómo? ¿Cuándo?
¿Qué significa una fecha,
o una menstruación perdida?
también se suman otros calendarios
esas muertes;
que viven, sienten,
se alimentan de mujeres infinitas;

mi vientre cobijó una muerte por llegar
una puta me cobra los segundos
mientras me hace el amor de los suspiros,
y es que la amé tanto, tanto…

¿Puedes escucharla?
me llené de vida
y mi barriga de ecos
pero nuestros cuerpos pendían de un capricho
y yo me desangraba lentamente.

Tengo miedo a los recuerdos que se deshojan
Soy mujer de luna, lunática, de fases lunares
Pero Elena tan sólo quiso ser mujer de ecos
sin antifaces luneros,
es una diosa, un mito, una melodía universal;
o seis onzas de polvo enamorado en una cajita de cristal

¿No escuchas?
acerca tu oído
mi barriga cicatriza asilos,
música azul,
amor de mujer en fuga
y quiero llenar mi copa de vino

que ya es hora de despedirse…

Ana María Fuster


Agradezco a las amigas, escritoras e inmensas mujeres Mayra Santos-Febres y Yolanda Arroyo por invitarme al proyecto barrigas, y poder escribir a mi niña una despedida corporal --nunca de esencias- más allá de las lágrimas, con la potencia y libertad de ser mujer...
Gracias a María de Lourdes Javier, Leticia Ruiz, Anelís Hernández, Mairym Cruz Bernall, Maribel R. Ortiz y Iva Yates por acompañarme desde la ternura e integridad en este proceso.
A mi hijo Miguel por estar y llenar de magia nuestras vidas...

Elena siempre será mi mujer de ecos....
Foto de mi "barriga" por Miguel Marín-Fuster

3 comentarios:

no apta para la humanidad dijo...

este poema es un hermoso tributo de amor a Elena. Me fascina lo de "mujer de ecos". El eco no necesariamente implica una ausencia, sino casi como una presencia invisible que se perpetúa a través del espacio. es un llenar el vacío. me gustaría pensar que aunque Elena no sea una presencia visible, de alguna manera su amor se proyecta y multiplica en tu vida y tus letras.
yo no entiendo esta vida y ciertamente me falta mucho por vivir todavía. lo único que puedo hacer es llorar contigo y darte un abrazo inmenso...

Ana María Fuster Lavin dijo...

Amiga, hermana... así es aunque las lágrimas, la tristeza se reaviven, la presencia de Elena siempre estará, es mi mujer de ecos, me contesta desde mi misma...
gracias cariño, ese abrazo siempre lo siento con ternura y fortaleza

Hilda Vélez Rodríguez dijo...

¡Que hermoso poema madre, poema mujer, poema vida. El eco es el que llena el vacío y se repite eternamente, como el amor.

Un abrazo

Hilda