...Despierto de
mi particular “no dormir”. Pude escuchar los secretos del mar a través de la
ventana de mi habitación. Regreso a las calles, las aceras y sus cuerpos. Mi
oficio crepuscular ha sido exitoso en la urbe. Y es que siempre preferí las
sombras de la ciudad. Es más fácil adueñarse de sus almas clandestinas, pero inmensamente
humanas desde sus errores.
Deambulo.
También pienso en mí. Estoy cansada. Fueron tantas las mentiras. Finalmente me
refugié en las pisadas de la soledad o de tantos nombres como la propia muerte.
Aquí, desde mi silencio compartido y anónimo, las manos crean mundos donde el
deseo puede ser plenitud y otredad, o tan sólo un diario para redimir todos los
errores del yo.
Después
de la marejada, el salitre es el único recuerdo. La soledad del abismo se
convierte en madriguera. Dejo el mar. Regreso a mi lugar de origen. ¿Dónde
estará el palacio de la luz? ¿Dónde estará el cuerpo del delito? ¿Encontrará mi
piel refugio de metáforas y atardeceres?...
(fragmento,
novela)
(In)somnio
[pág. 135, Ed. Isla Negra, 2013, 2da edición]
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