Sed eterna
Ven a mí, ven. Llego. Te
observo. Aún no me reconoces, al menos me sientes. Respiro el deseo en tus ansias.
Pongo la mano en la ventana y abres los ojos. Tus latidos se dilatan así como
se dilata tu mirada en la mía. El calor de tu sangre es un carnaval de
feromonas en mis manos y mis pechos. Ven. El latido de mis labios
inferiores te obliga a invitarme a entrar. Entro a ti lentamente. Tu
cuerpo desnudo desnuda mi cuerpo. Tiemblas mientras te derramas de sangre en mi
boca. Vente en mí. Nuestros sexos son manantial. Entras a mi cuerpo, te
desvaneces y renaces. Estoy en ti. Lactas
mis secretos de salitre. Muerdes mi vulva, rasgas mis venas. Estás en mí. Somos un mismo gemido. Caes
del cielo a tus sábanas y tus pupilas dilatadas frente a las mías revelan tu
naturaleza. Estás en mi sed eterna. Somos.
Ana María Fuster Lavín
Carnaval de sangre
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