viernes, octubre 30, 2015

reseña por Antonio Miranda sobre Carnaval de Sangre

miércoles, 28 de octubre de 2015

Libro trigésimo séptimo: Carnaval de sangre

Carnaval de sangre: microcuentos y otras brevedades de la palabra
de Ana María Fuster Lavín

La nueva propuesta de Ana María Fuster Lavín reconcilia elementos líricos propios de la poesía con la narrativa breve en prosa. Sus relatos en Carnaval de sangre utilizan recursos poéticos como la metáfora y la alegoría con gran efectividad. Aunque están separados en cuatro secciones temáticas, todos exploran la muerte, o la casi muerte, a través de diversos aspectos.

La primera sección del libro, Sin ojos: habitantes de la ciudad silente, explora la muerte del aspecto humano a través de la pérdida de la sensibilidad. Casi todos los micro relatos de esta parte, que es mi favorita de las cuatro, establecen unos símbolos sociales que representan a los drogadictos y desamparados que viven de pedir limosnas en la calle (por ejemplo, “Ciudad sin ojos 1” y “Ciudad sin ojos 2”). También habla de los que deambulan en la ciudad, a pesar de tener dinero, de la gente que vive en soledad y da sugerencias de cómo eso también los hace miserables (por ejemplo, “Veredicto” y “Esos pequeños seres diminutos”). Finalmente, explora a los enamorados que no aman, a los que deambulan en las relaciones y no relaciones (por ejemplo, Coleccionistas de polvos, Conjuro, Ángel de las alturas) que, en cierta medida, definen a una buena parte de nuestra generación de “Mileniales”.

La segunda sección del libro se llama Bajo la cama (trece días en el abismo y un final feliz). En esta, los microrelatos tienen un estilo narrativo mucho más lírico y funcionan de manera intratextual. Las breves historias van contando una especie de complicidad sobrenatural con un personaje al que la autora ha llamado Insomnio. Se encuentra con él durante la noche, en su propia cama, muchas veces debajo de ella, y en cada encuentro la lleva a descubrir diferentes facetas dolorosas de su personalidad a través de experiencias sexuales, o de recuerdos de experiencias sexuales. Su carácter poético nos permitiría darle varias interpretaciones a los símbolos aquí expuestos, pero si consideramos una vertiente mitológica podríamos recordar a los íncubos y súcubos del judeocristianismo. Sin entrar en conceptos moralistas, definitivamente hay varios elementos que señalan a la visita de estas criaturas. Por ejemplo, siempre arriban en la noche, tienen relaciones sexuales con su victima y pueden cambiar de sexo indiscriminadamente (vea los cuentos “Quererse en silencio” y “Sus ojos, mi cuerpo”). Además, y probablemente se trata del elemento más importante que respalda mi teoría, es que durante cada encuentro ocurre un acto sexual que lleva a la “víctima” a experimentar algún tipo de dolor emocional (el ejemplo más claro de esto es, quizás, “Viaje sin retorno”). Esto se puede asociar de forma simbólica con el supuesto propósito de los íncubos y súcubos, que es seducir a sus víctimas y utilizar el acto sexual para extraerles el alma.



La destreza poética de Ana María Fuster Lavín le permite llevar el mito y los símbolos a otro plano literario porque sus relatos realmente no hablan de monstruos ni de maldiciones. Muchas veces la supuesta víctima de la criatura llamada Insomnio es ella misma, lo que nos puede llevar también una interpretación difícil del íncubo y súcubo como monstruos que provienen del protagonista, similar a la clásica historia de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Por supuesto, esto es solo una posibilidad literaria dentro de muchas (“El secreto del amor” claramente proporciona otra posibilidad interpretativa en donde Insomnio era un amante de carne y hueso); así de grande es la riqueza simbólica de Carnaval de sangre.

La tercera sección del libro se llama Carnaval de voces y sueños: amores canívales. Aquí los microrelatos proponen a la sangre y la voz humana como alimentos espirituales. Los relatos son variados ya que los personajes adquieren algo nuevo luego de consumir la sangre o la voz de una persona. En el caso de “Sed eterna” vemos un idilio erótico a través de una transgresora escena de vampirismo mientras que en “El cazador de sueños” los caníbales recuperan su lenguaje, y luego la sensibilidad, tras devorar al personaje del asesino onírico. En otros microrelatos de esta sección vemos el concepto del sacrificio como un intercambio de voces y sentimientos. En algunos casos las palabras, o el vocabulario, representan una parte de la humanidad de la persona. En cuentos como “Espejos y naufragios” y “Balada del silencio” la pérdida de una voz representa una ironía trágica. Por otro lado, en relatos como “Fuga de voces”, “La voz dormida” y “La biblioteca de las voces perdidas” el sufrimiento le devuelve las palabras, o la poesía, al protagonista. Así, las malas experiencias se convierten en una especie de ganancia a través del canibalismo emocional.

La última parte del libro se llama Los placeres de la muerte: carnaval de sangre. Aquí los microrelatos vuelven a tener la prosa más directa, aunque menos lírica, del principio del libro. La restauración estilística le da cierta redondez a la estructura del libro y le permite a la autora explorar con mayor precisión el tema climático de su obra: la muerte. Ya sea a través del suicidio o del homicidio, el tema preferido se manifiesta en un carnaval de desenlaces violentos en donde el amor, el hambre, la vocación y el arte misma son motivo de tragedia. Si bien la gran mayoría de los relatos lleva un tono melancólico o de angustia, otros pocos prefieren explorar la manifestación del terror genuino a través del extrañamiento, como en “Última danza para orquesta de cuatros y güiro”, uno de mis relatos favoritos del libro.

Como bien adelanta la sinopsis del Dr. Emilio del Carril, Carnal de sangre es un libro de microrelatos que se aparta estilísticamente de los demás y que explora temas difíciles que usualmente preferimos evitar. Aquí, a través del arte, Ana María Fuster Lavín los ha convertido en literatura.
Mis cuentos favoritos son:
-Gol
-Las niñas perdidas
-El cazador de sueños
-Última danza para orquesta de cuatros y güiro
Elementos literarios que se destacan:
-La brevedad
-El intratexto
-La metáfora y la alegoría
-El liricismo poético
-El imaginario transgresor
-El erotismo
 
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