La literatura perversa tiene como finalidad
provocar, o presentar, el placer a través de conductas socialmente incorrectas,
insanas, crueles, humillantes o depravadas. El personaje o narrador
perverso manifiesta un anhelo de superioridad, triunfo, dominación sobre ese
otro. Este coloca a su víctima en una situación de sumisión, temor o
impotencia. Disfruta causando dolor, vengándose, llevando a la muerte o a
vejaciones muchas veces sexuales. Aun cuando no sean sexuales, en el placer en
el perverso es lo más parece ido al orgasmo. Un disfrute ante lo oscuro.
Ejemplos básicos de seres literarios llamados perversos–y es que son tantos y
tan maravillosos– cómo olvidar al Marqués de Sade, a Drácula, Dorian
Grey, hasta mi Pancho Quenepo (en mi novela (In)somnio), los
asesinos seriales, los y las amantes más peligrosamente exigentes, el placer de
alcanzar el control de la muerte. Se me ocurre el relato casi a modo de ensayo El
demonio de la perversidad de Poe (donde el personaje se presenta casi como
un agente espiritual con la misión de obligar a las personas
a realizar cosas por el propio hecho de que no deben hacerlas. En fin el perverso
literario, tanto como el real de carne y hueso, busca –y logra- seducir
lo desconocido, lo macabro, el sexo más allá de la muerte, jugar contra los
cánones de lo socialmente correcto y moral, en fin es un transgresor.
Disfrutar provocando el susto, la repulsión, el miedo, el deseo ante eso que no
te atreverías a contarles a tus padres, a tu pareja… ¿Y qué escritor no tiene
un lado perverso?
(el trabajo tendrá de 5 a 6 paginas, sobre nuestra sociedad violenta, el abuso de menores, lo gótico, lecturas favoritas, y en mis libros)
Ana María Fuster Lavín
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