"Ya estamos algo familiarizados con el mundo interno, repleto de oscuridades y transformaciones, de la poeta Ana María Fuster Lanvín, sin embargo, esta entrega es diferente. El camino de la hablante lírica de este libro es, quizás, el más agónico de todos. El libro se divide en cuatro secciones muy diferentes entre ellas. Hay un constante movimiento por un puente que pretende ser la clave para que la poeta salga al necesario viaje de encontrarse con esa parte con la que ha estado lidiando durante cinco años. En la tercera sección aparece una voz que se intercala como un álter ego que bien puede representar el lado con el que la poeta, en su personaje lírico, desea conciliarse. El libro cierra con un poema perturbador en el que esa otra persona a salvar, o salvadora, sentencia que todo el proceso es inútil y que ese otro yo se mantendrá inmutable, como la arena. Este libro es tan Fuster, y al mismo tiempo, tan uno, que parece decir las palabras que de diversas formas nos decimos a diario."
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