nací de un grito,
así como murió mamá
fue la sombra me visita en las madrugadas,
es un gigante llamado papá
que llega y me come
mientras escucho un ssssssss
como el crepitar del miedo,
que callarse es vivir
aunque duela duro
como rugidos de la piel
o ese constante crujir de huesos en secreto
primero se la comió a ella por no callar
por meterse en mi cama, ser coraza
mas la noche de los vientos eternos
su valor fue condena, todo se hizo noche
y un diluvio de sangre se la llevó
entre los golpes del gigante, y la pared
después regresó a mí
la casa es un cuerpo vacío y desangrado
como mamá, como yo
mientras escribo nuestro epitafio
Ana María Fuster Lavín
del poemario inédito:
Somos [las cosas perdidas en el silencio]
2019
No hay comentarios.:
Publicar un comentario