El comensal*
Husmeaba. Aprovechó el descuido de aquel hombre que salió deprisa, dejando abierta la hoja de tela metálica. Llegó a la mesa: se abastecía del manjar servido, con la comodidad de ser el único comensal. Al bajar de la mesa, se deslizó por entre las sillas, pero no llegó hasta la cocina para revisar el zafacón. El gato cambió su plan: esquivó el charco de sangre para acurrucarse en el costado de ese cuerpo tieso, todavía caliente, todavía oloroso a mujer.
Cristina Guzmán Apellániz
Caguas, Puerto Rico
*mención honorífica
del 2do Certamen Nacional de Microcuentos
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