La necesaria y sanadora “urgencia de escribir” en “2020 (para verte mejor)”: la nueva microficción ilustrada de José Rabelo
Ana María Fuster Lavín
escritora puertorriqueña
Las pesadillas quedaron enredadas entre ramas y hojas. “Te libero en mi sueño, atrápame en el tuyo”, fue el diálogo. Desde entonces, la realidad no despertado. José Rabelo, En un atrapasueños, pág. 13
Un escritor, en específico José Rabelo, y la cámara de su celular caminan por una tierra desolada, un virus que lleva al encierro y a la soledad para ver mejor ese 2020… ¿Acaso esa virulenta soledad no era nuestro destino tras olvidar la esencia de la vida, por haber destruido la naturaleza? ¿Cómo sanar una comatosa sociedad? ¿Será acaso, abriendo los ojos… palpar la vida desde la empatía y la creatividad?
¿Y cómo despertamos de esta nueva realidad? No es necesario. ¿Acaso queremos volver a lo que fuimos? Preferiblemente ya sería otra, pero no todo es fatalismo en esta publicación, mientras las pesadillas queden enredadas y compartamos nuestros sueños. La realidad se transforma constantemente como la materia “ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”, según expone la Ley de Lavoisier, del francés Antoine-Laurent Lavoisier (1743-1794) conocido como el padre de la química. Así como en las manos de un escritor y fotógrafo, todo es posible frente a esta humanidad que, al igual, constantemente lucha contra sí misma. De eso estábamos claros, muchas cosas las dábamos como rutinas, hasta que llegó el 2020. Al menos a los que nos ha tocado vivir en esta época siendo ya adultos. Así de claro, está nuestro autor.
Rabelo nos presenta su aparente (pues en los escritores todo es aparente) bloqueo pandémico, mientras la Tierra convulsa entre incertidum¬bres, la abrumadora soledad del encierro y la distopía vivida son parte del mosaico de sus cavilaciones, quien a través de este libro, cargado de palabras junto a su cámara, reflexiona en pequeñas treguas esperanzadoras paso a paso hacia un nuevo amanecer y hacia la poesía misma como puente entre la imagen “retocada” y la micronarración. Al fin de cuentas, el propio escritor le dedica su libro al bloqueo dándonos la clave: “a mi bloqueo durante la pandemia por insertarme en la realidad de un mundo imaginario”.
Este libro no es la primera publicación microcuentista del escritor puertorriqueño José Rabelo, quien ya incursionó en este género breve con su libro 2063 y otras distopías, también publicado por la editorial Isla Negra (2018), donde presentó una realidad futurista a nivel colectivo, producto de plagas y parásitos creados por el hombre. En el caso de 2020 (para verte mejor) hace un viaje fotográfico microapalabrado durante la realidad pandémica que aún vivimos, que va del yo al otro, del mundo interior al planeta como ser vivo; mostrando, además, su dominio del género breve.
Según la hispanista española Irene Andrés-Suárez, el microrrelato es “un texto literario ficcional en prosa, articulado en torno a los principios básicos de brevedad, narratividad y calidad literaria.” Y afirma: “No hay microrrelato sin una historia, sin una trama, sin una acción, sustentada en un conflicto y en un cambio de situación y de tiempo, aunque sean mínimos”.
En fin, microcuento es un texto breve de naturaleza narrativa y ficcional, que empleando un lenguaje preciso y conciso se sirve de la elipsis para contar una historia, libre de detalles, descripciones y otros maquillajes ambientales. Los personajes –o personaje narrador– deben revelarse por sus acciones (incluye los pensamientos) más que por sus caracterizaciones y la condensación temporal es fundamental.
Expresa la reconocida microficcionista argentina Ana María Shua en su libro “Cómo escribir un microrrelato”: “Hay una técnica para escribir microrrelato. Es parecida a la de los talladores de diamantes. Pero también hay un misterio: el de los mineros. … Cómo y dónde encontrar esa piedra, esa veta que llevará al diamante, cómo reconocerla en la pared de roca... Hay, sin embargo, formas de aproximarse al misterio, ejercicios que lo pueden conducir a ese socavón de la mina donde está escondida la veta de sus propias ideas.” Y las de Rabelo en esta publicación son todo un big bang de posibilidades y sensibilidad.
Luego de excavar en los sueños, durante el bloqueo pandémico, aparece ese brillante en la esencia del yo (y la humanidad) y de la propia Tierra –temas principales de este libro--, incluido el culto a la naturaleza. Incluso haciendo alusiones a la mitología taína, hasta llevarnos en un viaje al centro de la patria. Sus diamantes son microcuentos visuales y apalabrados, que revientan el letargo pandémico tal como si fuese la metamorfosis de la mariposa ,o de ese enorme y ensordecedor silencio del bloqueo creativo.
Aquí este se da en un verdadero creador de universos –no olvidemos que Rabelo domina a la perfección el género de la cienciaficción-- y con la sensibilidad infinita de ofrecernos nuevos mundos ante este ya colapsado producto de la maldad humana. Así, nos brinda la propia cura ante esta ceguera humana que nos impide crear con él esos nuevos mundos, y habitarlos. Es su propio Ensayo sobre la ceguera. Y lo fundamental para sobrevivir en los momentos de infinita soledad ante la incertidumbre, radica en solo cargarnos de las palabras e imágenes que, en un abrir y cerrar de ojos, retratan instantes de paz para transcribirlos. Quizá descubrir el corazón urgente y necesario de este libro y de su autor, nos brinde el medicamento mágico para romper los bloqueos de la esperanza. Al fin de cuentas, no nos sorprende que siendo escritor, actor, pintor, cineasta, médico de profesión y profesor en creación literaria, este hombre renacentista o renacido, llamado José Rabelo, sea quien nos obsequie un bálsamo de Fierabrás, el remedio mágico que todo lo curaba, que es la sensibilidad del escritor y escritora. En este caso el bálsamo está compuesto de fotografía y palabras estructuradas en microcuentos. Y de repente…
Anoche soñé
“Un mundo en donde no podía salir de casa por temor a otro ser humano aunque fuera amigo o familiar. Tampoco era posible conversar con desconocidos. Hoy iré a vacunarme en contra del mal de la imaginación.” --José Rabelo, página 21.
O quizá la cura es el niño del siguiente relato, que agarró un libro y no ha parado de leer. No nos sorprende que la clave esté en un niño, pues en Rabelo, el tema de los niños está presente en sus obras; incluso ganó el premio Literario Infantil El Barco de Vapor, por su hermoso y hábil libro el Club de Calamidades, sobre un grupo de marginados e ingeniosos preadolescentes, certamen del cual tuve el honor de ser parte del equipo evaluador de los manuscritos enviados.
En 2020 (para verte mejor) nos presenta su lado más lírico, introspectivo y lúdico para indagar, y entender, la nueva realidad de nuestro hogar: que es el individuo (el yo), el planeta y sus habitantes (donde todos somos semillas, de este planeta Tierra vivo, como expresa el autor, más específicamente en el microrrelato El científico, página 29) y que, al igual, son nuestros an¬helos, además nos recuerda la importancia de salvar el ambiente. ¿Acaso hemos provocado nuestra propia soledad y evitado los sentimientos? Somos mucho más que esas fotografías de abandonos, juguetes abandonados, sillas vacías, paisajes monocromáticos. Como ya comentó hace varias décadas el fotógrafo húngaro André Kertesz (1894-1985) “en la fotografía hay una realidad tan sutil que llega a ser más real que la realidad”.
Este libro es una hermosa invitación a reinterpretar nuestros bloqueos creativos, los sueños y la vida misma para redirigirlos a nuestra esencia más íntima, la sensibilidad. Página a página es un recorrido in crescendo hacia la esperanza, tanto en el contenido literario como en las propias imágenes fotográficas tornándose paulatinamente más brillantes, multicolores y con diversos planos, movimientos y profundidades.
El artista visual, retocador digital y fotógrafo colombiano Hersson Piratoba, expresó recientemente que «las fotografías más bellas son aquellas que te generan recuerdos. Incluso si aún no lo has vivido». Y así ocurre con el trabajo de fotografía y retoque digital de Rabelo, al igual que se depura un microcuento (o la metáfora de Ana María Shua ese pulir el diamante que encontró el minero) algunas imágenes fotográficas de nuestro autor podrían ser parte de nuestra realidad, otras son parte de su imaginación y personal realidad, pero nos provocan un sentido de cercanía y las incorporamos como propias, según vamos leyendo los textos, como semillas para reconstruirnos, junto a las páginas del libro.
Al fin de cuentas, regresando a las instrucciones de Shua para el microcuento, así como el trabajo del minero “cada palabra tiene el peso de una roca. Por otra parte, el gran placer del escritor de microrrelato (en comparación con otros géneros) es la posibilidad de llegar de una sola vez desde la torpe materia prima hasta una joya perfecta.” Sí, definitivamente Rabelo lo logró con eficacia.
Les invito al finalizar de lectura de este libro, palabra+imagen, vayan a modo de cinematógrafo mudo pasando rápido las fotos y verán un hermoso micro o nano cortometraje. Igual se puede leer sin las imágenes. Son tres libros en uno, tal como somos la Tierra, el yo y el otro, somos trilogías, en este caso la del caminante-personaje de 2020, y del universo creador de nuestro médico, escritor y docente trinidad del excelente ser humano que es José Rabelo.
El autor nos ayuda a romper el bloqueo vital y retoñar. Nos convoca a salir, escribir y crear, aunque al principio nos asfixiemos. Como el poema musicalizado del cantautor puertorriqueño Roy Brown “sal a caminar/no estés quieto/te vas a enfermar/detenerse sin razón/afecta la circulación /si me pierdo me pongo a cantar…”.
En el caso de Rabelo con su libro-arte 2020 (para verte mejor) si te pierdes en el silencio de la apatía, del bloqueo pandémico, del miedo, tienes que ser semilla y retoñar en las imágenes y palabras, en la imaginación, en los colores y sin pensarlo salir y ser un nuevo yo, un nuevo libro.
XXXIX--Juego
“Y escapo de maremotos virales, me escondo de monstruos redondos con espinas, rescato a mis amigos de explosiones con nubes venenosas, corro, salto, sudo, grito, me arrastro aunque me asfixie con mi masca¬rilla... Por lo tanto existo.” –José Rabelo, página 87.
Recorramos pisada a pisada este mundo mientras somos mejores lectores, mejores personas, pues “no nos conforma[re]mos con ser fugaces” e inevitablemente nos atrapará la necesaria y sanadora “urgencia de escribir” y verdaderamente existir.
Ana María Fuster Lavín
escritora puertorriqueña
*2020 (para verte mejor),
se presenta el martes 6 de septiembre de 2022, a las 7pm, en la librería Casa Norberto de Plaza las Américas.
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