viernes, abril 04, 2008

Días de nieve: crónica 3 Syracuse parte 6




Point of contact:
Memorias una bajo la de nieve




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última parte




Me desperté, como todas las mañanas, sintiendo que Miguel, mi hijo de 6 años, entraba a la habitación y me daba un beso (ya a menos de doce horas de sentirlo en su ternura, calor y ricas babillas, su sonrisita mellada esperando el peso del ratoncito), pero había dormido en la plenitud de mi cuerpo en una cama king en el fino silencio, tampoco me despertó mi perrito Tommy guaguando a la madrugada, siquiera la respiración de mi Pedro (no Cuperman, sino Carrasquillo) y sus atentados de ronquido; las olas del mar o algún bocinazo. Sólo silencio y palabras sobre la cama, mi cuerpo enrollado en sábanas, colchas, frisas, el cuarto frío pero lleno del calor de nuevas historias, anécdotas. Ya me invadía esa terrible nostalgia lacrimógena que me produce reorganizar la maleta, para irme, descubrí algo… ¡Un botón que decía warmer en el acondicionador de aire! ¡Caramba, con ajo, y con el frío que pasé las madrugadas y tenía calefacción en la habitación! A eso yo le llamo anadas, es decir, despistes típicos de Ana, yo. Pa la próxima, el hermoso hotelito The ParkView tiene calefacción. Ya tenía que bajar para tomar un café antes de ser entrevistada.



Marinero en tierra, poeta al viento, desde un colectivo de historias, libros, cine, se abre la puerta y ¿vos sabés si hay café en este hotel? Miré a Pedro Cuperman, tan decidido como es, y nos trasladamos al Renaissance coffee shop en el hotel colindante al Parkview. Allí conversamos sobre tantas cosas en lo que esperábamos a Tere, la entrevista con Nancy, y yo sólo deseaba que este día no terminara. No quisiera ser como ese señor. Fijate… Seguía escuchando sus historias, su voz, sus palabras, esa habilidad de conjugar verbos y crear mundos paralelos tan necesarios para ganarle a la rutina; vencerle a la apatía del mundo de tantos otros, que intentan atraparnos. Lo podemos lograr, mientras nos demos ese permiso para vivir, para estar en sintonía con esas letras que se acomodan justo al rompecabezas de las ideas que bailan un tango, un bolero o una danza desenfrenada desde nuestra mente y alma hasta venirse en las manos como escritura. Y quisiera ser, y soy… La entrevista que tuve junto a Pedro y Tere fue un tributo a ese mundo de la creación que nunca se detiene y eso somos.



¿Cómo terminar de escribir sobre mis tres días en Syracuse? Quisiera negarme para poder regresar a revivirme en mi misma. Casi doce horas para regresar a Puerto Rico, averías en aviones, esperas, aeropuertos, llamadas a mi Pedro que estaba por conseguirme otro avión, llegar a Aguadilla cuando tenía que estar en San Juan. Dos horas más de taxi (cortesía de jet blue y una dulce azafata llamada Jessica) Meterme en la cama de mi pequeño dormido, y tan sólo suspirar estas memorias con una casi inmediata nostalgia de ese verdadero point of contact entre seres que viven el arte. Miguel abrió los ojos ¡mamá!, estás aquí ¿cómo era la nieve? te extrañé, me lavé los dientes y te recorté un poema. Me sonrió con ojitos soñolientos antes de su beso grande y se me acostó encima. ¿Necesito otros versos? Mamá cuéntame de Syracuse… “Todo blanco y hermoso, Miguel, después de cuento o volvemos juntos.” Abrazados nos dormimos.


Ana María Fuster








3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y aquí en el calorcito isleño te recibimos con un abrazo. :)

El Versógrafo dijo...

Hola Ana!
Hola Bonita!
Hola Curvita!
estoy de vuelta! Salgo de un largo lamento.
Con mi antigua cuenta de elversógrafo no puedo dejar mensajes,
aunque seguiré publicando en ambas.
I'm back! Bonito leerte de nuevo.
Bsos curvos a tu verbo curvo!

Ana María Fuster Lavin dijo...

MaDAM QUERIDA...gracias por tu bella amistad! Claro que sí, el calorcito solidario. :)

Versógrafo, po sí, qué alegría tenerte de nuevo por aquí, desde las curvas, la palabra (per)versa un abrazo