viernes, abril 04, 2008

Días de nieve: crónica 2 Syracuse parte 5



Point of contact:

Memorias de una escritora puertorriqueña bajo la de nieve


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Me asomé a la ventana del hotel a las cinco de la madrugada, nevaba. Fui al baño, seguía nevando; enfoqué bien, es cierto, está nevando. Traté de dormir dos o tres horas más, pero los deseos de sentarme en la placita frente al hotel a escribir bajo la nieve eran irresistibles. ¿Pueden creerlo? Una puertorriqueña bajo la nieve versando, parte de esa locura como el poema de mi amiga Amarilis Tavárez. Tomé un café aguao en el hotel, me vestí y corrí a sentarme en un banco. Abrí la libretita, miré hacia arriba. La nieve caía sutil, el frío no lo era. Una puertorriqueña escribiendo bajo la nieve, eso ya era un poema. Me levanté con la retaguardia helada (léase el culo), y me metí en el pub-restaurante cerca de Point of Contact, me sentí justo frente a la ventana y pedí un vino. Pensé en mi hijo y sus comentarios divertidos, miré cómo caía la nieve. Allí escribí el poema.

Llegué a la galería a mediodía. Tere, por supuesto estaba trabajando, también sus hijos Sofia y Sol, y algunos estudiantes universitarios en la preparación de la próxima exposición (LABYRINTHS, de Nicholas Kraczyna). Por cierto un díptico exquisitamente sexual de este artista sirvió de decorado para el recital la noche anterior. También le dije al artista que me gustaría usar el cuadro para la portada de mi Eróscopo, no sé si me entendió en el lío en que se metía cuando dijo que sí. Sí, esta galería es un verdadero point of contact en el 914 de la calle East Genesee.

Regresando al viernes mediodía, revisé mi correo electrónico unos quince minutos; en realidad había decidido someterme a un Internet detox durante mis días de nieve. Tenía un poco de hambre y mi amiga estrés, algo inversamente proporcional, pero lo mío más rápido de resolver . A eso de la una de la tarde entró como marinero en tierra don Pedro y dijo las palabras mágicas ¿te apuntás para almorzar? Me esperaba una emocionante tertulia y una copita de vino para calentarse, que también aceleró los niveles de la conversación: desde el clima, la historia de Syracuse, la navegación, hasta escritores argentinos, puertorriqueños y el éxito de otro point of contact entre nosotros, el cine de Buñuel. A Pedro se le iluminaron los ojos y yo me gané un pasaje a visitar el campus de S.University y su oficina, un maravilloso tesoro de libros y revistas. Y es que conversar con este argentino de melenas grisaceas es enriquecerse, tanto, que salí con nuevos conocimientos y un paquetón de revistas literarias. Y sí, quisiera ser como ese hombre, pero me refiero a éste.

En la tarde regresé a la galería, y…. Tere estaba trabajando. Finalmente, de corre y corre nos pudimos escapar a vivir un poco durante noche, primero a una concurrida lectura de poesía neuyorican-isleña, concurrida en la intensidad más que por la cantidad.

Jenny, la organizadora del recital, bien pudo haber escrito aquel libro, una versión realista y menos frívola, de Cómo ser mujer y no morir en el intento (lo siento Martín Gaite), pues esta poeta y performera niuyorican ha pasado todo tipo de maltratos y aquí está versando, respirando, perdonando lo imperdonable. Por ella también supe que, como suele ser, que el sector más boricua o latino (léase específicamente el caribeño) pobre no es el más respetado… Jenny se esconde en una mirada profunda y distante, tras unos espejuelos ahumados, ropa monjil, pero cuando te sientas a conversar con ella sobre poesía, y más cuando se para frente al micrófono, es potente, inmensa, sus ojos brillan y su sonrisa monalisa inspira complicidad y una ternura de picardí. Su poesía es crítica, fuerte y, a su vez, con un humor amargo y negro que tanto me cautiva. Posee una gran presencia pintada de genuina humildad, gran poeta sin los recovecos pedanteros de algunos…. Mientras ella leía miré un momento a través de la ventana y recordé aquella Oda de la tristeza de Neruda algo así como “ La tristeza no puede entrar por estas puertas/ Por las ventanas entra el aire del mundo …” Le obsequié a Jenny y a “nuestro público” algunos versos de los más guerrilleros y uno erótico, intenté ser rítmica e histriónica, y la observé cómo aparentaba veinte años más joven, como si la poesía le evaporase al menos por un instante tantos golpes de vida, golpes en la piel y en el alma, ella sonreía, sólo así sentí una gran luz en aquella Casa del Te, que me recordaba las fondas criolleras dominicano-puertorriqueñas que tanto me gustan. Tere y yo cumplimos la misión y nos dirigimos a otro compromiso con la vida.

Todos los caminos nos llevaron a un irish pub: par de vodkas, cerveza negra (de esa que entre Maldes y Margarita me traen de contrabando neuyorkino), una sopa de cebolla con mucho queso derretido humeante (por eso de las conversaciones gastronómicas con Anelis y Iva) y olvidas el frío atmosférico, para entrar en calor, el humano. Tere es inmensa, inteligente, conversadora… Sonaba el rock ochentoso, y unos yuppies encorbatados, ellas también, bailaban de cualquier modo, efectos secundarios de algunos shots grados prueba en días de nieve. Mientras con Tere, hablábamos de literatura, pintura, historia, música, chismes y otros temas que nos los guardamos para nosotras por eso de la confidencialidad entre mujeres. Al par de horas llegó su interesante vikingo, todo un oso tierno (léase su compa) y continuamos la charla con las modificaciones necesarias para la presencia anglo-masculina. Por estos motivos, y algunos otros que no contaré ahora, esa noche escribí un rato algunas locuras en la cama del hotel y luego dormí como hacía mucho tiempo.


continuará
ana maría fuster

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