He pasado la noche cargada de esos sueños que
se repiten. En ellos que habito en un juego de espejos y laberintos. Allí,
gateo en las madrugadas como en un sueño abandonado. No sé cuánto tiempo llevo
ahí, pero tengo tanta hambre… Sé que además allí hubo otra yo, que ya fue
recogida. En este lugar, la basura se amontona junto a las sombras de la ciudad
donde el día y la noche ocultan las dos caras de la muerte. Cada vez que uno de
esos seres se acerca a mí, trato de gritarles. Solo salen leves gemidos de mi
boca, acompañados del ronroneo de mi pecho. El miedo y el abandono son los ladrones del tiempo. En
el momento de mayor terror, afortunadamente llega la calma cuando una mujer se
acerca y me lleva con ella.
—Mariana, cada vez que nos amemos, morirás un poco.
Despierto una y otra vez. Escucho esa voz
repitiéndome las mismas palabras. Amar y morir, ¿es ese mi destino?
Ana María Fuster Lavín
Mariposas negras
(novela)
Ed. Isla Negra, 2016
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