te recuerdo.
soy la tumba donde te duermo
arañada en el ardor de la brújula
polvo de océanos y horizontes ciegos.
eres la nave de nuestra memoria
ese salitre tatuado en mis manos, las tuyas,
el verso que se hace eterno ante el hambre.
te proclamo.
somos los labios del agua
el diálogo de los jardines bifurcados
ardemos en el fuego de las distancias.
seremos rastreados en el grito del silencio
vivos tan vivos como la mirada de nuestra sangre
vivos tan vivos como nuestro loco amor
vivos tan vivos como el primer beso
vivos tan vivos como este encuentro
recordado, soñado, proclamado
te espero mientras me esperas
bebiéndonos la última gota de nuestra eternidad
Ana María Fuster Lavín
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