martes, abril 11, 2017

La cuentística de Ana María Fuster Lavín por Beatriz Santiago Ibarra

La cuentística de Ana María Fuster Lavín por Beatriz Santiago Ibarra

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Leer los cuentos de Ana María Fuster Lavín, es como penetrar en el alma del mundo entero pisando el terreno de lo inventado desde el sentido de una meditación construida en torno a cada una de nuestras realidades, pero, también de nuestras disquisiciones, es decir  de nuestros comentarios y reflexiones al margen de algo de lo que se está hablando.
 
Dice, el peruano, Mario Sotil, en el prólogo de Verdades caprichosas (2002) hablando de los cuentos de Ana María Fuster Lavín, lo siguiente:
“La literatura es una expresión humanamente espiritual, como espirituales son los motivos que nos pueden impulsar a escribir. El amor a su país de origen, Puerto Rico, es una constante en su obra narrativa y poética. Un amor que se deja ver en la impotencia ante su situación, en un inconformismo ante lo que está establecido, es una necesidad de mostrar, de decir, dejando que la literatura asuma su papel que le corresponde. Ser el rayo que inicia el incendio del cambio, la lluvia que alimenta la tierra para que germine, la caricia y la bofetada para despertar. La necesidad de decir, pues es necesario que sean dichas. Aunque sea por el mero capricho de hacerse escuchar”.
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Aplico esto a lo que llamo – la cuentística de Ana María Fuster Lavín; que es como decir: el arquetipo de los cuentos de la autora de su más reciente libro de cuentos, Carnaval de sangre, EDP University, (2015).
 
Su cuentística posee filosofías propias, en las que discurre todo lo narrado; lo contado, ya bien en imágenes cinéticas o dramáticas, o bien desempeñando acciones en ese pensar ya razonado por otros,  pero sustraído desde la traslación de esos asuntos; los que sean, de aquello que se piensa, y que al parecer no tiene alma, cuando marchan de la vida real para convertirse en sus personajes.
Traslada lo animado, haciéndole creer a los lectores que todo es realidad como en el cuento, Gol, en esta su más reciente publicación, Carnaval de sangre. Cada circunstancia la muestra con muchos matices periodísticos para hacernos entrar en el juego de la ficción-que es la palabra escrita; la literatura, y nos acomodamos a la lectura; nos encontramos ante lo verosímil,  ante lo creíble. Ante ese hecho fehaciente que impulsa la vida; lo sucedáneo de cada día, y es cuando Fuster Lavín nos amplía esa idea por debajo de lo conceptual traslaticio, que no es sino; el criterio o evaluación, en fin, la opinión sobre la idea (el concepto por encima de la idea). Por ello, es traslaticio, va haciendo juicio, le da la noción de lo que es esa idea; aunque cuando la vimos en la realidad nos pareciera otra cosa. Entonces, en la literatura, cambia esa idea de la realidad de lo sucedido a una aparente realidad – el montaje; la construcción recreada por la escritora cuando escribe sobre el hecho: Fuster Lavín cambia lo real, y al recrearlo, renueva, eso real. ¿Lo hace desde dónde? Desde su gran metáfora=el insomnio; tal cual los micro cuentos, La voz dormida, y  La voz dormida II y El beso de la mandrágora, así toda la parte IV de, Carnaval….titulada, Los placeres de la muerte: carnaval de sangre, páginas de la 82 a la 109.
La escritora y su pasión por la escritura, se van desmadejando en cada palabra; en cada frase, hacia esa verdad poética esencial en cada uno de nosotros: lo onírico (nos somatiza y se somatiza). Utiliza ese encuentro de contrarios: el insomnio y la esperanza psicosomática, que le da el primero (lo onírico=soñar), que en realidad no es el contrario, al segundo (el insomnio). Lo onírico, es lo único que tenemos, lo que hemos encontrado a través de nuestras almas.
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Le provee al insomnio esa esperanza, que expende del mismo (el sueño, soñar). Es imagen fuerte frente al espejo; en el cual se miran los conceptos y las ideas, y aún más de avistarse, se contemplan, que es en Fuster Lavín siempre, lo que genera; impele; mueve a la transformación y a la terminación. De lo vertical a lo horizontal y viceversa.
A través de la estructura de sus cuentos, nos desnuda el alma. Resultado de la gran metáfora. Ya que, aunque todos somos distintos, de existencia y de comportamiento, la autora apuesta a contarnos la vida, en ese doble juego de la existencia, como en el cuento, Gol, en donde el, “locus amenus” o el sentido de paraíso terrenal, jugado a través de la palabra, logra desenmascarar a ese jugador-que no solo juega al balompié (quizá, no tan bien como jugar con la vida de los demás).
El cuento, Gol, a mí me llamó mucho a la atención, ya que cada palabra que describe al jugador, señala al arquetipo mundial de las estrellas del fútbol y funcionan en el texto tal cual conjuros (son indicadores) para poder exponer un mundo (el del atletismo) que no escapa del abismo por el que cantidad de veces se desempeñan la soberbia; la mentira y la traición; y ese creerse y sentirse por encima,  y mejor que los demás.
Tanto la técnica narrativa actual del micro cuento, como así el cuento lineal, “ïllo-tempore”, Fuster Lavín, siempre, desde Verdades caprichosas, las ha utilizado por separado y también las ha trabajado unidas; saliendo de una y entrando en la otra; creando en la ficción lo que se echa en falta en el día a día; bien consciente de nuestras ideas cuando las reúne por debajo del concepto.
Hay que recordar, y Fuster Lavín lo sabe muy bien, que las ideas son la imaginación siempre (buenas o malas ideas).
Lo conceptual, cuando sube como espiral por encima de ellas convierte a lo imaginado en pura ley: la de sostener el ideario sobre todas las cosas que nos dicta la entelequia.
La cuentística de Fuster Lavín, está signada por esta ley.
 
*Fragmento del libro inédito de mi autoría, Ana María Fuster Lavín y la renovación de la ficción en la literatura puertorriqueña.
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Beatriz Santiago Ibarra
Sobre la autora
Beatriz Mayte Santiago-Ibarra es escritora y crítica de arte. Obtuvo el bachillerato y maestría en Literatura Comparada de la Universidad de Puerto Rico, la Maestría en Artes y Literatura del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe y un Doctorado en Filosofía y Letras de dicho Centro en pacto académico con Universidad de Valladolid,  España.  Se desempeñó en calidad de Especialista en Asuntos Culturales y Coordinadora Editorial de la Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Es miembro del Pen Club de Puerto Rico y de la Asociación de Críticos de Arte, ratificado su nombramiento en París, Francia. Algunos de sus libros son: Siembra para no decir adiós, Versos de anafre a mi abuela,  En el silencio de las desgarraduras, Trásfuga de mi existencia,  El asesinato de Casandra Ramírez, El último centauro y Cuentos para no atreverse a contar, pero los cuento.

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