El sacrificio
A Emilio
del Carril
Había llegado
el momento que ambos temían. Ya no quedaban sueños ni pesadillas en el mundo.
Poco a poco fueron muriendo por no dormir, situación que provocó la escasez de
artículos de primera necesidad. Se tomaron las manos, pues tenían que decidir
cuál de los dos moriría para alimentar al otro. Ella se ofreció, pero Insomnio,
como fiel amante, dijo que le tocaba el sacrificio. Ella lo besó con ternura y
él la miró a los ojos. Sin pensarlo ni afligirse, ella le clavó un puñal.
Observó su último desvelo en aquella mirada. Respiró su aroma y comió de él.
Era un delicioso manjar, pensó mientras lo devoraba. Ahora, sueños, pesadillas,
sangre y vísceras apocalípticas vivían en su sistema digestivo. Por fin, se
quedó dormida.
Ana María Fuster Lavín
Carnaval de sangre
Ed. EDP University, 2015
No hay comentarios.:
Publicar un comentario