martes, octubre 18, 2005

Amor en las alturas


Amor en las alturas


Margarita extendió sus brazos a los cielos, su amado la observaba desde lo alto de la grúa. La construcción llegaba a su fin y todavía no había tenido contacto físico con él. Ella pasaba, él tocaba la sirena y se saludaban con las manos. Un día ella se armó de valor y le preguntó su nombre al capataz, Ángel. Es mi ángel de las alturas, se dijo antes de entrar a su trabajo como secretaria del dentista frente a la construcción. No era religiosa, pero oró esa noche por conocerlo. Llevaba tantos años sin enamorarse, que no recordaba cómo era besar en los labios, aún menos sentir esa humedad divina entre los muslos.
Al día siguiente compró un ramo de margaritas y le puso una tarjeta con su teléfono y dirección. Llegó a su destino, pero la construcción había concluido. Su ángel no volvería. Gritó en medio de la avenida con tanta fuerza que todos los carros frenaron. Arrojó allí mismo las flores y se fue llorando a la oficina, ese día no habló con nadie. Pedía a Dios, a los ángeles, a las divinidades de la naturaleza que le explicaran por qué tenía que estar sola, que daría hasta su vida por una noche de pasión con aquel hombre, al menos se sentiría viva par de horas.
Esa tarde antes de ir a su casa paró en una barra y se tomó par de tragos, sentía su cuerpo deshidratado, vacío de sensaciones. Si al menos me atreviera a tirarme a un desconocido y recordar el sexo, pal carajo el amor. Margarita se dio cuenta de que un hombre no paraba de mirarla y sonreír. Ella asintió con la cabeza y él se acercó. Eres tú, soy yo, no digas nada, pide un deseo, dijo él. Cielos, es él daría mi vida por una noche de pasión con mi ángel de las alturas, pensó ella. Está hecho y le besó la mano.


Ana María Fuster
de
Bocetos de una ciudad silente
(inédito)

1 comentario:

Juan Carlos Rodríguez dijo...

La tarde cae en Argentina... ya nada parece alterar la tranquilidad de Juan... de pronto, no se sabe cómo, llegó a este blog. Lo leyó, lo masticó, lo saboreó... quedó prendado de tanto talento, sacudido de tanto sentimiento.
Celebro conocerte.
Andaré seguido por tu blog, suerte en la presentación. En mi blog encontrarás poemas míos. Un beso.
Juan