martes, abril 16, 2024

Añejado eco, poema.

 Añejado eco 


refugiada

el miedo insomnia 

vino/herrumbe, 

y mi carne agonizante

llueve gritos tras la puerta

cuando, asomada, 

me veo huir

de esta masa horrible

olvidada desdentada

sola sola sola

que me empuja

frente al espejo

y quiero sacarme de ahí

de ese cajón cristalino 

con aroma a calor/abandono

tan frío que enmudezco

y no recuerdo no recuerdo

      no


me desmiembro de olvidos

caen entre las lágrimas

y mis muelas

mientras las sombras ríen

empujándome

al gris desnudo

del llanto 

de mi hija muerta

de risas e insultos 

loca loca loca 


y yo violada

me desangro 

huyendo de mí

sobre el salitre

me digo adiós

con estas manos 

amputadas

donde el poema

se me atraganta

vomitándome

añejados ecos

de palabras mudas

sola brincando sola

sobre esta cama donde

reposan mis gatas

también las sombras

que besan mis labios

me quemo 

         me quemo

                    me quemo


ardiente 

observo todas esas yo

saliendo de mi pecho

hacia paredes ventanas

y me arrojo

 al balcón del espejo

sin rostro

borracha y muerta

de memorias

hacia el abismo

del silencio 

               silencio

                         silencio


Ana Maria Fuster Lavin

Ardiente paciencia

2026

(del "poemario" inédito ganador del Primer Lugar en el Certamen Nacional de Poesía, José Gautier Benítez, Caguas Puerto Rico 2024)


lunes, abril 15, 2024

Premio José Gautier Benítez-Ardiente Paciencia-Ana María Fuster Lavín

 

Laudo Certamen de Poesía José Gautier Benítez, 2024

Primer Premio

En este poemario la paciencia comienza a arder desde los primeros versos. Asimismo, lleva al lector a ser seducido por el vértigo hacia el vacío de la noche que será poblada y retada por la poesía que la alumbra. Cuando la espera se inmola y surgen los textos, la poeta nos revela un mundo nocturno de posibilidades a través de poemas magnéticos. Es una autora madura; su escritura nos transporta y nos transforma. Su pluma posee maestría y estilo, capaces de mostrar a la paciencia arder en este trabajo de calidad sostenida en el que fulgura un “yo lírico” victorioso que traspasa la noche con los ojos abiertos: “cada pétalo es una muerte marchita / esperando reír pájaros sin jaulas / no temas, despierta y desnuda el poema / eso harás con el miedo”. 

Por estas razones, el jurado otorga por unanimidad el Primer Premio al poemario Ardiente paciencia sometido bajo el seudónimo Anaïs Rimbaud y cuya autora es Ana María Fuster Lavín.

Jurado

Ángela M. Valentín

Karen Sevilla

Lorna Polo


viernes, abril 05, 2024

Escritora Ana María Fuster Lavín

 Ana María Fuster Lavín



San Juan, Puerto Rico, 1967.

Escritora, editora, redactora, correctora de textos literarios, periodísticos, escolares y legales, y columnista cultural, además ha sido docente de español y música, y coordinadora de un equipo de balompié. Es graduada de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras con un bachillerato con concentración en Estudios Hispánicos y en música, y estudios de Maestría. Además estudió teoría musical e interpretación con especialidad en la flauta. Ha participado en recitales poéticos, perfomance y lecturas de cuentos y microrrelatos, presencialmente en Puerto Rico, España, México, Estados Unidos, Portugal, y virtualmente en otros países. Cuenta con publicaciones de prensa cultural, entrevistas, ensayos, narrativa y poesía en diversas revistas internacionales, periódicos y antologías. Algunos de sus textos han sido traducidos al inglés, francés, portugués, italiano, húngaro y árabe. Ha recibido múltiples premios en ensayo, cuento, microcuento y poesía.

Publicaciones propias:

Libros de cuentos: Verdades caprichosas (2002), Mención de Honor del Instituto Literatura Puertorriqueña; Réquiem (2005), 2do lugar del PEN Club de Puerto Rico; Leyendas de misterio (2006); Bocetos de una ciudad silente (2007); Callejón de los gatos (2022), Premio Nacional del PEN Internacional de Puerto Rico.

// Poemarios: El libro de las sombras (2006), Mención de Honor del Instituto Literatura Puertorriqueña; El cuerpo del delito (2009); El Eróscopo (2010); Tras la sombra de la Luna (2011); Última estación, Necrópolis (2018); Al otro lado, el puente (2018); Muro Azul Silencio (2022), Cicatrices de la memoria (2023).

//Novelas: (In)somnio (2012); Mariposas negras (2016).

//Libros de Microcuentos y minificciones: Carnaval de sangre (2015); [Cuestión de género], Carnaval de sangre 2 (2019) Premio Nacional PEN Internacional de Puerto Rico; La marejada de los muertos y otras pandemias (2020) premio Nacional PEN Internacional de Puerto Rico. En 2024 publica Malditas palabras, Carnaval de sangre 3.


viernes, febrero 23, 2024

Ana María Fuster Lavín-microrrelatos

Lectura para el día internacional de la mujer (8 de marzo),
Ana María Fuster Lavín
Siete microrrelatos del libro inédito

Habitantes del silencio:

Las hijas del grito 1

Las hijas del grito 2

Habitantes del silencio (preludio)

El horizonte

La eternidad de Julia

El duelo de Penélope

La casa de la laguna

 

martes, febrero 20, 2024

[La espina que florece, el nuevo poemario de Carlos Roberto Gómez Beras]

 Las espinas de un bosque llamado hombre, llamado Poesía

por Ana María Fuster Lavín

Escritora puertorriqueña



 “Las sílabas nocturnas y los versos blancos / trazaron con símbolos, mientras dormía, / un claro en medio del bosque.” Carlos Roberto Gómez Beras, del poema Bosque, pág. 125

        “La poesía es un intento de aproximación a lo absoluto por medio de los símbolos”, comentó el inolvidable poeta español, radicado y exiliado en Puerto Rico, Juan Ramón Jiménez. Estos símbolos son los recursos poéticos, la selección de vocablos, imágenes, ritmo e, incluso, espiritualidad, misterios y certezas, de lo vivido y leído, de lo sentido y anhelado, y de ese parto etéreo, casi cosmogónico de la creatividad. Así el propio poeta, el laureado escritor y editor caribeño de Isla Negra Editores, Carlos Roberto Gómez Beras, nos reafirma –-en su poemario más reciente La espina que florece (Ed. Isla Negra, 2023), presentado recientemente en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo y ahora en 2024 en San Juan-- que en ese claro del bosque, o luminosidad de la poesía, “están las respuestas a mis rezos, // que no son otras que mis temores // a ser yo mismo lejos de mi derrota” (pág. 125, del mismo poema Bosque, que sirve de espina dorsal del libro, y nos permite construir esta reseña a modo del método de la parte por el todo, en este brevísimo comentario de un poemario hermosamente abarcador, complejo y carente de excesos innecesarios).

En La espina que florece, el yo, la naturaleza, el amor, y la fe o “dios” se funden en ese abrazo: “donde nos habla en silencio/ y donde todo lo que se ha roto/ vuelve a ser una sola cosa / intocada, sin tiempo, / como una rosa en un poema” (del poema Sueño, pág. 15, a modo de pórtico del libro). Ya desde sus primeros versos de esta bitácora del poeta nos transportan a aquella cita del querido poeta José Hierro: «Soy de los que consideran la poesía como una fe en la vida, [pues] La poesía sirve para decir aquello que no se puede decir».  

Así, a través de sus páginas, las espinas y sus cicatrices brotan desde el universo interior del poeta para deslumbrarnos ante su secreto a punto de florecer. Igualmente, la voz poética nos afirma: “Si los árboles nos abrazan, entonces, el hombre es un bosque” (Bosque, pág. 125); ante lo cual, todos los poemas son piezas fundamentales de su naturaleza humana, terrenal y casi mística. Carlos Roberto Gómez Beras nos invita a este bosque donde somos espectadores hipnotizados y cómplices ante esas raíces líricas que florecen desde las espinas, el corazón y las palabras. Nuestros pasos por sus páginas serán siempre de tres en tres, frente a sus complejidades, defectos y deslumbramiento; frente al enigma de la vida, el corazón, la muerte (en sus distintos significados); recalcamos, todos estos conceptos presentados en triadas. Vida, recuerdo, olvido, pues ya nos escribe el poeta Gómez Beras, “el olvido es una muerte, que nos mantiene vivos” (en el poema Olvido, pág. 19), igual como marchitarse, fecundarse, renacer. O como en el poema Viernes, pág. 41, cuando


“La lluvia trae consigo un tiempo

 donde fuimos semilla, rama y hoja.

El viernes es el día donde mueren

las bestias, los hombres y los dioses”.


En este nuevo poemario, Carlos Roberto versa, además, “el misterio insondable de la belleza” —desde su infinita creatividad y profunda sensibilidad— y nos revela la Trinidad del origen, la esencia, la palabra, dividiendo este poemario en 3 secciones Cielo-Axis-Tierra (o bien pueden ser Dios/el Amor/el Alma). O la trinidad del trabajo del poeta que define en el poema Muerte, pág. 25 como “un oficio hecho de labor, emoción y respeto”, en el que la voz poética se aferra a las palabras, aunque acepte que nombrar o decir puede ser “ingrato”, si no se alcanza igualmente ese hablar sin palabras como en su poema Lenguaje, donde une la Trinidad, Dios-Madre-Comunicación (y esta última en nombrar-silencio-lenguaje), pues “la vida se queda en las palabras /La muerte se marcha en los silencios”. (Voyeur, pág. 33). Otra trilogía, palabra, silencio y la divinidad como mujer, poseen la clave.

Sí, la divinidad mujer-poesía posee el secreto de la salvación en este poemario a modo del Evangelio del poeta: ese secreto-mujer en la revelación de ese espíritu santo en cuerpo de poesía que canta, suspira, golpea a la puerta, tal como versa al final del poemario en el poema Tres (pág. 139) en el que esa divinidad o mujer insomne revela:

“Y así, desde el centro de la noche,

te llamará el poema.

Cantará tres veces como un ave. //…”

Y toda esta mística en La espina que florece es producto de un desarrollo del conocimiento y autoconocimiento humano y literario. Vemos, cómo a través de los años, la poesía de Carlos Roberto Gómez Beras ha transitado desde una macroplenitud universal hacia lo más cercano, una universalidad personal, una contundente madurez radicada en la intimidad del hombre, para culminar en la esencia, en especial desde ese Mapa al corazón del hombre (publicado en 2012) -sin olvidar aquella hermosa Paloma de la plusvalía (1996)- formando con cada poemario (Erratas de la fe (2015) Sólo el naufragio (2018), Aposento (2019), Un largo suspiro (2021), Inventario (2022)) un rompecabezas que esperemos nunca complete, porque la poesía misma es infinita, como la sensibilidad e intelecto de nuestro gran Poeta, con su fuente de energía humana y cósmica en el amor, el acto de amar, pues sabiamente Gómez Beras nos educa a fuerza de versos “Nada es más importante

que el amor, //ni siquiera la verdad//…//

El amor es una plenitud

desconocida como un cielo

que nos promete una voz

nacida del prójimo que nos habita

a nos(otros) mismos (del poema Amar, pág. 55)

 Si ya en su poemario anterior Inventario describió un recuento de su vida, sus oficios y roles humanos, ahora nos seduce e invita a un viaje reflexivo a través de su Evangelio del Poeta, con versos libres de maquillajes metafóricos y desnudos de lugares comunes, pero cargados de un gran estudio, reflexión y contenido semántico. Inventario se puede visualizar claramente como el puente o transición poética, mística, reveladora o invitación a su siguiente poemario, este que presentamos hoy La espina que florece en el poema que cierra, donde culmina en lo que Gómez Beras denomina “aprender a leer la fe de lo que muere” de Inventario donde el poeta versa “Un día, creo que fue el último/decidí hacer algo sagrado”… e inevitablemente a eso “sagrado” que definitivamente nos abre las puertas a La espina que florece.

Estos nuevos poemas, que “hablan silencios”, pues en la poesía el silencio es la raíz de las palabras, transitan cual parábolas desde la génesis de su fe (en Dios, la Poesía, la esencia universal), hacia el epicentro del hombre (en otra triada: amar, enamorarse, esa Ella), para finalmente arribar a su alma (o su esencia), que florece en nuevas triadas que definen la existencia, sin dar explicaciones, pues la buena literatura es siempre un reto, una flor que surge desde la inmensidad solitaria de la palabra donde el “cuerpo es cicatriz de una caída desde el cielo”.

El misterio de la Poesía transita en estas páginas, revelándose en una última trilogía Madre- Hijo-Poesía donde el pico del cénit es la madre poeta, mientras que tres veces (en las que no niega como el Pedro bíblico, sino que afirma con amor, fragilidad y humana fortaleza) la voz poética contrasta con su propia orfandad, como ya vimos en su poemario anterior Inventario, en el poema El sueño, pág. 115, donde nos confiesa “Soy huérfano de tantas cosas…”, poemario donde nos presenta una bitácora de su trayectoria humana, de su pasado o recuento de una vida y de su presente a modo de testamento poético contrastando con la atmósfera de La espina que florece, en la cual Carlos Roberto nos ofrece su espíritu, al poeta y al hombre, con sus fragilidades y sus certezas. Así, por ejemplo, se describe “Yo me presiento ser el niño huérfano / que de tus senos rebosantes bebe la nostalgia (pág. 79, del poema Misterio); o bien, en el fundamental poema Axis, pág. 85: “Soy un hijo huérfano de tres padres, / la sangre, el alcohol y la poesía.” Sí, en efecto, otra Trinidad…

No podemos olvidar nunca a la madre este universo literario… La madre, mencionada diez veces en el poemario, en imágenes llenas de fortaleza y ternura, por ejemplo: “la inmensidad del tiempo,/ así como la mano de una madre /sobre una frente florecida/ de sangre, sudor y lágrimas” (pág. 17, del poema Voz) o “Alguien no usará unas zapatillas, dijimos, /que una madre había defendido de los buitres” (pág. 39, del poema Vigilia), más adelante leemos “Al abrir los ojos el cuerpo / se reencuentra con el alma / así como una madre / se abraza al niño extraviado” (pág. 89, del poema Despertar) . O, entre otra de las alusiones a la figura maternal, está el final del propio poema Bosque:

“No busqué esta claridad profunda,

se cerraba y se abría como una pupila

golpeada por una gota de almizcle. Estaba allí, lo juro,

desde el instante que rescataba fotos marchitas

y mi madre muerta me dijo:

Ven, abrázate y vuela”

(final del poema “Bosque”)

Sigamos, volando, leyendo y celebrando entre estas espinas que florecen en la poética de una de las voces más genuinas y destacadas de la literatura caribeña: Carlos Roberto Gómez Beras.

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Memoria de la ansiedad...

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memoria de la ansiedad


no quiero ser silencio
he vivido una muerte desgarrada
que se me aferra a la garganta
en pequeñas agujas sicodélicas
que me sepultan en mi recámara
y temo salir aunque lo desee

no, no pretendí rechazar invitaciones
–bueno, tal vez, algunas, varias–
un rumor doloroso se me atraganta
léeme, estoy aquí intentando salir
viva, aunque no me escuchen

me observo frente a la palabra
para fortalecerme de frente
a esta manía de respirar
lágrimas ocultas y sombras
que estallan la soledad
en cada vena aferrada a mi tronco marchito
en cada secreto del paralizante temor
en cada esqueleto apático
en cada yo

soy aposento de ternuras
resquebrajadas por muecas
que vienen y van
como estatuas de terror,
autoenclaustrada me pierdo
prefiero salir y ceñirme a historias
descaradas groseras rabiosas
aunque mis pisadas se atrofien
deprimidas quiméricas locas
–también me dijeron loca–
mas grito susurros invisibles
que coagulan la sangre de mi ausencia

no quiero ser ausencia
muero una vida ajena
que deambula crepúsculos
recolectando mariposas y flores
también pequeños sueños
y soy esa ella también
que versa puentes azules
cementerios y callejones
otras, una esperanza sonreída

igual
quiero ser reposo y caer
desde mi último sollozo
hacia estas letras y mi corazón
abrir las alas bajo la lluvia
decirle adiós a la ansiedad
a las mordazas de mi isla
a las mentiras y atropellos
al humo de un día tras otro
y correr, encender la memoria
desordenada pero decidida
para parir páginas y encuentros
aprender a dejar ir despedidas
atravesar el porvivir de los cuerpos
olvidar que no se puede arreglar
lo que ha huido
y finalmente regresar
a la que soy

Ana María Fuster Lavín
Cicatrices de la memoria
En 

jueves, febrero 15, 2024

Los ojos del hambre (La niña 1)--de Callejón de los gatos



lectura del cuento de Ana María Fuster Lavín: 
Los ojos del hambre (la niña 1), del libro Callejón de los gatos (Premio Nacional de Cuentos del PEN Internacional de Puerto Rico, 2023) 

Premios Nacionales en libros de cuentos y microrrelatos

 Algunos de mis últimos libros premiados...

*[Cuestión de género]-Carnaval de sangre 2

(microcuentos, Ed. EDP, 2019)

*La marejada de los muertos

(microcuentos, Ed. Sangrefría, 2020)

*Callejón de los gatos

(cuentos, Ed. Isla Negra, 2022)

Muy agradecida por el hermoso apoyo.📖💜🇵🇷



Microcuento: Retoñar

 "Retoñar



Me creían muerta, pero conservaba una semilla en la boca. Al abrir mi féretro antes del entierro, mis labios parían una flor y mis pies, raíces."  

--Ana María Fuster Lavín

Notición🥰📖📚🍷...

 este año finalmente culmina mi trilogía de microrrelatos "Carnaval de sangre" comenzada hace 10 años...: 

—Malditas Palabras —

(Carnaval de sangre 3) 

microcuentos y minificciones

2024

 foto por AMFL 🙋🏻‍♀️ (Lisboa, marzo 2023)

🤫🤫 no diremos más palabras malditas... hasta que llegue momento😉

microrrelato El horizonte


 El horizonte


       La niña redacta cómo una rayita lejana oscura difumina los gritos de sus adultos, donde el mar devora al cielo junto a otros ruidos aterradores. Sale a caminar. Extiende sus manos, al intentar tocarla, se aleja. Descubre así que, al escribir, el silencio habita en las palabras de su corazón.

Ana Maria Fuster Lavín

(foto y microrrelato)

Habitantes del silencio

(2022, libro inédito, en espera de hogar...)

martes, enero 02, 2024

Cicatrices de la memoria

 “[…]‘Cicatrices de la memoria’ es un arpa de nervios en que cada cuerda dice ¡ay!, quejido que nos contagia y nos convoca a la solidaridad por tratarse de un ataque letal a la fibra humana que compartimos. El texto se erige sobre un abecedario cómodo por rutinario, accesible, como alfombra tendida sobre el abismo del dolor, invitándonos al vacío cubierto. A esa trampa, adormecidos, llegamos; sobre ella, nos plantamos y, por propio peso, caemos. La múltiple incertidumbre de un ser en busca de definición, que –en su afán inquisitivo– va soltando preguntas como piedrecillas al fondo incierto de ciertas estrofas o que se empeña en rasgar líneas en papel para acariciar las heridas selladas del recuerdo, jamás se soluciona. Lo suponemos, pero nos adentramos voluntariamente a contemplar cómo se cura por medio del trazo aquello que nos infecta como lectores. Ana María Fuster Lavín comulga de nuevo con la angustiosa belleza y el horror de su cosmovisión, y traduce su pensamiento, su experiencia, en navajazos o versos –que significan lo mismo en el diccionario impropio de sus artes oscuras.” 

Carlos Vázquez Cruz ,

 escritor puertorriqueño