lunes, marzo 25, 2019

Si no te hubiese conocido, Ana María Fuster Lavín


Episodio 1:
Bromas del destino
  
“Hay un universo por cada decisión que no se ha tomado”. Apagué el televisor. Te busqué en el facebook. ¿Por qué carajo me enamoré de aquel abogadito si estaba contigo? Para él fue un juego. Aquel día de mi presentación en la librería, le apostó a su novia que se acostaría conmigo. Le dijo: te gusta esta escritora gótica… ¿tu ídolo?, blablablá… ¿Si la conquisto, me la tiro y la dejo rota, te casas conmigo?  Te perdí. Amaba que fueras maestro, actor, tus anécdotas. Tú sentido del humor. Me hacías feliz. Yo te amaba, aun te amo. ¿Cómo no culparte? Te cansaste, dijiste: todos somos una broma del destino. Ahora, husmeo tus recuerdos, deseando estar en ellos. Encuentro una foto tuya con el abogado y su esposa, sonrientes frente a mi lápida, mientras una mariposa se libera de mi tumba.

Episodio 2:
Volver a empezar 

Al año de mi primera muerte, convalecía en el hospital enmorfinada, por un cáncer de estómago. Abrí los ojos al escucharte, mi amado ex, aquel actor… La enfermera arreglaba el cuello de tu camisa. Ella te besó, aquella novia del abogado, mi examante. Grité tu nombre, pero no te inmutaste. En la madrugada desperté a causa de una ráfaga de tiros en la avenida. En mi celular tenía más quince mensajes. Eran de él, el susodicho ex, ahora fiscal. Insistía en volver conmigo, reintentarlo. Le respondí aleatoriamente, pero el texteo se tornó sexual. Recordamos la vez que nos desnudamos nos masturbamos en el tribunal. Me toqué en mi cama de hospital, aunque la cicatriz me dolía horrores. Al despertar, la enfermera me cubrió con la sábana, mientras dice que una bala perdida me impactado dándome muerte en el acto.  

Episodio 3:
No morirás

Cada vez que mueres, intentas regresar a la bifurcación donde el inició el caos causado por mi inclinación natural al autosabotaje emocional y a tu urgencia de dar y recibir ternura. No quise reconocer que me amabas, por eso regresé al lugar de origen. Tú, una escritora secuestrada por un trabajo castrante; yo, actor disfrazado de maestro; no había lugar para aquella otra, ni otro él. ¿No te diste cuenta? Nos observaban en aquel café, cuando te confesé que podía enamorarme de ti. Justo cuando ibas a responder, ellos se levantaron de la mesa y nos preguntaron cualquier pendejada. Lo reconociste, era aquel abogadito que te hacía mil consultas de redacción por email. La reconocí, era la mamá-enfermera de aquella estudiante problemática. Aquí estoy, en el momento previo a nuestra primera cita. Esta vez, no morirás. Tampoco nos conoceremos.

Final cancelado:
Efecto mariposa o siempre nos quedará Buenos Aires

Dos años después del maestro haber cambiado los hechos de esta microhistoria, envió una videoaudición suya para un musical en Argentina, siendo contratado.  El fiscal alcanzó su sueño de ser juez, siendo nombrado después de dejar a su novia-enfermera y casarse con la hija de un senador. La enfermera cayó en una depresión; y luego de una sobredosis de medicamentos ingresó a una orden de monjas de clausura, donde se enamoró de su roomate.Ambas se fugaron. La escritora finalmente ganó un premio por su novela “el amor en tiempos del efecto mariposa”, renunció al trabajo, incorporándose a una editorial también argentina. El juez, habiendo desfalcado unos $500,000, fue arrestado por el FBI en el terminal del aeropuerto. El actor y la escritora, la exnovia y su nueva novia le dijeron adiós antes de despegar juntos rumbo a Buenos Aires.


Ana Maria Fuster Lavín

Carnaval de sangre 2
 [Cuestión de género]