sábado, marzo 24, 2007

Un día cualquiera, parte 7- María de Lourdes Javier


Época de huracanes
[Una obra a destiempo]


-María de Lourdes Javier Rivera
narradora puertorriqueña


Acto I: Domingo


Sube el telón.
Tú estás al extremo izquierdo del escenario, yo al derecho. Nos paramos con las miradas perdidas hacia la nada. En medio de esa inercia, sacas el teléfono de tu bolsillo y me llamas.

Tú: (Miras el reloj en lo que esperas que yo conteste)

Yo: Alóhttp://www2.blogger.com/img/gl.bold.gif

Tú: ¿Qué tal mañana?

Yo: (A estas alturas ya estoy acostumbrada a tus malacrianzas.) Siempre te
manifiestas los domingos...

Tú: Sí. Es el día del Señor. (Ni el cinismo puede redimirte de lo que dices.)

Yo: No dudo que te creas Dios.

Tú: (Te ríes pero no lo niegas.). Entonces, nos vemos mañana.

Yo: (Pauso. Pienso. Resisto. Sucumbo.) Sí.

Acto II: Lunes

Aparece una cama en el centro del escenario. Te diriges hacia ella y te sientas al borde. Te quitas la camisa. Yo permanezco inmóvil, en la misma posición del Acto I.

Tú: (Mirándome hacia al lado derecho del escenario.)Ven.

Yo: Voy. (Lo digo pero no hago nada para acercarme)

Tú: Que vengas, chica.

Yo: (En secreto me arrepiento de haber llegado hasta allí.)

Tú: (En secreto te arrepientes de haberte fijado en alguien como yo.)

Yo: (Hace horas ya me estaba maldiciendo por haberme fijado en ti.)

Tú: (Te ríes de la escena.)

Yo: (No aguanto más. Llego hasta ti resignada.)

Me desnudas. Las luces se apagan. Te deslizas dentro de mi cuerpo. Los gemidos retumban por todo el espacio. Finalmente me separo de ti. Un pequeño foco de luz blanca recae sobre la cama. Ahí estamos los dos mirando nuestros cuerpos desnudos a través del sudor, lo único que queda después de toda esa intensidad.

Tú: (Silencio.)

Yo: (Silencio.)

Enciendes tu cigarrillo. Me ofreces uno pero te lo rechazo sin pronunciar una palabra.

Tú: Esto te jode ¿no?

Yo: (Confundida) ¿Qué?

Tú: Que todo sea tan efímero.

Yo: No sé. Quizás.
(Lo que realmente te digo: Jamás sabrás cuánto me
molesta.)

Tú: A mí también me jode.
(Lo que realmente me dices: Ya lo sé.)

Yo: (Silencio.)

Tú: Somos como un huracán. Cuando nos juntamos surge toda esta
pasión, toda esta fuerza pero luego no nos queda nada.

Yo: (Me fijo que gesticulas como si intentaras describir un huracán
con el movimiento de tus manos.)

Tú: Sí, un huracán. (Repites, felicitándote en tu mente por la
genialidad de tu propia analogía.)

Yo: (Silencio.)

Acto III: Otro domingo

De nuevo ambos nos colocamos en nuestros respectivos lugares sobre el escenario.
De nuevo extraes el teléfono de tu pantalón y marcas mi número.
De nuevo te contesto.

Yo: Aló

Tú: ¿Quieres?

Yo: Siempre te manifiestas los domingos.

Tú: (Sueltas una carcajada) Ya sabes.

Yo: (Irónica) Sí, ya conozco la rutina.

Tú: Entonces nos vemos mañana ¿no?

Yo: Asumo que todavía estamos en época de huracanes.

Tú: Mientras nos dure.

Yo: (Silencio)

Tú: (Silencio)

Acto IV: Otro lunes


Regresamos a la cama que domina el centro del escenario. Tú estás sentado encima del colchón fumando. Yo me coloco al borde de la cama, dándote la espalda y comienzo a ponerme la ropa interior.

Tú: No te tienes que ir tan rápido.

Yo: Lo efímero no debe prolongar demasiado su estadía.

Tú: (Te ríes de la ocurrencia.)

Yo: (Por alguna razón me irrito.)

Tú: Supongo que demasiados azotes huracanados pueden ser desastrosos.

Yo: (Ya no aguanto más.) Hablas tanto de los huracanes pero nunca has
vivido uno.

Tú: ¿Y? ¿Es necesario vivirlos para entenderlos?

Yo: (Cierro la cremallera de mi pantalón y me volteo hacia ti.) En tu caso
parece que sí. No creo que entiendas cómo funciona una tormenta
tropical.

Tú: A ver. Explica. (Exiges, evidentemente molesto conmigo por sacarte
en cara tu ignorancia.)

Yo: (Me giro para mirarte y me acerco a tu cuerpo.) Los huracanes rara
vez vuelven sobre las mismas tierras. Después de un tiempo se debilitan,
se desintegran y dejan de existir. Luego llegan otros, con otros
nombres, otras intensidades.

Tú: (Te excita descubrir el Caribe que se asoma en mis ojos.)

Yo: (Aproximo mi mano y comienzo a dibujarte caricias con la punta de mi
dedo.) Los huracanes impactan las tierras. Las destruyen, las revuelcan
y las renuevan. El paisaje nunca vuelve a ser exactamente igual.

Tú: (Ya ni me estás escuchando. Solo sientes el roce de mi
dedo por tu piel)

Yo: Tú no te vas, no te debilitas, no me has transformado, ni
destrozado. No, amigo. (Saco abruptamente mi dedo de tu continente.) Tú y yo no somos un huracán.

Tú: Entonces ¿qué somos?

Yo: (Termino de ponerme la blusa. Me inclino para
recoger mis cosas y te contesto sin prisa.) Ni idea.

Te tiro un beso burlón en el aire. Te haces el que lo toma en la mano, aunque pareces agarrarlo con sospecha. Me observas salir de escena.
Baja el telón, sube el telón y persistimos en este teatro.

María de Lourdes Javier
narradora puertorriqueña

No apta para la Humanidad
Blog: La no-aptitud para la humanidad

http://laverdaddelasmentiras.blogspot.com/

lunes, marzo 19, 2007

Réquiem--Hugo Ríos

Réquiem
Por Hugo Ríos-Cordero

A Magda Morales Valentín (1975-2007)


La tarde en que partiste fue una tarde de prodigios:
las rosas en el suelo y la silueta en el muro
marcaron el día como quien labra un verso.
¡Qué valor tan inmenso habitó en tus pobres huesos!
¡Qué amor tan completo pobló tu dulce pecho!
Y qué fe tan transparente te cargó en todo momento,
hasta posarte suavemente sobre una nube en el cielo.
Yo he quedado atrás, poblado de recuerdos.
-En cada rincón, tus cosas
-En cada suspiro, un recuerdo
Sin embargo en el niño, que es uno de tus reflejos
veo la luz del reencuentro; la promesa y un beso.
Y espero en las noches que le huyen al sueño
que aparezca tu rostro radiante en un espejo.
Y que en un suave susurro me digas al oído
ya no sufras y vive, pues aquí yo te espero.

Hugo Ríos Cordero

escritor puertorriqueño

Nos unimos a tu dolor y pesar, con la ternura y admiración que mereces, creas ilusión y belleza a pesar de la pérdida, es un verdadero testimonio de amor.
un abrazo solidario amigo Hugo....
Ana Maria Fuster

viernes, marzo 16, 2007

Un día cualquiera, parte 6: Angelo Negrón



Dos días después...


Es el domingo de rutas alternas y disparates elocuentes. Palabras que adornaran la boca estupida de las almas vivientes. Más les valdría morir calladas dejando para otra vida la sarta de fonemas audibles, pero sin sentido. Labios que disfrazados de hermosura se besaran a si mismos en la interminable lista de egos que en realidad desmerecen la belleza.

Estaré esperando mentiras y verdades; tan entrelazadas ambas virtudes que no podré diferenciar entre el reloj de arena y las sombras de la noche. Cabellos que se revuelcan, justo antes de dormir, con dedos de mil pesadillas presenciadas por futuros vistos en cartas del tarot y horóscopos de neblina. Mundo de ladridos, ruido de insectos, vino tinto y algarabía de la piel.

Hoy es el día después de anoche y el antes del sepulcro. El amor que acaba o evoluciona; clavo tras clavo. Martillando los oídos del corazón agonizante que resucitara al tercer beso según las melodías de hace dos días. Papeles manchados con tinta inagotable de recuerdos; bella historia de amor terminada en el principio de lo que ahora soy.

Quiero ser un duende que pierda la manera de acercarse a la belleza de las hadas, curvilíneas de sirenas con canciones hipnóticas como las del viento poseído; dueños de cielo y mar; mezcla de instantes, claridad y marejada. Más allá del corazón; en lugares cercanos a la distancia, donde el último de los sueños que tenga mi memoria será su rostro sin ojos de alma sometiéndose a la rabia de la incomprensión de su Yo interno, de su Yo soberbio, de su Yo inexistente y olvidado.

Pesadilla convertida en unión de voz subida de tono, bautizada como un ¡ya basta! Destrucción de amaneceres lejanísimos, caricias de la vida y sus porqués. Resquebrajándose el agua de los ojos al asomarse por la remembranza del apagar de sabanas desgastadas. Brazos estrechados, abiertos a la espera de no ser destruidos con la imposibilidad del entendimiento. Vive entre mascaras, todos las tenemos, pero las de ella se esconden innecesariamente en la espesura de la inconformidad. Vivirá dentro de las respuestas que no supo dar.

Humana disfrazada de ángel con alas rotas y excusas descompuestas. Se fue; se alejó y aunque me gustaría saber a donde irá , será mejor que se aleje mucho para que no me escuche si me da con gritar su nombre, porque ella… ella tampoco me dejó otra opción…Morirá dentro mió y luego exorcizare mi alma; hasta ese día, la percibiré fuera, entonces… exorcizada y fría; comenzará este corazón mío a latir por su propia fuerza y el suyo morirá sin remedio, tal como debió suceder en vidas pasadas donde prometió regresar a hacerme pasar el mismo jubilo y la misma pena, pero donde desconocía que llegaría el momento en que mi intuición se uniría a los demás sentidos de mi ser para descubrirla y querer sentir la alegría de saberla olvidada… de saberme en libertad...

Angelo Negrón
escritor puertorriqueño

del colectivo Taller Literario
visita su blog
Confesiones
http://www.confesiones1.blogspot.com/

miércoles, marzo 14, 2007

Book of Shadows, revelaciones de un poemario, por Iva Yates





El libro de las sombras
Por Iva Yates
escritora puertorriqueña
visita su Pinacoteca en
http://pinakotheken.blogspot.com/

El poder de la magia siempre ha estado en la fuerza que yace detrás de las palabras, en la convicción de la persona que las pronuncia. Así que hace siglos, las brujas no escribían sus recetas o rituales mágicos. Esta información la escondían en las sombras de su alma para que no se pudiese implicar ni acusar del delito de ser ellas mismas.
Un libro de las sombras es, entonces, uno que encierra los secretos de una bruja o brujo, un mago, un hechicero o hechicera, pero más allá de ser un libro secreto, guarda la verdadera esencia de la persona a la que le pertenece, es, sin equivocaciones, un libro único.
Un libro de las sombras describe los sentimientos que posee una bruja sobre su relación con el otro mundo, de los rituales hechos en el plano terrenal que están ligados a una gran reserva de poder en el plano astral. Cada libro de las sombras se convertirá en la historia personal de la bruja que lo use, cada ritual le recordará una etapa de su vida, cada hechizo quizás un antiguo amor, una vieja amistad que ya no le acompaña.
El poemario de Ana María Fuster lleva el título que le corresponde porque nos muestra a través de una pequeña rendija la historia de una bruja cualquiera y la relación de esta con su entorno físico y espiritual. La bruja poeta se mueve entre juegos temporales de Cronos, las olas espumosas de Yemayá, la oscuridad del Hades y las calles de la ciudad, entre lo visceral y lo sublime,lo físico y lo sensual. Encontramos aquí pedazos de las sombras, desde lo cotidiano hasta los deseos más íntimos y clandestinos.


Podemos concluir que Ana María es una bruja, no porque pueda convertirnos en sapos con un conjuro, sino porque cree firmemente en el poder de sus palabras, de la palabra misma, como bien lo demuestra en su libro de las sombras.
Iva Yates
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Quiero agradecer a todos los amigos, brujitas, escritores, poetas, editores, familia, sombras versantes, compañeros de trabajo, a Miguel y Pedro, por el apoyo y la celebración versante del sábado 10 de marzo. Fue un abrazo de amor, palabra y ternura, sigo muy emocionada y conmovida.
Un beso a todos
Ana María


Fotos cortesía de Yolanda Arroyo

lunes, marzo 12, 2007

Para el Gabo publicado en el períódico el Vocero de Puerto Rico


Crónica de una escritora anunciada
para el Gabo
Por: Ana María Fuster Lavín
Especial para ESCENARIO
Sábado 3 de marzo de 2007


He visto un cadáver. Fue el primero que atravesó mis pensamientos, supongo que todos nos tenemos que estrenar en el arte de morir de alguna manera, en mi caso, tan inesperado como excitante. Eran los libros que lograba robar como ladrón en la noche durante mis años de escolar, que me convirtieron en la cómplice del crimen perfecto, y sin escrúpulos podía ser amante, asesina, vagabunda, abogada, monja, prostituta, hombre, mujer, niña; viajar, volar. Podían ser efectos de otra hojarasca, de otra historia tras historia de una biblioteca robada. Libros, terribles conspiradores que a través del tiempo penetraban en mi alma para llevarme a un viaje sin retorno.

Era el origen de una obsesión página tras página, pista tras pista; tenemos que salvar a esa víctima aunque entreguemos como rescate todas nuestras horas libres, o las usurpadas al sueño, a la intimidad del inodoro, a la maestra o al jefe. No exagero, antes de que muriera el anunciado candidato a occiso, hubo en mi vida unos ojos de perro azul mientras el olor de la guayaba me seducía a penetrar nuevamente aquella biblioteca, en el sótano del antiguo hogar de mis padres.

Me di cuenta de mi irremediable necesidad de escribir; fue un miércoles endomingado, no me importó que mis amigas me invitaran al día de damas del cine, con lo que me apasionan las películas desde pequeña, pero en ese momento tenía 17 años, con siete en el vicio de los mundos apalabrados, y es que los síndromes de abstinencia son como aquella carta que nunca llegó, como quedarnos abandonados, con el gallo de un hijo y no tener comida, sólo recuerdos en los bolsillos y sin dinero para comer, y concluir con la palabra mierda, pues como el coronel de las soledades hay tantos que no tienen quién les escriba. Yo seguía sin remedio hacia mi destino, decidí escribirle la carta al Coronel para que no se ahogara en la mierda (con la que el Gabo cierra ese libro), un sello y dirigida a Macondo, Colombia. Mi madre se rió con el sobre de vuelta „no such address‰, claro, quizás Macondo no queda en Colombia, sino en la ciudad que nos habita tan cerquita que no nos damos cuenta.

El hombre iba a morir, y no lo podíamos evitar, tampoco se pudo evitar que el General envejeciera en su propio laberinto y maldijera a la vejez. La maestra seguía hablando de mecánica cuántica, de la raíz cúbica de A sobre B, y me quitó un papelito en el que le escribía a desgraciado Santiago Nasar, que abandonara el pueblo, que lo matarían. Ella se río cuando vio aquel libro escondido bajo mi carpeta, pero me regaño y saqué mala nota en su clase.

Sí, es que todos sabían que moriría, como de costumbre, excepto él, que no guardaba memoria ni de sus putas tristes, y es que nosotros podemos ser una crónica dentro de una crónica como decía mi abuela Hortensia, la primera poeta de la familia. Y es que en la vida misma así como en los libros, nadie oyó nada, mucho menos vio. Tampoco les importó cuando el candidato a muerto, salió con mejor ropa y su corbata morada. Murió como venganza. Terminé el libro y, como de costumbre, sigo otro y me sumerjo en esa pasión tan intensa como el primer amor, así como mi primera sorpresa ante el sexo masculino, fue el ahogado más hermoso y más dotado que unió a las mujeres del pueblo, consecuencia lógica comencé a escribir mis primeros cuentos y le hice una versión de la llegada de aquel hombre desde la playa de Piñones.

Definitivamente moriría otro personaje de otra historia y tendría que acudir nuevamente al depósito de sueños, que según el diccionario de la Academia de la Lengua se llama biblioteca. En fin, existía un brujo mayor que podía vivir más de cien años de soledad, en un mundo macondianamente maravilloso, pero no tan diferente de las historias que leía mi padre en el periódico, y que comentaba en voz alta cualquier domingo durante el desayuno. Le pregunté a mi progenitor, como perito siquiatra, cómo la abuela de Eréndira podía ser tan desalmada, siquiatra al fin, él me dijo que los libros me iban a enloquecer como don Quijote, además la casa de la vieja se quemó. Lo miré, con temor, él también tenía la marca del lector empedernido. Sin embargo, mi padre no entendió demasiado el camino que tomé, fueron muchos los culpables de que no estudiara leyes, demasiados abogados en la familia, pero muchos más libros.

Comenzaba a independizarme, ¿sería posible un amor durante los tiempos del cólera? Llegaba el fin de las páginas y temía lo peor, que el amor no triunfara, que la familia Buendía llegara a quedarse sin descendencia, y que el pobre Santiago muriera sin que nadie le avisara. Recordé aquel día cuando al terminar una lectura escuché una detonación, sí era un disparo. Sentí que el corazón se me salía del pecho y tuve que salir de mi casa al umbral de la madrugada mientras todos dormían.

¿Y sí ya estaba muerto? No era otro libro de García Márquez. Abrí la puerta y salí entre el concierto de coquíes me encontré bajo una lluvia de palomas, la calle runruneaba a coro con mis pisadas. Sentí un poco de vértigo, pero corrí hacia el final de la calle de donde creí provenían unas voces. Doblé la esquina y las palomas se convertían en flores muy hermosas, según llegaba a la casa de doña Úrsula. Sentí una alegría que comencé a olvidar mis preocupaciones. Llegué frente a la señora que estaba sentada en una mecedora con un bebito muy tierno y acerqué mi mano para acariciarlo, me dijo mamá y sentí unas fuertes palpitaciones. ¿Cómo? pregunté. Doña Úrsula ahora tenía mi rostro, pero no el de veinte años que tenía al salir de casa, sino en los treinta pasados como mi presente. Tengo tu clave, pídeme tres deseos, y luego regresa la lectura, dijo y no la vi más, sino con el pasar de los años frente al espejo.

Los deseos como los sueños siempre deben estar cargados de esperanza. Regresé a casa y mi hermano me contó que la vecina llevaba cuatro días comiendo tierra porque le dijeron que curaba el mal de amores, su novio la había dejado y ella no volvió a vestirse de otro color que no fuese violeta. Han pasado veinte años y sigue vistiendo del mismo color y yo tuve un hijo muy hermoso al que le encanta escuchar los cuentos de la familia y del vecindario.

Hace tiempo que dejé el pueblo y la lluvia de palomas y pétalos sólo fue reseñada en un periódico universitario. Fui yo quien la presenté, pero no la reconocieron como noticia, al menos me otorgaron mi primer premio como cuentista. Luego del asesinato de Santiago, el patriarca se quedara en su otoño, la abuela desalmada dejara de maltratar y prostituir a la Eréndira.¿Qué hicieron las mujeres de aquel pueblo con el ahogado bien dotado? ¿Llegó la carta del Coronel? La muerte real y la maravillosa, la magia se funde con lo cotidiano, así en la vida como en los libros. Sí, "El Gabo" fue uno de los culpables como tantos otros escritores de que, además de estar sentada frente a una computadora todo el día, en un empleo drenante, pueda volar y ser cómplice de tantos mundos apalabrados como de la vida misma.

__________

La autora es escritora puertorriqueña y ha publicado los libros: Verdades Caprichosas (First Book Pub., 2002), Réquiem (Isla Negra Ed., 2005), La campana del ingenio y El mago de Aguas Buenas (Leyendas Puertorriqueñas, Ed. Alfaguara infantil, 2006) y el poemario, El libro de las sombras (Isla Negra Eds., 2006).



Ilustración de Antonio Martorell
http://www.vocero.com/noticias.asp?s=rEscenario&n=88357

sábado, marzo 10, 2007

Presentación poemario


Se Lanza otro poemario

sábado, 10 de marzo de 2007
Primera Hora

El poemario “El libro de las sombras”, de la escritora puertorriqueña Ana María Fuster Lavín, será puesto en circulación este sábado 10 de marzo, a las 6:30 de la tarde, en el Chateau Rouge, sito en la avenida Muñoz Rivera en Río Piedras.

Las palabras de presentación y el brindis por el libro, publicado por Isla Negra Editores, corresponderán a las escritoras Leticia Ruiz y Mayrim Cruz. La actividad está abierta al público.

http://www.primerahora.com/noticia/otros_asi/espectaculos_asi/lanza_otro_poemario/34708

Libros-(Per)versiones desde el paraíso-Nelson del Castillo


(Per)versiones desde el paraíso

Ana María Fuster Lavín y Uberto Stabile
Aullido: Revista de poesía
232 páginas


Con el subtítulo "Poesía puertorriqueña de entresiglos", la revista española Aullido ha dedicado una edición antológica a la creación poética nacional, en lo que constituye un elevado reconocimiento a los y las poetas contemporáneos.

Además de una nota de presenta ción del profesor universitario y es critor Mario R. Cancel, "De oficio poe ta: escrituras y po ligrafías", la revista –en formato de libro– contiene trabajos de 27 poetas, cada uno con cinco participaciones.

En su introduc ción, Cancel repasa las particulares motivaciones creativas de los y las poetas que conforman esta edición, haciendo hincapié en la permanente actitud transgresora que se revela en los poemas.

"Para muchos de estos autores", sostiene en su ensayo Mario R. Cancel, "la poesía sigue siendo el manifiesto de una voluntad transgresiva como lo fue para los románticos o los poetas sociales. El poeta se ubica ahora en espacios individualizados: el motel, el bar, la cama, los arrabales urbanos desde donde canta su epifanía".

Nelson del Castillo / Primera Hora
http://www.primerahora.com/XStatic/primerahora/template/contenido.aspx?id=24253

La poeta se eterniza--por Ileana Cidoncha


La poeta se eterniza en la palabra



"El libro de las sombras" de Ana María Fuster. Suministrada
Por: Ileana Cidoncha
Especial para EL VOCERO


"Y vuelvo a navegar en mis versos,

que son muerte, vida

y libertad". "Viaje"


Ana María Fuster -mujer joven, poeta vieja-, se eterniza en la palabra, se acurruca en el verbo. Nace, pare, muere y resucita en cada verso, escondiéndose y revelándose en cada poema. Hoy, se presenta su más reciente poemario titulado "El libro de las sombras", opúsculo de la hechicera en el que escribe y describe los secretos de su don, los retruécanos de su alma, los misterios de su bitácora, el secreto de sus sortilegios, la celebración de su femineidad, la vorágine de su sexualidad, el fruto de su vientre.

La poesía de Ana María es esencialmente erótica, un erotismo libre y sin ambages que va de lo figurado a lo concreto, al que nos convida penetrar en el poema "Invitación" que abre el libro: "Déjame invadir tus pensamientos/ y lamer suaves tus silencios perversos:/ acariciar tus sueños,/ cosquillearte un amanecer irracional, y escribir un poema sobre tu cuerpo".

En la primera parte "Mitos", el leit motiv son los abandonos infinitos, en los laberintos del tálamo, mediante poderosas imágenes de la muerte ˆuna constante en su obra-, bajo el manto de Selene. "No hay serenatas, ni sentencias,/ cuando las olas recogen los olvidos,/ siempre silentes sibilan silencios abandonado;/ solo regresan las mujeres en cuarto menguante/ todas y ninguna./ a la luna llena,/ pero clandestinas y anónimas hasta el amanecer".

En II. "Espejismos de la ciudad", la poeta mira a su ciudad, desde el comentario social al desencanto colectivo, sin que falten lo erótico, lo desgarrador, lo aguijoneante: "en una cuneta desbordada de feromonas,/ o cuando sació la sed de mis secretos/ y canto sin voz a una ciudad amurallada/ que pare pasiones anónimas, clandestinas".

"III. Otras (per)versiones del amor y la muerte", Fuster juguetea con los "haikús" que conjuran olvido, nuevos amores, formas de posesión, o platos gastronómicos: "Soufflé éxtasis./clímax chocolate/cópula y fresa". La poeta canta al amor realizado con trazos iluminados por la mirada de ojos infinitos del otro. "La muerte no entrará en palacio/ lo sé,/ ya no hay dolor en tu pecho/ como tampoco rencores en mis manos/ ni maldiciones que violen nuestras luchas/ nos acariciamos de labios y promesas/ sin final, sin retorno".

El poemario, de la escritora quien ya se ha labrado su espacio en el parnaso de las letras hispanoamericanas, que se presenta hoy a las 6:00 p.m. en el Chateau Rouge, en la avenida Muñoz Rivera #994 en Río Piedras, es el primero de este género en ser publicado. Mas sus poemas han aparecido en los periódicos EL VOCERO y Claridad, así como en varias revistas literarias del país y del extranjero, y en antologías de letras hispanoamericanas e internacionales. Ana María también ha publicado dos importantes libros de cuentos "Verdades caprichosas" y "Réquiem", y su poemario "El jardín de la Dama Duende" está en proceso.

http://www.vocero.com/noticias.asp?s=Escenario&n=88759