lunes, noviembre 14, 2016

Ana María Fuster Lavín y su novela: Mariposas Negras (2016): la vida y la muerte como una sola travesía entre la pesadilla, la duermevela y el insomnio


Ana María Fuster Lavín y su novela: Mariposas Negras (2016): la vida y la muerte como una sola travesía entre la pesadilla, la duermevela y el insomnio

Por Dra. Beatriz Santiago Ibarra
Escritora y crítica de arte
 



“En toda mujer hay fuerzas poderosas pendientes de descubrir”.  Lo señala la escritora y psicoanalista junguiana[1]Clarissa Pinkola Estés, en su obra Mujeres que corren con los lobos[2].  La escritora de San Juan de Puerto Rico, Ana María Fuster Lavín y su literatura son parte de esa pronunciación, a través de la cual lo espiritual-psíquico se mueve a la par, a punto de equilibrio con el arte de escribir; es decir queda sellada la pronunciación en la nueva novela de la autora, Mariposas Negras.

Después de haber visto sus cuentos tal cual “fenómenos curativos del alma”[3] en Carnaval de Sangre (2016), leo el manuscrito de las Mariposas Negras, para por fin entender que esa alma no es sino la entelequia y que una de sus partes o núcleo esencial es la conciencia. […]

I.                   Notas al primer capítulo: Caricias al silencio: la invisibilidad


Mariposas Negras, tiene un abordaje hacia el espacio de la soledad perenne que en la obra anterior de Fuster Lavín nos embarcamos en él, pensando en que la escritora y sus palabras inducen a un vacío: en el sentido del vértigo del abismo; tal cual símbolos de esa soledad respirada por el lector en cada inhalación de la lectura.  Más, ese solipsismo no es hueco, y precisamente es la metáfora del insomnio (otro constante  en su obra), la que ahora señala, que tanto la soledad, así el silencio, poseen sus propiedades de tiempo; espacio; cuerpo; invisibilidad; visibilidad; y tantos otros elementos y conceptos como aquellos sostenidos por la “realidad” extrínsecamente a lo que vivimos y pensamos.

En la novela se afirma que esa metáfora, además de encontrarse siempre bien despierta y erguida, duerme, y hasta se permite soñar en vertical. ¿Armonía de los contrarios? Podría ser.

La historia que presenta esta ficción es la típica relación de dos adolescentes colegialas, Mariana (protagonista) y Laura (coprotagonista) que cotidianamente viven como todas las niñas de su edad, comparten con amigos y amigas, que excepto John (el amiguito más íntimo de las dos); el maestro de historia, Míster Jaime Flores y Lucas, el hermanito menor de Laura (un niño autista), el resto de los amigos son personajes siluetas, que inciden en la trama, desde el punto de vista de los monólogos interiores; del tipo “stream of conciousness” (flujo de conciencia) del personaje de Mariana que dominan la narrativa, complementados por las descripciones de los diarios secretos de Laura.  No obstante, en ese día a día de levantarse, desayunar; ir a la escuela; portarse a veces bien, a veces mal con los maestros; ir a estudiar todos juntos; o el grupo de las chicas ir a comer “yogures”, subyace una intrahistoria de horrores y espantos: Mariana es víctima del  “bulín” de parte de algunos mal intencionados compañeros de clases; víctima de violación y abuso sexual por el padre de Laura desde los once años; brutalmente victimizada por su propio padre y unos amigos en el cuarto de un hotel (durante las primeras y últimas vacaciones que fue a pasar sola sin su madre).  Lo que lleva a Mariana a convertirse en una niña “rara” para todos, creando así mismo, un ambiente enrarecido en su mente y en derredor de sí misma, en donde el tiempo no es lógico, ni preciso; y aunque uno de los “leitmotiv” en la narrativa es la alusión a que su reloj despertador suena a la 5:30 am; es precisamente esta imagen, lo que indica la no constancia de la historia; el destiempo, incluso la misma hora de su fin.  Laura es víctima de una violación brutal y a Lucas su hermanito autista, el hermano gemelo de su (proxeneta padre), un incisivo pedófilo (diácono de la iglesia) también lo victimiza y abusa.   La vida de la madre de Mariana es antisocial, ya que Gloria es dipsómana y prostituta.  Dista mucho de ser un modelo para su hija, la que lucha por lo que cree genuino en su vida, el amor de pareja, que siente y tiene con su amiga Laura.

Recurro una vez más a la frase de Mario Sotil[4] en torno a la literatura de Fuster Lavín “hay que dejar que la literatura asuma el papel que le corresponde”.  En el caso de la autora es así, y aquí en Mariposas, más que en toda su literatura ella lo permite.

El epígrafe que al comienzo de capítulo, la autora ubica como sentencia es, del escritor Eduardo Galeano[5], asegurando que cada quien es la propia historia cotidiana.  Ese comienzo del personaje de Mariana de “estoy aquí amarrada a una cama” se siente como inercia; mas no es sino el impulso que Fuster Lavín le da a su personaje para contar todas las historias, con tal de no olvidarlas.

Mariana es la que yace en lo corpóreo, visionando desde lo espiritual, el alma de su poesía (es poeta)  utiliza su poesía  o bien el conocimiento de esta (estética) y los diarios de su amiga Laura (símbolos del arte de escribir)- la crónica- la literatura; (el canon[6]) para el recuento de esas historias  que desde principio o fin de la novela se cuenta desde la cama de un hospital psiquiátrico donde se encuentra Mariana. Oscilará el discurso entre lo ético (ley), literaria y lo estético (lo bueno, lo bello, la bondad) El lenguaje es el verdadero protagonista. Si en Finnegan’s Wake, novela del escritor irlandés James Joyce[7], el personaje debe despertar para continuar escribiendo, en Fuster Lavín, el despertar desde el alma es concientizarse para salir de las “redes sociales” atrapantes, impidiendo, estas, que se escriba, que se narre y se ame.  En Mariposas el motivo para lograrlo son las mariposas negras (las monarcas): ¡que solo viven; aman; trabajan; discrepan, en un espacio de tiempo de veinticuatro horas!  Se puede afirmar desde este primer capítulo lo que la autora dice, “tengo la certeza de que solo encontrando las palabras precisas podemos sobrevivir”.

No se puede precisar de la palabra escrita.  Náutica de mares y océanos de la psique, es la narrativa de Mariposas.  Mariana y Laura son las esclusas, para que la travesía logre que la trama fluctúe y pase de un estado a otro.  Por ello el párrafo final del primer capítulo es piedra de toque para la comprensión de los demás en esta novela.

¿Cuándo comencé a tener noción de que el tiempo es relativo a las variaciones del alma?  No lo sé, quizá tan solo las historias que vivimos.  Las mías comienzan poco antes de cumplir once años y terminan una noche poco después de cumplir dieciocho.  Hace cinco años solo vivo en el olvido de Laura[8].

Aquí, es cuando la lectura la realizamos.  La comenzamos a conocer desde otra pregunta ¿Cómo puede la literatura no recordarnos a los que la escribimos?  Quizá porque la literatura responde a una leyes autónomas y tienen que ver con el atuendo con el que se viste; la ficción.

 

II.                Apuntes para el segundo capítulo: Las alas de la noche

Debemos tener en cuenta que la ficción de Fuster Lavín convierte a la ética en estética y no al revés.  Por ello se manifiesta en el tipo de lenguaje utilizado, el que aun escribiendo un acto de pedofilia, es sumamente especial, a través del cual toma una acción como sujeto y así ese elemento o parte de un personaje aparecen “pro nombrados” (con un pronombre): “Pasó su lengua por mi rostro y me obligó a agarrarle la erección”.[9] “Erección” por pene, cuando en realidad es el pene (miembro del sujeto) y la erección, el acto (el predicado). Hasta los símiles y todo el lenguaje figurado son distintas escrituras anteriores que conforman el canon. Lo demuestra tal cual, al entrelazar coloquios y diálogos del lenguaje callejero de los personajes: jergas y regionalismos caribeños. Ya la poesía de esos monólogos interiores y su flujo de conciencia.  Sí, exhibe “la dialógica imaginativa” de la que tanto habló, Mijaíl Bahktin.[10]

El lenguaje se postula entre un realismo crudo, pero goyesco,[11] tan así como decir “gótico” con vicios de ambiente de novela negra con recorridos en esas “travesías” soportadas tipos “thriller policiaco”: “Somos tan apáticos ante el dolor ajeno que nos hemos ido convirtiendo en fantasmas de una humanidad perdida”.[12]

En relación a los personajes, Fuster Lavín explora el referente del heroísmo norteamericano, engendrado en el “comic”; que tanta fibra psicológica y filosófica nos da a los lectores en todo tiempo: Batman y Batichica (son los apodos que John y Mariana utilizan uno con el otro).  Además de Mariana reconocer en Buzz Lightyear, al buen mensajero y excelente amigo que John= Buzz ha sido, tanto para Mariana, como personaje en “The Last Airbender” del programa para jóvenes de la televisión y del cómic, así es héroe dentro del tiempo y la acción de la novela Mariposas Negras.  Fuster Lavín teoriza, no solo con la vida y la muerte (tal cual sentidos lineales en la mente de los personajes) sino también con la felicidad en calidad de mediadora.  Es personaje intelectual y más allá de ello, es espiritual.  No es real en la ficción, pues menos en la realidad.  La alegría es invento del alma.

Mariposas Negras, es título- símbolo, y justo al final del segundo capítulo se descubre.  Son ellas, Mariana y Laura (las mariposas).  Refiérase a ese primer amor puro, que se experimenta y siente por primera vez en la vida y que nunca se olvida, y es el “modus vivendi”[13] hacia ese tipo de amor; lésbico-espiritual y fundamentalmente poético, el que la sociedad discriminatoria plagada de machistas (de ambos géneros) proxenetas, pedófilos o pederastas, abomina.

Los “Sin Ojos” “son las especies más peligrosas”.[14]  Para nosotros, los lectores son fantasmas; pero ¿lo son? O es una especie más de la trama social; que muy bien conocemos en Puerto Rico.  “El cura; el teatro; el alcalde; el casino; las alhajas; el cielo; el infierno”.  Y por encima de todo; ese gran personaje tan inclusivo; “el qué dirán social”; me refiero al poema emblemático de la poeta puertorriqueña, Julia de Burgos, que bien puede compararse aquí con los malévolos de esta trama, titulado A Julia de Burgos (autodedicado) en la recopilación, Canción de la verdad sencilla en Antología poética de Julia de Burgos[15].

Fuster Lavín plantea la vida y la muerte como una sola travesía entre la pesadilla, la duermevela y el insomnio e indica al mismo tiempo la crisis económica de Puerto Rico. “La crisis económica que gira y gira sin remedio para caer de nuevo en la imposibilidad de la ternura[16]”.

Si no hay ternura es como si no existiera la literatura.  Es lo que se desprende de la historia narrada para Mariana.

III.             Hallazgos en el tercer capítulo: El aleteo de las dormidas.

Se inicia con un lema del escritor portugués; José Saramago que dice: “yo no escribo para agradar o desagradar; yo escribo para desasosegar”.  Es pensamiento sentencioso; inscripción; referencia o bien, guía, en el espacio literario de una obra y la escritora F.L. la sigue.

En calidad de autora, que todo lo sabe en relación a su obra, se sirve de su narradora-protagonista, Mariana, y así, ella, junto a Laura, montan sobre la historia, un tinglado estructural tipo interrogatorio policial- sustraen las palabras que se ocultan en sus propias mentes y en las nuestras; la de los lectores.

¿Cómo lo hace la autora?  Penetra el terrero metafórico: metonimias símiles… en fin, impulsa siempre la lengua española; y a toda lengua cuando se trate de traducciones. El capítulo comienza cualificando las condiciones humanas de ese reloj despertador y la metáfora no expende de complicación alguna: un reloj; una paciente de “psiquiátrico” son parte verosímil del control existencial; al que estamos sometidos (el género humano) en nuestras sociedades.  Para el lector de Fuster Lavín resulta fácil y hasta divertido, entender que ese tiempo no existe fuera del conocimiento, ni tan siquiera por conciencia de la propia ficción.

El sonambulismo (como para del insomnio) es el que permea el capítulo, su atmósfera al Mariana declararse a Laura, ser “una criatura de la noche” propone el orden del caos- lo caótico que ambas viven- no por ellas sino por la maledicencia de los demás, que han abusado de ellas: “Para las criaturas de la noche, la confusión es el orden natural del universo”.

Si reflexionamos esta aseveración, recordamos la teoría de Albert Einstein: “todo es relativo”.

La pérdida de la inocencia de la niña Mariana a manos de su padre y sus desalmados secuaces, quiebran espiritual y físicamente su voluntad.  A partir de ese momento en la novela, el personaje de Mariana apenas se reconoce así misma; lo que implica que “la ética del bienestar la abandona”; tal cual dice la profesora y filósofa mexicana, Maria Pía Lara[17], en relación a este tipo de personaje femenino en la literatura.

El desmayo: significa una pausa; un detente.  Es como un aviso al lector de lo ocurrido en la acción de equis o ye suceso y de sus futuras consecuencias.

El drama de las descripciones en las relaciones sexuales de violencia y en las violaciones son “ex profeso” descritas para dar al lector detalles específicos en orden de proponer una lección de vida a través de lo dicho.  Concientizar a los demás de los despropósitos de las inhumanas; pederastia y pedofilia, el bulín y el bulín cibernético.  La carne humana como modelo de este infierno en detrimento del espíritu infantil.

El concepto del “tiempo” es el que mueve “el aleteo” (el movimiento alado) mientras “dormimos”.[18]  En el personaje de Mariana, esas mariposas monarcas (negras), remiten al paraíso (o cielo).  Aleteo es el despertar, en otro plano de la conciencia; sacudirse de la maldad; lo nocivo, aunque en el caso de Mariana, ella no puede deshacerse de todos esos daños, así como les sucede a las personas en la vida. En esta novela queda claro el testimonio por parte de la autora; el abuso sexual a niños y a niñas es equivalente al “diablo”.[19]

La literatura y la inteligencia van unidas.  Cuando leemos a otros, estamos leyendo sus meditaciones y sus pensamientos.  Abrimos un diario; como en el caso de Mariana y de Laura (Mariana era la única autorizada a leer los diarios de Laura), es sinónimo en la novela del libro.  Literatura dentro de la literatura- doble ficción.  En la página ochenta, Fuster Lavín lo señala:

Abrir una página de palabras ajenas es como entrar en las pisadas de otro cuerpo, encontrar que no estamos solos en la noche.  Viviré en el cuerpo de sus meditaciones como si mis manos recorrieran su piel bajo la ropa, bajo lo que no se puede ver.[20]

El que lee es un hermeneuta. Los diarios de Laura son crónicas; y ha dicho el escritor colombiano Gabriel García Márquez, “la crónica es la novela de la realidad”.[21]  En los diarios de Laura, la narrativa es un cuento- lo que cuenta es lo sucedido en su vida.  Al ser parte de la novela, funcionan como códigos que se crean sobre la historia y van viviendo junto a los flujos de conciencia de los monólogos de Mariana, todas las piezas del rompecabezas de la historia.  Un ejemplo: en la página noventa, Mariana se entera por el diario de Laura que su amada ha terminado con “la escoria de su tío”, el diácono pedófilo; dato sumamente importante para Mariana como para el lector.

El amor urgente, apremiante entre las dos adolescentes es presentado con pasión y vehemencia.  Al principio de la novela, desde el punto de vista de Mariana, Laura parece la más débil  y delicada de las dos. A medida que la historia avanza y todo se coloca y también se disloca, Laura resulta al revés.  Mariana es la más tímida.  La que toma la iniciativa y la besa por primera vez (Laura a Mariana).  La que manifiesta que lo sentido en el alma, es también parte del amor físico es, Mariana y añade que ahí la ternura impera. Un elemento esencial en todo amor verdadero que se precie de serlo.

IV.             Reflexiones en torno al cuarto y último capítulo: Intermitencias de la muerte: Mariposas Negras.

Dos enseñanzas al que lee, en esa escalada para ascender a la “unidad”; tomar aire para descubrir el final del “thriller” y son estas rúbricas epilogales las que aclaran y compendian el tema principal recapitulando con sus leyendas lo que se intuía al comienzo de la novela: una es un proverbio chino que dice: “el simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo”; el otro pertenece al escritor Alejandro Jodorowsky; “… la muerte solo existe en la mirada del otro”.

El personaje de Mariana establece dos postulados, uno que el ser humano muere de muchas maneras y el otro es que ella se considera por esta prerrogativa, un holograma; “casi puedo ser un holograma”.[22]  Se refiere a la imagen de su muerte, pero de forma tridimensional.  Se refiere al alma (inteligencia; conciencia; espíritu). Lo que nunca muere.

El  “issue” de la poesía de la protagonista, que no sostiene la vida del escritor (sobre todo al escritor puertorriqueño): “escribir poesía es construir sensaciones.  Y de las sensaciones no se puede vivir”.[23]

Cuando el personaje de Mariana reflexiona (siempre amarrada en esa cama) va conociendo las texturas de la muerte: “mis pisadas tienen la textura de la muerte”.[24]

El hábito de Laura de peinar el cabello de Mariana, es una invariable tenaz; que dice de ellas que son cómplices del tiempo y de su caos; mas el contacto entre ambas es constantemente implacable, reconocen que el tiempo se las ha devorado, como la imagen del propio dios de la mitología griega, Cronos.  Laura, al peinar a Mariana despeja su propia alma y así aclara la de Mariana.

El cuento de Esteban, que Jaime; el profesor de historia les cuenta, sirve de traslación a la historia.  Posee propósito traslaticio.  Es el cuento “cuentado”, re apareciendo una vez más en la literatura de Fuster Lavín.  La novia de Esteban (en el cuento) recupera su cuerpo humano y deja de ser mariposa; se describe “la textura de sus manos”.[25]  Así, por igual, “los ruidos de esta ciudad cargan el aroma del abandono, una particular textura”.  Por debajo de la primera lectura, se rescatan todas las texturas narrativas que implican nuestras vidas.

El espacio urbano, tal cual el espacio del psiquiátrico, y el espacio poético, son espacios que se unen en la narrativa de Fuster Lavín.  Lo demuestra el hecho, que Laura (ya en espíritu, ya en el físico) como un acertijo dará quizá muerte a su amiga.  Esta muerte significa a la muerte de la ficción; la que posee su particular textura.  El ámbito de Cayey indica la textura del paraíso.  “Que la vida es un aquí, que la muerte es otro día” y eso de que: “el tiempo se pierde en las voces que no regresan al cuerpo”[26]. Símbolo de trascendencia del vacío; de la llama de la luz.  Estas, Mariana y Laura son fuerzas poderosas de la naturaleza.

Fuster Lavín, otra vez sorprende con una narrativa extensa, calificada en una madurez literaria que sorprende y la ubicación con Mariposas Negras al lado de lo internacional con, Julia Navarro, Almudena Grandes, Rosa Montero y Magali García Ramis y Ana Lydia Vega es evidente.

 
Dra. Beatriz Mayté Santiago- Ibarra

Escritora y crítica de arte

(San Juan, Puerto Rico)