viernes, diciembre 22, 2006

Feliz Navidad


Desde la Ciudad Silente,
les deseamos una Navidad llena de ilusión, creatividad y esperanza.
El amor nos redime, los sueños son la sangre...
Viviamos con la misma intensidad que vimos esa primera luz.

Ana María

y Miguel

jueves, diciembre 14, 2006

El libro de las sombras!!!! A la sombra del deseo--reseña de Uberto Stabile / Y un preludio para el destino de AMFuster



A la sombra del deseo


Si la sombra es el perfil oscuro que dibuja un cuerpo opaco sobre una superficie cuando se sitúa frente a un foco de luz, los versos que Ana María Fuster recoge en este libro son la mirada que ilumina sutil y en ocasiones vehemente el tránsito entre la luz del conocimiento y, parafraseando a Buñuel, ese oscuro objeto del deseo del que beben tanto los mitos como los sueños.

Dividido en tres partes bien diferenciadas, El libro de las sombras (Isla Negra editores, 2006), es al mismo tiempo un viaje hacia la profanación del mito. Eros y Thátanos se disputan la morfología de un texto que se reinterpreta continuamente a si mismo. En ocasiones los versos, como arriesgados saltos en el vacío, buscan su propia desorientación. Sólo el instinto parece redimir la vida. La procacidad del verbo está presente desde el inicio hasta el último de los poemas. El lenguaje es abiertamente sensual y corpóreo; la cópula, el orgasmo, la penetración, sustantivizan sin tregua los versos como profecía de “un duelo a corazón abierto / o una trampa racional”. Falto de señas de identidad el deseo se consagra en una permanente invitación al goce.

Holly Morris, la editora estadounidense afirmaba que sentía “una perversa atracción por el hecho de no saber qué pasará a continuación”, tal es la sensación que deja flotando la lectura de estos poemas, como una nota sostenida en el aire, un clima extraño que precede a toda revelación. Habla el cuerpo y el corazón se reconoce, pero en ningún momento se da la evidencia de la sombra, el miedo al olvido es sólo tributo al Dios de un tiempo perverso al que invita y hace suyo.

En la segunda parte Espejismos en la ciudad, la realidad se da por aproximación pero nunca por saturación de los elementos narrativos. Soterrado encontramos en los poemas de esta sección un grito contra el silencio, las soledades y el anonimato de quienes reducen ciudades a golpe de bar y susurro. La crítica social y política se teje en el tapiz de la isla, que finalmente emerge como frontera de los sueños. Pero incluso aquí la realidad es pretexto, tránsito, de nuevo hacia la sensualidad: “una voz al teléfono / me llama, me excita, me serpentea”. Lo cotidiano se agazapa tras los suspiros, las ilusiones, los secretos.

Otras (per)versiones es la sección que cierra esté último círculo que como Dante nos sitúa ya en las puertas del infierno, con poemas breves y sorprendentes, al estilo del haikú japonés y cuyo discurso escenifica el último paseo por el amor y la muerte: “Tu alma perdida / asfixiada en el Hades / y yo respiro”.

Bienvenida pues esta invitación tácita a los sentidos y al placer del tránsito por el filo siempre esquivo del verso más penetrante. Las sombras son tras la lectura de este libro tan sólo el otro lado de la luz. Pues como decía Pablo Picasso “el arte es una mentira que nos acerca a la verdad”.
Uberto Stabile
poeta y editor español

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Preludio

Para el destino

Silencio, serpentea suave escarcha…
Las hormigas se esconden en los besos tibios
El faro llueve arena y minutos.
Sigo anónima,
sí, volví a serlo,
mi vientre también.
Anochecen las palabras, míranos,
así recorrieron los dolores sobre mi espalda
los mosquitos semánticos permanecen postmortem,
y renace el arco iris,
un manantial, una fuente, a través de mi cueva ,
refugio de tu nombre, o víspera del mío,
cuando un trueno enmudece los sueños
también el silencio,
siempre vuelve a amanecer.

Grita, gruñe, garabatea gratos secretos…
Las palomas liberan abrazos de sangre,
el vendedor de milagros oscuros desgarró las horas.
Sigues clandestino
o vuelves a serlo,
a huir también
pero tus pisadas siempre regresan
amanecen como espejos colgados de mis manos
que sólo desgarran los recuerdos, las pesadillas,
Nunca dejaron de vivir las mariposas,
recuérdanos,
siempre tuvimos apellido, también comida.
El mensaje en la botella atraviesa mi puerto
no hay gusanos, sólo poesía.
La muerte huye del gorrión
cuando renacen las amapolas de mis alas
así mis pies se repueblan de versos;
son los sueños consagrando amores.
La melancolía recolecta los minutos
y la esperanza reparte calendarios.

Libre, liberto, libidinoso, liba mis letras
un libro conquista luciérnagas azules.
Ahora, renace la voz inédita,
el preludio suave incógnito, incólume,
incluso, libertino, que danza,
una piel de león en ojos de leona,
y en mi vientre poblado de palabras
amanece nuestro nombre y apellido.

Ana María Fuster
de
El libro de las sombras

a la venta en librerías de Puerto Rico,
en http://www.islanegra.com
más información para venta escribiendo amfuster@prtc.net

martes, diciembre 12, 2006

El Ateneo Puertorriqueño anuncia sus premios artísticos 2006

El Ateneo de Puerto Rico anuncia sus premios artísticos

El Nuevo Día

En el certamen de Cuento el jurado le otorgó el primer premio a Edgardo Nieves Mieles, con menciones de honor a Francisco Font Acevedo, Daniel Martes Pedraza, Alfredo Villanueva Collado, Miguel Arzola Barris, Ana María Fuster (anfitriona de la Ciudad Silente) y Dinorah Cortés



El presidente del Ateneo Puertorriqueño, Lcdo. Eduardo Morales Coll, anunció los ganadores de los Certámenes Artísticos y Literarios convocados por el Ateneo para el año en curso.

En el certamen de Poesía, el jurado le otorgó el premio al poemario Paseo con Mamá escrito por Carmen Vega. El jurado concede cinco menciones honoríficas: Los lamentos de Eurídice de Miguel Ángel Náter, Un mundo dentro de un mundo dentro de un mundo de Walter Morciglio, De las circunstancias de la poesía de Ángel Maldonado Acevedo, Desde el balcón de Asturias de Francisco García Moreno y El cuerpo de la incertidumbre de Claudio Cruz Núñez.

Los certámenes de Novela, Ensayo Histórico, Ensayo Literario y Teatro fueron declarados desiertos.

En el certamen de Cuento el jurado le dio el primer premio a Un monstruo no debe tener hermanos escrito por Edgardo Nieves Mieles. El jurado concedió menciones honoríficas a los cuentos El amante digital de Francisco Font Acevedo, El soñador literario de Daniel Martes Pedraza, La última carta de Piotr Ilych de Alfredo Villanueva, El dinosaurio y el unicornio de Miguel Arzola Barris, Entre sombras y palabras de Ana María Fuster, Si Aristóteles hubiera menstruado: quimera filosófica en una descarga de Dinorah Cortés.

En el certamen de Música, el jurado le otorgó el primer premio a la composición titulada Rostros de Javier de la Torre, el tercer premio, se le otorga a Cuarteto de cuerdas no. 1, de Saviel Cartagena. El Segundo premio ha sido declarado desierto.

En el certamen de Artes Plásticas bajo la categoría de pintura, el jurado concedió el primer premio a Los frágiles retornos de Aby Ruiz y como mención honorífica Bar de la Calle 6. En la categoría de Grabado, el jurado otorgó el primer premio a Blanca Nieves y los enanos verdes de Elsa M. Meléndez y como mención honorífica Juego de convivencia – Parte Final de Chistopher Rivera. En la categoría de Escultura el jurado otorgó el primer premio a Otra ave en el Espacio de Alfi Rolón García y como mención honorífica Nova de César Bermúdez. En la categoría de Dibujo el jurado otorgó el primer premio a México estamos contigo de Héctor Grajales.

En el certamen de Cine y Vídeo el jurado otorgó el primer premio en la categoría de vídeo experimental a The Grim Tale of Mistah Green, de Paul Medina; en la categoría de documental, el jurado otorgó el primer premio a Tres Actos de Lara Rodríguez Delgado; en la categoría de entretenimiento el jurado otorgó el primer premio a No te vayas de Javier Cuevas Rosado.

En el certamen de Ensayo Histórico el jurado otorgó dos menciones honoríficas: Perspectiva histórica e impacto de la demanda de clase Morales Feliciano sobre el sistema carcelario en Puerto Rico de la autoría de Josué Montijo y al ensayo Los estudios superiores en la periferia de la Nueva España: La formación académica de los eclesiásticos en la zona del Caribe durante la primera mitad del siglo XVII de Josué Camaño Dones.

En el certamen de Teatro el jurado otorgó una mención honorífica a A merced del Destino de Stephanie Izquierdo.

Los certámenes de Novela, Ensayo Histórico, Ensayo Literario y Teatro fueron declarados desiertos.

sábado, diciembre 09, 2006

Breve Blogoscopía literaria-invitado Francisco Font Acevedo

Breve blogoscopía literaria
Por: Francisco Font Acevedo
para Radio Universidad de Puerto Rico


Cierre el libro, siéntese cómodo frente a la pantalla de su computadora y conéctese a la Internet. En el buscador escriba www.blogger.com y ya estará en la antesala de un archivo de más de 54 millones de weblogs o bitácoras virtuales que le ofrecen a manos llenas una experiencia de lectura diferente y enriquecedora, muy diferente a la del libro impreso. En efecto, el weblog o simplemente blog es otra forma de libro, un texto virtual de orden invertido en el cual la primera página es siempre la última escrita por el escritor bloguero. Este soporte tecnológico, que comenzó a popularizarse desde 1999, se cierne hoy como un fenómeno mundial que impacta prácticamente todos los rincones del planeta y cuyas repercusiones apenas comenzamos a vislumbrar.

Sin duda varios factores influyen en la popularidad del blog. Es una herramienta fácil de usar, es gratis y admite textos escritos, visuales y auditivos. Esta maleabilidad discursiva permite experimentaciones que no admite el libro convencional. Sus usos, por lo tanto, son prácticamente ilimitados. Como señala Manuel Clavell Carrasquillo en su artículo “Revolución bloguera”, “un blog es, al mismo tiempo, un diario personal y público, un foro de discusión, un almacén de publicaciones (una biblioteca sin libros), un arma mortal, una revista, un zafacón de ideas inútiles, un periódico, una vellonera, una vitrina de vanidades y un álbum de imágenes”. Al igual que en el mercado del libro impreso, en la blogosfera la calidad de los contenidos está determinada por el escritor o bloguero, no por el medio.

En cuanto a la literatura, el impacto del blog es arrollador. Es un medio de publicación de textos que altera las prácticas de la escritura y la lectura, así como la relación entre escritura, publicación y difusión. Contrario al mercado editorial convencional, se prescinde de editores y un texto escrito puede publicarse y difundirse enseguida a millones de posibles lectores, más allá de fronteras nacionales. A su vez, estrecha la relación entre escritor y lector, puesto que en muchos blogs se puede comentar lo leído, lo cual resalta la cualidad dialógica del texto sin mediaciones.

Precisamente, porque el blog representa una popularización de la escritura que socava los elitismos culturales y las políticas excluyentes del mundo editorial, en Puerto Rico (y otros lugares, claro) es objeto de ataques y prejuicios por parte de instituciones, editores, críticos y escritores que validan la escritura literaria por el libro impreso. Se trata de una visión intelectualmente rancia y apocalíptica: se teme la erosión del prestigio del libro y la eventual desaparición de éste. Nada, sin embargo, impide la coexistencia del blog y el mercado editorial convencional. Cada día se venden más libros, cada día se crean más blogs.

No es extraño tampoco que escritores de reconocido mérito intelectual como Javier Marías, Edmundo Paz Soldán y Rita Indiana Hernández tengan su propio blog. Un excelente blog como Estruendomudo de Manuel Clavell Carrasquillo, premiado por el Overseas Press Club como el mejor medio de prensa en Internet, sirve para hacer periodismo cultural. Otro blog, Boomeran(g), explora la escritura colectiva de cinco escritores desde París, Barcelona, Nueva York, México y Buenos Aires.

Sea porque quiera ampliar sus horizontes de lectura o porque desee explorar formas alternas e inclusivas de publicación y difusión, la blogosfera ofrece un amplio universo textual, accesible y gratuito. Y no se preocupe por los almidonados profetas del Apocalipsis: cuando apague la computadora, los libros y las librerías todavía seguirán allí.

Francisco Font Acevedo
Narrador, crítico literario
puertorriqueño

viernes, diciembre 08, 2006

Honrando a un amigo... persistencia, superación y maestría culinaria, calidad humana

Para José Rey, por su amistad, por estar ahí siempre... una palabra amable, un consejo, un chiste, muchas veces acompañados de una copa de vino.


La mesa digna de un rey
Por Mimi Ortiz Martín / El Nuevo Día


· Salió de la Galicia pobre de su infancia con una bandeja en la mano. Primero como camarero y luego como codueño de uno de los restaurantes más emblemáticos de Puerto Rico
Su torcida nariz define un duro perfil romano. Le veo abrir la boca y mezclar una anchoa, un boquerón y un buche de vino.



Entre esos sabores y las gaitas de su querida música celta, José Rey se deleita a ojos cerrados en embriagantes recuerdos de su infancia y me narra cinematográficamente escenas en los campos de A Estrada -dicho en gallego-, pueblito en la provincia de Pontevedra en Galicia. Se transporta a la casa de madera de 134 años, lo único que poseía su familia en medio de la escasez de una España muy dura, a mediados de los años 50.


“Nuestra riqueza era la finca, los cerdos, las vacas, las gallinas y el amor de papá y mamá. En Navidad puedo sentir el frío pelú que nos juntaba aún más a todos; el olor de la leña y el de las castañas. Los aromas de la cocina de mamá impregnaban la casa. Sus garbanzos, las sardinitas fritas, el conejo estofado. Su sabor, con el chorrito de vino y el azafrán, es un sabor único que siempre he tratado de darle a mi comida”, me cuenta en su gravísimo tono de voz.


“¡La Navidad! La matanza para el cocido de cabeza de cerdo con chorizo, las papas con bacalao y coliflor, también las filloas famosas, el rico turrón y la rosca que le regala el padrino al ahijado en Pascuas. Entre lo que una familia pobre puede ofrecer a sus hijos está esa comida, un trompo o un carrito de madera y mucho amor. Era algo sencillo. Era lo más importante de la vida”, cuenta mientras emboca más anchoa y vino, y hace que aumente la curiosidad de saber cómo llegó al otro lado del Atlántico para convertirse en importante hacedor de la historia de la buena mesa en Puerto Rico.


Junto a su mejor amigo y socio, Maximino Rey (no están emparentados, son compueblanos) este gran chef es copropietario de “Compostela”, considerado por muchos como uno de lo mejores restaurantes de América y ganador de 21 premios en el Certamen del Buen Comer de este diario, incluyendo ocho Tenedores de Oro.


“En mi tierra, cada estación del año tenía su carnaval, su patrono y claro, un por qué de cada comida”, continúa José, “Son éstos eventos familiares, religiosos y culturales que vives de niño, año tras año, junto a la comida tradicional, lo que dicta el resto de tu vida”.
Aún vive su madre Josefa, abnegada ama de casa que entonces lavaba ropa restregando a puño, cocinaba con leña y criaba a sus cuatro hijos. Su padre, traía el sustento.


“Un evento grandioso fue cuando papá me llevó de cacería de conejos. Me dijo: ‘Ve detrás de mí’. Qué emoción ver los perros cantando a la presa y ¡boom! Papá me colocaba la caza en la cartuchera. Soñaba el día en que fuera yo ‘alante’ con el arma porque era de hombres”, cuenta y juega con un triscador de oro blanco que pende de su cuello (“un símbolo sagrado para los celtas que encontraban la suerte en el más allá”).


‘De hombres’ e igual de emocionante para el pequeño José fue cuando su padre lo llevó a la taberna del pueblo a ver el fútbol, recién llegada la televisión a La Estrada. “El tabernero trepó en un parapeto aquél curioso aparato, apagó la luz del local para verlo mejor y en él apareció el partido. Olía a vino y a euforia. Todos gritaban. El fútbol lo es todo, ¿sabes?, te convierte en bestia y haces cosas impensables. Qué ratos”.


Pero el padre de José murió de un infarto cuando éste era un adolescente y Josefa recién daba a luz al pequeño David a sus 46 años. “Vivíamos una España franquista, sin arrancar. La finca era una bendición, mas tuve que irme a trabajar a los 16 años para ayudar a mamá. Me fui a Barcelona, luego a Suiza. Trabajé de mesero y lavaplatos, hice de todo”.


Entonces viajaba al Caribe y a la Florida desde Europa, un crucero alemán llamado Boheme. “Soñaba con América. Un amigo marinero me consiguió trabajo allí como ayudante de camarero. Aún era un chaval”, dice, quien tomó un avión a Miami, donde abordaría el barco y allí quedó impresionado con la horrible comida que ingerían los norteamericanos.


El Boheme hizo escala en Puerto Rico. José sabía que Maximino se había ido a vivir a San Juan con un tío, mas no tenía idea de cómo dar con él. En una de subsiguientes escalas se toparon en una discoteca del Condado. “Maximino era mozo en ‘Café Valencia’. Allí me consiguió trabajo de mesero y decidí quedarme”, cuenta José y agrega que su amigo pronto se iría a trabajar al elegante ‘Don Pepe’ y más tarde como “maitre d' hôtel” al recién abierto La Fragua.
Los Rey tenían veintipico de años y una feroz ambición. Tras duras jornadas y algunos ahorros se lanzaron al gran proyecto, alquilando y reconstruyendo con manos propias un local en el céntrico punto donde Santurce se vuelve el Condado. Le llamaron Compostela. Como chef, raptaron de La Fragua al veterano Fructuoso Pascual, un clásico maestro español. Justo antes de abrir, José tomo la gran decisión. “Maximino y yo éramos dos mozos. Si Pascual se iba, nos jodíamos. Yo debía aprender a cocinar. No me desagradaba, incluso podía llegar a gustarme. Maximino me dijo: ‘Haz lo que quieras, pero la cocina es jodida, esclavizante, calurosa, dura’. Cierto. Pero es lo que nos conviene”.
Pascual le enseñó de la A a la Z. “No me escondió nada. Me enseñó como Dios manda. Era fuerte, muy a la española. Decíame: ‘Coloca así la mano, filetea así, ¡que el cuchillo camine!’ Llegué a dominarlo todo. Limpiaba pescados, deshuesaba reses... Le fui cogiendo el gusto”, dice el entonces aprendiz, quien evolucionaría hasta lograr su propia cultura culinaria, tras de viajes y recorridos por la península ibérica para conocer lo que ocurría en la nueva gastronomía española, visitando, entre otras, la cocina de Santi Santamaría en ‘El Racó de Can Fabe’ cerca de Barcelona. En adición estuvo con otros grandes: ‘Charlie Trotter’ en Chicago y ‘Jean-Louis Palladin’ en Washington. “Crecí, degusté y absorbí la cultura de grandes escuelas. La cocina se convirtió en mi verdadera gran pasión”, asiente hoy, tras 21 años salpimentando en diarias batallas de cuchillos, sartenes y fogones.
Así, el renombrado chef ha cultivado un estilo influenciado por grandes maestros vascos y catalanes, pero ha creado una cocina muy suya, de raíces gallegas, con la auténtica sabrosura de su madre Josefa y salpicada de puertorriqueñidad. Su progreso como chef y empresario fue a la par del exitoso crecimiento de ‘Compostela’, que ocupó desde 2000 un nuevo y elegantísimo sitial en la Avenida Condado, local que adquirieron y junto al que han ubicado Bodegas Compostela, una boutique de vinos que goza de gran acogida gracias al conocimiento de Maximino, quien fue convirtiéndose en un verdadero experto en estos caldos.
“Mi crecimiento marchó paralelo a mi maduración como hombre. Me casé y tuve a mi hijo David el 13 de septiembre de 1983. A veces me parece una película que pasó tan rápido”, dice sin disimular el orgullo por su heredero, un talentoso joven graduado de un bachillerato en dirección de cine de la Universidad de Arte de Miami, que cursa con éxito el programa de drama de Circle in the Square Theatre School en Broadway. “David lo es todo en mi vida”.


Y al preguntarle sobre la peor crisis de su negocio en estas dos décadas: “El 9-11. Fue terrible. Durante largo tiempo no recuperamos. La gastronomía sufrió un golpe durísimo”.


En días pasados, en la intimidad de una mesa de Compostela en la que suelen compartir José y Maximino junto a sus familias, sus extraordinarios empleados y más íntimos amigos, estaba David, quien vino de Nueva York a disfrutar de la compañía de su padre. “Han sido años de duro trabajo”, reflexiona José. “Fue la muerte de mi padre lo que me trajo a esta Isla donde nació mi hijo. Hoy recuerdo el significado de mi vida y evoco esos olores y sabores de mi tierra y de mi madre, quien aún cocina en la misma casa, con el mismo chorrito de vino blanco y el mismo azafrán”.


Y emboca, con ojos aguados, un buche de vino.

miércoles, diciembre 06, 2006

Desde la tierra de los niños 9: Angelo Negrón


Disfraces

Toda la noche he estado despierto. Primero porque el insomnio me ataca. Lo hace gracias a un padecimiento neurológico que, según dice el doctor, se me quita con estas pastillas. Yo no las quiero. Me hacen alucinar. Por eso las escondo debajo de la lengua y las boto por la ventana sin que mami se de cuenta. Segundo y más terrible porque estoy reclamando en silencio a mis padres por mentirme. Busco la manera de exigirles que no lo hagan. Especialmente a ellos que llevan tiempo diciéndome que mentir no es bueno, es pecado y me meterá en problemas.

Sin embargo, me engañan. Después de tirar la pastilla por la ventana asegurándome que caiga lejos en el pasto, la veo. Supe que se acercaba por sus pasos que, aunque sigilosos, no eran encubiertos por los otros ruidos de la noche que ya conozco muy bien. No la esperaba. Escondo el libro que me acompaña y cierro los ojos al mismo tiempo. Mi madre se asoma por la puerta y apaga la luz. Nos mira en la oscuridad. Esperando algún movimiento que nos delate. Mis ojos están acostumbrados a la oscuridad y a los sonidos nocturnos. Escucho sus pasos alejarse con prisa y extraño que no sea papi el que se presente. Él siempre lo hace; no importa la hora, se asoma a vernos dormir.

Me preocupa y quiero saber de que se trata. Mi error me lleva a descubrir a mis padres en la sala. Ellos no me ven. Ambos depositan cajas envueltas con papel de regalo en la falda blanca del árbol plástico de navidad. La sorpresa es mayúscula y el pensamiento de que la mentira existe en mi casa es colosal. Medito en la mentira de hacer pensar que me tomaba las pastillas y dormía. Comparado con esto; ningún diablito vendrá a castigarme ya. Tal alivio no se compara a la tristeza de que, contrario a lo que me han dicho ellos y todos; Papá Noel no existe.

Los espero despierto. Miro, por primera vez con tristeza, los juguetes envueltos en papel de colores raros. Consumo la galleta mordisqueada y el medio vaso de leche. Mis hermanos despiertan y la casa se llena de algarabía. Los turnos al baño esta vez son más cortos; se lavan la mitad de los dientes o aguantan las ganas de usar el inodoro. Todos empiezan a mirar las cajas envueltas y se preguntan entusiasmados que les habrá traído el mágico ser. Yo los observo parsimonioso, con estas únicas ganas de contarles lo que he visto para sacarlos de su error. Estoy a punto de hacerlo; decirles que la magia no existe. Me detiene el “buenos días” de mami y el “Dios los bendiga” de ambos. Mis padres llegan al pie del árbol y nos miran detenidamente a los cinco; buscan quien no se ha cepillado los dientes. Siempre saben, no sé como, de tan sólo mirar.

Hacemos una oración; eso siempre ha sido costumbre: en la mañana, antes de cada comida y en la noche. En especial el veinticinco de diciembre; llegada de nuestro niño Dios. En medio de la oración; justo cuando decimos “no nos dejes caer en tentación” me ataca otra pregunta. ¿Será mentira lo de Papá Dios también? Casi lloro, pero me aguanto.

Abrimos los regalos. G.I. Joe se yergue en mis manos, digno contrincante de Kent el de Barbie. Mi madre, inteligente más por madre que por vieja y conocedora de cada uno de nuestras formas de ser, se acerca a mí.

— Te noté distraído en la oración, ¿qué sucede?

Aunque el frío recorre toda mi espalda me armo de valor. Miro al suelo primero, luego a su cara. Allí sus ojos ya estudian mis ojeras y mi nerviosismo.

— Es que… ya sé quien es Santa Claus — le digo aún temeroso de sus reclamos y dispuesto a reprocharle por su mentira.

— ¡Ah siiii! — me dice arrastrando las i mientras yo asiento con la cabeza — entonces — prosigue — el año que viene no recibirás regalos.

— ¿Por qué? — le inquiero yo

— Veras — me dice — la magia de Santa se acaba justo en el momento en que descubres a sus ayudantes.

Miro a mis hermanos, yo tengo siete años y soy el tercero. Mi hermano mayor me lleva cinco años y tiene en sus manos un guante nuevo de “baseball”. Le hecho un vistazo a la estrella de Belén que prende y apaga adornando la punta del árbol. Escucho las carcajadas de todos mientras estrenan todos esos juguetes. En segundos recuerdo las veces que me han dicho que existen miles de niños que no reciben nada porque a Santa no le da tiempo, le falta el dinero o como me sucede ahora; descubrieron quien es papá Noel. Me tiemblan las piernas, logro sentir que me sudan las manos. Mientras, mi madre me come con la vista esperando respuesta. Vuelvo a observar a mis hermanos y los juguetes que carga cada uno y atino a balbucear decidido: Sé quien es Santa.

— ¿Aja? — comenta mi padre que esta detrás de mi.

— Sé quien es Santa Claus — vuelvo a explicar.

— ¿Quién es? — pregunta mi madre cruzándose de brazos.

— Es… es… — le digo sonriendo mientras agarro con fuerza al G.I. Joe — Es un señor barbudo, regordete y que se viste de rojo…

Angelo Negrón Falcón
Narrador puertorriqueño

Visita su blog
Confesiones
http://confesiones1.blogspot.com/

Angelo Negrón Falcón (New Jersey: Junio 15 1969 a Enero 1970 - Puerto Rico: enero 1970 al presente). Definitivamente puertorriqueño. Cursa estudios conducentes a bachillerato en mercadeo de la Universidad de Puerto Rico. Sus cuentos han sido publicados en la revista y colectivo Taller Literario. Tiene varios libros inéditos; cada uno de 20 relatos a los que le ha dado por titulo: Montaña Recuerdo, Entre el edén y la escoria, Sueños mojados y Confesiones.