miércoles, octubre 24, 2007

Apoya la candidatura de Luis Rafael Sánchez


Luis Rafael para el Cervantes

El escritor es el tercer boricua cuyo nombre es propuesto a la candidatura al galardón, junto a Francisco Matos Paoli y Enrique Laguerre, noticia que recibió con profunda sorpresa.





Por Mario Alegre Barrios / malegre@elnuevodia.com

Con una mezcla de perplejidad y emoción recibió ayer Luis Rafael Sánchez la noticia de que la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española había sometido oficialmente su nombre como candidato al Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2007.
“Me dejas perplejo y también conmovido... no sabía nada, me estoy enterando por ti”, fueron las primeras palabras que el escritor pronuncio a través del teléfono a El Nuevo Día, luego de un silencio que pareció eterno, mientras digería la buena nueva. “Los honores, como los amores, llegan, no se buscan y esto ya te lo había comentado hace muchos años en una entrevista”.
De esta manera, el autor de Quíntuples se convierte en el tercer escritor puertorriqueño en ser candidato al que es considerado el máximo honor literario en español, en compañía de Francisco Matos Paoli y Enrique Laguerre.

"Es un privilegio inmenso y me siento profundamente halagado... los honores, como los amores, llegan, no se buscan”
Luis Rafael Sánchez


El Premio Miguel de Cervantes es el máximo reconocimiento a la labor creadora de escritores españoles e hispanoamericanos cuya obra haya contribuido a enriquecer de forma notable el patrimonio literario en lengua española.

El galardón se instituyó en 1974 y el primero se entregó en 1976 al escritor español Jorge Guillén. Al año siguiente, el premiado fue el cubano Alejo Carpentier y en 1978 Dámaso Alonso, también de España. Durante este siglo, los galardonados han sido el colombiano Álvaro Mutis (2001), el español José Jiménez Lozano (2002), el chileno Gonzalo Rojas (2003), el español Rafael Sánchez Ferlosio (2004), el mexicano Sergio Pitol (2005) y el español Antonio Gamoneda (2006).

A este premio puede ser propuesto cualquier autor cuya obra literaria esté escrita, totalmente o en su parte esencial, en español. Pueden presentar candidatos las Academias de la Lengua Española; los autores premiados en anteriores convocatorias; las instituciones que, por su naturaleza, fines o contenidos, estén vinculadas a la literatura en lengua castellana y los miembros del jurado.

Actualmente, el jurado está compuesto por el Director de la Real Academia Española; el Presidente de una de las Academias de la Lengua Española hispanoamericanas en régimen rotatorio anual; el autor premiado en la anterior convocatoria y ocho personalidades del mundo académico, universitario y literario, españoles o hispanoamericanos, de reconocido prestigio.
Desde su creación, el Premio se falla a finales de año y se entrega el 23 de abril -día del fallecimiento de Miguel de Cervantes- en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, cuna del escritor.

Dramaturgo, narrador, ensayista, crítico y profesor universitario, Luis Rafael Sánchez es uno de los más prestigiosos escritores puertorriqueños. Su teatro renovó el género en Puerto Rico por medio de obras como Farsa del amor compradito (1961), La pasión según Antígona Pérez (1968) y Quíntuples (1984). Sus cuentos -reunidos en el volumen En cuerpo de camisa (1966)- inauguran, según ha dicho la crítica Mercedes López Baralt, “la narrativa moderna puertorriqueña”. La Guaracha del Macho Camacho, su novela del 1976, es una obra cumbre de la literatura puertorriqueña del siglo XX por su uso innovador, dramático y fuertemente alusivo del lenguaje, que introduce lo soez y lo obsceno como vehículo literario.

Fuertemente paródica y de una prodigiosa intertextualidad, esta obra brillante es, según el crítico Arcadio Díaz Quiñones, el texto puertorriqueño más difundido en el siglo XX. El escritor también ha publicado fabulaciones como La importancia de llamarse Daniel Santos (1988) y la reciente Indiscreciones de un perro gringo (2007), libros de ensayos como La guagua aérea (1983) y No llores por nosotros, Puerto Rico (1997) y ha reunido muchas de sus columnas periodísticas en el libro Devórame otra vez (2004).

Según el parte de prensa enviado por Maia Sherwood, de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, esta entidad invita a las instituciones culturales puertorriqueñas que deseen apoyar la candidatura de Luis Rafael Sánchez a enviar su endoso a:
Academia Puertorriqueña de la Lengua Española,
Apartado 36-4008, San Juan, PR 009336-4008
o, por correo electrónico, a: malaret@coqui.net.
Para más información, favor de llamar al 787-721-6070.

Luis Rafael también aseguró a El Nuevo Día sentirse un poco “incómodo” con esta candidatura, pero que decía esto desde la humildad, porque nunca ha sido bueno para recibir honores. “Es un privilegio inmenso y me siento profundamente halagado... y también hecho un desastre, por no saber qué decir... me estoy enterando ahora, por esta llamada”, reitera. “Agradezco profundamente el gesto, algo que sé que está hecho con la más noble de las intenciones. Me conmueve que la Academia Puertorriqueña de la Lengua tenga en tan alta estima mi competencia creadora... por lo que respecta al premio en sí, que llegue si tiene que llegar”.

martes, octubre 23, 2007

Boceto para un estudiante de música


Noche de estreno

Toda su vida estuvo enfocada a destacarse en su gran pasión, en la Escuela Libre de Música, en el Conservatorio, teoría, solfeo, aspirando a ser un maestro. Hoy es el gran día. ¡Por fin tengo trabajo en la sala de conciertos! Se sentía orgulloso, pertenecía a una familia de músicos y él no sería menos...

Se puso su mejor traje, corbata, se arregló el cabello con ultra fijador. Cuando llegó al teatro, sacó de su estuche los guantes vírgenes, respiró profundo y comenzó a acomodar a las personas en sus asientos.
amf

viernes, octubre 19, 2007

Sobre El libro de las sombras


Indagación a las sombras de Ana María Fuster

“Eros pitches his house in the human body. It is here that all declarations of love, poetic or otherwise, have their origin; and it is hither that, even after their dizziest flights of spirituality, they must return. The verbal flourish of erotic candour —the song or sonnet, graffito or billet doux— is an echo of the body's signs, an articulation of the flesh”. Gregory Woods[1]

Con comentario de contraportada del poeta y editor español Uberto Stabile y con prólogo de la poeta y editora boricua Leticia Ruiz Rosado sale a la luz pública el primer poemario de Ana María Fuster Lavín titulado El libro de las sombras (Isla Negra eds., 2006). Stabile argumenta que el libro es “un viaje hacia la profanación del mito” y, para Ruiz Rosado, “un acróstico a la eternidad de la palabra” (9) parafraseando así un verso de Fuster Lavín: “el acróstico de nuevas rendiciones... descubre el misterio de la eternidad en la palabra” (10).

Dividido en tres partes (I.Mitos, II.Espejismos en la ciudad, III.Otras (per)versiones), El libro de las sombras navega entre el verso y la prosa, atestiguando la palabra de una narradora amanecida poeta que ya había publicado en el 2002 su primer libro de cuentos (Verdades caprichosas) y que ganara una Mención Honorífica por el Instituto de Cultura Puertorriqueña en el 2003. Tiene también a su haber una novela cuentada en primera edición de 2005 y segunda edición corregida de 2006 titulada Réquiem (narraciones urbanas de una novela cuenteada) que “narra la historia de una familia maldita” como ha apuntado Marta Aponte Alsina al respecto.

Nacida en 1967, Ana María Fuster Lavín sería parte del periodo denominado como “la generación del 80” y que en su momento Luis Raúl Arbaladejo llamara “la generación soterrada”. Mote del que nos hemos curado este grupo de poetas después de haber publicado ampliamente en los años 90 y ahora a principios del siglo XXI. No es lugar esta indagación para arremeter contra la incomodidad o no de los conceptos generacionales, pero valga aclarar aquí que en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo el pasado abril, se nos siguió denominando así. Y a falta de mejores nomenclaturas continuamos nuestra inclusión en el canon isleño con este epíteto, “la generación del 80”. La crítica Josefina Rivera de Álvarez ya nos había apartado un lugar incluyendo el nombre de varios poetas en una nota a pie de página de su megatexto Literatura puertorriqueña su proceso en el tiempo, con motivo de la publicación de una de las primeras antologías de la generación hechas por el poeta español Don Manuel de la Puebla.

Pero volvamos a El libro de las sombras que está emparentado con El libro de la muerte de Manuel Ramos Otero, no sólo en el título sino también en la estética pansexual del escritor manatíeño. Por su parte, Ana María, en una impecable edición de la colección que lleva el nombre del excelso maestro de todos nosotros, Josemilio González, de la editorial Isla Negra, nos desafía y nos invita a “Un duelo a corazón abierto” desde el primer verso del libro. Una cosa o la otra, “o una trampa racional” cuando a sabiendas nos embarcamos en ese “parto perverso” que nos propone la voz lírica para “invadir” nuestros pensamientos y “besar [nuestro] aliento convencional... /hasta que Cronos eclipse la vía lógica/ y un reloj de estrellas marque nuestro camino” (15). Y todo este amago de escritura se hace “sobre tu cuerpo” (15). Las nociones de verbo y carne en la poesía erótica que explica muy buen el crítico británico Gregory Woods en el epígrafe de este trabajo, emergen aquí como señas de identidad de esta poeta “bien venida” a lo largo de todos sus versos. Corriente viva de nuestra líricas en poetas como las ya clásicas María Arrillaga, Ángela María Dávila y Dalia Nieves, la misma Rosario Ferré, la novísima Mayra Santos Febres junto a Madeline Millán y Maribel Sánchez Pagán que hace poco irrumpiera con su libro primer libro: Ese hombre. Todas ellas, firmes herederas de la trova que una Lola Rodríguez de Tió o una Alejandrina Benítez le legaran a Julia de Burgos y a Clara Lair formando así todo un continuum en nuestras letras. Ana María Fuster Lavín reclama su lugar en este canon con un primer libro que no tiene nada que envidiarle a ninguna de ellas sino más bien rendirle tributo a todas esas maestras del género.

En el segundo poema de la primera parte, “Soy la mujer anónima”, continúa este diálogo con las escritoras de su grupo generacional en un epígrafe de Kattia Chico: “Hay días que soy un pseudónimo de mí misma” (16), donde la hablante se autodenomina una mujer como todas, a la que le está prestando su voz escondida “en un secreto” (16). La intimidad autoproclamada como característica principal de la literatura escrita por mujeres y para mujeres se alza aquí como bandera y consigna en un acto deliberado de toma de conciencia en medio de esa lucha de conquistar un nuevo espacio social y literario. La poeta está “vendiendo espejos en la reunión de reflejos;/ sin luces ni colores/ fluyendo un manantial deshidratado/ sin deseos, sin ternura,/ antes que el sol cuartee [sus] historias” (16).

La conciencia del tiempo es una constante en todo el libro. Como sucede en la segunda parte del poemario en el texto “El reloj”: “Doy cuerda alimentando números/ no sea que el tiempo pase/las pupilas se dilaten/ las horas se pierdan/ los brazos paren su misión/ y no termine el desayuno...” (40). La inminencia del tiempo se diluye en la cotidianidad propia de la antipoesía conversacional que busca asordinar lo trascendente en la constancia de lo cotidiano como una necesidad primordial del ser humano.

El siguiente poema confirma esta idea por medio del uso de la retórica del phone sex que nos recuerda aquella letra reciente de reggaetón que decía algo así como “hagamos el amor por el teléfono”. Me refiero al poema “Teléfono a dos voces”, donde la hablante se orgasmea en el auricular que “Son dos voces jadeando sudores.../ Son dos cuerpos humedeciendo soledades/ para gritar el final o el principio del eclipse/ para navegar en un ir y venir por la vía láctea” (41). Y del tema del tiempo desemboca otra vez en el del “ir y venir” de la sexualidad, siendo uno de los centros solares de este discuros poético postmodernamente descentrado que nos lleva, de la desmitificación de la primera parte, hasta la instauración de aquellos espejismos de la segunda parte y a las (per)versiones del amor y de la muerte de la tercera parte, donde se dan cita el verbo y la carne como prefiguración del acto de escritura o del amor sin más.
Sobre todo en poemas como “Cartas clandestinas (palabras embotelladas para los poetas muertos)” que hermana el tiempo y el sexo como constancias: “Quisiera lloverte muchos caminos/ florecer códigos del arco iris/ escapar misterios por la ventana/ besar poemas conjurados/ y devolverte el lápiz/ para que inventes tu pentagrama/ en trance a nuestro nirvana” (67). Este ars poetica donde se dan la mano el Eros y el Thánatos al que se refería Uberto Stabile en su comentario de contraportada (“se disputan la morfología de un texto que se reinterpreta continuamente a sí mismo”), nos confirma al relación implícita de El libro de las sombras con El libro de la muerte de Ramos Otero, donde el segundo hablaba de aquel hombre de papel que quería crear por medio de su escritura.

En el caso de Ana María, se establece un diáologo con esos poetas muertos del título del poema que no necesita nombrar pero sí rememorar en el acto mismo de escribir: “Escribirte es emborracharme/ sin pudor ni decoro/ sin pedir permiso al intelecto/ ni creer en la resaca del recato” (68). Se trata de un acto de entrega total y absoluta a los materiales del verso en el paraíso artificial de la borrachera (“bajo los efectos” [68]). Cierra el poema otra vez con la unión necesaria del verbo y de la carne: “y la carta escrita en la eternidad de cuerpos” (68). En el próximo poema de la serie se finiquita esta idea de tiempo y sexo, en “Muerte de un poeta”, dedicado a sus maestros José Luis Vega, poeta setentista, y a Vicente Rodríguez Nietzsche, poeta clave de la revista/grupo Guajana. Ambos se erigen en subtextos de El libro de las sombras si recordamos los memorables poemas de La naranja entera de Vega y aquél del hombre condenado a los desmanes eróticos de un triángulo de Rodríguez Nietzsche. Y en este poema, en “Muerte de un poeta”, Ana María habla del horror del naufragio del poeta “ante la página en blanco” mallarmiana que recogiera a su vez la poeta uruguaya Sara de Ibáñez en su famoso poema “La página vacía”. Ese horror al vacío que se supera en “Muerte de un poeta”: “Un papel vacío es el imán de los años,/ viajantes exiliados, sin retorno,/ para un versante abandonado de ilusiones” (69-70). Y concluye el libro con los siguiente versos como explicación poética de la liberación de ese paso del tiempo, el implacable, ante la educación sentimental de nuestros amantes: “Libre, liberto, libidinoso, liba mis letras/ un libro conquista luciérnagas azules./ Ahora, renace la voz inédita,/ el preludio suave incógnito, incólume,/ incluso, libertino, que danza/ una piel de león en ojos de leona,/ y en mi vientre poblado de palabras/ amanece nuestro nombre y apellido” (77). Constancia de ese vientre fecundo de la literatura de mujer que “poblado de palabras/ amanece” su justo lugar en la literatura puertorriqueña contemporánea.

Daniel Torres*

A tod@s l@s compañer@s que compartimos en la Feria Internacional del Libro en Santo Domingo el pasado abril (“Donde la imaginación florece”)

[1] [Eros hace su casa en el cuerpo humano. Es aquí donde todas las declaraciones de amor, poético o de otra naturaleza, tienen su origen; y es en este lugar donde, hasta sus vuelos más delirantes de espiritualidad, deben volver. El verbo florido del candor erótico –la canción o el soneto, el escrito o las cartas de amor—es un eco de los signos del cuerpo, una articulación de la carne.]

* El autor es profesor de Español y Estudios Latinoamericanos en Ohio University (Athens).

lunes, octubre 15, 2007

Protestamos contra el maltrato, abandono y la horrorosa matanza de mascotas en Puerto Rico



¡Adiós, Leo!

Allí seguía Leo entre la basura y los gusanos, sin que nadie lo viniese a recoger. Tenía frío, estaba perdido, peor aún con miedo y hambre. Buscó entre las cajas y encontró algunas papitas viejas y una hamburguesa a medio comer, su rancia mayonesa le revolcaba las tripas. Ni modo, al menos se podía comer. A mitad de su miserable banquete, sintió las pisadas de un gran perro cercano que gruñía y Leo se escondió veloz en una caja, donde paulatinamente se quedó dormido.

La tarde anterior había salido de paseo en carro junto a papá y un vecino. Era una situación rara, normalmente sólo mamá y Carlitos lo invitaban a salir. Además, sabía que papá nunca lo quiso mucho, se quejaba cuando hacía ruido o cuando se ponía a jugar con sus cosas. A veces notaba que papá lo miraba como un desecho, como si a sus diez años ya no sirviera para nada. Por eso le estuvo extraño que lo invitaran; sin embargo, los acompañó agradecido, esa era su naturaleza. Mientras los dos hombres iban conversando sobre mujeres y política, Leo miraba contento otros mundos a través de la ventana, otras vidas que pasaban a gran velocidad como si fuese un televisor. Le gustaba asomarse por alguna rendija, para que la brisa acariciara su cara, y sacar la lengua para sentir el viento.

Al llegar a la parte posterior del centro comercial, papá detuvo el auto. Leo sacó su cabeza de la ventana y se asustó. Nunca habían parado allí y miró a los adultos con preocupación. Papá le gritó a Leo que bajara del auto. Leo no entendió bien lo que pasaba y se resistió como mejor pudo en el asiento posterior del carro.

--So cabrón, desgraciao, qué te bajes. Nosotros te buscamos más tarde, ajá—le dijo halándolo por el cuello. Leo gimió y se bajó asustado.

Allí quedó, confundido y acompañado de extraños. Un anciano pescaba latas entre la basura junto a su perro igual de longevo; así pasaban las horas y Leo se angustiaba más, no podía entender por qué lo habían dejado allí, por qué no lo iban a buscar. Se acurrucó bajo las escaleras de una trastienda observando hacia la calle, las lágrimas no le dejaban ver con claridad hasta quedar dormido.

Al día siguiente, Leo trató de no alejarse mucho del área. Pasó el día deambulando, quizás era día de fiesta, pues no había mucha gente. Pensó mucho en Carlitos, como lo cuidaba y hasta lo ayudaba a bañarse, en la comida que le daba mamá. Tenía frío, miedo y hambre. En la tarde no aguantó más y buscó comida entre la basura, algunas papitas viejas y una hamburguesa medio mordida, la mayonesa que le daba nauseas. Se dio cuenta de que un perro muy grande se acercaba gruñendo y se escondió tras unas cajas, temblaba, gemía, estaba tan asustado que finalmente el agotamiento lo venció.

¡Una explosión! Leo por poco muere del susto en su debilidad. ¡Qué era aquello! Unos adolescentes le habían tirado un petardo en la caja donde dormía. Comenzaron a perseguirlo y Leo corría y chillaba. Sin saber cómo, accidente o incidente uno de los jóvenes le atropelló con su bicicleta. Leo sintió cómo se le trituraban las costillas. La sangre salía por su boca y huyó como pudo a refugiarse entre la basura. Los tres adolescentes se marcharon sin ayudarlo.

Leo recordó cuando era pequeñito, cuando la de Carlitos lo adoptó, y lo mucho que ambos lo querían. Se sentía cada vez más cansado, la sangre ya dibujaba su silueta, el dolor lo ensordecía y la vista se le iba nublando. Ya no sintió más…

--¡Papá, allí está!—gritó ilusionado Carlitos, señalando desde el carro el cuerpo de quien parecía Leo.

--No, ese es otro perro muero—dijo su papá y aceleró la marcha.

¡Adiós, Leo!—murmuró el niño y lloró silente pensando en su perro muerto y se acurrucó en el asiento posterior del carro.



ana maria fuster
(capítulo-cuento de Réquiem, Isla Negra eds. 2005)

*en la foto, Tommy, mi satito querido

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Animales

por Jorge Pérez-Renta

A “Kookie”, mascota querida: siempre con nosotros.


Iba camino al trabajo cuando escuché el informe del tránsito. Un descomunal tapón a la altura del Puente del Indio en Barceloneta se producía por “unos perros que había en la vía pública”. Luego, el noticiero de las once me mostró una escena que pronto decidí cancelar: la cara triste de un perro mutilado, uno de los muchos que “llovieron” desde el famoso puente, lanzados por una compañía contratada por el municipio para “eliminar la plaga de animales realengos”.

Días antes, en medio del rosal del patio de mi casa, enterraba el cadáver de la que fue mi compañera de vida por trece años y medio. “Kookie” tenía tres meses cuando llegó a mis brazos por regalo de Lola, una de mis amigas-hermanas. A los pocos meses de su ingreso a la familia, ya era una pelota negra que se comía las patas de los muebles, trituraba las chancletas de mami y nos secuestraba el corazón.

Era la primera en recibir a todos los que llegaban, y se acomodaba en medio de las conversaciones como una participante más. Durante mis tranques como escritor, la muy sinvergüenza tenía la mala costumbre de rasparme los brazos para que le rascara el pescuezo y así, con el ánimo arriba, me devolvía a las palabras.

En su enfermedad, “Kookie” nos dio muchas lecciones de fortaleza, siempre agradeciendo los cuidados con esa mirada dulce que todavía recuerdo. Con todos los honores, flores y besos, hoy mi mascota querida descansa en paz. Su collar de colores está conservado como prenda de valor incalculable en una cajita, junto a una vela encendida en su memoria.

Por eso, cuando releo las atrocidades cometidas contra estas criaturas benditas en Barceloneta, lloro con dolor. Porque no hay ninguna explicación para esta acción tan abominable. Y porque hay bestias de dos patas que son una plaga más repugnante que esos pobres e indefensos animales.

El autor es periodista, escritor y guionista de televisión.

http://www.elnuevodia.com/diario/columna/297660


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Marcha en protesta a la masacre de animales en Barceloneta


Marcha en protesta a la masacre de Barceloneta


A todas las Asociaciones de Defensores de Animales de Puerto Rico y de
los Estados Unidos la Asociación de Defensores de Animales Inc. De
Cabo Rojo los convoca a una marcha para denunciar el abuso cometido
por la compañía "Animal Control Solution" y el Municipio de
Barceloneta. No podemos permitir que éstos abusadores se salgan con la
suya.
Por favor rieguen la voz.
Día: 17
Lugar: Desde el parque frente al Tribunal Supremo hasta el Capitolio
Hora: 9am
Info: Lcdo. Miguel R. Alameda Ramírez
939-717-4494



Veredicto


Veredicto…


¿Qué harías sin tan sólo te quedara una semana de vida? Las palabras del asesino encarcelado penetraron como un cuchillo a través de las venas de su abogada. La licenciada López se asustó tanto que se marchó a su casa y canceló sus compromisos del día, del otro y del siguiente. Le comenzó una obsesión con pararse frente al espejo dos, cinco y hasta veinte veces. Según se aproximaba el séptimo día, su imagen era más difusa en el espejo y sus pies se hundían entre las losetas. Finalmente llegó el momento marcado por el calendario, la sentencia del reo ya no la asustaba y se sonrió sin verse en el espejo. Al regresar a donde el preso, le habló; él giró su cabeza sin ver nada, comenzaba a ponerse nervioso. La abogada le susurró al oído: te tengo mi respuesta; en una semana ¿qué haría? lo de siempre, fingir que vivo.
amf

De El Libro de los Gritos 6


Tobogán de caracoles, es la risa de mi niño…

¿Necesito gritar?

jueves, octubre 11, 2007

Premio Nobel de Literaturatura 2008 -Doris Lessing

Doris Lessing gana el Premio Nobel

La escritora británica se alza con el galardón de 2007 por su capacidad para retratar la "épica de la experiencia femenina"

ELPAIS.com - Madrid - 11/10/2007



La escritora británica de origen iraní Doris Lessing se ha alzado con el Premio Nobel de Literatura 2007. La academia ha reconocido la capacidad de la autora para retratar "la épica de la experiencia femenina, y su escepticismo y fuerza visionaria con la que ha examinado una civilización dividada".



Lessing, nacida en 1919 en Kermanshah, Persia (actual Irán), es conocida por El cuaderno dorado (1962), obra cumbre de la literatura feminista y de la narrativa fragmentaria postmoderna.

La obra de Lessing es amplia y aborda una gran variedad de asuntos, desde la cuestión de la identidad en culturas ajenas o la definición de salud mental y locura.

La obra de Lessing es amplia y aborda una gran variedad de asuntos, desde la cuestión de la identidad en culturas ajenas o la definición de salud mental y locura. Su escritura ha basculado entre la crítica social de sus primeros textos, considerados comunistas, como The grass is singing, las investigaciones psicológicas, como El cuaderno dorado, y la incursión en la ciencia ficción, como en la serie Canopus.

Vida

Nacida Doris May Taylor, la autora creció en el seno familiar de un antiguo oficial del ejército británico que sirvió durante la I Guerra Mundial y una enfermera. En 1925 la familia se trasladó al sur de Rhodesia (actual Zimbabue). Lessing contó aquellos años de infancia en una granja en la primera parte de su autobiografía, Bajo mi piel (1994). Tras asistir a una escuela de chicas en Salisbury (Reino Unido), Lessing abandonó la escuela a los 14 años y empezó a trabajar en diversos empleos, desde niñera, telefonista, oficinista estenógrafa y periodista, e incluso publicó relatos breves.

En 1939 se casó con Frank Charles Wisdom, con quien tuvo un hijo, John, y una hija, Jean. Se divorciaron en 1943. Dos años después se casó con Gottfried Lessing, un inmigrante judío-alemán a quien había conocido en un grupo marxista comprometido con la cuestión racial. Poco después se relación con el partido laborista de Rhodesia. Tras tener un hijo con Lessing, Peter, la pareja se divorció en 1949. Fue entonces cuando la novelista se trasladó con su hijo a Londres, donde fijó su carrera como escritora.

Militancia comunista


Lessing militó en el Partido Comunista Británico entre 1952 y 1956, y participó en las campañas contra las armas nucleares. Su crítica al régimen surafricano le costó la prohibición de entrar al país entre 1956 y 1995. Tras una breve visita a Rhodesia en 1956, también se le vetó la entrada en este país por la misma razón. Lessing reside actualmente en Londres.

martes, octubre 09, 2007

De El Libro de los Gritos 5

Tocó a la puerta dos veces,
a la tercera se encontró una inmensa nada y su sonrisa;
sonó el despertador,
tampoco soñaba.
Nota de la editora:
Mi blog es libre de censuras, pero no permitiré la publicación en éste de comentarios anónimos en los que se haga alusión peyorativa sobre otros escritores sean quienes fueren, no es mi estilo vapulear ni vilipendiar así como difamar publicamente a nadie, menos a un colega escritor. Cualquiera que se respete y respete la escritura no debe rebajarse a los juegos de escarnio... No trato de juzgar a nadie, cada cual que juegue en su cancha como desee, el juego en la Ciudad Silente será limpio.
Críticas negativas serán bien recibidas, estando firmadas

Momento de nostalgia adolescente y mensaje a mis amigos del ayer desde los 40

A man I’ll never be

a mis amigos del corillo UPR y Provi '85
a los ochentosos de mi alma


www.youtube.com/watch?v=RNRTo7fHuK8

If I said what's on my mind
You'd turn and walk away
Disappearing way back in your dreams

It's so hard to be unkind
So easy just to say
That everything is just the way it seems
You look up at me
And somewhere in your mind you see
A man I'll never be
If only I could find a way
I'd feel like I'm the man you believe I am
And it gets harder every day for me
To hide behind this dream you see
A man I'll never be
I can't get any stronger
I can't climb any higher
You'll never know just how hard I've tried
Cry a little longer
And hold a little tighter
Emotions can't be satisfied
You look up at me
And somewhere in your mind you see
A man I'll never beIf only
I could find a way
I'd feel like I'm the man you believe I am
And it gets harder every day for me
To hide behind this dream you see
A man I'll never be
(scholz) Boston

a la memoria de Brad Delp


domingo, octubre 07, 2007

Alberto Martinez Marquez Frutos Subterráneos (Isla Negra editores) entrevista de Mario Alegre

Cazador de signos

Alberto Martínez Márquez cifra en la palabra el centro de gravedad de su pasión literaria. Y su poemario “Frutos subterráneos” es el testimonio editorial más reciente de ese romance perpetuo.

Alberto Martínez Márquez

Por Mario Alegre Barrios / malegre@elnuevodia.com

A una ilogicidad de pareceres le atribuyo esta fuga /de signos.

Alberto Martínez Márquez

“Lo que hay en el poema es lo opuesto de la razón... el acto de crear es casi inexplicable”

Como un inmenso agujero negro. Sí, de esos que -aseguran los físicos- abundan en el universo, gigantes que no se ven, pero cuya fuerza de gravedad es tan enorme que ni siquiera la luz escapa a ellos.

Acostumbrado a las metáforas -su vida está hecha de ellas- Alberto Martínez Márquez concibe de esa manera la poesía, tanto en su proceso -una caída salvaje hacia y por la palabra- como en el fruto de la hechura: el poema. “La poesía está para mí por encima de cualquier otro género”, asegura el escritor que acaba de publicar Frutos subterráneos -compendio de cuatro cuadernos- con la editorial Isla Negra. “Soy, ante todo, poeta… más que narrador, ensayista o dramaturgo”.

Habla como escribe, casi siempre a torrentes, haciendo malabares con la palabra, como quien busca incansable nuevas aristas al verbo, como quien no se siente cómodo con los clichés, en fin, como quien sabe que las palabras son cómplices entre ellas para desafiar a quienes viven y mueren en el intento siempre inacabado de domarlas.

Para empezar, reniega de escribir todos los días por obligación. Simplemente no lo hace. Escribe sólo cuando quiere, cuando le nace, cuando tiene algo que decir. “Hay gente que me dice: ‘yo escribo todos los días’. ‘¡Que aburrido!’, les digo yo. Sólo lo hago cuando quiero, cuando lo necesito”, asevera el profesor y director del Departamento de Humanidades del Recinto de Aguadilla de la Universidad de Puerto Rico. “Creo que lo que sí debe hacerse todos los días es leer y estar en contacto con alguna forma de creatividad. También estoy totalmente en contra de la teoría de la inspiración. En mi caso, no hay nada externo que me mueva a escribir… se trata de un impulso muy mío, de mis neuronas. Eso de la inspiración es de los griegos… ya somos gente moderna y sabemos que escribir es un trabajo muy de adentro hacia afuera, muy del cerebro”.

Los orígenes

Entre genes y ambiente, Alberto apuesta a ambos como ingredientes de su vocación literaria, como hijo de un ministro luterano que lo expuso desde la cuna a una generoso catálogo de textos bíblicos y dramas eclesiásticos como escenarios de lecturas que comenzaron a depurar su sentido estético por la literatura en el marco de una niñez gitana con estaciones en Hato Rey, varias ciudades de Estados Unidos –por obra y gracia de la palabra, en este caso la bíblica-, Caguas y Bayamón.

Aunque siempre fue un lector voraz, Alberto descubrió el deseo de escribir en el cuarto año de escuela superior -“un poco tarde”, dice-, pero con el antecedente de numerosas lecturas de algunos consagrados de la talla de Matos Paoli, Palés Matos, Kafka, Vargas Llosa y Borges. “Pero fue Juan Antonio Ramos el que me cambio vivencialmente los esquemas porque fue él el primer escritor vivo que conocí, cuando fue a dar una conferencia a la escuela donde estudiaba”, recuerda con una sonrisa. “Cuando lo vi y lo escuché comprendí en toda su dimensión que los escritores eran seres humanos. De inmediato me leí Papo Impala está quitao y ese texto me encantó. Creo que fue entonces cuando me dio el impulso de escribir y empecé con poemas… poemas a Dios, a la patria y al amor, como casi siempre sucede”.

Poco después, ya como estudiante en la UPR en Río Piedras, su camino se cruzó con el de José Luis Vega, quien habría de leer sus primeros poemas y darle también los primeros consejos. Para esa época Alberto estaba muy orgulloso de un poema largísimo -“como salmo”- que le ganó algunos piropos del ya poeta y actual director ejecutivo del Instituto de Cultura Puertorriqueña, pero con la sugerencia de que debía trabajar, pulir y sintetizar mejor ese intento. Un año después -en 1985- se volvieron a encontrar y un nuevo poema le dio el discípulo al maestro: Los campos de concentración están vacíos/ sólo una canción de viento endulza los cadáveres. “José Luis se maravilló y me felicitó”, recuerda Alberto. “Le dije: ‘ése es el mismo poema que leyó el año pasado… lo pulí, lo limpié y eso fue lo que quedó’. Ambos supimos que yo había aprendido la lección”.

Pese a la estrecha relación que mantuvo con Dios a través del oficio ministerial de su padre, Alberto asegura que poco queda de eso, sin dejar de reconocer que en los poemas de sus primeros años Dios fue el tema central. “Ahora sigo siendo creyente, pero a mi manera”, apunta. “Soy un creyente ‘hip-hop’, no de línea dura. La religiosidad ya no se asoma en mis textos, si acaso sólo cuando escribo contra la imagen de Dios tan común, tan malsana, tan terrible, que tanto mal le ha hecho a la humanidad”.

El libro

Profesor en la UPR desde 1995 -dos años en Mayagüez y el resto en Aguadilla- Alberto explica que Frutos subterráneos -cuyo antecedente editorial se titula La forma del vértigo- es la suma de cuatro cuadernos poéticos escritos en Estados Unidos entre 1992 y 1995. “Nunca he querido publicar lo más reciente sin haberlo hecho con lo anterior”, explica. “Así pasó con La forma del vértigo, que salio en el 2001. Frutos subterráneos recoge el hilo de lo que es mi poética en ese periodo y cada cuaderno tiene su propia identidad a través de diversos rasgos, como lo puede ser la forma, la estructura o el uso de la imagen, pero todos los poemas están hilvanados por constantes en mi obra, como la preocupación existencial y la continuidad del tiempo, entre otras cosas”.

Aunque admite que en absoluto rigor estos poemas no reflejan al poeta que es ahora, Alberto asegura que quienes conocen su obra percibirán en los textos de Frutos subterráneos su impronta, unas veces de manera bastante prosaica y en otras con una textura bastante lírica. “Entre esos márgenes, estoy yo, siempre luchando con algo o por algo, siempre en pugna, siempre experimentando e intentando llegar más allá de los límites”, reflexiona.

Si bien varios de los poemas de estos “frutos” son inéditos en forma de libro, ya fueron leídos antes a través de internet, circunstancia que a juicio de su autor no atenta un ápice contra su frescura y novedad debido a que “en la computadora la lectura nunca es la misma que en el libro”. “La gente que había leído algunos de los poemas en internet no se acordaban de eso cuando lo hicieron en el libro”, acota. “Leer en una pantalla nunca va a sustituir el placer que da el libro. Apuesto a la permanencia del libro. Aunque mantengo páginas y revistas electrónicas y paso mucho tiempo frente a la computadora, soy fiel al libro y sé que va a sobrevivir contra todo”.

Señalado por sus detractores por escribir de una manera bastante críptica en ocasiones o -en el mejor de los casos- por hacerlo de un modo inteligible para un número reducido de personas, Alberto asegura no hay escritor que no piense en una historiedad, aunque sea la de él, o sea, que alguien -al menos el escritor mismo- en algún momento “te va a leer”. “Así yo escribo y espero que me lea gente que lea poesía y que sea sensible”, apunta. “Escribo sin comprometerme en complacer a tal o cual persona. Sólo escribo y quien quiera leerme, pues chévere. Hay personas que quizá no entienden totalmente lo que escribo, pero les fascina la manera como manejo el lenguaje o las cosas que digo. Es interesante ver que a veces te lee el lector que no esperas. Sé que tengo textos que no son fáciles y sé también que éste es el riesgo que se corre cuando experimentas y buscas. Tengo un cuidado muy grande en no repetirme... eso me aterra”.

Razón o emoción

Alberto explica que en el proceso creativo hay un trabajo que se hace de manera consciente y muy racional, pero que lo que hay dentro del poema no sigue una lógica de las mismas características. “Lo que hay en el poema es lo opuesto de la razón”, pontifica. “El acto de crear es casi inexplicable. Escribir poemas es de alguna manera hacer una traducción. Un poema es una mimesis muy extraña e imprevisible. Traduces tu realidad, pero no sabes cómo va a salir y en el camino hay angustia, alegría, dolor, éxtasis… es una catarsis, una purgación. No puedo decir que sea así para todos, pero sí para mí. De la misma manera, hay personas que escriben poesía que dicen que hacerlo ‘las salvó’. No puedo criticar ni burlarme de esa posición, pero lo cierto es que yo no puedo decir lo mismo de mi caso”.

En la misma línea de pensamiento, Alberto comenta que toda poesía es una “fuga de signos” y que ésta es una metáfora muy fiel de lo que es Frutos subterráneos, ya que el acto de escribir un poema va encaminado a presentar un multiuniverso en el que “las palabras -los signos-, se van en fuga y las imágenes se suceden de manera vertiginosa”. “Es entonces cuando las mismas palabras con las que quiero atraparlas se disparan y se vuelven violentas o descabelladas”, ilustra. “Esto lo percibe el lector y él a su vez experimenta su propia fuga de signos”.

Coda

Poco antes de que salga el sol, tan pronto se despierta, Alberto interrumpe el ayuno de su gato y sale a correr. Cuida el paso, lo aprieta o lo afloja según se acerca a la cima de la cuesta desde la que se domina la Playa de Jovos. Ahí está su ilusión de cada mañana: ver el amanecer, justamente ahí, con el mar de fondo. La emoción es la misma, siempre diferente, siempre nueva. “En esos momentos, sólo tengo una certeza: que las palabras siempre están conmigo… en los libros. En los que yo escribo y en los de otros”, apostilla.

sábado, octubre 06, 2007

Del Carril “desnuda” a los hombres / Arroyo la mujer, la palabra y los ciclos menstruales

Del Carril “desnuda” a los hombres

Con su primer libro, el escritor pretende difuminar la idea de que todos los hombres responden a un prototipo dominado por el machismo.


Por Leyra E. González / lgonzalez@elnuevodia.com

Expresar las debilidades masculinas como una mujer lo manifestaría -abiertamente y sin tapujos- es la tarea que emprendió hace dos años el escritor puertorriqueño Emilio del Carril y cuyo resultado quedó plasmado en su reciente publicación 5 minutos para ser infiel y otras divagaciones testiculares, publicado por la editorial Pasadizo.

Con su pieza literaria el autor persigue su propósito de acabar con los mitos más comunes sobre los hombres que trascienden entre las mujeres.

“Lo que quiero es quitar un poco esa imagen de que todos los hombres son unos Ulyses o como Arnold Schwarzenegger y dejar claro que somos tan débiles como las mujeres”.

Emilio del Carril considera que este libro busca acomodarse dentro de la literatura femenina porque ha logrado abrir un espacio para la discusión en ese contexto. (Mariel Mejía Ortiz)

“La superioridad del hombre no es cierta. Considero a las féminas mucho más fuertes en lo emocional”Emilio del Carril

Mediante once relatos -“cuatro fantásticos, cuatro eróticos y tres heterosexuales”- Del Carril recorre temas que van desde la sexualidad masculina, la disfunción eréctil y la infidelidad en el matrimonio hasta el homosexualismo; todos asuntos que, a su juicio, “son evadidos por los varones”.

“En Puerto Rico hay cierta antipatía en cuanto a ciertos temas y otras cosas aún son tabú. Si hablas de relatos históricos o políticos, a la gente le encanta, pero le pones algo que toque la fibra íntima de sus secretos y ahí quedamos; es como un botón que se activa porque es el pánico. Sin embargo, es interesante cómo, aunque no es lo mismo por tratarse de una obra de teatro, la pieza de Los Monólogos de la Vagina ‘pegó’ en su momento, aún cuando el público conocía sobre los temas que trataría”, expresó el autor.

Inspirado en experiencias ajenas, así como de ideas que nacen de su día a día, Del Carril -quien es profesor de la Universidad del Sagrado Corazón-, recopiló una colección de vivencias de las que partió al momento de redactar sus relatos.

“Los cuentos son historias que se me iban ocurriendo. Por ejemplo, la idea de uno de los escritos la obtuve de un programa de televisión español sobre un foro de hombres que descubrieron su homosexualidad después de los 70 años. Yo me imaginé cómo sería esa historia. También, me cuestioné qué ocurre con los hombres que nunca comentan sobre sus dimensiones fálicas. Es muy común escuchar a una chica decirle a su amiga su interés de aumentarse el busto, pero en un hombre eso no se ve porque está involucrado el machismo”.

Y es precisamente ese concepto de machismo el que pretender “derrumbar”.

“Cuando se mira el libro los lectores se darán cuenta que son once personajes trágicos los que utilizo para presentar al hombre. No hay ninguno que sea un ‘supermacho’. La superioridad del hombre no es cierto. Considero a las féminas mucho más fuertes en lo emocional”, enfatizó Del Carril quien al momento, cursa estudios de doctorado en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.

El lenguaje que trabaja es cotidiano, fácil de leer y entender; entrando en ocasiones en lo descriptivo y manifestaciones eróticas. Si es fuerte o no, al escritor no le provoca inquietud ya que según manifiesta “escribí este libro con inocencia”. “Lo juro”, asevera. “Cuando la gente lo lee y me dice que les parece fuerte yo me asombro porque no lo escribí con esa intención. Tampoco creo que sea tan novedoso e impactante. Me han comentado que el lenguaje oscila entre lo romántico y luego un poco descarnado. Esa bipolaridad literaria me parece fascinante”.

5 minutos para ser infiel y otras divagaciones testiculares salió a la luz pública hace un mes y medio. Según asegura su creador, ha recibido buena acogida y puede ser adquirido en cualquier librería.

“Creo que este libro busca acomodarse dentro de la literatura femenina porque entiendo que ha logrado abrir un espacio para hablar abiertamente sobre su vida y sexualidad algo que los hombres nunca han hecho”, concluyó Del Carril sobre el texto que anoche tuvo su última presentación, en el marco de un conversatorio en la librería Borders, de El Escorial, con su colega Ángela López Borrero.

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Nunca dará “autoayuda”

En su nuevo libro de cuentos, “Ojos de luna”, la autora vuelve a “darles una vindicación a los que luchan”. (Primera Hora / Ana María Abruña Reyes)

sábado, 6 de octubre de 2007

Héctor Aponte Alequín / Para Primera Hora

posee un sistema para medir el tiempo muy exacto, muy parecido al ciclo menstrual de la mujer, y ¿casualmente?, erradicado de los calendarios actuales. Con ella, muchas culturas adquieren un conocimiento que no encaja dentro de los patrones científicos de la occidentalidad, un saber que se rechaza, que se pierde.

Por eso, Yolanda Arroyo Pizarro se pone la luna en los ojos y explora, con su tenue luz, narrativas que escindan “a los marginados, a los que no se pueden defender”.

“Trato de escribir desenlaces que les den una vindicación a los que luchan”, afirma la escritora boricua que lanza su segundo libro de cuentos, “Ojos de luna” (Terranova Editores). Esta intencionalidad se refleja, por ejemplo, en “Los ojos de la luna”, cuento histórico en el que las taínas formaban ejércitos de guerra y elaboraban armas lacrimógenas a base de sus flujos menstruales y otros humores.

“No puedo evitar partir de lo mujeril como ejercicio de vehemencia ante la vida. Igual que hoy hay mujeres con luchas de las que todavía queda mucho que decir, esas mujeres tuvieron que haberse planteado: ¿Cómo vamos a defender lo nuestro?”, establece al tiempo que explica por qué es natural que haya , en una misma colección, cuentos históricos y otros de temática actual.

Descubrir que los escritores latinoamericanos andan en la misma onda es una de las satisfacciones que trae de Bogotá, Colombia, tras participar en agosto en un congreso de 39 escritores menores de 39 años –ella tiene 37–, escogidos de entre 2,000, como parte de las actividades de Bogotá Capital Mundial del Libro, título otorgado por la Unesco.

“Siempre se nos ha dicho que en Puerto Rico vamos unos pasos más atrás, pero vi que no es así”, cuenta.

En esta isla, además, se lleva un buen ritmo en cuanto a la producción literaria atemperada a “la vida tecnológica” de las generaciones jóvenes.

“Leemos cantitos en Internet, vemos películas fragmentadas, estudiamos y trabajamos con dos part-times... Pues la literatura también se vuelve fragmentada, irónica. El lector no quiere que le llenen los blancos”, enuncia la profesora de tecnología educativa.

Reconoce, en ese sentido, que ese modo de crear aún no ha sido aceptado del todo por el canon ni por los amantes de “la autoayuda”. Señala como autor representativo de este género a Paulo Coelho.

“Los que escribimos no podemos dar autoayuda porque no somos personas normales. Yo escucho una noticia en radio y me echo a llorar”, ilustra al insistir en que su motivación para escribir no es el dinero ni la fama.

Y es que, de la luminosidad de las “estrellas” bestsellers, a la autora de la novela “Los documentados” (2005) le interesan únicamente los flashes de las cámaras, sólo porque le sirven de apoyo a la memoria.

Hace cuatro años, su madre falleció con Alzheimer y, desde entonces, Yolanda Arroyo adoptó la costumbre de fotografiar para documentar, como lo habrá constatado el lector asiduo a actividades literarias en Puerto Rico.

viernes, octubre 05, 2007

Actividades y palabras

Cancelado hasta nuevo aviso por problemas técnicos en el área


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La Editorial Isla Negra y la Librería La Tertulia del Viejo San Juan

invitan a presentación del libro
Nuevas coordenadas de la literatura puertorriqueña,

de la profesora y periodista cultural
Wanda Cosme,

el sábado 6 de octubre de 2007,
a las 6:00 pm.
en las nuevas facilidades de La Tertulia del Viejo San Juan,

frente al Estacionamiento de Doña Fela.

La presentación estará a cargo de Rosa Guzmán.

Nuevas coordenadas es una selección de las mejores reseñas sobre la literatura puertorriqueña contemporánea que la autora realizó durante seis años para el periódico universitario Díalogo.


**los escritos deben ser inéditos
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Editorial Pasadizo
les invita a las presentaciones del libro
5 minutos para ser infiel y otras divagaciones testiculares
De Emilio del Carril

“Si existe una etiqueta para la “literatura femenina”, ¿por qué no una para la masculina? Ese sello podría bien describir la colección de cuentos 5 minutos para ser infiel... y otras divagaciones testiculares de Emilio del Carril. Bajo el sello de Editorial Pasadizo, los 11 relatos destacan la sensibilidad masculina, contrapuesta con los estereotipos que definen el “ser hombre” en la sociedad latinoamericana contemporánea.” Héctor Aponte Alequín- Periódico Primera Hora

Viernes 5 de octubre de 2007
Borders Plaza Escorial
Conversatorio con la escritora Angela López Borrero
7:00 p.m

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Invitación:

El sábado 6 de octubre continuaremos con nuestras veladas poéticas

en el Chateau Rouge de 7 pm en adelante.

El encuentro será de micrófono abierto donde todo quien así desee pordrá compartir

su poesía o relatos cortos con los asistentes.

El Chateau Rouge está localizado en la avenida Muñoz Rivera #994 Río Piedras

casi esquina Avenida Universidad frente al Walgreens que queda en la intersección

de las avenidas.



Invitan:

Dra. Heida Zambrana, Paco Parés, El Pen Club de Puerto Rico

y el Chateau Rouge. Actividad abierta al público. Las personas interesadas

pueden comunicarse con Tito Colorado (787) 649-9426,

Miguel Ayala (787) 530-8320

o al Chateau Rouge (787) 620-7907.

jueves, octubre 04, 2007

Intermedio musical... a petición popular Alaska...

A quién le importa

por Alaska y Dinarma

La gente me señala
me apuntan con el dedo
susurra a mis espaldas
y a mi me importa un bledo.
que mas me da
si soy distinta a ellos
no soy de nadie,
no tengo dueño.

Yo se que me critican
me consta que me odian
la envidia les corroe
mi vida les agobia.

¿Porque será?
yo no tengo la culpa
mi circunstancia les insulta.
Mi destino es el que yo decido
el que yo elijo para mi
¿A quién le importa lo que yo haga?
¿A quién le importa lo que yo diga?
yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré
¿¿A quién le importa lo que yo haga?
¿¿A quién le importa lo que yo diga?
yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré

Quizás la culpa es mía
por no seguir la norma,
ya es demasiado tarde
para cambiar ahora.

Me mantendré
firme en mis convicciones,
reportare mis posiciones.

Mi destino es el que yo decido
el que yo elijo para mi
¿A quién le importa lo que yo haga?
¿A quién le importa lo que yo diga?
yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré
¿A quién le importa lo que yo haga?
¿A quién le importa lo que yo diga?
yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré.
¿A quién le importa lo que yo haga?

¿A quién le importa lo que yo diga?
yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré.

http://www.youtube.com/watch?v=j8n1D-eT3tI


de El libro de los gritos 3...

Al final, pétalo a pétalo desgarramos el sécreto o ¿fue la mentira?…
no me importó quedar desnuda
¿y a ti?.

martes, octubre 02, 2007

Bocetos silentes y la ciudad


Vuelo sin palabras



“Me llamo pájaro Pablo
ave de una sola pluma
volador de sombra clara
y de claridad confusa…”
Pablo Neruda, El pájaro yo.



Las alas no se me ven / los oídos me retumban…, recitó el viejo maestro Pablo Suárez frente a un espejo que reflejaba su rostro agotado de palabras. Según llegaba la ansiada jubilación, las calles de Santurce se le hacían más largas y confusas en el camino hacia la escuela, al igual que los sonidos de los carros. Comenzaba a olvidar los planes de clase, el nombre de sus alumnos, y hasta dónde demonios estarían sus espejuelos. Era terrible, siempre había sido muy memorioso, un gran demagogo, ahora una fuerza extraña le evaporaba las palabras, pero al menos podría volar. Vuelo y vuelo sin saber, / herido en la noche oscura, sentía los versos de Neruda acariciándole la soledad.


--Llega tarde maestro Pablo-le dijo el guardia escolar.

--Será la última vez… Descubrí el secreto de Neruda, y también el de la física, la poesía es la ciencia que nos salva.

--¿Cómo así?—contestó el guardia, tratando de no reírse.

El maestro no contestó, treinta y cinco años tratando inútilmente de enseñar el poder de las palabras a los estudiantes, ahora éstas se le escapaban de la boca y se le perdían por los pasillos y los salones. Miró los últimos exámenes que daría en su vida. Nada valió la pena, es inútil nunca entendieron, soy Pablo. Soy “el pájaro furioso de la tempestad tranquila”. Miró a través de la ventana, todo el universo cantaba en silencio a través del silbido del viento y se lanzó en un vuelo libre y sin palabras.


Ana María Fuster

... de El libro de los gritos 2

Ni mucho ni poco, tan sólo así:
el péndulo y el deseo sobre mi piel,
y el dardo en la palabra….

lunes, octubre 01, 2007

Felicitamos a Yolanda Arroyo por su publicación Ojos de Luna




De relatos y de promesas

Sugerentes, provocadores, los cuentos de estas dos colecciones nos revelan aspectos inéditos de nuestra sociedad actual o del pasado.

Por Carmen Dolores Hernández /
cdh@caribe.net

Nada más satisfactorio para un lector que encontrar un libro que le impacta y le descubre una promesa. Eso proyectan, sin duda, los dos que reseñamos hoy: una gran promesa. En ambos casos, sus autoras van mucho más allá de la mera expresión efectista de una situación. En ambos casos, la narración descubre visiones nuevas de nuestra sociedad -en el presente o en el pasado- que se encarnan en los personajes o en las tramas. Ambos libros, también, tienen la virtud de convertir rápidamente la sorpresa en reconocimiento. En otras palabras, el curso de la narración no se resuelve por medio de soluciones fáciles o gratuitas de las situaciones que conforman los ejes de las tramas, sino que éstas llevan a desarrollos que representan una evolución coherente -aunque sorpresiva- de lo planteado. Y, por último, ambas autoras manejan muy bien -aunque de maneras diferentes- los recursos de la escritura.

Varios de los cuentos de la colección ‘Ojos de luna’, de Yolanda Arroyo Pizarro, crean un clima de expectativa tan bien elaborado que no es sino hasta que están bien adentrados en el texto que los lectores se dan cuenta de hacia dónde los está llevando éste. Los cuentos que nos parecen los mejores de esta colección se desarrollan en un contexto referencial que supone una variación o ampliación del pasado histórico. Tales visiones alternas enlazan ese pasado con preocupaciones y enfoques muy contemporáneos.

El que le da título al libro, por ejemplo, subtitulado ‘Hipaniola, 1493’, va revelando el verdadero objeto de una acción de guerra concertada y va revelando también quiénes serán sus protagonistas. El descubrimiento -doble- que hacen los lectores es tanto más eficaz cuanto que, históricamente, se trata de un evento del cual no quedaron testimonios: la destrucción del fuerte de la Navidad, construido por Cristóbal Colón en La Española y en el cual dejó un número de sus hombres cuando regresó a España tras su primer viaje. Las motivaciones personales y colectivas, los antecedentes de la acción bélica y sus métodos, todo va cayendo en su sitio, sorpresivamente, según avanza la narración. Ésta, además, adquiere fuerza al identificar de manera coherente los ritos de guerra con los ritos de parto: dar vida y quitarla se convierten entonces en dos caras de una moneda que manejan, con aplomo, las mujeres.

Fuerza similar tiene el cuento titulado ‘Saeta’, que trata de otra venganza, igualmente enraizada en injusticias históricas: la de una esclava africana contra sus amos. Se personaliza aquí la humillación -sexual, racial- de los negros traídos a América para explotar su potencial laboral. El cuento no sólo ofrece atisbos interesantes de la sicología de la persona esclavizada sin entender porqué, sino que resulta poético en la fuga final hacia una realidad que puede ser material o evocada pero que conlleva la fuerza de una historia ancestral: “…No fallezcas, odalisca. No perezcas, gladiadora. El tiempo de las edades pasadas te reclama. El agua transportando pinos a esa tierra árida y enterrándolos en el lodo durante el transcurso de los siglos demanda tu existencia. Millares de cebras, antílopes y ñúes, miríadas de elefantes, leones y jirafas marcan el carnaval de las heridas, lamiendo la carne descompuesta luego de la batalla”.



‘Alborotadores’ y ‘Especias del medioevo’ son igualmente sugerentes. El primero narra, con gran delicadeza, la relación entre un centurión romano y una muchacha hebrea rebelde y osada. El segundo -aunque su referencia temporal, 1682, no parece ajustarse a una trama en que figura prominentemente el celo inquisitorial- recuerda, en su intensidad, algunos de los cuentos góticos de Edgar Allan Poe. Sugiere eficazmente -más que cuenta- una historia de celos, de frustraciones, de intolerancia y de injusticia.

A pesar de algunas inconsistencias semánticas, la lengua literaria de Yolanda Arroyo es rica y dramática. Y aunque algunos cuentos no tienen la misma intensidad que los mencionados (uno, ‘Claro’ resultó, para esta reseñadora, oscuro y excesivamente complicado), se trata de un conjunto sólido, sugerente y provocador.

El libro de Dinah Kortright fue otra sorpresa agradable. Consiste de cuentos muy cortos -ilustrados por Juan Álvarez O’Neill- cuyo título se ajusta a su talante. La mirada narrativa es, efectivamente, insomne en el sentido de que, escrutadora, no se desvía ni un momento de su objetivo: la claustrofóbica existencia de mundos convencionales que actúan como cárceles para el espíritu.
También en estos cuentos -como en los de Yolanda Arroyo- surgen, inesperados, desarrollos que, lejos de ser casualidades, expresan preocupaciones disimuladas, a veces inconscientes. La mayor parte de los personajes son mujeres que, al tratar de llenar un vacío en sus vidas, chocan contra la convención o la norma. El titulado ‘El balcón’, aunque gira en torno a dos hombres, ofrece -en la imagen misma de ese elemento arquitectónico- una concreción del movimiento temático del libro: los conflictos inherentes a asomarse a realidades diferentes de la propia.
‘Se busca a Freud’, por ejemplo, es un relato de gran complejidad disimulada tras la voz de una mujer chismosa que critica a su vecina. A medida que avanza su diatriba viperina, ella va revelando, inconscientemente, sus propias insatisfacciones. En ‘De poetas y de locos…’, la obsesión de una mujer de clase media con un deambulante demente no sólo yuxtapone dos modos de vida, sino que también subraya el peso aplastante de lo convencional y el precio emocional de la aceptación social. Hay detalles en este cuento que abren la acción hacia un escenario más amplio, como el interés de una vecina en las reacciones de la protagonista ante lo que todos construyen como una agresión.
Otros cuentos son enternecedores, como ‘Nada queda’, que explora esa condición tan elusiva de la larga felicidad matrimonial. Igualmente lo son varias de las ‘Instantáneas’ -minicuentos- del final, algunos de los cuales alcanzan una armonía interna que los acerca a la poesía, mientras que otros constituyen reflexiones complejas aunque breves sobre situaciones como la amistad, el erotismo o la muerte.
Uno de los aciertos del libro es el estilo diáfano y sencillo, que funciona como un cristal claro a través del cual se deja sentir el impacto innegable de las narraciones.
No todos los cuentos en estos libros tienen el mismo nivel de calidad. En ambos casos hay excepciones que, sin embargo, podrían confirmar la expectativa de que estas nuevas plumas nos ofrecerán muchas sorpresas agradables en el futuro.http://www.elnuevodia.com/diario/noticia/revistas/revistas/de_relatos_y_de_promesas/288684