domingo, noviembre 29, 2015

silencios de papel 13

¿son esas voces el camino a la sonrisa de las manos?
¿a la ventana del corazón?
 ¿al encuentro ese beso peregrino 
que hace piruetas en el horizonte?
 ¿son, acaso, el eco del reino de la querencia? 

Soy ave de paso en vuelo de voces hacia ti...


Ana María Fuster Lavín

silencios de papel 12

Soy ave de paso... 
Vuelo en espirales pesadillas azul azul 
casi el milagro de las manos hasta llegar al sueño de una voz ámbar y a tu sonrisa

Ana María Fuster Lavín

viernes, noviembre 06, 2015

Encuentro de narradoras puertorriqueñas en UPR Humacao

Encuentro de narradoras puertorriqueñas:
 
Zoé Zoa Jiménez Corretjer, Carmen Zeta Perez,  

jueves 12 de noviembre, 10:30 am
Anfiteatro ADEM

coordina Prof. Carlos Roberto Gómez

viernes, octubre 30, 2015

reseña por Antonio Miranda sobre Carnaval de Sangre

miércoles, 28 de octubre de 2015

Libro trigésimo séptimo: Carnaval de sangre

Carnaval de sangre: microcuentos y otras brevedades de la palabra
de Ana María Fuster Lavín

La nueva propuesta de Ana María Fuster Lavín reconcilia elementos líricos propios de la poesía con la narrativa breve en prosa. Sus relatos en Carnaval de sangre utilizan recursos poéticos como la metáfora y la alegoría con gran efectividad. Aunque están separados en cuatro secciones temáticas, todos exploran la muerte, o la casi muerte, a través de diversos aspectos.

La primera sección del libro, Sin ojos: habitantes de la ciudad silente, explora la muerte del aspecto humano a través de la pérdida de la sensibilidad. Casi todos los micro relatos de esta parte, que es mi favorita de las cuatro, establecen unos símbolos sociales que representan a los drogadictos y desamparados que viven de pedir limosnas en la calle (por ejemplo, “Ciudad sin ojos 1” y “Ciudad sin ojos 2”). También habla de los que deambulan en la ciudad, a pesar de tener dinero, de la gente que vive en soledad y da sugerencias de cómo eso también los hace miserables (por ejemplo, “Veredicto” y “Esos pequeños seres diminutos”). Finalmente, explora a los enamorados que no aman, a los que deambulan en las relaciones y no relaciones (por ejemplo, Coleccionistas de polvos, Conjuro, Ángel de las alturas) que, en cierta medida, definen a una buena parte de nuestra generación de “Mileniales”.

La segunda sección del libro se llama Bajo la cama (trece días en el abismo y un final feliz). En esta, los microrelatos tienen un estilo narrativo mucho más lírico y funcionan de manera intratextual. Las breves historias van contando una especie de complicidad sobrenatural con un personaje al que la autora ha llamado Insomnio. Se encuentra con él durante la noche, en su propia cama, muchas veces debajo de ella, y en cada encuentro la lleva a descubrir diferentes facetas dolorosas de su personalidad a través de experiencias sexuales, o de recuerdos de experiencias sexuales. Su carácter poético nos permitiría darle varias interpretaciones a los símbolos aquí expuestos, pero si consideramos una vertiente mitológica podríamos recordar a los íncubos y súcubos del judeocristianismo. Sin entrar en conceptos moralistas, definitivamente hay varios elementos que señalan a la visita de estas criaturas. Por ejemplo, siempre arriban en la noche, tienen relaciones sexuales con su victima y pueden cambiar de sexo indiscriminadamente (vea los cuentos “Quererse en silencio” y “Sus ojos, mi cuerpo”). Además, y probablemente se trata del elemento más importante que respalda mi teoría, es que durante cada encuentro ocurre un acto sexual que lleva a la “víctima” a experimentar algún tipo de dolor emocional (el ejemplo más claro de esto es, quizás, “Viaje sin retorno”). Esto se puede asociar de forma simbólica con el supuesto propósito de los íncubos y súcubos, que es seducir a sus víctimas y utilizar el acto sexual para extraerles el alma.



La destreza poética de Ana María Fuster Lavín le permite llevar el mito y los símbolos a otro plano literario porque sus relatos realmente no hablan de monstruos ni de maldiciones. Muchas veces la supuesta víctima de la criatura llamada Insomnio es ella misma, lo que nos puede llevar también una interpretación difícil del íncubo y súcubo como monstruos que provienen del protagonista, similar a la clásica historia de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Por supuesto, esto es solo una posibilidad literaria dentro de muchas (“El secreto del amor” claramente proporciona otra posibilidad interpretativa en donde Insomnio era un amante de carne y hueso); así de grande es la riqueza simbólica de Carnaval de sangre.

La tercera sección del libro se llama Carnaval de voces y sueños: amores canívales. Aquí los microrelatos proponen a la sangre y la voz humana como alimentos espirituales. Los relatos son variados ya que los personajes adquieren algo nuevo luego de consumir la sangre o la voz de una persona. En el caso de “Sed eterna” vemos un idilio erótico a través de una transgresora escena de vampirismo mientras que en “El cazador de sueños” los caníbales recuperan su lenguaje, y luego la sensibilidad, tras devorar al personaje del asesino onírico. En otros microrelatos de esta sección vemos el concepto del sacrificio como un intercambio de voces y sentimientos. En algunos casos las palabras, o el vocabulario, representan una parte de la humanidad de la persona. En cuentos como “Espejos y naufragios” y “Balada del silencio” la pérdida de una voz representa una ironía trágica. Por otro lado, en relatos como “Fuga de voces”, “La voz dormida” y “La biblioteca de las voces perdidas” el sufrimiento le devuelve las palabras, o la poesía, al protagonista. Así, las malas experiencias se convierten en una especie de ganancia a través del canibalismo emocional.

La última parte del libro se llama Los placeres de la muerte: carnaval de sangre. Aquí los microrelatos vuelven a tener la prosa más directa, aunque menos lírica, del principio del libro. La restauración estilística le da cierta redondez a la estructura del libro y le permite a la autora explorar con mayor precisión el tema climático de su obra: la muerte. Ya sea a través del suicidio o del homicidio, el tema preferido se manifiesta en un carnaval de desenlaces violentos en donde el amor, el hambre, la vocación y el arte misma son motivo de tragedia. Si bien la gran mayoría de los relatos lleva un tono melancólico o de angustia, otros pocos prefieren explorar la manifestación del terror genuino a través del extrañamiento, como en “Última danza para orquesta de cuatros y güiro”, uno de mis relatos favoritos del libro.

Como bien adelanta la sinopsis del Dr. Emilio del Carril, Carnal de sangre es un libro de microrelatos que se aparta estilísticamente de los demás y que explora temas difíciles que usualmente preferimos evitar. Aquí, a través del arte, Ana María Fuster Lavín los ha convertido en literatura.
Mis cuentos favoritos son:
-Gol
-Las niñas perdidas
-El cazador de sueños
-Última danza para orquesta de cuatros y güiro
Elementos literarios que se destacan:
-La brevedad
-El intratexto
-La metáfora y la alegoría
-El liricismo poético
-El imaginario transgresor
-El erotismo
 
  en
 

lunes, octubre 26, 2015

silencios de papel 11

soy invisible, 
la ciudad me cuenta sus perversiones cotidianas; 
deambulo mientras escucho sus voces entrando a mis manos...


Ana Maria Fuster Lavin



foto por AMFL

silencios de papel 10

Como sentarse minutos frente a una hoja 
que, antes de morir, te cuenta la historia del árbol...



Ana María Fuster Lavín




foto por AMFL

sábado, octubre 24, 2015

sinopsis de conferencia sobre mi visión de la literatura perversa como escritora...



La literatura perversa tiene como finalidad provocar, o presentar, el placer a través de conductas socialmente incorrectas, insanas, crueles, humillantes o depravadas.  El personaje o narrador perverso manifiesta un anhelo de superioridad, triunfo, dominación sobre ese otro. Este coloca a su víctima en una situación de sumisión, temor o impotencia. Disfruta causando dolor, vengándose, llevando a la muerte o a vejaciones muchas veces sexuales. Aun cuando no sean sexuales, en el placer en el perverso es lo más parece ido al orgasmo. Un disfrute ante lo oscuro. Ejemplos básicos de seres literarios llamados perversos–y es que son tantos y tan maravillosos– cómo olvidar al Marqués de Sade, a Drácula, Dorian Grey,  hasta mi Pancho Quenepo (en mi novela (In)somnio), los asesinos seriales, los y las amantes más peligrosamente exigentes, el placer de alcanzar el control de la muerte. Se me ocurre el relato casi a modo de ensayo El demonio de la perversidad de Poe (donde el personaje se presenta casi como un agente espiritual con la misión de obligar a las personas a realizar cosas por el propio hecho de que no deben hacerlas. En fin el perverso literario, tanto como el real de carne y hueso,  busca –y logra- seducir lo desconocido, lo macabro, el sexo más allá de la muerte, jugar contra los cánones de lo socialmente correcto y moral, en fin es un transgresor.  Disfrutar provocando el susto, la repulsión, el miedo, el deseo ante eso que no te atreverías a contarles a tus padres, a tu pareja… ¿Y qué escritor no tiene un lado perverso? 

(el trabajo tendrá de 5 a 6 paginas, sobre  nuestra sociedad violenta, el abuso de menores, lo gótico, lecturas favoritas, y en mis libros)

Ana María Fuster Lavín

jueves, octubre 22, 2015

Silencios de papel 9

Carnaval de secretos, gritos, sombras 
o el silencio cómplice del miedo
La sangre libera cada sílaba
desangrarse hasta encontrar la palabra perdida en el corazón
Abrir las manos, caminar a través del libro horizonte, 
aunque te cueste la vida, 
pero libre de sombras y máscaras.  


 Ana María Fuster Lavín

Silencios de papel 8

Carnaval de silencios, 
Carnaval de manos sin ojos,
 sangre de carnaval como pequeños fragmentos 
de espejos que penetran las pisadas
 y el eco de cada palabra que no te atreviste decir...


Ana María Fuster Lavín

miércoles, octubre 21, 2015

Silencios de papel 7

Al otro lado de las voces, 
el insomnio juega a los laberintos de cristal

Ana María Fuster Lavín

sábado, octubre 17, 2015

Carnaval de sangre en el festival de la palabra


desde Letralia, Venezuela Carnaval de sangre

Ana María Fuster Lavín presentará libro de cuentos Carnaval de sangre

Redacción

Viernes 16 de octubre de 2015
“Carnaval de sangre”, de Ana María Fuster Lavín
Luego del éxito de su novela (In)somnio (Editorial Isla Negra, 2012), la escritora puertorriqueña Ana María Fuster Lavín (San Juan, 1967) regresa con Carnaval de sangre, compuesto por cincuenta y siete cuentos breves y microcuentos divididos en cuatro secciones cargadas de humor negro que denuncia el lado más oscuro del ser humano (I. Sin ojos: habitantes de la ciudad silente), de erotismo gótico y el mundo del insomnio (II. Bajo la cama); poesía, sensualidad, metaliteratura (III. Carnaval de voces y sueños); finalmente, más humor negro, muerte y una denuncia a la crueldad humana (IV. Los placeres de la muerte).
Ana María Fuster Lavín
Fuster Lavín: microcuentos con un marcado acento poético.
El libro, publicado bajo el sello editorial de EDP University, será presentado el jueves 22 de octubre en el Paseo de la Princesa, Viejo San Juan, en el marco del Festival de la Palabra. En noviembre también habrá presentaciones en los recintos de Aguadilla y Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. En enero de 2016 la también editora y poeta Fuster Lavín presentará su nueva publicación en Santo Domingo, República Dominicana junto al poeta, periodista cultural y performero dominicano Alexei Tellerías.
“Este Carnaval nos somete a la realidad de que la misma gota de sangre puede simbolizar vida o muerte; que el más grande de los miedos es aquel que nos enfrenta a la posibilidad del dolor y a esa sensación que sustituye el bienestar por la agonía”, escribió sobre este libro el doctor Emilio del Carril, escritor y docente puertorriqueño.
“Con un marcado acento poético que la distancia de otros microcuentistas, y un libro integral finamente redactado y conceptualizado, Ana María Fuster Lavín nos empuja hacia una comparsa en la que las máscaras sobran y los instintos se apoderan de nuestra voluntad para hacernos esclavos de nuestra inconsciencia”, continúa Del Carril. “Los microcuentos se entrelazan, fisgonean entre ellos adjetivos, verbos y sustantivos como hilos conectores de una ambientación siniestra. Al final emergen dos consignas: en la vida, el placer y el amor tienen fecha de caducidad, y que la peor pesadilla es perder el potencial de acuñar sueños. Este es un libro perturbador y doloroso que encierra en un castillo de sombras a los protagonistas y al lector”.

Un cuento de Carnaval de sangre
La vida de las palabras

Despierta, ven aquí, ven. Las pequeñas voces en la sangre la quemaban tanto que despertó. La vida, esta es la vida. Ella abrió los ojos. La recámara oscura contrastaba con el luminoso amanecer a través de la sucia ventana. Ven con nosotras, vive. Se levantó de la cama, tropezando con las botellas de vino vacías, bolitas de papel y libretas de anotaciones que había por todos lados. La soledad palpitaba palabras y olor a mugre. Libéranos y vive. Observó la computadora dañada por un virus. Se tapó los oídos, pero las voces de la sangre gritaban cada vez más fuerte. Libera nuestras palabras, vive. Agarró un cuchillo y se cortó las venas de ambas muñecas. Gota a gota sintió la vida de las palabras. Murió.


http://letralia.com/agenda/2015/10/16/ana-maria-fuster-lavin-presentara-libro-de-cuentos-carnaval-de-sangre/#.ViJcKiuPstp

sábado, octubre 10, 2015

Carnaval de Sangre desde PanamáCarnaval de Sangre desde Panamá

http://internatural.blogspot.com/2015/10/comentario-y-seleccion-de-carnaval-de.html
gracias al colega y amigo Edilberto Gonzalez Trejos




Comentario

La agonía de vivir:
Carnaval de sangre de Ana María Fuster


Mientras avanzaba la lectura de este Carnaval de sangre, sentí miedo al dolor, a esa sensación de vacío que hace que el estómago se convierta en un universo confuso. Aquí tenemos historias que, por momentos, se transforman en algunas de esas pesadillas recurrentes que interrumpen nuestras noches, y caminan con nosotros por el día. Tiene esta colección de microcuentos el poder de estremecernos, de crear un arcoíris de grises y emociones diversas: viscosas como las situaciones límites que de repente nos cambian la vida y nos hacen ser otros. A veces reta al lector para que tome el rol del protagonista de cualquiera de las fábulas. En ese momento, los sucesos ficticios pierden cualquier vestigio de otredad para parecernos cercanos e íntimos; tan cotidianos y esperados como la muerte que asecha en las esquinas de ciertas ciudades tenebrosas.

De inmediato nos percatamos del aura intensa con sabor a un existencialismo pesimista y desolador, que destilan estas líneas. Podemos extrapolar la página en blanco de Mallarme, con la pantalla de la computadora, o toparnos con los problemas de visión de Edipo, o confundirnos con las saetas que ambulan por los armarios y debajo de la cama de un insomne. Hay una búsqueda constante de aplacar las voces que se han convertido en ecos disonantes, para intentar alcanzar un anhelado silencio que pueda catapultarnos a un estado de paz.

El sentido de la vista se enseñorea sobre los demás sentidos. Parte de este trabajo se ha confeccionado sobre la presencia o la ausencia de los ojos: el saber o el no saber. Este CARNAVAL nos somete a la realidad de que la misma gota de sangre puede simbolizar vida o muerte; que el más grande de los miedos es aquel que nos enfrenta a la posibilidad del dolor y a esa sensación que sustituye el bienestar por la agonía. Con un marcado acento poético que la distancia de otros microcuentistas, y un libro integral finamente redactado y conceptualizado, Ana María Fuster nos empuja hacia una comparsa en la que las máscaras sobran y los instintos se apoderan de nuestra voluntad para hacernos esclavos de nuestra inconsciencia. Los microcuentos se entrelazan, fisgonean entre ellos adjetivos, verbos y sustantivos como hilos conectores de una ambientación siniestra. Al final emergen dos consignas: en la vida, el placer y el amor tienen fecha de caducidad, y que la peor pesadilla es perder el potencial de acuñar sueños. Este es un libro perturbador y doloroso que encierra en un castillo de sombras a los protagonistas y al lector.

Dr. Emilio del Carril

Escritor y profesor puertorriqueño

Selección de micros que pertenecen a Carnaval de Sangre


Espejos y naufragios


1
El mar besa la punta de un poema que se encontraba a la deriva. Este pare miradas como voces silentes que llueven caricias y anhelos. Allí, un arcoíris les pinta alas. Ahora vuelan al otro lado del espejo hasta liberar sus palabras hacia el mar.




2
El espejo serpenteaba náufragos y otras muertes anónimas. Llegado el amanecer, un arcoíris entró a la recámara. Las manos se convirtieron en mares. El salitre llovió dos cuerpos acompasados. Estos danzaron zigzagueantes hasta parir palabras como golpes de salitre. Ha nacido un poema en vuelo libre hacia nuevas marejadas.



3
Después de tantos días a la deriva y sin hablar, el hombre logró llegar a la orilla, pensó en su reflejo en el agua que durante la catástrofe. Ese que le dijo que le regalara la voz y lo salvaría. Esa noche volvió a conversar con la dueña de la pensión. Mientras dormía sus palabras se hicieron añicos, inundando la recámara del náufrago quien murió ahogado a falta de un espejo.



4
Mirarse al espejo y ver aquel poema sombreado en el recuerdo. El instante cuando el arcoíris señaló tierra firme a los náufragos. Ellos, los condenados por olvidar su origen, nadaron la canción de los liberados, soltaron las palabras que pudieron. Cada sílaba los acercaba a la orilla, cada letra les ofrecía una esperanza. Las gastaron todas. Sobrevivieron, mas quedaron mudos.


 ***


La vida de las palabras


Despierta, ven aquí, ven. Las pequeñas voces en la sangre la quemaban tanto que despertó. La vida, esta es la vida. Ella abrió los ojos. La recámara oscura contrastaba con el luminoso amanecer a través de la sucia ventana.Ven con nosotras, vive. Se levantó de la cama, tropezando con las botellas de vino vacías, bolitas de papel y libretas de anotaciones que había por todos lados. La soledad palpitaba palabras y olor a mugre. Libéranos y vive. Observó la computadora dañada por un virus. Se tapó los oídos, pero las voces de la sangre gritaban cada vez más fuerte.Libera nuestras palabras, vive. Agarró un cuchillo y se cortó las venas de ambas muñecas. Gota a gota sintió la vida de las palabras. Murió.

***

El gato negro

Lo maté... Observo por el espejo retrovisor. Allí está su cuerpito negro en la brea. Mis manos tiemblan sobre el guía. No debí acelerar en aquella curva. Fue sin querer, no lo vi. Estoy a punto de llegar al trabajo y pediré ayuda. Lo maté. Respiro profundo. A la entrada, el guardia de seguridad me pregunta si vi al gato muerto cerca en la calle: “¿Será el que siempre está por aquí dando vueltas?” Contesto seca: No sé. Sigo a mi oficina. Debo olvidar lo ocurrido. A fin de cuentas es un felino vagabundo. Recojo del piso la muñeca que me llevé hace unos meses de la pared de una casa abandonada. Lo maté. No sé cómo voy a trabajar hoy. Acomodo la muñeca en el escritorio. Me mira fijamente, me pone nerviosa, y la volteo. Entra mi secretaria y comenta: “¿Te enteraste que atropellaron al gatito?” ¿Qué gato? “Sí, aquel al le dábamos latitas de atún”. No vi nada. Doy par de vueltas en mi oficina y me vuelvo a sentar. Puñetero gato. Lo maté. Pasan las horas y pienso en el cabrón. A cuenta suya no he podido ni terminar de redactar la opinión disidente para el juez. Busco un café, miro disimuladamente la calle que bordea el edificio. Dos empleados de mantenimiento recogen al occiso. Me paso la mano por cuello y orejas y luego me la lamo. Lo maté. Al regresar a mi oficina, la muñeca está de nuevo de frente en el escritorio. Trato de teclear en la computadora, es inútil. Ella me mira a con sus ojos de cristal. Su sonrisa ahora se ha convertido en una desagradable mueca acusadora. La meto en una gaveta. Escucho un ronroneo como si saliera de mi propio pecho. Le digo a la secretaria que deje de hablar del maldito gato y trabaje. Lo maté. Ya son las seis de la tarde. Me voy a casa. Según camino, soy más pequeña. Miro al piso. La humedad de las losetas impregna mis manos. Brinco la verja del tribunal hacia la calle. Lo maté. Grito con todas mis fuerzas, ¡miau!, justo en el momento que un carro me pasa por encima.



Carnaval de Sangre--
--Ana María Fuster Lavín




lunes, octubre 05, 2015

Lo nuevo de la escritora puertorriqueña Ana María Fuster Lavín.

Carnaval de Sangre:


Luego del éxito de su novela (In)somnio (Ed. Isla Negra, 2012) ,  la escritora sanjuanera regresa con Carnaval de Sangre, su onceavo libro, compuesto cincuenta y siete cuentos breves y microcuentos.   Dicha publicación se divide en cuatro secciones cargadas de:  humor negro que denuncia el lado más oscuro del ser humano (I. Sin ojos: habitantes de la ciudad silente),  de erotismo gótico y el mundo del insomnio (II. Bajo la cama); poesía, sensualidad, metaliteratura (III. Carnaval de voces y sueños);  finalmente, más humor negro, muerte y una denuncia a la crueldad humana (IV. Los placeres de la muerte).

El libro publicado bajo el sello editorial de EDP University, será presentado el martes 13 de octubre en la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez a las 10:30 am en el Salón Tarzán (junto a la escritora Alexandra Pagán que recién publica Del Alzheimer y otros demonios, también de la editorial de EDP)  y el jueves 22 de octubre en el Festival de la Palabra, en el Paseo de la Princesa, Viejo San Juan. En noviembre también habrá presentaciones en los recintos de Aguadilla y Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.  En enero de 2016 la también editora y poeta Fuster Lavín presentará su nueva publicación en Santo Domingo, República Dominicana junto al poeta, periodista cultural y performero dominicano Alexei Tellerías.


“Este CARNAVAL nos somete a la realidad de que la misma gota de sangre puede simbolizar vida o muerte; que el más grande de los miedos es aquel que nos enfrenta a la posibilidad del dolor y a esa sensación que sustituye el bienestar por la agonía. Con un marcado acento poético que la distancia de otros microcuentistas, y un libro integral finamente redactado y conceptualizado, Ana María Fuster Lavín nos empuja hacia una comparsa en la que las máscaras sobran y los instintos se apoderan de nuestra voluntad para hacernos esclavos de nuestra inconsciencia. Los microcuentos se entrelazan, fisgonean entre ellos adjetivos, verbos y sustantivos como hilos conectores de una ambientación siniestra. Al final emergen dos consignas: en la vida, el placer y el amor tienen fecha de caducidad, y que la peor pesadilla es perder el potencial de acuñar sueños. Este es un libro perturbador y doloroso que encierra en un castillo de sombras a los protagonistas y al lector.”     Dr. Emilio del Carril, Escritor y profesor puertorriqueño



Selección Carnaval de Sangre----Ana María Fuster Lavín:

La vida de las palabras



Despierta, ven aquí, ven. Las pequeñas voces en la sangre la quemaban tanto que despertó. La vida, esta es la vida. Ella abrió los ojos. La recámara oscura contrastaba con el luminoso amanecer a través de la sucia ventana. Ven con nosotras, vive. Se levantó de la cama, tropezando con las botellas de vino vacías, bolitas de papel y libretas de anotaciones que había por todos lados. La soledad palpitaba palabras y olor a mugre. Libéranos y vive. Observó la computadora dañada por un virus. Se tapó los oídos, pero las voces de la sangre gritaban cada vez más fuerte. Libera nuestras palabras, vive. Agarró un cuchillo y se cortó las venas de ambas muñecas. Gota a gota sintió la vida de las palabras. Murió.


Ana María Fuster Lavín:
El gato negro


Lo maté... Observo por el espejo retrovisor. Allí está su cuerpito negro en la brea. Mis manos tiemblan sobre el guía. No debí acelerar en aquella curva. Fue sin querer, no lo vi. Estoy a punto de llegar al trabajo y pediré ayuda. Lo maté. Respiro profundo. A la entrada, el guardia de seguridad me pregunta si vi al gato muerto cerca en la calle: “¿Será el que siempre está por aquí dando vueltas?” Contesto seca: No sé. Sigo a mi oficina. Debo olvidar lo ocurrido. A fin de cuentas es un felino vagabundo. Recojo del piso la muñeca que me llevé hace unos meses de la pared de una casa abandonada. Lo maté. No sé cómo voy a trabajar hoy. Acomodo la muñeca en el escritorio. Me mira fijamente, me pone nerviosa, y la volteo. Entra mi secretaria y comenta: “¿Te enteraste que atropellaron al gatito?” ¿Qué gato? “Sí, aquel al le dábamos latitas de atún”. No vi nada. Doy par de vueltas en mi oficina y me vuelvo a sentar. Puñetero gato. Lo maté. Pasan las horas y pienso en el cabrón. A cuenta suya no he podido ni terminar de redactar la opinión disidente para el juez. Busco un café, miro disimuladamente la calle que bordea el edificio. Dos empleados de mantenimiento recogen al occiso. Me paso la mano por cuello y orejas y luego me la lamo. Lo maté. Al regresar a mi oficina, la muñeca está de nuevo de frente en el escritorio. Trato de teclear en la computadora, es inútil. Ella me mira a con sus ojos de cristal. Su sonrisa ahora se ha convertido en una desagradable mueca acusadora. La meto en una gaveta. Escucho un ronroneo como si saliera de mi propio pecho. Le digo a la secretaria que deje de hablar del maldito gato y trabaje. Lo maté. Ya son las seis de la tarde. Me voy a casa. Según camino, soy más pequeña. Miro al piso. La humedad de las losetas impregna mis manos. Brinco la verja del tribunal hacia la calle. Lo maté. Grito con todas mis fuerzas, ¡miau!, justo en el momento que un carro me pasa por encima.

 Ana María Fuster Lavín:

Seremos
para Ella
Estoy a punto de saltar por última vez al abismo. No puedo explicarte que soy torpe y perdí el camino hacia nosotras. Acá arriba, tu recuerdo me entierra silencios en la piel. Allá abajo, tu voz me desliza hacia el abrazo del viento. Y es que la soledad tiene el sabor del salitre impregnado entre mis dedos luego de nuestro último encuentro. El suicidio es solo un proceso de quitarse los viejos disfraces y desnudarme de lo que nunca debí ser. Para ser tuya, debo dejar de ser mía. Trato de lanzarme al vacío. Es inútil. Ya no tengo pisadas. Me desmiembro mientras deletreo tu nombre. Solo así, convertida en una sílaba, en la última caricia posible, podré salir de este pedazo de cuerpo que me queda y brincar hacia ti. Poco a poco voy cayendo. Finalmente, ya no soy. Seremos.

Ana María Fuster Lavín

lunes, septiembre 28, 2015

silencios de papel 6

recojo sílabas en el mar, 
paseo más allá de los sueños, 
recolecto el silencio del salitre, 
 investigo secretos en el murmullo del marrullo, 
 vivo en la soledad de las palabras encadenadas al horizonte... en vuelo libre, 
escribo con la certeza de que algún fragmento de mí regresará



Ana María Fuster Lavín

viernes, septiembre 25, 2015

Muerte del silencio día 2



 Diario

Segundo día


Siempre he sentido una obsesión por las voces. Desde pequeña  prestaba atención a los distintos matices, esas formas particulares de cada persona pronunciar las oclusivas, las vocales abiertas, las entonaciones, la dicción, esas peculiaridades de s, c, z. Imaginar los sueños de una mujer con la voz muy aflautada o las pesadillas de un hablante pasota o agresivo.  Descubrir la personalidad oculta tras registro del habla de cualquier desconocido, era todo un juego de agente secreta.  ¿Y quién no se ha dejado llevar por una voz profunda hasta alcanzar ese orgasmo fonético indescriptiblemente agradable? Mis primeros recuerdos de la infancia, esos que me marcaron, son sonoros.

Supe que iba a ser escritora escuchando a mi abuelo Manolo, con su hermosa voz de barítono; y ante la voz fuerte y cariñosa castellana de mi abuela Hortensia, quien recitaba sus poemas de memoria. Ella me llevó a las primeras lecturas de poesía en el ateneo de Salamanca. Mi abuelo y sus ternuras, su pasión por el balompié, la radio, los libros. Además de la poesía, Hortensia me contaba las historias de su familia antes y después de la Guerra Civil, era apasionante, triste, hermoso y realmente horroroso. 

Hortensia y Manolo se conocieron poco antes de comenzar la Guerra Civil. Él de Reynosa, un pueblo de Cantabria, y ella de Arija, en la provincia de Burgos, ambos en las montañas, bordeando el pantano del Ebro.  Él fue con sus amigos a las fiestas de Arija y bailó con aquella mujer con mirada de mar al atardecer. Ese primer encuentro fue descubrir el amor. Lamentablemente la guerra los separó.  Manolo, huérfano desde la gran gripe de 1918, vivió desde preadolescente solo con tres hermanos, porque sus padres y tres de sus hermanos murieron, al igual que más de 300, 000 españoles (se cree que en el mundo murieron casi 100 millones). Hasta el  poeta Guillaume Apollinaire, murió de esta gripe (parecida al H1N1).  Y sobreviviente a esa primera muerte, luchó contra los fascistas, recibió en pleno ataque un balazo en el hombro por poco le cuenta la vida,  y pensaba en aquella mujer. La última muerte se lo llevo una madrugada del 2000.  Poco después de aquel baile, Hortensia tuvo que huir una noche con lo puesto junto a su familia, porque iban a matar a su padre comerciante, hijo de emigrantes alsacianos,  por ser  comunista. Era un comerciante próspero en el pueblo, los fascistas se quedaron con su negocio.  Y ya se sabía qué le pasaría a una familia de izquierdas… Afortunadamente, pudieron recomenzar la vida desde la nada. Ambos finalmente se encontraron años después, comenzando la dictadura.  Se casaron, tuvieron 5 hijos.  Y muchas luchas, muertes del alma,  muchas historias, durante la dictadura de Franco. Mi madre es la mayor, nació en 1942. La última muerte se llevó a mi abuela en el 2003. Nunca se enfermaba, pero una tarde el cerebro se le derramó, buscando regresar a Manolo. Le señaló la ventana a mi tía Mariví y se dejó llevar al silencio final.

Definitivamente ambos me llevaron a  quedar encadenada a las voces y sus palabras. Esa es la sensación que le da el primer sentido a mi vida, cuando solo era una adolescente terriblemente tímida, encontré la lógica a mi mente solitaria: encadenar y liberar palabras. De eso se trata soñar-escuchar-escribir. 

¿Qué será de mí cuando todas las palabras se oculten tras este inmenso pitido?


Ana María Fuster Lavín