miércoles, noviembre 22, 2006

La paloma (Réquiem-Segundo Lugar en Certamen del PEN Club para las publicaciones del 2005)


La paloma


“...ningún hombre puede vivir donde habita una paloma, una paloma es el compendio del caos y la anarquía... un ejército de palomas te asediará, ya no podrás abandonar tu habitación, te morirás de hambre, te ahogarás en tus propios excrementos...”
La paloma, Patrick Süskind.


«Una paloma negra exangüe a la entrada de su casa era la revelación del último sello. El profesor abrió la puerta de la casa y cayó muerto. Fin.» Esta novela no pare más, puedo apagar la computadora y salir al ritual… El reloj marcó las 2:00AM; había terminado mi tercera novela: El último sello. Llevaba tres novelas episódicas, sin explicar lo que era ese llamado último sello, algún día se me revelaría el misterio de su laberinto en el que los recuerdos, sueños y pesadillas eran una misma experiencia, decodificaría ese lado oscuro, aunque eso marque el final de mis best sellers. Sentía una sensación de agotamiento y euforia, llevaba seis meses sumergida en el manuscrito, terminarlo era liberarse del encierro que llevaba noche tras noche, las propias palabras me iban amarrando al teclado de la computadora. A veces percibía que los personajes tomaban vida y sus sombras danzaban en mi habitación mientras escribía y me iban susurrando sus terribles secretos. Terminar cada novela los exorcizaba y podía descansar tranquila durante par de semanas hasta que comenzara a elaborar otro texto.

En la mañana tenía que despertarme muy temprano para pasar por la editorial a entregar el manuscrito y luego ir a la oficina, pero tuve la necesidad de tomarme una buena copa de vino y fumarme un cigarrillo. Era parte de mi ritual cuando terminaba de escribir una obra. Me di un refrescante duchazo y me puse un mahón ajustado con el gistro rojo sobresaliendo, una camisilla negra que trasparentaba mis sostenes de fuego, unas botas negras de cuero y salí a la barra de la esquina. Después de todo, tenía que celebrar esta pequeña victoria, y si era acompañada, mucho mejor.

No es que vaya con demasiada frecuencia al bar cercano a mi apartamento, sólo cuando termino una historia y quiero brindar con algún desconocido. Quizás un rato de placer en una esquina oscura, si la cosa se ponía buena en mi apartamento... pero, por principios, no lo volvería a ver o lo ignoraba, como ellos suelen hacernos.

Llegué y pedí una copa de tinto. Sólo había una pareja besándose tras el billar y un hombre joven al final de la barra que jugaba concentrado con un reloj de arena. La nube de nicotina no me dejaba ver su rostro, sin embargo lucía muy atractivo. Afortunadamente esa noche la bartender era mi amiga Ester.

—Vienes por mí o terminaste de escribir algo. Mamita, este trago va por la casa, que las luces se apagan pronto y se quedan los espíritus. Cierro en media hora. —Me dijo Ester, sirviéndome una segunda copa de vino y encendiendo mi cigarrillo, sentí deseos de besarla, también sabía que podía ser un error.

—Estás linda hoy, pero estoy de cacería. Terminé de escribir una novela. Necesito liberarme, si no siento que los personajes se apoderan de mí, me da insomnio y todas esas pendejaces.—Le dije mirando de reojo al chico del reloj de arena.
—Por ti lo que sea. Ese es tuyo. —y señaló con sus largas uñas negras al joven y mirándome de reojo con las hormonas encendidas..

Nosotras habíamos tenido nuestra historia, pero no había funcionado, era sensacional en la cama y una amante muy leal. Sin embargo, sus celos, su pasión por la violencia, la sangre, sus extraños ritos góticos, me habían incomodado mucho, qué digo, me había cagado del sus en más de una ocuasión, de esos miedos que le joden la bellaquera a cualquiera. Esa historia ya había terminado. Pensé que esa vez ella no se molestaría, sabía que al concluir un manuscrito me gustaba dejarme poseer por un hombre y poseerlo. Aún así seguimos siendo amigas y siempre me complacía, me protegía y hasta en una ocasión golpeó tan fuerte a un hombre que me hostigaba, que le rompió tres costillas y le dejó una mano inútil. Estuvo dos meses en cárcel por mí, verdaderamente romántico

—En unos minutos vendrá a ti. Oye, sabes, que el profesor ese, el cabrón que te hizo sufrir tanto, le dio ayer en la tarde un infarto masivo al llegar a su casa. Venía de su estúpido vivero de aves. El desgraciado las pagó.—Me dijo riendo maliciosamente. Le sirvió un trago al joven del reloj de arena y le entregó un papel con algo escrito. Luego me quedé mirando una sombra en el piso.

¡La paloma! pensé, mientras un frío sudor bajaba por mi espalda, otra vez...

— Si te vas, cierra la puerta y baja la tormentera. Uno nunca sabe, yo salgo por atrás. Este es el último que pongo a tus pies, preciosa. Tú también me has hecho sufrir, pero por ti el mundo o la muerte.—Me dijo al oído, su voz me herizó la piel como cuando le daban aquellos ataques de celos en las noches de luna llena, y se secó las manos con un paño, luego se dirigió al almacén del negocio, apagó las luces y los letreros de neón, quedando el lugar casi a oscuras. La pareja que se había estado desfogando tras el billar ya se había marchado.

—Dicen que las palomas negras anuncian el final de una vida.—Susurró el joven que se había parado de su silla y dirigido tras mí, poniendo su reloj de arena entre mis muslos.

—¿De qué me hablas?- Le contesté, pero mis palabras ya se habían hundido en su boca. La pasión comenzaba a dominar todo mi cuerpo y mi razón, estaba tan mojada que ya nada pararía nuevos orgasmos.

—Eres escritora, he leído tus libros, eres terriblemente buena. Sabes, debería darte miedo lo que escribes. Hace tiempo que sigo tus pasos, descifro los misterios de tus textos más allá del tiempo, que podemos paralizar como este reloj de arena. Soy tu admirador, pero también puedo ser tu perdición.

No escuché sus últimas palabras, pues ya me había metido una mano entre el pantalón y sus dedos jugaban dentro de mí. Su voz me seducía y me producía escalofríos, aún no veía su rostro. Mis manos desinhibidas acariciaban sus cabellos. Estaba totalmente mojada, un orgasmo que me había nublado hasta la vista. Sus manos tomaron las mías y sin darme cuenta ya estaba abriendo la puerta de mi apartamento.

Al entrar y encender la luz de la sala, noté que se apagaba la de mi habitación, pensé que era parte de mi euforia y traté de no darle importancia. Sin embargo, escuché unas pisadas rápidas que huían por el pasillo.

—¿Oíste algo?—Le dije a mi acompañante, que acababa de poner el reloj de arena sobre la mesita de la entrada, junto a la puerta. Mi nuevo amante, a quien todavía no le había visto el rostro, se había sentado en el sofá y prendía un cigarrillo. Por unos segundos, mi corazón se heló al ver que el tiempo no bajaba en el reloj, sentí miedo, volví a oír pisadas y la luz de sala se apagó.

—Son tus fantasmas, mi querida escritora.—Me dijo con voz seductora, sentí miedo, pero poco a poco me fue seduciendo.

Nos quitamos la ropa dejando el rastro hasta la entrada de mi habitación. Cada vez tenía más frío, pero según nos íbamos besando y haciendo el amor, el placer se convertía en una eufórica paz. Su miembro estaba caliente, duro, inmenso y cerré los ojos, dejándome llevar en el roce de su cuerpo navegando en el mío.

—Siempre te he amado. Soy tu último sello, esa luz que revelará tu peor pesadilla.-La voz de mi amante se transformó en la de Ester, sin embargo sentía el miembro viril aún dentro de mí.

Al abrir los ojos, vi el rostro de mi ex novia mirándome fija con odio, poco a poco fui sintiendo su cuerpo de mujer sobre el mío, sus grandes pechos acojinados, sus delgadas manos con las uñas muy largas..., De pronto mordió mi cuello succionándome con fuerza. El terror se había apoderado de mis reflejos, inmovilizándome. Un riachuelo hirviente manaba de mi cuello y vagina. Aunque inmóvil, abrí de nuevo los ojos y vi a Ester vistiendo las ropas del hombre que me había seducido, y al voltearse ya no era ella sino él, sin rostro, sólo vi su sonrisa que me exhaló el último aliento. No sé cuándo me quedé dormida.

En la mañana sonó el despertador, lo oí replicar lejano, como yo estuviese perdida en un largo laberinto. Me levanté, sí, estaba sola, aunque en mi cama había rastros de la violenta madrugada y algo de sangre, pero me alegraba pensar que al menos estaba viva. Me vestí como pude, pues me sentía débil y adolorida; tomé el manuscrito y lo guardé en mi maletín para ir a la editorial.

Al abrir la puerta había una paloma negra, muerta. Luché contra mi cuerpo para no desmayarme. ¡Una paloma, el último sello! Miré hacia la calle, no había nada, sólo un gran destello que me deslumbraba y me causaba un gran dolor en los ojos y la piel. Miré mis manos, que iban desapareciendo, mi cuerpo transparentaba... Cerré la puerta, todo estaba oscuro, un eco, nada...

Ana María Fuster Lavín
de Réquiem (Isla Negra editores, 2005)

*****
Publicado en revista bilingüe El escribidor silente de Miami.
Galardonado un ritual apalabrado de amor y muerte en Puerto Rico



El libro Réquiem de la escritora puertorriqueña Ana María Fuster Lavín (Isla Negra editores, 20
05) que ya cuenta con dos ediciones vendida fue galardonado con el Segundo lugar del Certamen de Cuentos del PEN Club de Puerto Rico para los libros publicados en el 2005. Réquiem novela cuentada, se compone de doce cuentos que conforman a modo de capítulos de una novela, un thriller donde el canibalismo social en que vivimos se hace latente, así como el espacio para la esperanza y los sueños.

El Primer Lugar en la categoría de cuentos lo obtuvo el libro Narraciones Apócrifas, también de Isla Negra editores, del autor dominicano Pedro Antonio Valdés, reconocido escritor y director de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, República Dominicana.

El éxito de Réquiem, que va por su 2da edición casi vendida en su totalidad, se une a los premios recibidos por su primer libro Verdades Caprichosas (First Book Pub., 2002) que recibió premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña en el 2003, para las publicaciones de ese año. Además, Isla negra editores anuncia la próxima salida del poemario El libro de sombras de la editora y correctora legal sanjuanera, esta tercera publicación de Fuster Lavín deambula en las profundidades del propio verso, los mitos, las calles de la ciudad con sus dolores, pasiones y seducciones, los miedos, el amor y la muerte. Será presentado a finales de enero 2007.


Elena Carrasquillo, redactora independiente

15 comentarios:

MaReS dijo...

Ana Maria
Sin palabras, la verdad es que me dejaste sumergida en un vacio latente. Me perdi en las palabras y en el misterio de tus personajes. Felicidades a la gran escritora y poeta.
Un abrazo!!

Awilda I. Castro Suárez dijo...

Felicidades, compañera.

Antonio Mundaca dijo...

donde consigo el libro?

Edilberto González Trejos - Autor dijo...

Felicidades Ana María.
Saludos de Panamá

dijo...

Felicidades chica!

Ana María Fuster Lavin dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ana María Fuster Lavin dijo...

Mares!!! Gracias.. Esa sensación de dejarse llevar en la palabra, que te secuestre a los sueños, también a las pesadillas para regresar a tus manos. te envío un abrazo

Frida felina, te echamos de menos en esta isla que naufraga en tantos errores... Poeta amiga, gracias.

Mundaca!!! Qué bien, el libro se consigue en librerías de Puerto Rico, si vives fuera en http://www.islanegra.com bajo la colección el rostro y la máscara
también puedes escribirme a amfuster@prtc.net para otras forma de venta
Será un honor...

Songo, estoy muy agradecida con tu apoyo. una flor

Ojitos, poeta amiga, tu presencia siempre es un bello abrazo de amistad y versos... te quiero mucho

no apta para la humanidad dijo...

Ana María,

Hace un tiempo ya me puse a navegar por internet y encontré este cuento. Demás está decirte lo mucho que me impactó, no sólo por el carácter sorpresivo y misterioso que manejas sino por la excelente narración que cautiva al lector. Y el final...wow! me pareció estupendo y me dejó pensando muchísimo. Eres genial!
Me muero de ganas por leer el resto del libro que me parece sumamente interesante.
Muchas felicidades por tus logros.
un abrazo inmenso!!!

Coral dijo...

Ana María:
Que maravilla, me olvidé de todo y me sumergí en la narración, me he quedado picada, ahora mismo busco ese libro.

Un Saludo

Ana dijo...

Con el corazón abierto te digo, escribes maravilloso. Tantas ventanas abiertas al mirar por la ventana que regalas.
De veras, gracias por compartirlo, me hizo bien.

Ana María Fuster Lavin dijo...

No apta, esperamos tu pronto regreso a PR... Gracias por tu amistad, por tus palabras tan hermosas, siempre de apoyo, afecto y solidaridad. Un abrazo

Coral!! Qué bien tenerte de nuevo por aquí, como le dije a mundaca,el libro se consigue en librerías de Puerto Rico, si vives fuera en http://www.islanegra.com bajo la colección el rostro y la máscara
también puedes escribirme a amfuster@prtc.net para otras formas de conseguirlo.
un beso

Ana, querida tocaya, tus palabras iluminan mi día... gracias por dejarme asomar a esa ventana. Un abrazo y una flor...

Mi-borrador dijo...

Tanto tiempo no?!... espero te encuentres bien!

Siempre, siempre me dejas con un "WOW" entre labios. Facinante tu escrito, realmente facinante...y mas aun me dejastes con ganas de seguir leyendo mas!

No hay duda, quiero tu libro! ;)

PD
Felicidades por un logro mas de tantos otros por venir! ;)

Ana María Fuster Lavin dijo...

Jay, hola poeta, gracias por palabras!!! Pues me encantaría hacerte llegar el libro.
un abrazo

Unknown dijo...

Felicitaciones muchas, muchas, muchas veces muchas!!!!

Un abrazote,

Ana María Fuster Lavin dijo...

Vetala querida, gracias siempre a ti, hermana del alma...
Y felicidades por el necesario reconocimiento a tu poemario Bondades de Cronos
un beso