30 Enero 2011
Jaiba, PhD
Ahora que sabemos que apenas 4 ó 5 estudiantes se matriculan anualmente en los más prestigiosos programas de la UPR consideremos el potencial de establecer en la Isla la primera Universidad del Tumbe.
Llevamos más de un siglo puliéndonos en el difícil arte de vivir del cuento. Tiempo suficiente para que podamos dar cátedra. Introducción a la gansería. La reclamación fraudulenta: principios básicos. Ética del pillo. Estrategias para evadir responsabilidad. Inmunidad después del golpe. Administración del punto. ¿Hacerse el loco o la víctima?: un acercamiento. Planificación del tumbe. Coordinación de sobornos. El derecho a la dependencia. Técnicas modernas de extorsión. Aspectos esenciales de la falsificación. Cómo saber si lo están investigando (pienso que habría alguna dificultad para conseguir instituciones dispuestas a recibir a los alumnos para los talleres de práctica e internados. Ellas se lo pierden).
Son algunas humildes ideas. La lista de cursos sería interminable. Y las oportunidades de hacer ingresos, infinitas.
En las noticias encontramos importantes ejemplos de la cultura de vivir de los demás.
El hombre que tenía montada en su casa su propia oficina de Cesco, para expedir licencias falsas. El alcalde de Lares, que culpaba a una aseguradora por la suerte de un tercio de sus empleados, quienes según las autoridades federales, trataron de pasarse de listos. Aquel alcalde que estimuló a sus constituyentes a invadir unos terrenos públicos antes de que llegaran hasta allí otros invasores, los de Villas del Sol, éstos últimos apadrinados por un alcalde roba cámaras y busca votos. No olvidemos a los policías que cayeron en el ‘pescaíto’ del FBI de cobrar por dar protección a lo que creían ser unos narcos.
Todos necesitan un cursito. Aprendan de los expertos.
El presupuesto gubernamental del País se nutre de unos $7,000 millones de contribuciones a los nuestros. El resto, hasta llegar a unos $25 mil millones del presupuesto consolidado, viene del norte. Con eso se pagan los servicios de salud y educación, ¿podemos o no dar clases de estudios coloniales?
n La autora es periodista.
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