lunes, diciembre 10, 2012

texteando versos urbanos para la psicosis malabarista cotidiana

Lee en: http://www.elpostantillano.com/pagina-0/creativo/3705-ana-maria-fuster-lavin.html

Tríptico para la chica del celular
1
Soy la chica del celular
me declaro culpable
proclamo mis crímenes
me arranco la ropa de malabarista
cibernauta de versos perversos
no tengo miedo a las colillas
--que se enfrían en los muslos--
mucho menos a los silencios
--que se endurecen en los labios--
vivo pintando treguas a la rutina
jugando adivinanzas bajo la lluvia
de un sonriente que tal vez se durmió
para despertar cautivo entre mis sábanas
y corre corre corre acariciado de vientos
--inexistente sensibilidad que se hace materia--
mas ante la proclama desaparece la negación,
mientras, texteamos al tiempo de los desencuentros
encontrados frente a un espejo de amaneceres.
Un día besaré la punta de aquellos labios esquivos
para sellar la cofradía, el deseo y las hormonas
sigamos jugando al tiempo sin calendarios
allí estás, aquí estoy, a cada lado del cristal
tu sonrisa se hace lejana y difusa entre las palabras
perverso el recuerdo etílico de tu risa ansiada
ahora me vuelvo a vestir de malabarista:

low-battery.

2
Me desinhibo de los reglamentos
traduzco las rotaciones y traslaciones
arranco las vocales de cada posibilidad
redacto besos perdidos en la pantalla
a veces, texteo los deseos transeúntes
me muevo como reina
según la táctica y estrategia
esperando no ser sacrificada por el rey.
Escribo, luego sueño que existo
rompo esquemas en ritmo de rock
para liberarme entre las sábanas
ese zigzag de la piel y sus treguas
bajo un exsicólogo secuestrado
y explicarle la palidez de mis vergüenzas
o la suprema lujuria de mis manos versantes.
Recargo mi celular mientras duermo,
recibo mensajes extrasensoriales
paso madrugadas perdidas entre letras
despertando junto a un zombi danzarín
que sonríe a sus sueños de fuego
y le lluevo verbos para su descanso
transcribo en silencio en su oasis
libertades inocentes para sus temores.
Recibo envío, recibo envío,
suenan las pisadas, las bocinas
un músico coral, tal vez malabarista,
se cruza en mi camino, otro esquema,
--o el lugar donde estuvo el paraíso--
sigue su camino pero siempre regresa
como el ruido de las cosas al caer
indago su arte de la distorsión,
él sonríe, me habla de códigos
y acaricio su sombra alargándose
como la mirada de los ausentes al partir
esas eternas despedidas de lo irremediable
en consonantes dos puntitos paréntesis.
Solo camino, escribo y voy y vengo,
aunque para él tan solo sea la chica del celular.

3
Llorar improvisando,
de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!
Oliverio Girondo
Me lluevo de lágrimas,
--alta la probabilidad de inundaciones--
luego me seco por el pasillo,
envío mensajes a un maestro desconocido
(per)versando incertidumbres
--no existen las certidumbres--
aun así, lloro improvisando nuevos insomnios.
Voy llorando alegría y hastíos
irremediablemente, me voy como vengo,
arrojo los miedos desde el balcón
míos, ajenos, de nadie,
las colillas y las últimas gotas de vino
cierro mi ventana y manos al malabarismo.
Soy la chica del celular
me ves, construyes códigos penales
--extrema interferencia neurológica--
no soy quien crees,
muevo mis fichas observando
mi sensibilidad es infinita
construyo apalabrada el camino
y me duelo ante los engaños,
lloro aun más que Oliverio
ante este lado oscuro y cardiaco.
Tampoco soy coleccionista de sábanas
ni de sementerios,
no me conmueve el reciclaje
tampoco recuerdo a mis amantes expirados
y es que lo olvidable no se debe convocar
ni salir de la casa con la ropa sucia.
Innecesariamente amo
maratonistas musicales, ajedrecistas
enmascarados mentalistas
y son tantas las listas,
--es tan complejo amar tu lista--
para un whisky engrafitado de manos
o el duelo de las sonrisas durmientes
quedo seducida hasta el último llanto.
Texteo a la distancia impuesta
--evidente, no recibiré respuesta--
no deseo llorar improvisando
ya lo lloré todo,
lo lloré bien.
Necesariamente sigo mi camino
aún puedo llorar un poco más
al menos queda un mensaje de voz.

Ana María Fuster Lavín
del poemario inédito:
La Malabarista Insomne

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