lunes, octubre 05, 2015

Lo nuevo de la escritora puertorriqueña Ana María Fuster Lavín.

Carnaval de Sangre:


Luego del éxito de su novela (In)somnio (Ed. Isla Negra, 2012) ,  la escritora sanjuanera regresa con Carnaval de Sangre, su onceavo libro, compuesto cincuenta y siete cuentos breves y microcuentos.   Dicha publicación se divide en cuatro secciones cargadas de:  humor negro que denuncia el lado más oscuro del ser humano (I. Sin ojos: habitantes de la ciudad silente),  de erotismo gótico y el mundo del insomnio (II. Bajo la cama); poesía, sensualidad, metaliteratura (III. Carnaval de voces y sueños);  finalmente, más humor negro, muerte y una denuncia a la crueldad humana (IV. Los placeres de la muerte).

El libro publicado bajo el sello editorial de EDP University, será presentado el martes 13 de octubre en la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez a las 10:30 am en el Salón Tarzán (junto a la escritora Alexandra Pagán que recién publica Del Alzheimer y otros demonios, también de la editorial de EDP)  y el jueves 22 de octubre en el Festival de la Palabra, en el Paseo de la Princesa, Viejo San Juan. En noviembre también habrá presentaciones en los recintos de Aguadilla y Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.  En enero de 2016 la también editora y poeta Fuster Lavín presentará su nueva publicación en Santo Domingo, República Dominicana junto al poeta, periodista cultural y performero dominicano Alexei Tellerías.


“Este CARNAVAL nos somete a la realidad de que la misma gota de sangre puede simbolizar vida o muerte; que el más grande de los miedos es aquel que nos enfrenta a la posibilidad del dolor y a esa sensación que sustituye el bienestar por la agonía. Con un marcado acento poético que la distancia de otros microcuentistas, y un libro integral finamente redactado y conceptualizado, Ana María Fuster Lavín nos empuja hacia una comparsa en la que las máscaras sobran y los instintos se apoderan de nuestra voluntad para hacernos esclavos de nuestra inconsciencia. Los microcuentos se entrelazan, fisgonean entre ellos adjetivos, verbos y sustantivos como hilos conectores de una ambientación siniestra. Al final emergen dos consignas: en la vida, el placer y el amor tienen fecha de caducidad, y que la peor pesadilla es perder el potencial de acuñar sueños. Este es un libro perturbador y doloroso que encierra en un castillo de sombras a los protagonistas y al lector.”     Dr. Emilio del Carril, Escritor y profesor puertorriqueño



Selección Carnaval de Sangre----Ana María Fuster Lavín:

La vida de las palabras



Despierta, ven aquí, ven. Las pequeñas voces en la sangre la quemaban tanto que despertó. La vida, esta es la vida. Ella abrió los ojos. La recámara oscura contrastaba con el luminoso amanecer a través de la sucia ventana. Ven con nosotras, vive. Se levantó de la cama, tropezando con las botellas de vino vacías, bolitas de papel y libretas de anotaciones que había por todos lados. La soledad palpitaba palabras y olor a mugre. Libéranos y vive. Observó la computadora dañada por un virus. Se tapó los oídos, pero las voces de la sangre gritaban cada vez más fuerte. Libera nuestras palabras, vive. Agarró un cuchillo y se cortó las venas de ambas muñecas. Gota a gota sintió la vida de las palabras. Murió.


Ana María Fuster Lavín:
El gato negro


Lo maté... Observo por el espejo retrovisor. Allí está su cuerpito negro en la brea. Mis manos tiemblan sobre el guía. No debí acelerar en aquella curva. Fue sin querer, no lo vi. Estoy a punto de llegar al trabajo y pediré ayuda. Lo maté. Respiro profundo. A la entrada, el guardia de seguridad me pregunta si vi al gato muerto cerca en la calle: “¿Será el que siempre está por aquí dando vueltas?” Contesto seca: No sé. Sigo a mi oficina. Debo olvidar lo ocurrido. A fin de cuentas es un felino vagabundo. Recojo del piso la muñeca que me llevé hace unos meses de la pared de una casa abandonada. Lo maté. No sé cómo voy a trabajar hoy. Acomodo la muñeca en el escritorio. Me mira fijamente, me pone nerviosa, y la volteo. Entra mi secretaria y comenta: “¿Te enteraste que atropellaron al gatito?” ¿Qué gato? “Sí, aquel al le dábamos latitas de atún”. No vi nada. Doy par de vueltas en mi oficina y me vuelvo a sentar. Puñetero gato. Lo maté. Pasan las horas y pienso en el cabrón. A cuenta suya no he podido ni terminar de redactar la opinión disidente para el juez. Busco un café, miro disimuladamente la calle que bordea el edificio. Dos empleados de mantenimiento recogen al occiso. Me paso la mano por cuello y orejas y luego me la lamo. Lo maté. Al regresar a mi oficina, la muñeca está de nuevo de frente en el escritorio. Trato de teclear en la computadora, es inútil. Ella me mira a con sus ojos de cristal. Su sonrisa ahora se ha convertido en una desagradable mueca acusadora. La meto en una gaveta. Escucho un ronroneo como si saliera de mi propio pecho. Le digo a la secretaria que deje de hablar del maldito gato y trabaje. Lo maté. Ya son las seis de la tarde. Me voy a casa. Según camino, soy más pequeña. Miro al piso. La humedad de las losetas impregna mis manos. Brinco la verja del tribunal hacia la calle. Lo maté. Grito con todas mis fuerzas, ¡miau!, justo en el momento que un carro me pasa por encima.

 Ana María Fuster Lavín:

Seremos
para Ella
Estoy a punto de saltar por última vez al abismo. No puedo explicarte que soy torpe y perdí el camino hacia nosotras. Acá arriba, tu recuerdo me entierra silencios en la piel. Allá abajo, tu voz me desliza hacia el abrazo del viento. Y es que la soledad tiene el sabor del salitre impregnado entre mis dedos luego de nuestro último encuentro. El suicidio es solo un proceso de quitarse los viejos disfraces y desnudarme de lo que nunca debí ser. Para ser tuya, debo dejar de ser mía. Trato de lanzarme al vacío. Es inútil. Ya no tengo pisadas. Me desmiembro mientras deletreo tu nombre. Solo así, convertida en una sílaba, en la última caricia posible, podré salir de este pedazo de cuerpo que me queda y brincar hacia ti. Poco a poco voy cayendo. Finalmente, ya no soy. Seremos.

Ana María Fuster Lavín

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