Silencios de papel presenta una selección literaria del
poeta, cuentista, performero, periodista y gestor cultural dominicano
Alexei Tellerías
Mirándote (Esta tristeza...)
“Mi tristeza es mía, única, egoísta/con nadie quiero compartirla/y a
nadie hago responsable de ella”
Rosa Silverio
Sentada en tu nave me miras. Tus ojos
combinan con esta tarde gris. Gris también es la emoción de mi garganta. Hay
una lágrima bautizando tu mirar. Pretendo regalarte la última sonrisa pero tu
esbozo de congojas allana el camino a un
caudal en mis ojos. ¿Dónde soltar este envoltorio que me pesa tanto? La máscara
cayó, apenas queda mi cuerpo desnudo. Afuera el mundo gira en cámara lenta. No
es el mío. Ardo en deseos de quitarme esta mordaza que tanto hiere. Liberar la
angustia producida por la voluntad no cumplida de beberme tus ojos. Al observar
el objeto que te aleja de mí, hay cristales empañados. El dolor, aquel mismo
que no sé nombrar, torna en dulce y adictivo. Me aferro a él con el mismo amor
con que hoy te dejo partir de mi vida.
(De “Secretos Amor-dazados”, poemario
inédito)
En crudo
Voy dejando que la distorsión arruine el poco de
sordera que aún pervive entre mis oídos y que mis dedos canalicen todo el
amasijo de emociones que se van acumulando con la secuencia de los segundos de
un día bizarro. He tenido sueños particularmente raros y respetables, he volado
y vuelto a caer entre tierra y ansiedades. Hurgando con las uñas comidas hasta
el tuétano y reflexionando sobre las posibilidades de elevar vuelo,
maleficiando las esferas que se me escaparon de entre los dedos… ¡Sí, los dedos! Alojando esa carencia de uñas que
empiezo a extrañar con dolor de parto, al contacto cercano de la piel con la
atmósfera. Y mientras todo esto pasa, la misma vibración que me destroza con
alegría el cráneo, se pregunta si alguna vez llegaré a volar a la velocidad que
mi subconsciente ansía, la misma que me brinda una guitarra desafinada en re
menor y que destroza como sierra eléctrica a Britney Spears. No, que no hay
nada como una guitarra que llora en clave de death metal.
(De “Cuaderno de Catarsis”, Editora Nacional, Santo
Domingo, República Dominicana. 2011)
Nubosidad variable
Las Antillas se pretenden archipiélago de espaldas.
Centrífuga desambiguación coralina. Uno se las imagina fragmentos de materia de
Dios limpiándose las manos en el Atlántico después de haber dibujado América.
Hormigas de mar. Suma de soledades. Condenados al islicidio en barricas
salitradas. Cierro los ojos porque me da con utopizar islas como probabilidad
de un aguacero rajao con sol brillante. La brisa te anuncia lo que te llegará.
(a)brazos de ron rodean el azar de haber nacido entre trópicos, más allá de
patriotismos trasnochados y felicitaciones por ser caribeño en plazas
coloniales. Abro los ojos. Un océano níveo se disputa la brillantez del día con
la cúpula añil. Soy apenas un píxel en el coro planetario. Me declaro isleño
con el mar en reverso.
(De “Cicatriz”, poemario inédito)
Una isla es la posibilidad de un abrazo.
Media isla, la circunstancia de agua por todas partes. Los huracanes nos
consumen lentamente. Allende los paralelos se decidió nuestra suerte.
Archipiélago de fuego, granizo en el centro del Caribe. Media isla, (dos
tercios, más bien). Besos de sal y yuca. Asidos de isleñoranzas, nos
sospechamos abandonados a suertes imprecisas. Las dagas de Colón perforan la
noche cuando la electricidad se antoja. Caminamos orgullosos en la pretensión
de Alicia. No hay gatos de Chesire que nos alumbren la oscuridad. Guarapo de
sangre es nuestra historia, tantas veces canibalizada desde el origen. Verano e
infierno nos dibujan la piel de sudor. ¿Qué nos queda? Acaso bailar al compás
de maretazos ficticios, porque el plástico tomó el lugar del agua frente al
Ozama. ¿Nos atreveremos a profanar decálogos?
(De “Cicatriz”, poemario inédito)
De lunes a viernes
De lunes a viernes soy un duende oculto en la Zona
Colonial.
Así me llaman, Duende.
He llenado de piercings mi hablar,
combinado con miradas andróginas.
Los días de la semana confundo a todos,
guachimanes, taxistas, turistas,
los cueros de la Palo Hincado,
camareros recién llegados y uno que otro Politur.
Así brota mi leyenda,
robándole cigarrillos a los indigentes,
tumbándole mi diezmo a los falsos mendigos del sida
bailando sin música en el parque Colón
rodando el horizonte de salitre
desde el obelisco macho al hembra.
Duende sin magia con los Converse sucios hasta
el tobillo
los pantalones de corduroy gastados
que delatan mi ser entre los bares.
De lunes a viernes soy la envidia del dedo del
Almirante,
el alma de los palos cada miércoles en La Espiral
conocedor de cada adoquín de la Meriño
mano derecha de la diestra de Satanás.
La Duarte con Nouel me ha visto vomitar la jiel
varias veces
y caminarla en otros hombros hasta la emergencia del
Padre Billini,
cazadores de la dextrosa perdida.
Soy el duende.
Los días de semana ni yo mismo se quién soy.
Mi refugio es la hierba,
me escondo entre músicos, metálicos, poetas y
mochilitas.
A medianoche del viernes la historia es otra.
Torno en licántropa,
bella,
majestuosa.
Me miro en el espejo
y me enamoro del sueño en que me he transformado:
Santa Bárbara de los bares
nuestra señora de las plataformas
madre del rímel divino.
Soy Changó, dueña de truenos y relámpagos
al choque de mis uñas.
Bembé infinito indefinido
Estrellita losminera que traga whisky como agua
Mientras tiene fantasías de psicóloga clínica
al volar entre nicotina y alcohol
levantando machos, secuestrando maridos.
Los sábados,
cuando Bárbara me habita la piel
me siento bella,
esplendida,
caminando frente a la Catedral
tirándole besitos a su excelencia reverendísima
cuando está dando misa
(pero solo por joder,
él no es mi tipo)
robando atenciones
al bailar salsa en Secreto Musical
¡pa' gozá!
todos hacen una ronda para verme
gozando como bestias.
Ricthie Rey y yo somos una misma cosa muy mía.
Las papeletas llueven sobre la pista
también de vez en cuando una botella vacía
pero yo no me intimido
ni siquiera cuando me agacho a recoger
lo que mi sudor me ofrece.
Soy Bárbara, Changó, la guerrera,
con dos toneladas de calamina en cada oreja.
No le tengo miedo a la candela
vestida de rojo con paños blancos.
Soy la cuñada astral de Celina y Reutilio
acuchillo con la mirada
a quien se me meta en el medio.
El ron va bajando y el calor subiendo
Igual que los deseos de que nunca llegue el lunes
y haya que volver a mutar
para sobrevivir.
Chipeo poético con Rita
“quiero
montar equeibol
y yo no tengo
equeibol
voy a empeñar
los arete de mi mai
pa
comprarme un equeibol”
Rita Indiana
Hernández
Quiero montar equeibol
Quiero montar equeibol y joder en walls ajenos de
feisbuk
Quiero montar equeibol y privar en el más cool porque
quiero montar equeibol y no tengo equeibol
Quiero montar equeibol y tirarme una foto pa subirla a
feisbuk y taggear a tuer mundazo pa que sepa que yo monto equeibol
Quiero bailar mientras quiero montar equeibol sin
tener equeibol, pero queriendo empeñar los arete de mi mai pa comprarmelo
Quiero montar equeibol aunque sea uno marca Malone con
las ruedas engrasás y con un pegote de plástico en la parte de atrá que haga
las veces de freno
Quiero
montar equeibol mientras bailo que no tengo un equeibol
Quiero montar equeibol con mi teni conver rodando
Gascue abajo en neutro hasta que un tubo me pare o me jalle una rampa de cemento
Quiero montar equeibol y ecribir en mi tuitel desde mi
blaberry que toy montando equeibol, aunque me etralle contra el piso y me haga
par de raya bacana en el caco por el pavimento
Quiero chipear libremente y que me digan que los arete
de mi mai no valen lo suficiente pa comprarme un equeibol
Quiero montar equeibol y etrallarme en la piscina de
arroyo hondo con to y ropa aunque el blaberry se me moje con tó
Quiero tener un equeibol pa rodar como mis panas que
sí tienen un equeibol
Quiero montar equeibol y chipear el atardecer como un
viaje astral en medio de un tri sixty kick flip que ponga a lo chamaquito a
gritar como en un casé de the doors
quiero poner en mi status de feisbuk que quiero montar
equeibol… pero que no tengo un equeibol
Quiero defender mi derecho al chipeo sobre un equeibol
Quiero
separar la palabra equeibol en sílabas y soltarla por la yuca del mirador hasta
que se rompa la tabla de tonijok que me consiguió Oché
Quiero montar equeibol.
Nochebuena, 2:28 AM
Algún día vendrás a casa.
No te serán extrañas las telarañas
ni el ruido de los carros al pasar
(ya sabes de las canciones
interminables).
Vendrás vestida de furias,
soledades brotando de tus manos.
Asomarás a mi balcón,
contendrás el aliento,
me regalarás la primera mirada triste,
beso anidado en los contenes de mi
espalda,
diciéndome sin decirme
que la distancia siempre fue fábula.
Llegarás de madrugada
envuelta de rojo, blanco y gris
atrás habrán quedado las estrellas
oscuras tristes.
Soltarás el equipaje,
tus manos destrozarán metáforas
al rodear mi cuello.
Mis cancerberos guardarán silencio,
amanecerá en tus labios saludando mi
incredulidad.
Algún día vendrás a casa,
vestidita de orgasmos
y te quedarás para siempre,
significando para siempre
cuando
quieras marcharte.
(De “(Sobre)Vivir”, publicado dentro del compilado
“Esto no es una antología: palabras que sangran” de El Arañazo, Colectivo
Literario. Ediciones Ferilibro, Santo Domingo, República Dominicana. 2012)
3:00 AM
La
madrugada perdió su nombre
,
abrazada de ruidos urbanos.
El hueco del silencio en la pared
alimenta mi insomnio,
junto a esencias
escondidas
en un rincón de tu cuello.
De pronto,
es jueves por la tarde en el teatro del subconsciente
Ráfagas disparadas por la TV
amplifican este sitio
donde se juega al placer.
Nos redescubrimos mutuamente
y
reescribo con mi saliva
el mapa de tu goce.
Bebernos, sentirnos…
Nuestras pieles presagian guerra.
Las
ráfagas prosiguen,
ajenas a nuestro propio fuego
pero el ruido escondido
de un teléfono
nos recuerda
lo prohibido del encuentro.
Bendices
las manos
que te han llevado al éxtasis
en ticket de ida y sin vuelta.
Han muerto las frustraciones
horizontales
solo quedan
nuestras miradas entrelazadas
y la valentía que brinda
el
violar
reglas
por
el goce
de transgredir.
(De “Nocturnidades”, poemario inédito)
Alexéi Tellerías (Santo Domingo, 1981).
Periodista, escritor, gestor cultural y artista multidisciplinario. Autor de
los libros “Cuaderno de Catarsis” (poemario, 2011) y “(Sobre)vivir” (poemario,
2012) e incluido en revistas literarias y antologías publicadas en Puerto Rico,
México, Venezuela, Perú, Estados Unidos y República Dominicana. Ganador del
premio de cuento del concurso literario Alianza Cibaeña 2009 con “Los peces del
subsuelo”. Fundador/coordinador de “El Arañazo, Plataforma Cultural” que
organizó en 2013 el Encuentro Caribeño de Escritores “Lengua de Mar”.