lunes, julio 11, 2016

Escritor invitado: Daniel Torres

Tenemos el honor de publicar poemas inéditos del escritor, 
catedrátivo y crítico literario puertorriqueño 
Daniel Torres!




Luna

Mudo testigo
entre las nubes
de toditos los quebrantos
que le mintieron al bolero
las cuerdas de una guitarra
entre todos los tríos.


Madrid 2015

Calle abajo y calle arriba,
de la Plaza Santa Ana hasta la Puerta del Sol,
en el paseo cotidiano del turista
que lo mira todo
con ojos iluminados,
hasta llegar a la Plaza Mayor
en San Isidro Labrador
donde la alegría se viste de gala
en medio del lamento ibérico
de la precariedad.



Autorretrato

Dicen las que saben
que llevas en el revolú de la sangre caribe de tus cuatro familias:
las manos laboriosas de mami,
los pies inquietos de papi Toño,
los ojos café de doña Sinforosa Ramos,
la serenidad indomable de don Vicente Cotto,
las orejas largas de las tías,
la boca fina de quién sabe,
la nariz ineludible de los Carrasquillo,
la musculatura de tío Tino,
la calvicie incipiente de tío Juan,
la seriedad de tío Pablo,
y los amores triangulares de tus dos padres.
Dicen que eres el clon de tu hermano Ito,
y de tu tío Panchito que no conocías,
que sazonas la comida como tu hermana Sandra
y tomas siempre la distancia prudente de los Torres,
que asumes la rectitud de tu hermana Myrna,
la bondad de tus hermanas Carrasquillo Solá,
la vocación de servicio de los Rodríguez Beltrán.
Que tienes la chispa de tu sobrino Miguelo,
la piel tostada de los Cotto como todos los primos,
haces los corajes furibundos de doña Feliciana Báez Aguayo, viuda de Torres y Arméndiz,
y llevas el ritmo en el baile de mami con todos sus silencios.
Que heredaste el sentido particular del humor de Moma
con el don de gentes de papi Chente,
y que el resto:
es la combinación del naufragio de cualquier familia que se respete.

 

 

El cuerpo del Papa

(Elegía a Juan Pablo II)

Esa púrpura de túnica blanca
que en la ciudad eterna reclinada,
en el rojo de sangre que se arranca
es una herida de amor apasionada.

Es su cuerpo cual muro de diamantes
expuesto ante los fieles que le buscan,
como si fueran  despechados amantes
abandonados sin explicación alguna.

Legado de veintiseis años cual pastor
de un pueblo desbandado y desasido
ante los cambios de un mundo incomprendido.

Descanse en paz, pues, el buen actor
que la jornada ha terminado y presidido
Aquél que en las puertas del Cielo ha coincidido.


Daniel Torres, Poemas para leerse en la calle (poemario inédito)

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